Once

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perdón he estado muy ocupada este mes (he estado de vacaciones así que me he ido a Londres y me he comprado la camiseta de
I ❤️ London)

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—Oye, Julita. ¿Te importa si te pido los apuntes de primera hora? He entrado a media clase y no me he enterado de nada.

A Violeta no le había dado demasiado tiempo de hacer amigos en Barcelona. La verdad es que con la relación que parecía haber retomado con su prima Denna y la situación en la que se encontraba con Chiara, se podría decir que la granadina había estado más que ocupada. Eso no impedía que hubiera cierta gente de su clase con la que tenía una relación cordial y una de aquellas chicas era Julia —no su Julia de Granada, claro— una tía majísima con la que día a día empezaba a tejer los lazos de una bonita amistad. Para agradecerle, la invitó a tomar algo en el bar de su facultad. Allí trabajaba Naiara —que se parecía a Julia lo mismo que se parece un huevo a una castaña, pero que por lo que fuera, era muy buena amiga suya— y aquel terremoto de mujer no dudó en vaciarles una de las mejores mesas de todo el bar y sentarse con ellas como si aquel establecimiento fuera suyo.

—Claro, tranqui Purple. ¿Os fuisteis de fiesta?

Violeta rió al escuchar aquel mote. Julia Medina era una tía graciosísima y siempre encontraba una nueva manera de llamarla: la última —y desde que sabía que Chiara era inglesa— era "Purple", lo que a Violeta le parecía evidentemente muy gracioso.

—Qué va... uhm... —no supo cómo describir a Chiara, porque, claro, ¿qué era Chiara, para ella? Ante la duda, recondujo la conversación—. Bueno... que he dormido fuera.

Y el remedio había sido incluso peor que la enfermedad.

Se sonrojó al escuchar lo directa que había sido. Julia y Naiara compartieron una mirada cómplice y las dos rieron ante la honestidad de la granadina.

—Ay, tías... os dejo que ya mismo empieza la hora feliz de los de ingeniería audiovisual y se va a llenar esto de frikis con ganas de beber cerveza. ¡Me alegro de veros! A ver si un día nos tomamos algo, pero fuera de aquí —Naiara dejó un sonoro beso en la mejilla de Julia y se retiró, acelerando al ver que su jefa, desde la barra, no la miraba con la mejor de las caras.

—Así que has dormido fuera —preguntó la gaditana, cruzando los brazos sobre la mesa y con una sonrisa pícara—. Detalles, amiga.

A Violeta le brillaron los ojos cuando recordó toda la tarde-noche del día anterior. 

—Me llevó al Tibidabo, después cenamos en un restaurante japonés monísimo y por la noche reservó una habitación en el hotel Wella.

Julia silbó, gratamente sorprendida: —Joder, con la guiri. A ver cuándo me toca a mí.

Violeta rió, algo tímida: —La verdad es que estuvo muy bien, sí...

—¿Entonces? ¿Has decidido ir palante con esto? ¿Le vas a contar la verdad?

Pequeño detalle: Julia era la única persona que sabía toda la verdad. Era el único vínculo que compartía en Barcelona con alguien que no tuviera nada que ver con Chiara y se sentía bien que así lo fuera porque, aunque las dos sólo se vieran en la Universidad y las horas muertas de entremedio, la verdad es que desde el primer día que se habían sentado juntas por casualidad, no habían parado de charlar.

—El asunto me está empezando a comer la cabeza —confesó en un tono más bien distendido, intentando restarle importancia—. Pensaba que podría dejarlo atrás, pero ayer ella misma me explicó que había una chica que la estaba dibujando algunos domingos y que, aunque tenga sentimientos por mí y eso, no puede dejar de pensar en el tema. A lo mejor lo he llevado demasiado lejos—. Julia asintió, frunciendo el ceño—. Y ahora no sé salir del lio en el que me he metido.

A Todas Las Versiones De MíWhere stories live. Discover now