Ocho

1.3K 115 7
                                    

Violeta había pasado a recoger a Chiara a la puerta de la escuela en la que estudiaba, el día después de que Chiara le enviara aquél mensaje. Había estado un poco ocupada con un trabajo de la universidad, pero de todos modos en cuanto pudo buscó un hueco para ver a la otra chica.

Chiara la saludó con un abrazo, en el que Violeta se quedó un ratito más, acabando con un beso en su cabeza por el que la chica menorquina rió.

Martin y Ruslana observaban la interacción con una sonrisa en sus labios. Violeta les saludó con un tímido "hola", al que ellos respondieron igual.

—Creía que estabas de broma cuando me dijiste que ibas a venir a buscarme.

—Amore, literalmente sólo he tenido que poner "ESMUC" en el Maps. ¿He interrumpido algo? ¿Teníais planes?

Chiara se giró para mirar a Ruslana. Aquella tarde volvían a tener ensayo, pero su amiga negó: —Tranqui Kiki, podemos dejarlo para mañana.

—¿Seguro?

—Oye, ¿y si sólo os la robo para comer? Tampoco quería meterme en medio si—

Chiara, viendo cómo se creaba un poco de confusión, intentó pararla: —Vale, lo tengo: voy a comer con Vio y luego, a las cinco, me paso por el garaje con ella y así puede ver lo que estamos haciendo —Ruslana asintió, contenta. No le importaba tener visita y Violeta parecía tratar muy bien a su amiga, así que no se opuso—. Perfecto. ¿Vamos?

Y menos si cogía la mano de Chiara como si realmente estuviera orgullosa de pasear con una chica como ella por las calles de Barcelona.

—He estado investigando y quiero llevarte a un sitio chulísimo en el que se hacen alitas de pollo.

Oh my God... nos vemos luego, chicos.

Sus amigos vieron cómo Chiara se alejó con la otra chica y Martin pasó su brazo por el hombro de Ruslana.

—Le va a romper el corazón cuando se vaya —comentó la ucraniana, ante el suspiro cansado de su amigo—. Y vamos a tener que estar ahí para ella, Mart. Lo sabes, ¿verdad?

—Sí. Pobre Kiki...

[...]

Chiara creía de verdad que si se comía otra alita de pollo iba a, literalmente, explotar. Se llevó las manos al estómago y se apoyó contra el asiento, fijándose en cómo la otra chica estaba apoyada en la mesa y no paraba de mirarla. Violeta no paraba de sonreír mientras acababa con el culo de su vaso de cerveza y escuchaba un montón de anécdotas de la chica que tenía enfrente.

—Eres un soplo de aire fresco —Chiara se quedó callada en cuanto escuchó aquellas palabras en voz alta y se sonrojó—. Uy. ¿Esto lo he dicho en voz alta?

—Creo que sí, Violeta.

—Bueno, así lo tienes claro —Chiara sonrió, algo avergonzada—. ¿De qué querías hablar, por cierto?

—Antes de que me agasajaras con chicken wings.

—¿Agasajar? ¿Esa no es una palabra muy difícil para tí, guiri?

—Ja. Ja —ambas rieron, mientras Chiara negaba—. No, I mean... sólo... fuck, esto me va a costar mucho ordenarlo en mi cabeza para que no suene—

—¿Por qué no lo intentas? Puedo ayudarte a darle forma si... —Violeta se acercó un poco más—. ¿Me das la mano? —Chiara asintió y, poco a poco, dejó su mano en el centro de la mesa para que Violeta la cogiera.

Se sintió cuidada, por un momento. A lo largo de su vida, había estado en muchas situaciones en las que no había encontrado la manera de ordenar sus pensamientos, de tantos y tan rápidos, por lo tanto al final decidía no decir nada. Que Violeta le estuviera dando espacio, no sólo era tranquilizador, si no que, era sano. Absolutamente reparador, para una chica como Chiara.

A Todas Las Versiones De MíWhere stories live. Discover now