A través del Cristal [Cristal#2]

Capítulo 13

Jaden desabotonó mi camisa con agilidad mientras se inclinaba para quitármela sin parar de besarme.
Cuando saqué mis manos de las mangas, las pasé por su abdomen, excitándome con la sola idea de que estaba haciendo algo que imaginé un sin fin de veces, aunque odiara admitirlo.

Antes de que pudiera tomar otra acción, lo empujé contra el escritorio y él no pareció extrañado por mi reacción brusca.

—¿No quieres ir más lento? —sonrió sobre mis labios.

—Ya hemos desperdiciado mucho tiempo, lento es lo último que quiero —siseé al tiempo que le bajaba el pantalón. Nos deshicimos de calcetines y zapatos, llegando hasta la cama. Me monté en él a arcadas, rodeando su cuello al tiempo que movía las caderas lentamente.

—Ey, oye —me alejó sutilmente, provocando que me detuviera—. No es lo único que quiero hacer contigo.

—Lo sé.

—Pero temo que sí sea lo único que tú quieres conmigo.

Contemplé sus ojos, sin lograr comprender la expresión en su rostro. Sus orbes eran inundados por la tranquilidad, aquel ámbar que por ratos hacía alusión a los rayos del Sol cálido de un atardecer, no ese que quema, sino el que te cubre de calor en el frío.

En realidad, era algo que ni siquiera yo podía responderme. Sé que no quería volver a tenerlo lejos nunca más, pero no tenía idea de qué manera lo quería a mi lado, si como un amigo, eso ya lo había sido y no terminó bien, o algo más, algo que no hemos estado ni cerca de ser, y este podría ser un gran paso para ello. Sé que para él el sexo puede ser algo importante, pero a diferencia de él, para mí no lo es, sin embargo, quería que lo sintiera especial. Quiero decir, no todos los días lo haces con tu mejor amigo.

—¿Has estado con otras personas antes? —pregunté detenidamente.

—¿Eso es lo que te importa? —levantó las cejas con gracia.

—Ah, no...es solo que —desvié la mirada—, pensé que a ti sí te importaría.

Él sonrió.

—No importa con quién he estado, solo sé que después de haberte conocido no he querido estar con nadie más.

Parpadeé repetidas veces.

—¿Hablas de que no has tenido sexo desde entonces?, ¿eso no se echa a perder? —inquirí, sonando ingenuo, a lo que él soltó una carcajada.

—¿Sabes que hay otras formas de satisfacerse sin necesidad de hacerlo?

—Mmm, sí, bueno, algo me han contado —me mordí la mejilla—. Pero no tienes que hacerlo, ¿sabes? —me encogí de hombros—, digo, el cuerpo tiene necesidades y así.

Él ladeó la cabeza sonriendo dulcemente.

—No necesito desperdiciar el tiempo con gente que no se quedará en mi vida —dijo—. Creo que soy más de algo que dure.