Capítulo 4

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—Ey, ¿vas a salir? Necesito usar la ducha —Jaden habló al otro lado de la puerta

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—Ey, ¿vas a salir? Necesito usar la ducha —Jaden habló al otro lado de la puerta. Volteé los ojos con exasperación, porque ni eso me dejaba hacer en paz. Ahora tenía que compartir incluso el baño con alguien con quien no quería tener nada que ver.

—Como sea, pasa.

Quité el pestillo de la puerta y continué cepillando mis dientes, cuando mis ojos se expandieron al ser testigos de su desnudez en la parte del pecho

—¿Pero qué demonios haces? —exclamé alterado, sintiendo cómo el nervio de mi ceja saltaba.

—Relájate, solo voy a bañarme —me miró por encima del hombro con una media sonrisa— Voltéate si quieres, aunque...yo preferiría que no lo hicieras.

Fruncí el ceño remarcadamente, gesto que se suavizó lentamente cuando se quitó la toalla de manera pretenciosa, que pude escuchar hasta el más sigiloso palpitar de mi corazón con cada movimiento que hacía; estaba dándome la espalda, y vaya, qué buena forma de darme la espalda.

¿Peto qué carajos estoy diciendo?

Sacudí la cabeza para disipar mis pensamientos.

—Más te vale que sea lo único que hagas —amenacé, ocasionando que se riera satisfecho por lograr molestarme y me volteé bruscamente de vuelta al lavamanos.

Ese idiota, si pensaba que iba a poder conmigo se equivocaba. Mírenlo tan tranquilo, tomando una ducha, cómo el agua le escurre por el cuerpo y lo disfruta el muy...

—¿Qué? ¿Quieres venir aquí conmigo? —me miró con diversión en sus ojos.

Maldición

Escupí el agua al atragantarme con ella.

Desde aquí era difícil enfocarme en cepillar mis dientes, cuando en el espejo de en frente se reflejaba su figura.

—Ojalá te resbales con el jabón —espeté a ojos cerrados con desprecio, dirigiéndome a la puerta.

—Oye, ¿puedes pasarme la toalla? —inquirió, haciéndome detener el paso—. No la alcanzo —mencionó con inocencia en su voz.

Le lancé una mirada fulminante por encima del hombro, los ojos más afilados y el ceño fruncido.

—Parece que tendrás que arreglártelas sin ella.

—Vamos, Damián.

Iba a irme, pero luego una idea cruzó mi mente, sonriendo mientras veía la toalla y la tomaba, acercándosela.

—Gra... —antes de que pudiera tomarla la aparté.

—Pero del uno al diez...¿cuánto la quieres?

—Damián, no juegues.

—No, en serio, solo contesta la pregunta. Es fácil.

—Oye, hace frío —dijo en un tono severo.

A través del Cristal [Cristal#2]Where stories live. Discover now