A través del Cristal [Cristal#2]

Capítulo 29

Desde aquel entonces, me alejé de casa, inventando una excusa sobre un trabajo fuera de la ciudad para mantener a mamá y a Jaden a distancia. En realidad, ansiaba alejarme lo más posible. No quería enfrentarme a ellos mientras seguía con lo que hacía. Cada paso que daba alejándome, mi mente se debatía entre la necesidad de huir y el deseo de volver a ser parte de aquella familia que dejaba atrás.

Cuando Damian me siguió, una parte de mí anhelaba regresar, dejar atrás todo lo que me había convertido y retornar con ellos. Por primera vez, quería ser un niño común y corriente, sin preocupaciones ni cargas que me atormentaran día y noche.

Arek, por su parte, colaboraba con los gastos de mamá. Aunque una parte de mí se sentía agradecida, otra se llenaba de autodesprecio al utilizar el dinero ganado a costa de hacer daño a otros. Para calmar mi conciencia, me repetía que Ethan, era un asesino a sangre fría después de todo.

Arek me ayudaba proporcionándome información sobre Ethan: su familia, amigos y su paradero. El resto quedaba en mis manos.

Inscribirme en la misma escuela que mi hermano fue una sorpresa. Durante días vigilé a Ethan desde lejos, viéndolo sonreír como si no tuviera preocupaciones en el mundo. Si tan solo supieran quién era en realidad...

Pero yo tampoco era mejor.

Traté de evitar a mi hermano y cualquier posible conexión con él, escondiéndome y evitando las clases. A veces, la tentación de acercarme era abrumadora.

Finalmente, decidí que era hora de poner en marcha mi plan.

Por la mañana, recorrí los pasillos en busca de Ethan. Al divisar una cabellera castaña, supe que era él. Lo seguí con determinación, esquivando a los demás estudiantes. Aceleré el paso cuando parecía alejarse más, hasta que terminé chocando con alguien.

Mi expresión se suavizó al reconocer a quien me había detenido.

Esos ojos aguamarina, que anhelé volver a ver, con la esperanza de que algún día me miraran de manera diferente.

Al volver a ver a Damian, mi corazón se aceleró y mi mente se llenó de una mezcla de emociones encontradas. Por un lado, estaba la sorpresa de encontrármelo en ese lugar, reviviendo recuerdos que creía enterrados en lo más profundo de mi mente. Por otro lado, sentía una oleada de nostalgia y ternura al ver su rostro familiar después de tanto tiempo

Por un momento, me sentí tentado a abrazarlo, a contarle todo lo que había pasado y pedirle ayuda. Pero la sombra de mi misión pendía sobre mí, recordándome que no podía permitirme bajar la guardia ni confiar en nadie.

Así que, conteniendo mis emociones, mantuve mi distancia y traté de ocultar la tormenta que se agitaba en mi interior. Por fuera, intenté mostrarme calmado y controlado, como si nada hubiera pasado entre nosotros. Pero por dentro, mi corazón seguía latiendo desbocado, recordándome que aún había una parte de mí que anhelaba volver a ser aquel niño inocente que alguna vez fui.