Capítulo 42

120 32 12
                                    


✒️📜

Despertar en los brazos del Sr. Chiva-aree era lo que más amaba el joven Opas. Su aroma, su piel desnuda, su cabello alborotado, era un hermoso espectáculo digno de admirar.

No lo pudo resistir y enredó sus dedos en su cabello, tan sedoso, tan fino... tan suyo.

Como cada mañana, el Sr. Chiva-aree se acercaba hasta el joven y aferraba su cuerpo al suyo, un reflejo innato de su posesividad, reclamarlo suyo y de nadie más. Sentir esa suave y nívea piel junto a la suya, ese aroma tan suave y delicado entrar por su nariz, era la tranquilidad que traía a su vida.

Los meses transcurrieron y la familia de Susan pidió reunirse con el Sr. Chiva-aree, la unión debía oficializarse. La familia Phillips quería meter mano en los negocios de los Chiva-aree y acrecentar sus bienes. Lo que no sabían, era que hace un par de años atrás, Bright había separado sus negocios de los de sus padres, con quienes no tenía casi contacto, excepto su hermana.

Esa noche se reunirían para la pedida de mano y Metawin lo sabía al igual que Carol. Por esa razón el joven no quería levantarse aquella mañana, quería que de una vez por todas todo fuera tranquilo, que la gente no hablara de ellos, quería estar lejos junto a su amado y solo eso. Pero la realidad era cruel, la vida injusta y la sociedad... miserable y egoísta.

Se besaron y abrazaron, susurraron sus nombres en el oído del otro como queriendo fundirse en cada respiro. Lo que se avecinaba no era fácil, las cuatro personas lo sabían.

Querer citar a algún autor en este momento era difícil ¿qué palabra podría describir lo que ambos sentían en este momento? Ninguna. Y la respuesta por tajante, corta y cruel que fuera no le hacía justicia al tormento que cada uno llevaba por dentro.

Fundirse no bastaba, huir tampoco, porque a donde fuesen la realidad los alcanzaría, pero tenían algo a su favor, la mentira. Jugar las cartas de la misma sociedad, esa era, por ahora, la única salida.

- No me quiero levantar – dijo el joven con una voz melosa.

- No lo haga, quédese un poco más entre mis brazos.

- Pero debemos ir a la fábrica, hoy debo visitar la escuela y ver qué necesitan los niños – dijo el joven volteando su cuerpo por sobre el del Sr. Chiva-aree.

- Debemos, pero no hay prisa, siempre tenemos tiempo il mio luce.

Y así fue como esas piernas traviesas rodearon la cintura del Sr. Chiva-aree quien no dudó en posar sus manos en esas pequeñas caderas. Si ese joven supiera lo que le provocaban, iría gustoso detenido por segunda vez por tener aquellos pensamientos.

Sus manos recorrieron bajo la ropa hasta llegar a aquel abdomen para subir lenta y tortuosamente hasta su pecho. El joven dio un pequeño brinco despertando la virilidad del Sr. Chiva-aree. Ya nada los detendría y, sin duda, no llegarían temprano a la fábrica.

El joven, tomando la iniciativa, alzó sus brazos para que su amado le retirase la camisa, encontrándose así Bright, con aquel espectáculo hermoso, la piel tersa y blanca del joven. Se inclinó hasta besar su pecho, el joven apretó sus piernas sacando un gemido a su pareja.

Ambos comenzaban a perderse en la llama de excitación, que una vez que se encendía, no había como apagarla.

El ambiente fue tornarse más salvaje hasta que ambos se despojaron de sus ropas. Con todo el amor del mundo, el Sr. Chiva-arre preparó a su amado, llenándolo de besos por el cuello y, descendiendo hasta la clavícula marcó cada trozo de piel, ese que era suyo y que nunca sería de nadie más.

El joven, por su parte, se abrió de par en par para recibirlo, su pecho subía y bajaba jadeante ante la excitación, su piel blanca se volvió de un rosa que se intensificaba conforme avanzaban los minutos. Sus manos dejaban leves arañazos en la espalda de Bright quien no paraba de marcar y besar ese cuerpo delirante de placer.

Cuestión de orgulloWhere stories live. Discover now