Capítulo 35

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La ironía de la vida puede verse reflejada en que, todos buscan el amor, ese que ansían con el alma, pero eso no asegura que todos los que te rodean lo acepten. Es triste ver que, cuando la búsqueda de ser amado ha llegado a su fin, la familia, esa que tanto dice amarte es la primera que te da la espalda.

El rostro de Mai Chiva-aree estaba asqueado, le repugnaba la idea de verlos juntos, ella haría lo que fuese necesario para evitar una unión indigna y profana entre su hijo y ese joven.

La joven a su lado los miraba de una manera inusual, algo no cuadraba en su mirada y el joven Metawin sintió tristeza por ella.

- Madre ¿Se puede saber qué le sucede ahora? – preguntó el Sr. Chiva-aree muy molesto, sin quitar sus manos de la espalda del joven.

- ¡Qué descaro! ¡Quita tus manos de él! – exigió su madre.

- Lo siento, pero el joven está temblando de frío y fui yo quien le pidió que me acompañara a tomar aire fresco, temo por su salud – dijo sin inmutarse ante la incómoda situación.

El joven intentó separarse del cuerpo ajeno, pero las manos fuertes de su amado lo retuvieron. Su corazón se aceleró temiendo que todo se transformara en una situación peor.

La joven los miro y soltó un suspiro, cruzó su mirada con la del joven y sonrió. Tomó del brazo a la señora Mai.

- De verdad que la noche está fría, señora Mai, debemos volver adentro o nos enfermaremos – miró a la pareja que aún seguía abrazada – joven, espero que no agarre un resfrío, tiene suerte de tener un buen amigo como lo es el Sr. Chiva-aree.

Ambos se miraron y luego la miraron desconcertados. Las mujeres abandonaron el invernadero a petición de la joven.

La noche parecía más fría que de costumbre, por lo que luego de unos minutos ambos decidieron volver al salón, despedirse de la familia Opas, de los Brown y emprender el viaje a su mansión. Alejarse de la gente y la familia Chiva-aree parecía la mejor opción en ese momento.

Lamentablemente, los murmullos se hicieron sentir cuando entraron al gran salón. La joven miraba a la pareja desde lejos con cierta tristeza y congoja, era una pena que en ese tiempo se cuestionara y señalara a las personas, si tan solo ella tuviera la valentía que la pareja poseía, pero sus padres eran demasiado estrictos y ya se lo habían advertido. En el fondo de su corazón, esperaba que ambos tuvieran mejor suerte que ella. En cualquier momento la casaban con un hombre acaudalado para continuar con el nombre y fortuna de su familia, mientras el amor de su vida, aquella hermosa pecosa rubia miraba desde lejos como su vida se volvía tan miserable. Fue allí cuando la joven suspiró al ver los ojos de su padre mirarla con enojo, él quería que le coqueteara al Sr. Chiva-aree, ese había sido el trato con Mai y nada de lo esperado sucedió.

La tomó por el brazo y se lo apretó, tan fuerte que ella soltó un chillido bajito.

- Veo que no hizo nada bien otra vez, pero ni piense que se saldrá con la suya, primero la veo encerrada en la cárcel que con una cualquiera como esa – le susurró al oído.

La joven aguantó la lágrima que asomaba por sus ojos, empuñó su mano libre y respiró profundo. Se soltó de su agarre y caminó entre todos los murmullos del salón hasta la pareja de jóvenes.

- Un placer Sr. Chiva-aree, joven Metawin – reverenció a ambos.

- El gusto es nuestro respondió el joven ante la mirada aturdida del Sr. Chiva-aree.

- Espero que la velada haya sido buena para ustedes, me encantaría visitarlos en otra ocasión si me lo permiten – preguntó mirando al joven.

- Por supuesto – respondió el joven - ¿Verdad Sr?

Cuestión de orgulloWhere stories live. Discover now