Capítulo 21

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Camino a casa, Bright Chiva-aree iba tomando una de sus más grandes decisiones, enfrentar a su familia y a quién se interpusiera, ya no iba a permitir ninguna intrusión más. Llevaba años apoyando los negocios, viendo como lo único que les importaba a sus padres era amasar una gran fortuna, pero de hacer familia nada.

Suspiró al notar que el carruaje aparcaba en la entrada principal, se quedó perplejo al notar lo fría que se veía su mansión ¿Cómo nunca antes lo había notado?

Bajó pensativo, tenía tantas cosas en su mente en ese momento. Pensó en Metawin, la luz de su vida y sonrió.

Al bajar, el cochero le tiende la mano, recordando que él lo hacía por su amado. En ese momento todo le recordaba a él y por él tendría la valentía de enfrentarlo todo.

Caminó hacia aquellas escaleras, frías, sin color ni calor de hogar. Subió decidido, respiró profundo y se adentró a su mansión, esa que jamás se parecería a una casa, un hogar.

Que ironía, tanto alardeaba de la familia que ostentaba y unas semanas le bastaron para darse cuenta que no eran tal. Ansiaba formar la suya, una como la del joven, un hogar cálido, tener hijos como todos, un jardín, poder leer juntos sentados frente a la chimenea.

- Pensé que usted ya no regresaría más- dijo su padre sacándolo de sus pensamientos más profundos.

- ¿Por qué no he de volver padre? Es mi casa también – replicó. Caminó hasta donde se encontraban sus padres, en ese frío salón.

- Nos tenías preocupados. Los padres de Gigie están furiosos y nadie tenía noticias de usted- su madre parecía aún molesta.

- ¿Ustedes estaban preocupados por mí? ¿En serio Madre? – dijo con ironía.

- No le hable así a su madre – alegó su padre mientras se servía una copa de vino.

- ¡Hermano, llegaste! – corrió a abrazarlo.

- Alguien sí me extraño – dijo sardónicamente.

El abrazo fue sincero, al menos así lo sintió el señor Chiva-aree.

Todos tomaron asiento a petición de él.

- Creo que debemos hablar de los Taylor. Mañana enviaré una invitación a cenar y les explicaré todo – comentaba a sus padres.

- Yo me encargo de los preparativos ¿Está seguro de esto hijo? – interroga su madre.

- Sí, madre.

- Y ¿Cuál es el motivo? ¿Por qué hizo usted eso en la cena? Fuimos el hazmerreír esa noche, moríamos de pena ante todos los comensales – dijo su padre.

El señor Chiva-aree los miró un momento, inhaló profundo y prosiguió.

- Porque no quiero casarme, no aún. A decir verdad, hay muchas cosas que deseo hacer antes. Me quiero independizar, tener mi casa y en un futuro veré qué hacer.

- Pero hijo, ella era perfecta para ser su esposa, de buena familia – dijo su madre.

- No, ella no es perfecta para mí. Me temo, que aún no estoy listo y, a decir verdad, no sé si quiera casarme.

Sus padres lo miraron seriamente. Su hermana aguardaba en silencio.

- En algún momento debes escoger a alguien de buena familia, de esa manera nos fortaleceremos más – contestó su padre.

- Eso no sucederá, padre. Prontamente me cambiaré de residencia, comenzaré a vivir mi vida, a hacerme independiente.

Su hermana, que aún permanecía callada, lo observaba.

Cuestión de orgulloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora