13. No es una cita

57.9K 3.7K 147
                                    

Colton Henderson


La mayor parte del tiempo me gustaría decir que duermo bien, pero es una mentira.

Casi siempre mi mente está ocupada o alguna preocupación me embarga, el problema es que casi nunca sé qué se supone que me preocupa.

Por otro lado, las veces en las que sí puedo dormir, mi sueño es pesado.
Esta es una de esas veces.

Cuando despierto, por la alarma en mi mesilla auxiliar, el lugar a mi lado en la cama está vacío, levanto la cabeza para averiguar si Keyra se ha ido al escritorio nuevamente, pero no hay rastro de ella en la habitación. Dejo mi cabeza en la almohada con un suspiro mientras sopeso dónde podría estar, sin embargo, cuando vuelvo a mirar la hora para asimilar mi propia existencia adivino que podría estar en la cocina o tal vez fuera.

No tengo la menor idea de lo que hizo mientras yo no estaba, probablemente debería averiguarlo teniendo en cuenta que está en mi casa, pero, por alguna razón, no me interesa controlar su libertad aquí.

Doy una vuelta en la cama suspirando mientras tallo mis ojos, el olor a coco en la almohada a mi lado delatan su presencia en mi cama las dos últimas noche.

El hecho de que ese mismo olor esté en mi baño me dice que se trata de su shampoo.

Suelto otro suspiro antes de balancear los pies fuera de las sábanas, es mucho más allá del mediodía ahora, por lo que voy al baño antes de encaminarme escaleras abajo para encontrarla en la cocina.

El olor a pintura me golpea la nariz y mi ceño se frunce observando alrededor para descubrir que los estantes ya no se encuentran manchados de humo y en la barra tampoco está la mancha azul del plástico que se adhirió a ellos.

—Buenos días, Kiara.

Ella resopla y rueda sus ojos mientras sus dedos rodean la taza blanca humeando, recargo mi hombro en el marco de la puerta mientras la observo sentada en uno de los banquillos de la barra.

—Perdiste el sentido horario, es más de mediodía.

—Mi error, buenas tardes, Kiara.

—Buenas tardes, Henderson—Levanta sus cejas y no me pierdo el hecho de que sus ojos se deslizan por mi pecho. Olvidé la camiseta o mi memoria la olvidó a propósito porque me dio esa misma mirada anoche.

—Encantador—murmuro y ella vuelve a rodar sus ojos llevando la taza a sus labios, rodeo la barra para volver a encender la cafetera mientras ella se remueve en su lugar—. ¿Te levantaste hiperactiva?

—¿Por qué?

—Ya pintaste los estantes.

—Era necesario, no sé estar en ambientes sucios y eso representaba un sucio que no iba a poder tolerar a la hora de hacer la cena—simplifica mientras yo espero por mi café.

—Con razón tan amiga de Kate—murmuro, se encoge de hombros antes de señalar una bolsa de papel en la barra.

—Fui por el desayuno, pero me ocupé arreglando el desastre y no he hecho nada de almorzar—Gira en su lugar para verme mientras yo recargo la espalda en la barra.

—No eres una empleada aquí, no tienes que justificar no haber hecho tal o cuál cosa—Su lengua se pasea sobre su labio inferior mientras se encoge de hombros.

—Tenemos un trato.

—No lo tenemos, te ofreciste a hacer de cenar, eso no significa que debas estar haciéndolo todo el tiempo ni pensar que espero que lo hagas de esa forma—La comisura de sus labios se fruncen y casi quiero recordarle que eso no la hace inútil porque según la línea de conversaciones que hemos tenido los últimos días probablemente eso es lo que está pensando.

—Cierto—se limita a responder poniendo su atención en la taza que sostiene, evito soltar un suspiro preguntándome por qué no desquité mi molestia con su ex el día que estuvimos en su departamento.

No es que yo sepa mucho sobre las relaciones o rupturas, pero se me hace un poco evidente que es él quien ha causado que esto sea un pensamiento recurrente en Keyra, al fin y al cabo, es con él que ha estado viviendo los últimos ¿dos? ¿tres años? No recuerdo si lo ha mencionado.

—Dame un momento e iré por el almuerzo —disuelvo el silencio luego de unos segundos, sus dientes castigan su labio inferior y yo arqueo una de mis cejas antes de que intente replicar —. No era una pregunta, lo haré.

—No tengo hambre.

—Igual estará aquí.

—¿Cuándo te irás de nuevo? —revira tamborileando sus uñas en la barra, hago un sonido por lo bajo recogiendo mi taza humeante y vuelvo a rodear la barra para estar frente a ella.

La observo por más tiempo del que debería ser prudente teniendo en cuenta nuestra situación actual.

No puedo ser un imbécil lanzándome hacia ella sabiendo por lo que está pasando, sin embargo, tampoco puedo mentirme a mí mismo ni a ella cuando se ha hecho bastante evidente que me atrajo desde que la vi.

No debería ser una sorpresa, Keyra es preciosa, físicamente un sueño y las conversaciones con ella definitivamente han sido curiosas por lo que podría anotar en mi calendario cuando se supone que podríamos explorar esto.

Sin embargo ¿Cuánto sería el tiempo prudente para ella intentar algo?

¿Dos meses? ¿tres? ¿un año?

Sacudo la cabeza llevando mi taza a mi boca para darle un largo trago a mi café amargo mientras ella levanta las cejas porque continúo mirándola. Su cabello hoy está recogido en una cola alta, pero que cae trenzada; una camiseta roja cubre su torso con pequeñas manchas blancas que estoy seguro se trata de la pintura que usó.

—Estoy casi seguro de que tengo el fin de semana libre ¿Por qué? ¿Ya estabas haciendo planes con mi ausencia? —respondo finalmente, ladea la cabeza mientras en sus labios baila una pequeña sonrisa divertida.

—De hecho, estaba haciendo planes para tu presencia—enfatiza colocando su taza sobre la barra para apoyar sus antebrazos en el mármol inclinándose hacia mí.

Evito deliberadamente bajar la vista hacia la hinchazón de sus pechos, pero soy un hombre y un imbécil, así que no puedo evitarlo. Sin embargo, ella chasquea sus dedos frente a mis ojos para atraer mi atención a su cara.

—Estoy interesado, cuéntame más—respondo.

—Tu tía Indiana me dijo que fuera a visitarla.

—Lindo, quieres tener a mi familia envuelta en tu dedo meñique también.

—¿También? —Levanta las cejas haciendo que sus ojos coronados por las pestañas oscuras se vean más grandes y manipuladores. Espero que el tal Jack cayera en ese encanto tanto como yo desde que Keyra apareció en mi casa hace tres días, de lo contrario voy a sentirme débil.

—¿Para qué quieres ir a ver a Indiana?

—Ella tiene restaurantes—tarareo en respuesta para que continúe—. Pensé que podría aprender un poco sobre ser mesera mientras estoy en casa de mis padres para ir pensando en volver aquí y trabajar con ella.

—¿Trabajar?

—Sí, realmente lo estuve pensando y no quiero quedarme con mis padres. Tengo parte de mi vida aquí, así que eso es una alternativa mientras organizo mi vida—Asiento distraídamente.

—¿Cuándo quieres ir?

—Mmm ¿mañana? —Vuelvo a asentir mientras desvío la vista cuando ella se pone de pie—. Gracias, ahora voy a ducharme, iré al supermercado.

—¿Para qué?

—Faltan algunas cosas para la cena—Mi ceño se frunce mientras rodeo la barra para abrir la puerta de la despensa, ladeo la cabeza porque a excepción de un par de cosas literalmente continúa llena y cuando hago lo mismo con el refrigerador no hay mucha diferencia de cuando me fui. Volteo para verla arqueando una de mis cejas y abro la boca para replicar.

—No, no es nada de lo que tienes ahí y necesito lo que voy a buscar—me interrumpe mientras lleva sus manos a sus caderas.

—Esa es una duda que no me dejará dormir ¿No puedes solo hacer algo con lo que está aquí?

—No voy a desbancarme por ir al supermercado, Henderson.

—No, pero tampoco necesitas gastar tu dinero cuando la despensa está prácticamente llena—Llevo mi taza a mis labios nuevamente y ella sacude la cabeza.

—Cortemos el tema aquí, de todas formas, los hombres nunca entienden los meticulosas que somos las mujeres, además, llevo dos días planeando esta cena.

—Si lo dices de esa forma hasta me siento como si fuera especial, corazón—Keyra rueda sus ojos mientras relame sus labios para ocultar una sonrisa, cosa por la que casi quiero replicar.

—Te acercas a ello—Se encoge de hombros abandonando la cocina—. ¿Quieres que traiga el almuerzo? Quiero decir, ya que voy a salir—La sigo sin poder evitarlo mientras ella sube las escaleras hacia mi habitación, abre una de sus maletas para obtener un vestido allí.

Recargo mi hombro en la puerta, honestamente, ni siquiera tiene una semana aquí, pero la manera en que se mueve confiadamente por mi habitación casi me hace preguntarme qué se sentiría que se quede por más tiempo.

—A este paso tendré que darte mi tarjeta de crédito—murmuro para cortar el hilo de mis pensamientos. Keyra ladea la cabeza abrazando su ropa, envuelta en su toalla brillantemente amarilla, contra su pecho, su nariz se frunce mientras se observa confundida.

—¿Para qué?

—Vas a terminar gastando todo lo que tienes y hace pocos minutos dijiste que querías volver aquí para hacer tu vida, será mejor que conserves tus ahorros para ello—simplifico cruzando mis brazos sobre mi pecho, ella sacude la cabeza rápidamente.

—No me está dejando en bancarrota, no te preocupes, además, es técnicamente lo mínimo, creo que es mi turno para hacer algo por nosotros este fin de semana antes de irme—Mi ceño se frunce profundamente y ella debe ver el desconcierto que me embarga porque añade:  —. Mi hermano vendrá por mí el lunes.

—El tiempo no había mejorado la última vez que lo vi.

—Pero el pronóstico es para mejoría, así que puedes ir cantando victoria, vuelves a tener tu casa para ti—Pasa por mi lado rozando mi brazo con sus uñas antes de perderse en el baño.

No le digo que en realidad esa no es una noticia para cantar victoria por mi parte sino todo lo contrario.

Tallo mi rostro con una de mis manos antes de regresar a la cocina, la realidad es que la noche sin dormir me está pasando factura a pesar de que incluso tuve un sueño bastante profundo, por lo que me limito a comer el desayuno que Keyra dejó para mí antes de hacer mi camino hacia mi habitación y mi cama nuevamente.

Quédate otra nocheWhere stories live. Discover now