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Archivalda

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Archivalda.

Tome la mano de Sera mientras él iba manejando, mi cabeza aún daba vueltas, no podía ser verdad todo eso que dijeron.

Iván era mi papá, el no podía hacerme eso.

—¿Estas bien?— me pregunto Serafin preocupado. Solo asentí, él acercó mi mano a su boca y la besó—Te amo prieta— me dijo y aunque me ofendió, me gustó que me llamara así.

—Si yo estoy prieta, tú eres chapopote mi amor— dije mientras le daba media sonrisa.

—Con el bebé no, con el bebé no— me asuste cuando dijo eso.

—¿Con cual bebé cabron? Donde me digas Serafín, donde me digas que embarazaste a otra te m...—

—Pinché traumadita— me interrumpió mientras me miraba raro.—¡Yo soy el bebé!—

—Oo— sentí como mi visicula volvía a su lugar, puros corajes de gratis nomás.

—Tu sabes que yo te amo Archivalda, y si tengo plebes nomas serán contigo, pero ni de pedo le ponemos como tú, que es eso de llamarse Archivalda—

Me ofendió a lo mejor mi nombre no era el más bonito pero pues tampoco el de él

—Pues de pendejos le ponemos el nombre de sus padres a nuestras crías, imagínate, que se llame Serafín, ay no— dije haciendo caras raras y él volteó a verme muy ofendido.

Serafín me hablaba de tener hijo con tanta ilusión que yo no podía quitarle su paz en este momento, aunque hasta ahora todos los diagnósticos médicos eran iguales, yo no podría ser madre.

Iván Archivaldo.

Cerré los ojos cuando sentí la lengua de la de la cocina bajar por mí abdomen.

—Puta madre Ivan, la Caleb le disparó a tus dos viejas y tú cogiendote a otra, no tienes madre— dijo Ovidio mientras se terminaba su bocadin.

—Ni modo— le dije. Hasta las ganas se me habían ido.

Me senté en la sala a "esperar " junto con los demás, mientras que en mi teléfono veía la ubicación de Archivalda moverse.

Ojalá haya disfrutado su cuento de hadas la cabrona.

Serafín Zambada

Sufro pero se que solo es un mal tiempo, aprenderé y cuando llegue el momento, tendremos lo que hace falta pa ganar—  tarareaba Archi la canción mientras que con sus uñas acrílicas le pegaba al tablero, era como si improvisara algun instrumento.

—¡patrón!— uno de los que venía enfrente me grito por el radio.

—¿qué rollo? ¿¡Que está pasando!?— para este momento yo ya estaba alterado y ni se diga la mujer que estaba a mi lado.

—¿Que sucede?— Archi me miró y por primera vez vi en sus ojitos un toque de miedo, era como si una niña chiquita me estuviera hablando.

—Nada mi chula, no pasa nada— dije y me desvié hacia unas milpas que había a la orilla de carretera cuando las balas empezaron a sonar.

—¡No no no!— me asuste cuando Archivalda comenzó a gritar— ¡Yo tengo que ser feliz contigo Será!— trague duro cuando le oí.

—Nosotros vamos a ser muy felices— tome su mano aún más fuerte, le pisaba lo más que podía a la camioneta y aún así sentía que esta no avanzaba ni madres.

Dls camionetas se nos atravesaron haciendo que yo frenara de golpe. Mi reina venía pálida, pero con el cuerno en mano.

—Tranquila, tranquila reina— dije cuando ella comenzó a cortar cartucho.

Nomas aveces me daba miedo.

Archivalda.

Mi vida siempre había girado entorno a mí, en vestirme bien, verme bien y fumar motita para sentirme bien, pero ahora mi vida giraba para el mismo Sentido donde estaba el prieto, mi prieto.

Las personas de las trocas se bajaron, fácil nos rebasaba en números.

Y entonces abrieron fuego contra nosotros, el Audi de Sera está siendo impactado por un chingo de balas.

— Yo saldré— dijo Serafin mientras agarraba su arma.

—No, iremos los dos—

—Por una vez en tu vida chingao, has como si no te valiera madre la vida, y hazme caso mi amor, por favor— me dijo y mire cómo sus ojitos se llenaban de lágrimas, salió del carro y empezó a apuntar mientras lo que parecía una pelea se estaba saliendo de control.

Hace unas horas en el rancho de mi apá, yo había disparado a la nueva mujer de mi apá, y según a él también le había dado, vaya la sorpresa cuando uso a Tere casi de escudo.

Yo era todo lo que mi prieto tenía en este momento, y él era todo lo que yo tenía en esta vida.

—A donde vas pinché chango mierdero— le dije apuntando a la cabeza de un hombre quien está apunto de encañonar a mi Serafín.

— ¡te dije que te quedarás en el carro!— me dijo Serafin.

—No te dejare solo, eres mí esposo, somos uno mismo—

Aveces digo puras mamadas.

No sé en qué momento, sentí como algo escurría en mi estómago, voltee a ver a Serafín y él ya estaba encañonado de manera que estaba de rodillas.

—¡Nombre! Pinché vieja nos vas a dar una lanota— dijo uno y el que parecía ser líder se acercó a mí.

Tomó mi mandibula y me miro a los ojos, esos ojos que muchas veces fueron mi delirio, ojos que muchas veces deseé que me vieran, esos ojos avellanas.

¿Y como no? Si es una Guzmán—

Una detonación se escuchó haciendo que mi corazón se detuviera, le habían disparado en él pecho a Serafín. Y viéndolo a él, a sus ojitos llorosos sentí un golpe que me hizo cerrar los ojos de inmediato, escuchando entre sueños la voz del hombre que una vez amé, y los gritos del hombre que quiero.

DIFERENTEWhere stories live. Discover now