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Archivalda.

Llegue quemando llanta a la Culiacán, iba sola, y en la calle solo se miraban caravanas de la GN, los militares y otros cabrones más.

—hasta bélica me veo bien chula— me dije mientras miraba la cruz de oro que hacía en mi pecho.

—Buenas mija— dijo un militar, estaba en un retén.

—No me diga mija, solo los hombres con mucho dinero tienen derecho a llamarme mija— dije sincera y él solo me vio.

—Tengo más dinero del que te imaginas—

Siempre tuve una fantasía de hacerlo con un judicial.

—... Bájate que vamos a revisarte— me dijo y estuve a punto de invitarlo a subir cuando recordé a mi Tio y por qué estaba yendo hacia mi muerte.

—Claro oiga, cuántos son aquí o qué— le dije mientras hacía tiempo para quitarle el seguro a mi cuerno.

—en este retén somos 10– me dijo y me señaló en donde se encontraban.

—Ay qué bueno por que la verdad me da mucho miedo— dije queriendo "llorar" el cabron me veía con lastima.

Pinche perro hasta las ganas me quito, el hombre estaba a nada de revisarme y los nervios estaban al tope.

—Y como se llama— me dijo él.

Lo pensé un momento.

—Lucifer— dije volteándome para que él comenzara a catear mi cuerpo mientras yo trataba de sacar el cuerno.

—¿Lucía Fernanda?— susurro en mi oído para luego alejarse dándome una nalgada.

—No, el diablo— dije para luego comenzar a disparar y matarlos a todos antes de que reaccionaran.

Si ya me había demorado 5 minutos que serían otros 5.

Comencé a cortarles las manos para luego pasarme a sus extremidades.

"Esto nos pasó por tocar al DIABLO"

Mi primer narcomanta.

Corrí hacia una de las rápidas blancas con negro. Mi Mercedes era preciosa, pero para esto no servía. Subí a mis dos amigas y salí de ahí haciendo explotar mi camioneta.

Luego me compro otra, esa ya estaba bien quemada, y yo una cualquiera no soy.

—Ahora si, que arda lo que tenga que arder—

Al ir en una troca de la guardia nacional, pasaba desapercibida, nadie me detenía, hasta que un convoy se me atravesó.

Iván Archivaldo.

—¡Ya valiste verga hijo de tu puta madre!— grite viendo a la camioneta de G.N venía sola, hasta pa eso son pendejos.

Pinché Ovidio.

No mire más a Archivalda en la casa, seguro se fue por ahí a fumar Mota. El Jr de Alfredo se había ido junto con Tere, mientras que mi Jr venía conmigo, algo loco mi plebe, disparaba y ni le atinaba.

Mi gente seguía disparándose a esta troca mientras nosotros seguíamos dando guerra. La troca de la G.N ni hacía nada por defenderse. Nestor le daba con huevos pero ni así respondían.

—Dejen de tirar hijos de su puta madre— la frecuencia de los radios se vio interrumpida por la voz de mi hija.

—Chingada madre Archivalda deja de jugar— dije enojado.

—Bueno— no dijo más pero la troca blanca hizo una maniobra dejándonos ahí como pendejos.

Maniobra que nomas unos Guzmán sabían. Los más perros de la familia.... Hija de la chingada.

DIFERENTEWhere stories live. Discover now