Capítulo 62 - Aeternum

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Máximo.

Solo faltan cuatro horas para la boda y únicamente he visto a mi mujer una sola vez, ¿Así que chiste tiene casarse?

El traje que usare está colgado en el perchero esperando por mí, mientras yo estoy sentado mirando por la ventana como están armando toda la locación. La oxigenada está en el jardín, va de un lado a otro organizando todo, vuelta loca.

Desde ayer estoy en Rusia y he hecho una serie de modificaciones en el reglamento del Cirius. Reglas de las que se enteraran los miembros a su debido momento.

Rafaella Riccardi será mi esposa, por ende la dueña de todo mi imperio y la sucesora de mi corona. Nadie tendrá más poder que ella, incluso puede decidir sobre mí.

Y el heredero que creo se está forjando dentro de ella, serán la Dinastía más poderosa nunca antes vista. Mi mujer y yo, crearemos a un ser digno de admirar y de arrodillarse.

El imperio es mío pero muere con ellos. Mi mujer y mi hijo.

No existirá nada más después de nosotros.

Tomo mi teléfono y le envió un mensaje a la pelinegra.

Máximo: ¿Dónde estás?

Pasan minutos que parecen infinitos sin que responda.

Rafaella: Comiendo una porción de ensalada de frutas.

Rafaella: ¿Estas nervioso?

Sonrió cuando leo el mensaje con su voz.

Máximo: Estoy que me caso ahora mismo.

Máximo: ¿Estas nerviosa, preciosa?

Rafaella: Muy nerviosa. Es mi primera vez en el altar.

Máximo: Y la última.

Máximo: Tranquila, tengo experiencia, eres mi segundo matrimonio.-la molesto.

Rafaella: ¡Idiota! Si sigues así te aseguro que no serás el último.

La idea de no ser el último me retuerce el estómago.

Máximo: Ven a mi habitación para demostrarte porque seré el primero y el ultimo que te lleve al altar.

Rafaella: Te bese primero y te marque para siempre como mi propiedad.

Máximo: Quiero follarte, dueña de mi cuerpo.

Rafaella: Te aguantas hasta la noche. No pienso ir.

Máximo: Maldita loca.

Rafaella: También te amo, cariño.

No le respondo. No quiere venir, pues voy por ella.

Me envuelvo la bata negra antes de salir de la habitación y abro la puerta.

-¿A dónde vas?-no puedo matar a este imbécil solo porque es el único amigo que tengo.

-A ver a mi mujer.

Intento pasar por su lado pero me empuja por el pecho haciéndome retroceder y cierra la puerta.

-No se puede ver a la novia. Es de mala suerte.

-Me importa una mierda la suerte.-vuelvo a intentar mi hazaña de ir por Rafaella.

-Imagina que te dice que "no" en el altar. Las mujeres suelen volverse locas de un segundo a otro y más la tua bestia, esa si es la peor.

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