Capítulo 7

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Rafaella.

Cuando compre mi departamento fue como amor a primera vista, el lugar y los espacios me enamoraron. Tenía un estacionamiento para autos en mi propio piso con un ascensor bastante amplio para bajar con ellos y una vista preciosa a la ciudad.

Con el tiempo he hecho unas remodelaciones y me gusta el resultado.

Mi hogar es uno de mis lugares favoritos para pasar el tiempo, estoy sentada en un sillón mirando el atardecer de Roma con un libro en mis manos. Me desconcentro al escuchar mi teléfono sonar. Me está llamando Rodrigo, el hombre de confianza de papá.

-Dime, Ro.-exclamo cuando respondo la llamada.

-Raff...-existe un silencio.

-¿Qué pasa, Ro?-me pongo en alerta.

-No sé cómo decir esto...-mi cuerpo se tensa.

-¿Le paso algo a mi papá?-recuerdo la amenaza que me hizo el Kuznetsov.

-No, es otra cosa...

-¡Por un demonio, dime ya!-le grito con los nervios de punta poniéndome de pie.

-Tu hermano...

El teléfono se me resbala de las manos cayendo al piso y corro a cambiarme de ropa, cogiendo lo primero que encuentro. El corazón se me va a salir del pecho. Bajo corriendo las escaleras en busca de mi teléfono.

Me subo en el Lamborgini buscando llegar lo más rápido posible a mi destino.

El ascensor para autos hace su trabajo y salgo del edificio derrapando.

Conduzco por las calles de Roma a toda velocidad forzando el auto al máximo.

Entro en el edificio hasta subir al piso 8 donde se encuentra el centro de comando buscando al único individuo que me puede ayudar.

-¿Dónde está, Thiago?-pregunto alterada cuando llego.

-No se encuentra, Señorita.-me informa alguien, no respondo y entro al centro de control.

Todos se ponen de pie cuando me ven ingresar y me dirijo al panel, presionando el botón que me comunicara con el nombrado.

-¡Thiago!-chillo alterada-¡¿Qué carajos está pasando con Franco?!-exploto.

Tarda en responder.

-Está entrando al país.-me congelo en mi lugar.

-Eso no es posible. Tiene impedimento de entrada a Italia.-susurro.

-No pasara nada, Amore.-me asegura.

No puedo dejar que eso pase. Que entre al país no es una opción.

-¡Derriba el puto avión!-le exijo.

-No puedo hacer eso, es un vuelo comercial.-me indica.

-¡Decimos que es un ataque terrorista! ¡Es una maldita orden, Thiago, derriba el puto avión!-he perdido los estribos.

-Amore, no puedo hacer eso. Él también es el hijo de jefe.

-¡Me importa una mierda!-le grito.

-No puedo. Amore, tienes que superar lo que paso, no puedes vivir siempre así.

-Eres un hijo de puta.-le digo entre dientes, soltando el botón que mantenía la conexión activada.

Me sujeto de la mesa de control tratando de no perder el equilibrio y bajo mi cabeza cerrando mis ojos, evitando que las lágrimas que tengo retenidas caigan. Esto no me puede estar pasando.

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