Capítulo 15

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Máximo.

No dejo de pensar en la Riccardi, siempre que la he mirado me ha trasmitido muchas cosas con ese par de faroles grises, pero ese día cuando vio que una mujer me está follando la polla con la boca, no vi nada. Ni odio, ni rencor.

No vi absolutamente nada, solo una mirada fría.

Ne sé cómo mierda llego a ese lugar si solo las mujeres con las que follo saben esa dirección, sin embrago ahí está ella parada observándome.

Trate de seguirla pero ya se había marchado.

Yo sé que cuando me busco no me encontró en las mejores condiciones. Pero estaba ofendido de que insinuara que yo la forcé a algo.

Que no recordara como me la folle.

Eso es lo que más me jode.

Después de eso todo el tiempo esta resguardada y ha sido imposible acercarme. Hay un imbécil entre los hombres que la cuidan que sé que uno de ellos es hombres de su padre. La mira como si la conociera a la perfección y ella le muestra sonrisas verdaderas a él.

Sentí que la sangre me hervía cuando la vi colgada de su brazo, ese día yo la estaba siguiendo y no espere encontrarla en esa situación, me falto poco para bajar y arrastrarla hasta mi carro a la fuerza, no me interesaba si desataba una maldita guerra. La quise matar por hacer eso.

Llevo dos días siguiéndola porque quiero hablar con ella pero no la dejan sola. Se vio con su padre y hoy se ha pasado todo el día en su oficina, después de eso se fue a la propiedad de ese hijo de perra, luego a la empresa de los Costa y después a la mansión de esa familia, pero ya regreso a su casa y sus hombres de seguridad se han retirado.

Ya está anocheciendo cuando llega Renzo abriendo la puerta de copiloto de mi carro. Sigo afuera de su edificio.

Después de unas horas me bajo del carro acompañado de él.

-No me va a dejar pasar-le digo a Renzo.

-¿Lo sedamos?-me propone mi mejor amigo.

-Haz que salga a ayudarte con tu carro y te encargas. Yo entrare y hablare con ella.-le explico lo que tiene que hacer-lo dejas sentado en recepción y te vas.

Me quedo esperando mientras el castaño entra a hacer lo que le he dicho.

Cuando está todo listo me indica que ya puedo entrar.

-Suerte con la tua bestia.-dice con sorna.

Lo miro mal indicándole que se largue.

Subo por el ascensor que da entrada a su casa.

Apenas ve que soy yo deja de su libro en la mesa y se alza inmediatamente.

-¡Lárgate de mi casa!-me grita.

-Hablemos.-le digo buscando que se tranquilice.

Se ríe.

-¿Ahora si quieres hablar?-me mira-¡Pues yo quiero que te largues!

Trato de acercarme pero retrocede.

-Preciosa, tranquilízate.-le digo.

-¡No me tranquilizo una mierda! Quiero que te vayas.

-No me voy a ir.-le hago saber.

-Estás perdiendo tu tiempo, no quiero hablar contigo. Lárgate a seguir follando con tus putas.- brama rabiosa.

-¿Celosa?-trato de hacer que se ría pero no lo logro.

-¿De ti?-se burla-¿De un imbécil que se enoja porque no recuerdan que follaron con él?

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