Capítulo 8

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Máximo.

Queme todo su cargamento desde hace tres días verificando que nada me serbia. Necesito que se asocie conmigo, no estarle destruyendo cargamento inútil, que no es para lo que yo quiero.

A pesar de todo no me ha buscado, considere esperarla listo para matarla pero no vino. La llame en dos oportunidades pero no contesto. Gregori dijo que salió de su edificio rumbo su empresa de pero que desde que regreso no ha salido de su casa, de eso ya van 4 días.

Por eso estoy estacionado fuera de su departamento. Esperando a que dé señales de vida.

Observo que por el subterráneo se asoma un Bugatti negro, el cual sale a la pista a toda velocidad, lo sigo hasta que entra en Riccardi Ass pero me marcho cuando ya lleva mucho tiempo y no sale. Le doy indicaciones a Gregori para que me releve y la vigile.

En la noche cuando estoy en mi cama me llama a decir que la pelinegra ha detenido su auto en la entrada de su edificio para hablar con un hombre, también que ella no se veía muy bien y que después han entrado por la cochera del subterráneo.

Le ordeno que me envié las fotografías que tiene del hombre y cuando me llegan se me tensa todo el cuerpo. Es Thiago Costa, su supuesto mejor amigo, pero la cercanía que veo es lo que me hace enfriarme de pies a cabeza.

Yo nunca he sentido este tipo de impulsos por alguien y menos por esta mojigata, porque jamás he amado a nadie. He tenido mujeres solo para sexo y nada más, pero no he tenido arranques como los que tengo ahora de querer cortarle la cabeza a todo aquel que se le acerca a la pelinegra.

La tiene abrazada contra su cuerpo envolviéndola por completo, como si ella se resistiera a querer estar cerca, pero la segunda foto me muestra a los dos con sus frentes unidad, como si intentaran tranquilizarse mutuamente, incluso más que eso. Me jode la cercanía que tienen.

Y en la tercera esta ella rodeando su auto, logro ver su rostro y no brilla, simplemente está apagado, nunca la he visto así, siempre que la he tenido enfrente he podido ver su rostro descansado y resplandeciente, pero ahora parece que no ha dormido en días y sus ojos están hinchados de tanto llorar, supongo.

No he cerrado los ojos pensando en que le habrá pasado a esa demente que se ha atrevido a retarme, ya son las 3:00 de la madrugada y no he recibido noticias.

Gregori contesta inmediatamente cuando lo llamo.

-¿Ya salió del edificio?-lo interrogo.

-No, aun no sale.-siento que se algo ruge en mi pecho.

-¿Qué más hicieron después de la última foto que me has mandado?

-Nada. Ambos se metieron en sus autos y entraron al edificio.

-Avísame cuando salga.

-Mantendré la comunicación.-termino con la llamada.

Rafaella.

Cuando iba llegando a mi edificio lo vi desde lejos, detuve mi auto y me baje para decirle que se largue.

-¿Qué haces aquí? ¿Tienes algo que decirme?-empiezo.

-¿Qué te pasa conmigo?-responde con otra pregunta.

-Nada. Debieras irte, ya es tarde.-intento irme pero me abraza pegándome por completo a su cuerpo.

Forcejeo para que me suelte pero no lo hace.

-Por favor, Amore, no me trates así.

Siento mi garganta arder porque quiero llorar y lo nota. Junta su frente con la mía haciendo el ejercicio que siempre hemos hecho cuando no he podido sobrellevar algo.

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