Capítulo 41

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Máximo.

Ahora parece que mi casa es un hotel, entra y sale gente todo el tiempo.

Estoy harto de verles las caras a estos imbéciles.

-Te toca cargarlo.-me habla Renzo.

-Yo no lo voy a cargar.-lo fulmino con la mirada porque ya perdí la cuenta de las veces que se lo voy diciendo y sigue con lo mismo.

-Pero también es tu sobrino.-me recrimina.

-No es nada mío.

-Entonces Rafaella tampoco es tu mujer.

-¡Ella si es mi mujer!-le grito.

-Y el imbécil es como su hermano, así que es tu sobrino.

-¡Cierra la boca, Renzo!-no lo soporto un segundo más en mi casa.

-Ayuda y déjate de pendejas.-se mete el otro imbécil que tengo al frente.

-Si tanto quieren cargarlo, háganlo ustedes.-les hablo a los dos.

Franco Riccardi lleva varios días viniendo a cuidar al niño mientras Thiago sale a comprar cosas para su hijo.

-Necesita una madre.-vuelve a hablar el Riccardi mirando al niño que empieza a llorar.-Necesita una madre, urgente.-se apresura a cargarlo.

Es un niño malcriado.

Estos pendejos lo han acostumbrado a estar cargado todo el día.

Ya no lo soporto.

-Toma.-trata de pasárselo a Renzo.

-A mí ya me duelen los brazos.-se queja mientras los ignoro y me voy por mi botella de whisky para aguantar tanta mierda.

Vuelvo al cuarto que han adecuado para el niño.

-No puedes entrar con eso.-Renzo tiene la mirada fija en la botella que tengo en la mano.

-Es mi casa y yo puedo entrar con lo que se me pegue la puta gana.-vuelvo a sentarme en el mueble en el que estaba.

-Desde chico le enseñaras malos hábitos.-me reprende.-Ellos aprenden de lo que ven y tú eres un mal ejemplo.

-Pues que me vea, así aprende del rey.-le respondo arrogante-

-Le voy a decir a mi hermana.-me amenaza el otro.

-Tú te puedes ir muy a la mierda.-Renzo suelta una risa que se escucha por toda la habitación.

-Eso si fue épico.-levanta su mano para chocarla con la mia pero me reusó.

-¿Siempre es así de imbécil?-le pregunta Franco.

-Sí, así es siempre.-le responde el otro que últimamente se lleva muy bien con el imbécil número 2 y el imbécil número 3.

El Riccardi deja en la cuna al niño que ya se ha calmado pero vuelve a llorar y ninguno de los dos tiene intenciones de tomarlo.

-Rafaella nunca te perdonara si no cargas a Steffano a pesar de que está llorando.-salen por la puerta y me dejan solo con el llorón.

-Ya cállate por Dios.-le hablo al niño y deja de patalear cuando me mira.-Pórtate bien porque si sigues así te arrojare a la basura.-me mira con los ojos marrones vidriosos de tanto llorar.

Vuelve a pegar el grito y me resigno tomando la botella de whisky y dando un gran trago que me quema la garganta pero al mismo tiempo me llena de satisfacción.

Aplaudo fuerte para que se calle pero no funciona.

Me vuelvo a acercar y aplaudo llamando su atención y alza los brazos para que lo cargue.

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