Capítulo 57

39K 2.1K 185
                                    

Rafaella.

Mi cabeza no deja de retumbar, siento que mi cerebro se me está escapando del cráneo.

Levanto la cabeza para mirar a quien ingresa.

-¿Por qué tan enojado?-me burlo.- ¿Te dolieron los golpes?

-Cierra la boca.

-Suéltame y ciérramela tu.-quiero golpearlo hasta cansarme.

-Ya no tienes poder.

Suelto una carcajada que resuena por todo el lugar, a pesar del dolor que siento, no me detengo.

-Yo siempre seré poderosa.

Todos saben que es así, mi familia viene dejando un legado impecable que se mantiene día a día y que se conoce como uno de los imperios más poderosos que existe sobre la faz de la tierra.

Por ello no he nacido para bajarle la cabeza a nadie, porque siempre he estado acostumbrada que me sostengan en un pedestal inalcanzable. Dónde solo me puedan vanagloriar.

-¿Sabes por qué he venido?-me pregunta pero niego.

No sé para qué mierda viene. Talvez hoy me mete.

-¿Para golpearme otra vez?-suelto ideas.

-En parte.-sonríe.-Pero no.

-Ah, que sorpresa.-me hago la estúpida.

-Te traje para que me des algo que me interesa.-lo miro curiosa.

-¿Qué es lo que quieres?

-Aparte de tu coño, me interesa tu petrolera.-muestro un gesto de aburrimiento, rodando los ojos.

Miro al techo ignorando lo que dice, por eso digo que es un aprovechado.

-Nunca tendrás ninguno de los dos.

Vuelvo a mirarlo.

Un hombre se acerca a entregarle unos papeles.

-Solo tienes que firmar aquí.-me muestra los documentos a una distancia prudente.

Suspiro haciendo un ruido trágico.

-Ven házmelos firmar.-lo incito a acercarse.

Se acerca con los papeles en una mano y un lapicero en la otra.

Me entrega el lapicero que sostenía él hace un momento.

-No firmare.-menciono con firmeza.

-Firmaras, perra.

-Deja los insultos miserables.

-No te saldrás con tu capricho.-me aburre.-No te servirá de nada cuando estés muerta.

-Y a ti tampoco cuando te mate.-gruño cerca de su rostro.

No persigo su movimiento cuando besa mis labios. Retrocedo de inmediato con el corazón acelerado.

Lo miro extrañada y las ganas de vomitar me toman.

Me sujeta la mano para obligarme a firmar.

-No me hagas enfurecer.

-Tendrás que cortarme la mano porque no firmare. Además, no podrás acceder a ella.

-Ya tengo los planes trazados para ir por tu socio.

-¡Con él no te metas!-trato de írmele encima pero una de las cadenas me detiene.

Gruño rabiosa como un animal descontrolado.

-Tranquila, que con el no seré tan bueno, su muerte será inmediata.

-¡Si lo tocas te quemo vivo!-sonríe.- ¡Hijo de perra! ¡Te voy a matar!-no puedo contenerme mi respiración, mi pecho sube y baja descontrolado.

IMPERIODonde viven las historias. Descúbrelo ahora