Después de años de relación Pete decide terminar con Ed, al no tener a dónde ir decide quedarse unos días en casa de su jefe, sin imaginarse que ahí comenzaría a vivir el placer más grande que jamás había sentido.
Después de lo sucedido con el joven Vegas me apresure a darme una ducha, no podía llegar al desayuno de esta manera. Cuando llegue a la mesa Macao ya estaba terminando, se le haría tarde para sus clases así que solo se despidió de mi y sé marchó.
El hermano mayor no estuvo presente en todo el día, y era algo que agradecía internamente, ya que me sería muy difícil verlo a los ojos después de lo que pasó.
No podía sacar de mi cabeza ese momento, la forma en que me miraba, cuando me tocaba, fue una experiencia totalmente nueva y tengo que aceptar que me gustó mucho, sin embargo no debería volver a repetirse, soy un trabajador más en esta casa y no creo que sea correcto, nunca me imaginé como el amante de alguien y no quiero serlo ahora, así que por mucho que lo desee esto no debe de volver a suceder.
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VEGAS
Kinn llego en el momento más inoportuno, nos llevábamos bien pero realmente en este momento quería matarlo.
El día paso lentamente, habíamos estado revisando algunos documentos de un negocio que al parecer no iba del todo bien, dimos opiniones sobre lo que podríamos estar haciendo mal y tratamos de buscar soluciones, algo que nos llevó casi todo el día.
Llegue a casa a la hora de la cena, en el comedor se encontraban ya Macao y Pete, el cual evitó mi mirada en todo momento. Me senté frente a él y cuando sirvieron mi plato comencé a ingerir el alimento.
-¿Que tal te fue?, ¿Todo bien?—Dice Macao algo preocupado
-Todo bien—Le revolví el cabello—Ya lo estamos solucionando—Le dedique una sonrisa para tranquilizarlo
Macao estuvo contándome como había estado su día, lo que hizo en clases y lo que había aprendido hoy con Pete, a quien en algunos momentos le dirigía la mirada, sin embargo durante toda la cena se dedicó a estar en silencio y mirar a su plato o a cualquier otro lado.
Terminamos de cenar, mi hermano se despidió y subió a su habitación. Maia, la encargada de la limpieza recogió la mesa y Pete se ofreció a lavar los platos.
Cuando me asegure de que estuviera solo, entré a la cocina y lo ví de espaldas, me acerque lentamente hasta estar detrás de él y pegarme a su espalda, solo dió un brinco del susto
-Shh.. soy yo—Pase mis manos por su cintura para así llegar a entrelazarlas sobre su abdomen
-Joven Vegas, ¿Que hace?—Su respiración comenzaba a agitarse
-Te dije que te compensaría—Dejé besos húmedos por su nuca hasta llegar a su oreja y lamerla—¿Recuerdas?
Tragó saliva fuertemente y se giró para mirarme a los ojos.
-No creo que se deba repetir lo de esta mañana
-¿Por qué?—Mis manos seguían en su cintura, pero las suyas estaban apoyadas en mi pecho para crear distancia
-Porque usted es mi jefe, y no creo que sea correcto
Estaba luchando contra si mismo para sonar convencido, cosa que no pasó, porque no le creí
-Oh Pete, ¿Quien dice que esto está mal?, A mí me parece que es todo lo contrario—Subí una de mis manos hasta su mejilla y comencé a acariciarla
-Yo..No lo sé, simplemente no quiero ser el pasatiempo de nadie, y menos de mi jefe, no es ético de mi parte—Desvió su mirada hacia otro lado
-Pero, ¿Quien te dijo que serás solo un pasatiempo?—Lo tomé del mentón para hacer que me mirará—Me tienes mal desde el primer día que te miré—Dicho esto, comencé a besarlo, pero no fue un beso como el de esta mañana, está vez fue lento, quería sentirlo y que me sintiera, quería recorrer lentamente cada espacio de su boca—Podemos ser todo lo que tú quieras Pete—El beso cada vez se volvía más intenso—y quiero que solo seas mío— mordió mi labio y eso lo tome como un SI a mi petición
Comencé a besarlo cada vez más intenso, sus manos se aferraron a mi cuello y las mías a su cintura, pegandolo cada vez más a mi, baje mis manos a sus muslos para hacerlo tomar impulso y así subirlo a la barra de la cocina.
Sus piernas se enredaron en mi, apretándome más contra su miembro, el cual podía sentir ya duro rozando con el mío, el beso seguía siendo salvaje, nuestras lenguas se conectaban tan bien, solo se oía el chasquido de nuestros labios por todo el lugar.
Tomé a Pete del pelo y tire su cabeza hacia atrás cuando fui bajando a su cuello, estando ahí comencé a besar, lamer y morder, su boca en una línea fina tratando de contener los gemidos.
Quería dejar marcas en él, quería que si alguien lo veía supiera que tenía dueño, así que hice unos pequeños chupones en su cuello y quise quitarle la camisa para dejar otros más en su torso, cuando me detuvo
-Aqui no—su respiración agitada me excitaba más—Vamos a tu habitación
Solo logré asentir, dió un saltito para bajarse de la barra y tomo mi mano para dirigirnos a la recamara, mientras caminábamos hacia allá mi mente no podía dejar de pensar en todo lo que le quería hacer a este chico.
