Capítulo 133: Sigue siendo bueno hacerte feliz

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La Pastelería Rubí era un recuerdo de la infancia para muchos mayores de Huzhou.

Xie Qingcheng no era una excepción.

En aquella época, la pastelería de Huashan Road, en la que se leía “Cooperación Chino-Británica Rubí” era el lugar que Xie Ping y Zhou Muying llevaban a Xie Qingcheng a comprar pasteles para su cumpleaños cuando era un niño.

Los pequeños cuadraditos rellenos de crema, y las copas de castaña con crema eran también algunas de las cosas con las que la madre y el padre de Xie Qingcheng sonreían y le recompensaban cuando salían los resultados de sus exámenes.

Para ser honestos, si He Yu le diera a Xie Qingcheng algún pastel de la pastelería de alguna celebridad de internet, probablemente sería caro y poco apetecible y Xie Qingcheng no lo hubiera apreciado.

Pero de Rubí era diferente.

Aunque no era caro, sólo costaba poco más de doscientos yuanes. He Yu adivinó que Xie Qingcheng se pondría sentimental con el pastel. En aquella tienda de té con leche de dos yuanes la taza en la aldea de Yijia, vio que Xie Qingcheng era una persona muy sentimental.

Y ahora parecía que sus suposiciones eran correctas.

—También pedí velas musicales en la tienda —He Yu vio que la expresión de Xie Qingcheng se suavizaba ligeramente, así que aprovechó a golpear el hierro mientras estaba caliente.

Xie Qingcheng dijo—... velas de nuevo. Tienes problemas con las velas esta noche.

He Yu mencionó— Es divertido, es una vela de loto.

Cuando He Yu desempaquetó la vela, y aunque Xie Qingcheng estaba con buen temperamento, finalmente no pudo evitar levantar ligeramente las cejas— ¿Eso… no ha cambiado?

Ahora fue el turno de He Yu de sorprenderse— ¿Has tenido de estas antes?

—Las tuve cuando tenía ocho años.

Xie Qingcheng metió las manos en el bolsillo del pantalón, se acercó hasta ubicarse frente a la mesa y tomó la lámpara de loto que era de plástico, que ahora parecía de peor calidad.

Después de estudiar detenidamente el farol por un rato le dijo a He Yu— Ve y apaga la luz.

He Yu estaba muy contento— Supe que te gustaría. Mira qué inteligente soy, sigueme y definitivamente no perderás....

—Apaga las luces —Xie Qingcheng interrumpió el discurso del chico que vendía melones.

He Yu tuvo que dejar de hablar y fue a apagar el interruptor.

La habitación quedó sumida en la oscuridad, con la única luz tenue de la farola del exterior.

Xie Qingcheng encendió su Zippo, insertó la lámpara de loto en el pastel de mantequilla y se inclinó hacia adelante para encenderla.

Hiss.

Cuando la mecha se encendió, las salpicaduras de las llamas doradas tocaron el núcleo; la lámpara, que había estado firmemente cerrada un momento antes, se abrió de golpe y cinco pétalos de plástico rosa pálido florecieron lentamente a los ojos de Xie Qingcheng y He Yu, acompañados por el sonido de la música de un parlante electrónico incorporado a la vela.

—Feliz cumpleaños a tí, feliz cumpleaños a tí… te deseo felicidad… te deseo salud y una calidez familiar…

— … —La sonrisa de He Yu desapareció de repente.

No había esperado que la canción de cumpleaños fuera esta versión.

En general, sólo era una canción tonta que apenas repetía, “Feliz cumpleaños a tí”.

Libro de Casos ClínicosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora