Capítulo 73: ¿Por qué estoy loco?

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Después de calmarse con un suspiro, lo primero que dijo He Jiwei fue, —Si tan solo la foto en la cabecera de tu cama todavía estuviera allí.

—No sé qué cuánto recuerdas de esa foto, pero es una de las pocas fotos de tu madre cuando era joven. Cuando tenías cuatro años todavía se parecía vagamente a la adolescente que era, a diferencia de ahora… A ella no le gusta verse como era antes de casarse y se deshizo de casi todas las fotos antiguas de nuestra familia. Pero a partir de esa foto, debes saber vagamente que ella era muy hermosa a los veinte años, aunque ya estaba un poco fuera de forma en esa foto, su mirada bonita todavía sigue ahí.

Cuando He Jiwei dijo esto, sus ojos mostraron inconscientemente un profundo afecto, pero ese profundo afecto venía del pasado y estaba dirigido a su joven amor, como una vieja fotografía, que ya estaba débilmente amarillenta.
Cerró los ojos un momento, suspiró, los volvió a abrir, miró la alfombra y continuó en voz baja:

—No sé si alguna vez te has preguntado por qué tu madre se convirtió en lo que es ahora. El ritmo de los negocios y los tratos comerciales son muy agotadores y pueden hacer que mucha gente pase de ser elegante y bella a ser gorda. Pero eso no es absolutamente cierto, al menos lo que es yo, no he cambiado demasiado a lo largo de los años.

—Cuando la conocí, llevaba un vestido rojo largo y tenía una sonrisa muy inocente: tenía unos ojos albaricoque realmente hermosos, claros y brillantes, como los tuyos. También era muy amable, no era tan competitiva, y nada le gustaba más que criar gatos y perros, cultivar flores y verduras, y leer libros; cualquiera que la hubiera visto entonces la habría amado desde el fondo de su corazón. Y ahora...

La implicación despectiva de He Jiwei se hizo más pesada, levantó las manos, la juntó y se tocó la frente con la punta de los dedos.

—realmente es muy diferente.
Había mucha gente que la perseguía por aquel entonces, pero acabó eligiéndome a mí, y no mucho después de casarnos, te tuvo a ti. Pero los buenos tiempos no duraron mucho.
El principal negocio de nuestra familia son los productos biofarmacéuticos, como sabes. Tu madre solía bajar a ayudar a hacer cosas por miedo a que trabajara duro, vigilando el equipo. Pero yo ni siquiera se qué pudo salir mal. Tu madre estuvo expuesta a un virus que se filtró del laboratorio cuando estaba embarazada de ti. Obviamente, el control de acceso en cada puerta es muy estricto, por lo que nunca había ocurrido un error en tantos años.

Aunque He Jiwei hablaba con los ojos cerrados, se podía ver su dolor a través de sus cejas fruncidas.

—Ella estaba embarazada de varios meses en ese momento, y el médico personal de nuestra familia dijo que tenía que someterse a un tratamiento que era definitivamente causaría la muerte del feto, y querían que abortara antes. Ella se negó. Su físico no era muy bueno y el doctor nos había dicho antes del embarazo que probablemente sería difícil para ella tener un segundo hijo, así que apreciaba especialmente tu llegada, pensando que no tendría un segundo hijo. Y durante esos meses, ella había estado esperando tu nacimiento cada día con grandes expectativas, hablando contigo más tiempo de lo que hablaba conmigo. Él pidió que te separaran de su cuerpo y te condenamos a muerte, pero ella volvió a negarse. En ese momento nadie pensaba en ti como una persona viva, si no solo como un embrión, una semilla. Pero como ella estaba embarazada de ti, estaba conectada a tu carne y sangre cada minuto, por lo que te amaba profundamente desde que tu corazón fetal se diferenció del suyo.

—Ella dijo que eras el mejor regalo que Dios le había dado, y que prematuramente te había llamado He Yu La persuadimos durante mucho tiempo, incluido yo, lo siento

dijo He Jiwei: 

—Reconozco que en aquel momento la quería más que a ti. No quería que le pasara nada, y no dejaba de rogarle que abortara, que no tuviera hijos en el futuro, o que adoptara un niño, lo que fuera. No quería perderla.
Pero no quiso ceder de ninguna manera. Es una de esas personas con las que parecía tan agradable hablar, pero una vez que se decidía, no la podían echar atrás ni diez toros. Lloraba cada vez y decía que no le hicieran daño a He Yu, decía que tenías miedo, que lo notaba, que era la única que podía protegerte… Pensaba que era culpa suya, que había sido demasiado negligente, lo que había provocado esa infección accidental.

Libro de Casos ClínicosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora