Capítulo 24: Aiden

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La pequeña Ili Pika

Aiden

Cuatro semanas. Han transcurrido cuatro semanas desde la última vez que la vi. En un principio pensé que solo era una mala coincidencia, que estaría ocupada haciendo sus cosas y por eso no lográbamos estar en el mismo sitio (considerando que siempre recurrimos a las mismas playas y los mismos locales de comida). Pero ya sé que es a propósito. Me está evitando. Y lo entiendo, ella literalmente dijo que no quería verme ni saber nada más de mí. Creí que exageraba, que no era en serio porque tenemos el mismo círculo de amigos y no volver a vernos nunca más es casi imposible, sin embargo, ahora entiendo que no mentía. Y eso duele más de lo que soy capaz de tolerar.

Solaris no aceptó el trato. No me sorprendió en absoluto, ninguno de nosotros esperaba que aceptaran después de aquel espectáculo. Cuando nos llegó el mail al correo de la empresa Joshua y yo lo vimos al mismo tiempo. "Lamentamos informales que debido a..." blablablá "rechazamos la oferta". Creí que cuando mi amigo me mirase de nuevo volvería a sentir todo su odio, pero no fue así, solo se alzó de hombros y dijo "ya encontraremos otros inversionistas". Al parecer, el golpe que me dio en la cara fue lo suficientemente terapéutico para él como para dejar a un lado toda su molestia conmigo. Tal vez se sintió culpable después de verme dos semanas con la nariz inflamada y las zonas adyacentes, como la parte inferior de mis ojos y mis mejillas, moradas. Dijo que ya no parecía un tomate, sino un panda o un mapache. Por fortuna mi rostro está mejor ahora, mi piel ha vuelto a su color normal y me he dejado crecer un poco la barba. No he vuelto a beber ningún tipo de alcohol, aunque a veces me muera de ganas por tomar una cerveza cuando regresamos de la playa tras una tarde intensa de surf con los chicos.

He estado enfocado en un nuevo proyecto, todavía no quiero comentarle a nadie lo que estoy haciendo para que, en caso de fallar otra vez, no tenga que dar explicaciones. Me he contactado con una nueva empresa llamada Aurora, no está en América como Solaris, sino en Nueva Zelanda. Es pequeña, estable y, confío, es una buena opción para comenzar a conseguir socios y así exportar los productos de la marca a nuevos países. Puede ser que Joshua tuviese razón desde un principio, intentar abarcar tanto en tan poco tiempo era poco factible, querer que nuestros productos se vendiesen en América antes de siquiera venderse en los otros países de este continente era un sueño muy utópico. Es mejor ir con calma.

—¿Por qué Chloe ya no viene? —me pregunta Olivia recostada en la hamaca del jardín.

Dejo el libro que estoy leyendo a un lado.

—Ya no estamos juntos, Ollie.

Hace una mueca.

—¿Y por qué no?

—Porque las cosas no siempre resultan.

—Pero ustedes se querían mucho.

—Sí, bueno —me rasco la barba—, a veces el querer a alguien no es suficiente.

Olivia se levanta de la hamaca y se sienta en el bordillo de piedra que delimita el césped del jardín, junto a unas plantas ornamentales que Joshua ha traído.

Saca una ramita y comienza a jugar con ella.

—¿Ya no la amas?

Suelto un suspiro mirándola con atención. Lleva el cabello suelto y se le ondea un poco en las puntas. A la luz del sol brilla en un rubio tono ceniza, igual que el cabello de mamá. Y viste una jardinera roja. Es muy adorable e inocente como para hacerla entender que algunos amores no funcionan.

—Yo siempre la voy a amar.

Ladea la cabeza.

—¿Ella no te ama?

El día que te despierten las estrellas (+18)Where stories live. Discover now