Capítulo 21: Chloe

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N/A: Corregí una parte que me estaba haciendo demasiado ruido y no me gustó en absoluto, por eso lo re subo.

No podemos apagar el sol

Chloe

La noche ha transcurrido de forma lenta trayéndome recuerdos que creía olvidados en el pasado, haciéndome revivir de alguna forma el mismo dolor que sufrí con él. La manipulación, la incertidumbre, la poca fiabilidad a mis instintos, a mis percepciones. Las preguntas recurrentes que no podía dejar de hacerme cuando era su novia. «¿Y si solo exageré?» «¿Y si realmente no fue tan malo lo que él hizo?» «¿Y si es normal exigir este tipo de fotos a tus parejas y solo estoy sobre reaccionando a la situación?» «¿Y si él no sabía el daño que me hacía?»

No he dormido nada. Mi corazón no ha dejado de latir rápido, por más que intente controlar esta ansiedad con infusiones relajantes. No puedo dejar de pensar en él, en lo que hizo y en lo que es capaz de hacer. Son fotografías. Son mis fotografías. Él no puede publicarlas, no puede amenazarme. Pero, incluso sabiéndolo, no soy capaz de evitar sentir temor. El desasosiego es una compañía letal, cala en lo más hondo y no te suelta, no te libera, solo te arrastra a la oscuridad. Y en medio de la soledad es incluso peor.

El sol ha salido y todo lo que sé es que la reunión con Solaris es en un par de horas, que el insomnio me ha provocado dolor de cabeza, que Álex todavía conserva esas fotos, que Aiden lo golpeó a pesar de haberme prometido que no se involucraría y que ocultó el hecho cuando le pregunté cómo se había lastimado la mano. ¿Ocultar información es mentir? Ni siquiera quiero pensar en eso ahora.

Arrastro mis piernas fuera de la cama, que de pronto se siente tan vacía y fría, y me obligo a levantarme y bloquear cualquier pensamiento negativo. No puedo darme el lujo de pensar en los posibles escenarios del futuro de esas imágenes. No hoy, al menos, o no antes de esa reunión tan importante para la que hemos trabajado tanto con el equipo.

«No las publicará», «no puede hacerlo, es ilegal», «solo quiere asustarme, solo... solo está jugando conmigo», «solo me está manipulando, no lo dejaré hacerlo» vuelvo a repetir como un mantra.

Mi desayuno se limita a un té de melisa. No tengo hambre y sé que seré incapaz de consumir algo sólido. La ducha cálida entibia un poco mi cuerpo; no lo suficiente. Elijo un atuendo formal (incluyendo tacones). Reviso la presentación para Solaris. Repaso las gráficas, las estadísticas y las proyecciones. Me aseguro de que todo está en las diapositivas. Y cuando sé que el material está listo, tomo las llaves de mi auto y manejo hasta el edificio.

El piso de la empresa no es tan grande, sin embargo, está bien distribuido. Tenemos una sala de conferencias y algunos cubículos en la sala principal que conecta con el ascensor. Joshua está de pie junto a la máquina de café cuando me ve llegar. Lleva un atuendo formal como le solicité que vistiese.

—Joder, Chloe, ¿qué te pasó?

—¿Qué? ¿Por qué lo dices?

—Parece como si no hubieses dormido nada en toda la noche. ¿Estás bien? —Me observa detenidamente—. ¿Quieres un café?

—Estoy bien. Y no, gracias, la cafeína y yo no somos tan buenas amigas.

Camino hasta la sala de conferencias saludando al equipo en el trayecto. El grupo es pequeño pero esforzado y siempre logramos rendir bien. Enciendo el proyector y dejo sobre la gran mesa de reuniones las carpetas con los informes impresos. Me aseguro de que cada puesto tenga un café en los vasos ecológicos de la marca y que la pantalla revele la presentación correcta.

El día que te despierten las estrellas (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora