Capítulo 6: Aiden

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Más cálido, más cómodo, más... todo

Aiden

Chloe está sentada sobre una silla junto a la mesa de la cocina viendo cómo le preparo comida. Sus ojos siguen un poco rojos y se mueve en general de forma muy lenta.

Artemisa está a su lado ronroneando como siempre. He preparado masa para pizza, piqué algunos vegetales, le eché extra queso y ahora busco el orégano en alguna parte del mueble donde están los condimentos.

—Cuando era pequeña tenía hormigas de mascotas —dice de pronto. Volteo a mirarla, tiene una expresión muy pacífica—. Mi mamá no me dejaba tener mascotas reales, así que iba al jardín y buscaba hormigas, las guardaba en un tupperware, le hacía algunos agujeros a la tapita para que pudiesen respirar y me pasaba horas mirándolas.

—¿Y era divertido?

—No, son muy aburridas si las aíslas.

Sonrío inevitablemente y vuelvo mi atención a la pizza. Termino de echarle las últimas especias y la meto en el horno. Limpio mis manos con un paño y lo dejo sobre mi hombro antes de voltear otra vez hacia Chloe.

—Los músculos de tus brazos... —murmura—, Dios, eres tan sexy.

—Chloe, por favor, quédate así para siempre —digo riendo, porque nunca antes la había visto tan desinhibida al hablar.

—Es que eres sexy incluso poniendo ese simple paño de cocina en tu hombro. Además, me has preparado una pizza. Viniste a cuidarme y me has preparado una pizza. —Baja la vista hacia su gata—. Él es tu nuevo papi. Tu nuevo papi prepara pizzas, ¿puedes creerlo, Artemisa?

Suelto otra carcajada sentándome frente a ella en la mesa de la cocina.

—Me gusta cómo suena eso.

Alza la vista hacia mí y podría jurar que su sonrisa es digna de una pintura. Quizás le pida a Ethan que retrate a Chloe. Podría poner ese cuadro en mi cuarto.

—Deberíamos casarnos.

—¿Deberíamos? —repito divertido.

—Sí, tú y yo en la playa.

—Cuéntame cómo sería eso.

—Algo sencillo. No invitaría a demasiadas personas, pero sí a mi abuela, quizás ella podría casarnos y darnos su bendición espiritual. Estarían Luna, Ethan, Joshua y Daniel. ¿A quiénes invitarías tú?

—A mis padres.

—Bien. Yo no invitaría a los míos, ellos querrían algo más tradicional, un matrimonio en una iglesia, no en la playa. —Suelta un suspiro y deja sus manos sobre la mesa siguiendo las sutiles líneas de la madera—. Luego lo celebraríamos yendo a surfear o algo así, y después iríamos al bar de tu primo a emborracharnos.

—Suena divertido.

—Sí.

—¿Y luego?

Me observa con cautela y casi puedo notar sus mejillas más sonrojadas.

—Luego vendríamos a esta casa.

—¿Y qué haríamos?

—Tú sabes qué.

Muerde su labio y noto que está nerviosa.

—¿Y eso te gustaría?

—Sabes que sí, tú de seguro eres fantástico, eres más que fantástico, debes ser algo así como un dios en la cama.

El día que te despierten las estrellas (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora