Capítulo 13: Chloe

121 17 5
                                    

El pato acróbata

Chloe

El sol calienta mi piel tostada y las olas se lucen creando escenarios perfectos para poder surfear. Ya hemos montado olas todo el día con Aiden, ahora solo descansamos en la arena mientras notamos cómo comienza a llenarse de gente la playa. Hay de todas las edades, niños, adolescentes, adultos y ancianos. Los lugareños celebramos un gran festival esta tarde.

—¡Hoy es el día! —grita alguien. Volteo y descubro al primo de Aiden, lleva un vaso de cerveza en la mano y un balde con palas plásticas en la otra—. Hoy te voy a vencer, primito querido...

—No participaré este año, Harry. Ya me aburrí de ganarte siempre.

—Muy gracioso. —Llegan dos más de sus amigos con palas y baldes—. Entonces disfruta mi victoria desde lejos... ¡En la noche celebraremos en el bar! —grita antes de irse—, ¡y están invitados!

Sonrío viéndolos marcharse hasta donde ya algunas personas han comenzado a construir sus castillos de arena.

—¿Por qué no participarás este año? —Busco un vestido delgado en mi bolso y lo visto sobre mi bikini ya seco—. Te encanta hacer castillos de arena.

Aiden observa mi atuendo y arregla el vuelo de una manga que ha quedado doblada sobre mi hombro, antes de responder.

—Creí que sería más divertido disfrutar del festival contigo... —Pasa su brazo por detrás de mi espalda—. Escuché que harán muchos espectáculos artísticos.

Comenzamos a caminar por la costa. Hay muchos puestos ambulantes que comienzan a instalarse en la arena y en el muelle, gente vendiendo algodones de azúcar, refrescos, banderillas de salchichas y queso... También destacan mucho las artesanías, venden collares, pulseras, atrapasueños, entre otras cosas que llaman mi atención. Guío a Aiden para acercarme a un puesto en específico.

—Mi madre y Erik vendrán con Ollie a participar en el concurso de castillos de arena —me comenta mientras distingo las piedras preciosas que ofrece el puesto de venta.

—Eso es genial, espero que ganen algún lugar... —La piedra que tomo me entrega cierta energía que transmite calma—. ¿Es turmalina? —le pregunto a la vendedora, una señora mayor de cabello blanco y unas cuantas arrugas.

—Sí, ayuda a la purificación, aligera las energías densas y alinea los chakras.

Aiden voltea a mirarme alzando las cejas y susurra a mi oído.

—¿Necesitas alinear tus chakras?

Le dedico una rápida sonrisa.

—Mis chakras están bien. —Dejo la piedra en su sitio y tomo otra que llama mi atención—. ¿Y esta?

—Amazonita, da valentía, fortaleza mental y determinación.

«Quizás sí necesito un poco más de valentía y determinación últimamente...»

—La quiero —murmuro—, y también el jaspe rojo y la amatista, por favor.

—Por supuesto. 

La vendedora recoge las piedras y las guarda en una bolsita de papel, añadiendo una extra.

—Pero...

—Es un regalo —me sonríe—, espero te sirvan.

—Gracias.

Pronto continuamos nuestro recorrido por la costa. La arena se siente tibia bajo mis pies, al igual que la mano de Aiden entrelazada con la mía. La mayoría de la gente parece divertida, todavía hay surfistas en el agua y han instalado muchos parlantes que suenan con música alegre.

El día que te despierten las estrellas (+18)Where stories live. Discover now