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ᴅᴇᴄʟᴀᴍᴀʀ ᴇꜱ ᴘᴀʀᴀ ᴠᴀʟɪᴇɴᴛᴇꜱ
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        Cassiopeia estaba asombrada. Era irrefutable el hecho de que la pequeña Shirley-Cuthbert tenía talento para conseguir lo que se proponía. La niña había vuelto a emboscar a su anciana tutora la noche del jueves, minutos luego de haber dado por finalizada la cena. Se había prácticamente desvivido explicando las ciento quince razones por las cuales no podía darse el lujo de perderse semejante oportunidad, había permitido que sus lágrimas volvieran a invadir sus pálidas mejillas mientras imploraba por un voto de fé de parte de su queridísima pero dura Marilla. Sin embargo, todos sus esfuerzos habían sido en vano, pues no lograron mover ni un solo nervio del correcto corazón de la mujer. Fue entonces, para sorpresa de todos los presentes, que el señor Matthew Cuthbert habló por primera, inmiscuyéndose en algún asunto que tuviera que ver con tomar decisiones sobre la pequeña niña. Casi echando humo por las orejas, Marilla le ordenó mantener la boca cerrada recordándole que, quien estaba a cargo de la crianza y educación de la chiquilla era nadie más que ella. Sin ánimos de perder la batalla, y siendo consciente del brillo de esperanza que iluminó los ojos de Anne, Matthew se negó a dar marcha atrás y refutó el reclamo de su hermana. Pocos minutos después, la mujer dio el brazo a torcer accediendo a permitir que la pelirroja pasara una noche en casa de los Barry, asistiendo de aquella manera al tan ansiado festival.

        La pequeña Shirley no daba abasto a su propio entusiasmo. Aquel viernes por la mañana había sido extremadamente detallista con sus tareas, procurando no otorgarle a su tutora alguna razón que pudiera hacerle retroceder en sus decisiones. Se había despedido de la mujer con una gran sonrisa, recibiendo un asentimiento de su parte, y no había olvidado pasar por el granero para agradecer una vez más a Matthew y regarle un inesperado abrazo, que lo dejo estupefacto pero inexplicablemente feliz. Había apretado fuertemente el listón de su sombrero de paja por debajo de su mentón, de forma que no se perdiera por el recorrido y había echado carrera por el extenso camino, apresurando el paso para poder encontrarse con su antipática amiga. Cuando el esbelto cuerpo de la muchacha entró en su campo visual, la niña no tardó en chillar su nombre, no solo llamando su atención si no también dándole un gran susto.

        Aunque Cassiopeia no la había recibido con el mejor de los saludos, pues seguía algo dormida y su sorpresiva presencia solo había aturdido aún más sus sentidos, a la niña poco le importó y no perdió el tiempo en contarle toda la información que tenía recolectada del suceso de la noche pasada. Mientras caminaban hacia la escuela, había contado con lujo de detalle como su tutor la había apoyado en su causa hasta que Marilla cedió y le otorgó el permiso para asistir al evento. También le comentó que Diana cumplía años el día siguiente, y como seguramente se verían en el festival, podría darle una felicitación al encontrarse. Por supuesto que a la castaña le interesaba en lo más mínimo que la mayor de los Barry hubiera alcanzado un número más alto de edad, pero se abstuvo de contestar aquello. Asimismo, no se esforzó por parecer interesada en el tema de conversación. Anne atribuyó su poco entusiasmo al visible cansancio que dibujaba oscuras marcas bajo sus ojos, por lo que fingió no darse cuenta de su nula participación y continuó expulsando todo lo que venía a su cabeza, buscando aligerar el ambiente.

ꜱᴜɴꜰʟᴏᴡᴇʀ | ɢɪʟʙᴇʀᴛ ʙʟʏᴛʜᴇWhere stories live. Discover now