El lacreo Venezolano

Pasó un 14F

Iré al grano: no era mi culpa que su novia le diera totona dos veces por semana.

Nos conocimos en un centro comercial. Yo, distraída, concentrada, escuchaba música mientras miraba a la nada. Él, decidido, seguro me miraba el culo –lo hizo la segunda vez mientras hablaba con él, con mucho más descaro–, se trazó una meta y la iba a cumplir: acostarse conmigo.

Él no se esperaba y yo tampoco que tuviésemos tantas cosas en común. Físicamente era muy atractivo y me atrevo a decir que mucho, la verdad. Él ahondó en mis gustos y mis pensamientos, descubrió que buscaba romper con el nihilismo y matar a Dios, crear mis propios principios morales, que me gustaban los videojuegos extensos y la fantasía épica, que crecí escuchando Queen y Frank Sinatra. Yo, supe que tenía una cicatriz en el pecho, conté todos sus lunares y me armé una constelación con su espalda, que tenía muy marcado el abdomen pero le faltaba definir la pelvis; esas dos líneas que forman una V donde, y me ahorraré los detalles, puedo decirles que todo estaba en su lugar...

Él se enamoró, y yo lo disfruté. Él me deslumbró con su experiencia como torero corrido por siete plazas, yo lo impresioné con mi inteligencia. No crean que estoy siendo pedante, al contrario, en el juego del amor todos buscamos relucir nuestros mejores atributos.

Nuestra historia de amor duró un año y culminó en mensajes. Me topé con su novia varias veces y lo dejé partir. Nuestra aventura lo convirtió en un hombre fiel, porque jamás volví a escuchar su nombre entre mis amigas y conocidas que sabían del personaje, y ella comenzó a leer un poco más de filosofía y aunque era muy mala en los videojuegos, lo intentaba. Se veía que lo intentaba.

Han pasado años, ellos siguen juntos y tienen una hermosa niña.

¿Cuál es la moraleja de esta anécdota?
Ninguna, creo. Pero si tengo algo que agregar puede ser que a veces, nosotras las putas, somos los mejores cupidos.

Feliz día de San Valentín  

JHMadison