Capítulo veintiocho| ONU.

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Nea

— ¿A dónde irás? — Me pregunta Kyara mientras entra a la habitación con un vaso de leche.

Estoy vestido con un traje negro, camisa blanca, corbata roja y zapatos de charol.
Camino hacia la mesita de noche y tomó mi portafolio.

— Saldré hacer unos negocios, vuelvo más tarde, tu sólo duerme. — Me acercó a Kyara y le doy un beso en la frente.

— De acuerdo, pero ten mucho cuidado. — Me da un ligero beso en los labios. — Que te vaya bien.

— Volveré en la madrugada.

Salgo de la habitación y después del departamento. Tomó el ascensor y bajo al estacionamiento, me subo en mi auto y arrancó rumbo al bar en dónde me veré con el representante de la ONU.

[...]

Llegó y camino hacia el bar.

— Buenas noches, buscó al señor Paleskî. -—Le digo al guardia de seguridad.

— ... Si, el señor Paleskî lo espera, sigame por favor.

Yo asiento y sigo al guardia de seguridad. Llegamos al interior del bar, después pasamos por un largo pasillo, abre la puerta y continuamos caminando por un enorme pasillo, abre una puerta y veo con admiración el interior del lugar. Todo es de color dorado, y por lo que se ve, todo es muy fino.

— ...Señor Paleskî, el señor Balboa esta aquí.

El guardia de seguridad me susurra que miré hacia el escritorio, me giro y veo a un hombre como de 50 años, ya algo canoso, ojos verdes, piel clara y se encuentra fumando un cigarrillo.

— Puedes retirarte Hall. —El señor habla y el guardia de seguridad sale. — Por favor, sientate. — Me señala una silla en frente de él.

Yo camino y me siento en esa silla. Trato de controlar mis nervios, usualmente esta clase de tratos los hacia mi abuelo o en ciertos casos mi padre, pero jamás yo.
Empiezo a creer que ellos tenían razón, tal vez yo aún sea un niño.

— Y bien.

— Buenas noches señor Paleskî, soy... — No término la oración porque Paleskî me interrumpe.

— Si, se bien quien eres Nea, y también se perfectamente para que estás aquí. — Me da una sonrisa de superioridad.

— Bien.

— Mira Nea, con todo respeto no se porque veniste tu, esperaba que viniera Maximiliano.

— Él ya esta retirado.

— Oh, eso es una lastima, pero en fin, hablemos de trabajo, quiero saber tus ofertas, porque como sabrás, no eres la única organización.

— Mi organización está dispuesta a darle todo lo que pida, siempre y cuándo nos ayude.

— Dime, ¿exactamente que quieres?

— Quiero información clasificada de países desarrollados, pero principalmente quiero protección.

— ¿Piensas hacer chantajes?

— No, al contrario.

Paleskî se para y camina hacia una mesita que tiene bebida: — ¿Quieres una copa?

Yo asiento y él me sirve una y camina hacia los sofás, yo me pongo de pie y hago lo mismo.

— Nea, yo conozco mucho sobre ti, alguien me ha pedido que te ayudé, es por ese motivo que lo haré.

— ¿Quién le pidió que me ayude?

— La persona que menos te imaginas, pero en fin, yo dejaré que tu equipo se filtre en la desarrollada tecnología de la ONU y tu a cambio me surtirás bombas nucleares, armas, experimentos, bebidas y mujeres...

— ¿Eso es todo? — Preguntó asombrado por la facilidad del asunto, usualmente esto no es hací.

— Tienes demasiada suerte ¿sabes?, eso es todo, pero te advierto que no es tan fácil como suena.

— Eso lo se.

— Bien, te mandare los archivos...

— No, yo mandaré a alguien a que los recoja.

— Balboa hací como tu quieres salir limpio yo también, no puedo arriesgarme así.

— Creí que sabias bien con quien tratabas. — Bien, ahora si ya estaba molesto, este hombre me estaba tratando como un bebé, y no sabe nada sobre mi.

— De acuerdo, pero no olvides que en estos negocios no hay amigos Nea.

— Eso lo se.

Después de ciertas cláusulas y papeles termino de cerrar el trato con Paleskî y me retiró del lugar.

[...]

Me encuentro en la casa de los chicos.
Abro la puerta y veo a Brad teniendo sexo con una chica rubia en un sofá.

— ¿No hay suficientes habitaciones en la casa?

Brad quita de inmediato a la chica de sus piernas y se pone su bóxer y su pantalón, la chica se baja su vestido y se para.

— Te ve luego Romina. — La chica asiente y comienza a caminar hacía la salida.

— Hasta luego señor Balboa. — Se despide la chica.

— Adiós. — Y finalmente la rubia se va.

Yo me volteo y veo a Brad muy sonrojado: —  Disculpa, es que bueno... Ya sabes teníamos prisa y pues...

— Tranquilo, también soy hombre. — Le guiñó el ojo.

— ¡MARCUS, RICKY, NEA ESTÁ AQUÍ! — Grita Brad.

Al minuto Marcus y Ricky bajan también en boxers.

— ¿Por qué no me informaron que era día de sexo?

— Porque serás padre. — Dice Marcus divertido y él y Ricky bajan las escaleras.

— Sabes que eso no importa.

—  ¿En serio? Porque tenemos chicas de sobra... — Comenta Brad.

Río: — Me encantaría pero tenemos mucho trabajo, así que vistanse y despidanse porque hoy no volverán a dormir.

— ¿No puedes esperar hasta mañana? — Pregunta Ricky con flojera.

— De verdad quiero seguir haciendo lo que estaba haciendo — dice Marcus.

Yo simplemente les lanzo una mirada asesina: — Bien ya entendimos.

— Los espero en el auto.

[...]

Después de diez minutos los chicos bajan y yo arranco mi auto.

— ¿Y a dónde iremos? — pregunta Ricky.

— A la base de comando.

— ¡Demonios!, no dormiremos hoy — dice irritado Marcus.

— Por cierto, ¿cómo te fue con Paleskî? — pregunta Ricky.

— Aceptó, mañana Marcus necesitó que vayas a la ONU y recojas lo que Paleskî te dará.

— ¿Y si todo salio bien, para qué vamos a la base? — pregunta Marcus irritado.

— A ver chicos, una cosa es que seamos amigos y otra cosa muy diferente es que ya se estén pasando, trabajo es trabajo.

Los chicos se callan y yo continuó el viaje...

Al Lado Del MafiosoWhere stories live. Discover now