Capítulo veinticuatro| Rusia.

79.6K 3.7K 102
                                    

Kyara

Acabamos de llegar a Rusia hace como una hora. Nos encontramos en un auto negro.

— ¿A dónde vamos Nea?

— Vaya, ya se me hacia raro que no estuvieras haciendo preguntas, pues justo ahora vamos a nuestra casa.

— ¿Nuestra casa?

— Si, no te preocupes solo estaremos unos días en Rusia. — Dice y me regala una sonrisa.

Si, ese es Nea, es demasiado bipolar, pero muy amable, es violento pero también tiene lo suyo y de un tiempo acá se ha vuelto más amable conmigo.

— ¿Has venido muchas veces a Rusia?

— Soy ruso. — Yo solo comienzo a reír como una loca desesperada. — ¿Qué he dicho que te parezca tan gracioso? — Me pregunta frunciendo las cejas.

— Eso de que eres ruso. — Digo aún entre unas cuantas risas.

Pero la risa se me va cuando veo que Nea se encuentra completamente serio.

— Es una broma, ¿verdad? — pregunto más calmada.

— Creemé, yo no bromearía con mi nacionalidad.

Me sonrojo por vergüenza y colocó un mechón de cabello atrás de mi oreja: — Yo... Am perdón... Es que bueno yo creí que bromeabas.

— ¿Por qué bromearía con algo así? — Me pregunta acercando su rostro al mío.

— Bueno, pues porque si fueras ruso estarías trabajando para la mafia rusa, además de que usualmente los rusos son de piel clara, ojos claros y rubios, y bueno, tu eres lo contrario, aunque aún así eres muy guapo — sonrió.

— Para entrar a la mafia rusa tienes que ser completamente ruso, si no lo eres te darán un trabajo miserable...

— ¿Tu no eres completamente ruso? — Lo interrumpó.

— No, no soy completamente ruso mi madre es africana. _ Con su repentina confesión me quedó más que sorprendida. — Me imaginó que Jenifer ya te hablo de que ella es mi madrastra, ¿o no? — Dice y yo solo asiento. — Bueno, pues mi madre era africana, digamos que por un tiempo se enamoró de mi padre pero bueno, creo que el amor no le duró mucho cuando se enteró que estaba embarazada de mi. — Dice dando un suspiró.

— ¿A ti te duele eso?

Pero que estúpida eres, su madre, la que se supone que lo debería amar y defender de todo el mundo lo abandonó y tu le preguntas que si le duele, ¿Eres estúpida? Dice la voz de mi conciencia.

— Mmm un poco, pero bueno no nos desviemos del tema, mi padre es ruso y lógicamente mi abuelo también lo es, mi abuela Lara es inglesa, pero en fin, mi abuelo si trabajaba para la mafia rusa, de echo mi bisabuelo fue uno de sus líderes, pero hubo bastantes problemas, empezaron a meter gentes de otros lugares y la mafia rusa, ya no era tan "rusa", después hubo otros problemas más grandes y mi bisabuelo renunció dejando a mi abuelo a cargo de su puesto, pero él era muy joven así que no dio la talla y lo reducieron a otro rango, poco a poco estuvo más afuera del negocio y decidió salirse, pero como te dije, una vez que entras a este mundo ya no sales, pero él por haber sido un buen miembro lo dejaron irse, aunque nunca le dejaron la pista, en fin cuando él se fue se llevó a algunos con él, mi abuelo empezó a vender droga junto con los que lo siguieron, primero eran pequeñas porciones, después vendía más, luego empezó con otros negocios y lógicamente empezó a vender a otros lugares, la mafia rusa se enteró y arruinaron todo lo que él tenía, lo dejaron en banca rota porqué como tu sabrás la mafia rusa no es un juego, a mi abuelo no le quedó de otra más que hacer un trato.

— Vaya, nunca me lo imaginé.

— Si, ahora el problema es que ni Luke, el líder de la organización rusa, ni yo lo seguimos y nos reuniremos, bueno por así decirlo.

— Ojala y todo eso se resuelva, por cierto mientras tu arreglas tus negocios ¿yo que haré?

Nea se volteo a la ventana y suspiró, después volvió a voltear a mi: — Podrás hacer lo que quieras.

— ¿Podré salir? — Pregunto con una sonrisa.

— Si, pero cuidado con lo que haces.

— Oye, ¿cuándo volveré a tener teléfono?

— Cuándo te compres uno.

Entre cierro los ojos: — No tengo dinero.

— Kyara, ¿cómo se que de verdad puedo confiar en ti?

Su rostro me mostraba mucho inseguridad, incluso pude percibir miedo.
¿De verdad ya podía confiar en mi? Por supuesto, yo jamás lo traicionaría, porque lo quiero, y porque fuera de todo lo considero mi amigo.

— Si, puedes confiar en mi. — Respondí segura viéndolo a los ojos.

— Bien, ya llegamos.

Era una casa de un piso, por lo que se veía estaba echa solo de madera. Cuando entramos vi un hermoso jardín, la sala no era muy grande, realmente esta casa era pequeña, bueno no tanto pero a comparación de las otras.

— Ten. — Me entrega una tarjeta de crédito, unos billetes y unas llaves. — Ven, vamos afuera. — Agarro lo que él me da y lo sigo a una cochera.

— Este será tu auto el tiempo que estemos aquí, — era un auto azul cielo, muy bonito a mi criterio. — Cuidalo mucho, ya puedes irte. — Dice mientras se sienta en un sillón que se encontraba ahí.

— ¿Y tu qué harás?

— Tengo muchas cosas que hacer, probablemente llegaré hasta la noche, confió en ti Kyara pero si me llego a enterar que hiciste alguna estupidez daté por muerta. — Dijo mientras se paraba en frente de mi y me veía con una mirada fría.

— No lo haré — trago saliva.

— Por tu bien espero que de verdad te portes bien.

[...]

Me encontraba en el centro comercial, ya había comprado un iPod y mucha ropa, estaba exhausta.
Iba rumbó a mi auto cuando sentí que alguien me abrazaba por atrás.

— Creo que te emocionaste comprando. — Dijo mientras veía mis bolsas. Sonreí al escuchar su voz.

— ¿Estas siguiendome?

Nea río: — Aunque quisiera no tengo tiempo para eso, es solo que conozco a mucha gente aquí, el dueño de este centro comercial es un viejo amigo.

— Oh, vaya que bien.

— ¿Te gusta Rusia?

— Más o menos.

— Que bien, porque creo que nos quedaremos más tiempo.

Suspiro: — Nea, necesito pedirte un favor.

— ¿Qué necesitas?

— El cumpleaños de mi madre sera en unos días.

— ¿Cuántos exactamente?

— Cuatro.

Nea pareció pensar algo: — Bien, iremos de vuelta a E.U, sirve que personalmente traigo unas cosas y regresamos.

— ¿No te traerá problemas estar en Rusia?

— Si y no.

— No entiendo.

— Tiene ventajas y desventajas.

— ¿Vendrás con mis padres?

— Si, me gustaría conocerlos. — Creí que me daría un infarto cuando me dijo eso. — Hablare con ellos.

— ¿Y qué les dirás?

— Eso hay que pensar.

Al Lado Del MafiosoWhere stories live. Discover now