Jacinto es un Omega y es suyo. Ha pagado por él tres monedas de cobre. Ha conquistado imperios enteros para regalárselos exclusivamente a él. Ha reclamado su cuerpo, su piel y su vientre con la marca de propiedad características de los grandes sementales, todos dignos Alfas. Es que Jacinto es suyo. Y ay de aquel que intente encandilar el cariño del Omega, porque el agravio será condenado y la falta pagada con sangre.