Agustín, había logrado, sin enterarse, que los vecinos que vivían bajo su apartamento se mudaran. ¿Cómo había logrado tal hazaña? Con una guitarra, que no paraba de sonar todos los días a las 23:00. Agustín tampoco estaba enterado, de que gracias a los conciertos gratuitos brindados en su apartamento por las noches, había un chico viviendo bajo sus pies. Esta es la historia de dos almas, una guitarrista y otra violinista, que se ven enredadas entre notas musicales, y paredes que las separan.
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