[HIATUS] No elegí Enamorarme...

By A-Malfoy-Potter

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Draco Malfoy es simpático, humilde y inteligente pero ¿sus padres ven eso? ¡claro que no! Nunca ha estado de... More

Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Aviso importante
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20: LA CÁMARA SECRETA
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capitulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33: EL PRISIONERO DE AZKABAN
Capítulo 34
Capitulo 35
Capítulo 36
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45: EL CÁLIZ DE FUEGO (2)
Capítulo 46
Capítulo 47
Capítulo 48
Capítulo 49
50
51
Capítulo 52
Capítulo 53
Capítulo 54
Capítulo 55
Capitulo 56
Capitulo 57 - debemos hablar

Capítulo 37

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By A-Malfoy-Potter

Lean la nota del final, por favor.

En muy poco tiempo, la clase de Defensa Contra las Artes Oscuras se convirtió en la favorita de la mayoría, sólo Gael Malfoy y su banda de Slytherin criticaban al profesor Lupin:

- Mira cómo lleva la túnica - solía decir Malfoy murmurando alto cuando pasaba el profesor - viste como nuestro antiguo elfo doméstico.

Pero a nadie más le interesaba que la túnica del profesor Lupin estuviera remendada y raída, sus siguientes clases fueron tan interesantes como la primera, espués de los boggarts estudiaron a los gorros rojos, unas criaturas pequeñas y desagradables, parecidas a los duendes, que se escondían en cualquier sitio en el que hubiera habido derramamiento de sangre, en las mazmorras de los castillos, en los agujeros de las bombas de los campos de batalla, para dar una paliza a los que se extraviaban, de los gorros rojos pasaron a los kappas, unos repugnantes moradores del agua que parecían monos con escamas y con dedos palmeados, y que disfrutaban estrangulando a los que ignorantes que cruzaban sus estanques.

Harry habría querido que sus otras clases fueran igual de entretenidas, la peor de todas era Pociones, Snape estaba aquellos días especialmente propenso a la revancha y todos sabían por qué, la historia del boggart que había adoptado la forma de Snape y el modo en que lo había dejado Neville, con el atuendo de su abuela, se había extendido por todo el colegio, Snape no lo encontraba divertido, a la primera mención del
profesor Lupin, aparecía en sus ojos una expresión amenazadora, a Neville lo acosaba más que nunca.

Harry también aborrecía las horas que pasaba en la agobiante sala de la torre norte de la profesora Trelawney, descifrando símbolos y formas confusas, procurando olvidar que los ojos de la profesora Trelawney se llenaban de lágrimas cada vez que lo miraba, no le podía gustar la profesora Trelawney, por más que unos cuantos de la clase la trataran con un respeto que rayaba en la reverencia, Parvati Patil y Lavender Brown
habían adoptado la costumbre de rondar la sala de la torre de la profesora Trelawney a la hora de la comida, y siempre regresaban con un aire de superioridad que resultaba enojoso, como si supieran cosas que los demás ignoraban, habían comenzado a hablarle a Harry en susurros, como si se encontrara en su lecho de muerte.

A nadie le gustaba realmente la asignatura sobre Cuidado de Criaturas Mágicas, que después de la primera clase tan movida se había convertido en algo extremadamente aburrido, Hagrid había perdido la confianza, ahora pasaban lección tras lección aprendiendo a cuidar a los gusarajos, que tenían que contarse entre las más aburridas criaturas del universo.

-¿Por qué alguien se preocuparía de cuidarlos? - preguntó Ron tras pasar otra hora embutiendo las viscosas gargantas de los gusarajos con lechuga cortada en tiras.

A comienzos de octubre, sin embargo, hubo otra cosa que mantuvo ocupado a Harry, algo tan divertido que compensaba la insatisfacción de algunas clases, se aproximaba la temporada de quidditch y Oliver Wood, capitán del equipo de

Gryffindor; convocó una reunión un jueves por la tarde para discutir las tácticas de la nueva temporada.

En un equipo de quidditch había siete personas: tres cazadores, cuya función era marcar goles metiendo el quaffle (un balón como el de fútbol, rojo) por uno de los aros que había en cada lado del campo, a una altura de quince metros; dos golpeadores equipados con fuertes bates para repeler las bludgers (dos pesadas pelotas negras que circulaban muy aprisa, zumbando de un lado para otro, intentando derribar a los jugadores); un guardián que defendía los postes sobre los que estaban los aros; y el buscador; que tenía el trabajo más difícil de todos, atrapar la dorada snitch, una pelota pequeña con alas, del tamaño de una nuez, cuya captura daba por finalizado el juego y otorgaba ciento cincuenta puntos al equipo del buscador que la hubiera atrapado.

Oliver Wood era un fornido muchacho de diecisiete años que cursaba su séptimo y último curso, había cierto tono de desesperación en su voz mientras se dirigía a sus compañeros de equipo en los fríos vestuarios del campo de quidditch que se iba quedando a oscuras.

- Es nuestra última oportunidad..., mi última oportunidad... de ganar la copa de quidditch - les dijo, paseándose con paso firme delante de ellos - me marcharé al final de este curso, no volveré a tener otra oportunidad, Gryffindor no ha ganado ni una vez en los últimos siete años, de acuerdo, hemos tenido una suerte horrible: heridos...,
cancelación del torneo el curso pasado... - Wood tragó saliva, como si el recuerdo aún le pusiera un nudo en la garganta - pero también sabemos que contamos con el mejor... equipo... de este... colegio - añadió, golpeándose la palma de una mano con el puño de la otra y con el conocido brillo frenético en los ojos - contamos con tres
cazadoras estupendas - Wood señaló a Alicia Spinnet, Angelina Johnson y Katie Bell - tenemos dos golpeadores invencibles.

- Déjalo ya, Oliver; nos estás sacando los colores - dijeron Fred y George a la vez, haciendo como que se sonrojaban.

- ¡Y tenemos un buscador que nos ha hecho ganar todos los partidos! - dijo Wood, con voz retumbante y mirando a Harry con orgullo incontenible-. Y estoy yo -añadió.

-Nosotros creemos que tú también eres muy bueno -dijo George.

-Un guardián muy chachi -confirmó Fred.

-La cuestión es -continuó Wood, reanudando los paseos- que la copa de quidditch debiera de haber llevado nuestro nombre estos dos últimos años, desde que Harry se unió al equipo, he pensado que la cosa estaba chupada, pero no lo hemos conseguido y este curso es la última oportunidad que tendremos para ver nuestro nombre grabado en ella...

Wood hablaba con tal desaliento que incluso a Fred y a George les dio pena.

-Oliver, éste será nuestro año -aseguró Fred.

-Lo conseguiremos, Oliver -dijo Angelina.

-Por supuesto -corroboró Harry.

Con la moral alta, el equipo comenzó las sesiones de entrenamiento, tres tardes a la semana, el tiempo se enfriaba y se hacía más húmedo, las noches más oscuras, pero no había barro, viento ni lluvia que pudieran empañar la ilusión de ganar por fin la enorme copa de plata.

Una tarde, después del entrenamiento, Harry regresó a la sala común de Gryffindor
con frío y entumecido, pero contento por la manera en que se había desarrollado el
entrenamiento, y encontró la sala muy animada.

- ¿Qué ha pasado? - preguntó a Draco, Ron y Hermione, que estaban sentados al lado del fuego, en tres de las mejores sillas, terminando unos mapas del cielo para la clase de Astronomía.

- Primer fin de semana en Hogsmeade - le dijo Ron, señalando una nota que había aparecido en el viejo tablón de anuncios - finales de octubre. Halloween.

- Estupendo - dijo Fred, que había seguido a Harry por el agujero del retrato - tengo que ir a la tienda de Zonko: casi no me quedan bombas fétidas.

Harry se dejó caer en una silla, al lado de Ron, y la alegría lo abandonó, Draco y Hermione comprendieron lo que le pasaba.

- Harry, estoy segura de que podrás ir la próxima vez - le consoló Hermione.-  van a atrapar a Black enseguida, ya lo han visto una vez.

- Black no está tan loco como para intentar nada en Hogsmeade, pregúntale a McGonagall si puedes ir ahora, Harry, pueden pasar años hasta la próxima ocasión.

- ¡Ron! - dijo Hermione - Harry tiene que permanecer en el colegio...

- No puede ser el único de tercero que no vaya, vamos, Harry, pregúntale a McGonagall...

- Sí, lo haré - dijo Harry, decidiéndose.

Hermione abrió la boca para sostener la opinión contraria, pero en ese momento Crookshanks saltó con presteza a su regazo.

- Ahora vuelvo - dijo Draco dejando su mapa de astronomía y tomo el camino que había tomado Fred, Ron dio un pequeño vistaso a su mapa cuando Hermione le puso atención a Crookshanks

El que por tenía una araña muerta y grande colgando de la boca.

- ¿Tiene que comerse eso aquí delante? - preguntó Ron frunciendo el entrecejo.

- Bravo, Crookshanks, ¿la has atrapado tú solito? -dijo Hermione.

Crookshanks masticó y tragó despacio la araña, con los ojos insolentemente fijos en Ron.

- No lo sueltes - pidió Ron irritado, volviendo a su mapa del cielo - Scabbers está durmiendo en mi mochila.

Harry bostezó, le apetecía acostarse, pero antes tenía que terminar su mapa, tomo la mochila, sacó pergamino, pluma y tinta, y empezó a trabajar.

- Si quieres, puedes copiar el mío - le dijo Ron, poniendo nombre a su última estrella con un ringorrango y acercándole el mapa a Harry.

Hermione, que no veía con buenos ojos que se copiara, apretó los labios, pero no dijo nada, Crookshanks seguía mirando a Ron sin pestañear; sacudiendo el extremo de su peluda cola, luego, sin previo aviso, dio un salto.

- ¡EH! - gritó Ron, apoderándose de la mochila, al mismo tiempo que Crookshanks clavaba profundamente en ella sus garras y comenzaba a rasgarla con fiereza - ¡SUELTA, ESTÚPIDO ANIMAL!

Ron intentó arrebatar la mochila a Crookshanks, pero el gato siguió aferrándola con sus garras, bufando y rasgándola.

- ¡No le hagas daño, Ron! - gritó Hermione, todos los miraban. Ron dio vueltas a la mochila, con Crookshanks agarrado todavía a ella, y Scabbers salió dando un salto...

- ¡SUJETEN A ESE GATO! - gritó Ron en el momento en que Crookshanks soltaba los restos de la mochila, saltaba sobre la mesa y perseguía a la aterrorizada Scabbers.

George Weasley se lanzó sobre Crookshanks, pero no lo atrapó; Scabbers pasó como un rayo entre veinte pares de piernas y se fue a ocultar bajo una vieja cómoda.

Crookshanks patinó y frenó, se agachó y se puso a dar zarpazos con una pata delantera.

Ron y Hermione se apresuraron a echarse sobre él, Hermione tomo a Crookshankspor el lomo y lo levantó, Ron se tendió en el suelo y sacó a Scabbers con alguna dificultad, tirando de la cola.

- ¡Mírala! - le dijo a Hermione hecho una furia, poniéndole a Scabbers delante de los ojos - ¡Está en los huesos! Mantén a ese gato lejos de ella.

- ¡Crookshanks no sabe lo que hace! - dijo la joven con voz temblorosa - ¡Todos los gatos persiguen a las ratas, Ron!

- ¡Hay algo extraño en ese animal! - dijo Ron, que intentaba persuadir a la frenética Scabbers de que volviera a meterse en su bolsillo - me oyó decir que
Scabbers estaba en la mochila.

- Vaya, qué tontería - dijo Hermione, hartándose - lo que pasa es que Crookshanks la olió. ¿Cómo si no crees que...?

- ¡Ese gato la ha tomado con Scabbers! - dijo Ron, sin reparar en cuantos había a su alrededor; que empezaban a reírse - y Scabbers estaba aquí primero, y está enferma.

Ron se marchó enfadado, subiendo por las escaleras hacia los dormitorios de los chicos.

- Pero Crookshanks sólo es un gato, es normal ¿no? - dijo Draco reuniéndose con ellos, pues había bajado cuando los gritos resonaron en la torre.

Al día siguiente, Ron seguía enfadado con Hermione, apenas habló con ella durante la clase de Herbología, aunque Harry, Draco, Hermione y él trabajaban juntos con la misma Vainilla de viento.

- ¿Cómo está Scabbers? - le preguntó Hermione acobardada, mientras arrancaban a la planta unas vainas gruesas y rosáceas, y vaciaban las brillantes habas en un balde de madera.

- Está escondida debajo de mi cama, sin dejar de temblar - dijo Ron malhumorado, errando la puntería y derramando las habas por el suelo del invernadero.

- ¡Cuidado, Weasley, cuidado! - gritó la profesora Sprout, al ver que las habas retoñaban ante sus ojos.

Luego tuvieron Transformaciones, Harry, que estaba resuelto a pedirle después de clase a la profesora McGonagall que le dejara ir a Hogsmeade con los demás, se puso en la cola que había en la puerta, pensando en cómo convencerla, lo distrajo un alboroto producido al principio de la hilera, Lavender Brown estaba llorando, Parvati la rodeaba con el brazo y explicaba algo a Seamus Finnigan y a Dean Thomas, que escuchaban muy serios.

- ¿Qué ocurre, Lavender? - preguntó preocupada Hermione, cuando ella, Harry, Draco y Ron se acercaron al grupo.

- Esta mañana ha recibido una carta de casa - susurró Parvati - se trata de su conejo Binky. Un zorro lo ha matado.

- ¡Vaya! - dijo Hermione - lo siento, Lavender.

- ¡Tendría que habérmelo imaginado! - dijo Lavender en tono trágico - ¿Saben qué día es hoy?

- Eh...

- ¿16 se octubre? - pregunto Draco.

- ¡16 de octubre! ¡«Eso que temes ocurrirá el viernes 16 de octubre»! ¿Se acuerdan? ¡Tenía razón!

Toda la clase se acababa de reunir alrededor de Lavender, Seamus cabeceó con pesadumbre. Hermione titubeó, luego dijo:

- Tú, tú... ¿temías que un zorro matara a Binky?

- Bueno, no necesariamente un zorro - dijo Lavender; alzando la mirada hacia Hermione y con los ojos llenos de lágrimas - pero tenía miedo de que muriera.

- Vaya - dijo Hermione. Volvió a guardar silencio, luego preguntó -: ¿Era viejo?

- No... - dijo Lavender sollozando - ¡So... sólo era una cría!

Parvati le estrechó los hombros con más fuerza.

- Pero entonces, ¿por qué temías que muriera? - preguntó Hermione, Parvati la fulminó con la mirada - bueno, mírenlo lógicamente -añadió Hermione hacia el resto del grupo - lo que quiero decir es que..., bueno, Binky ni siquiera ha muerto hoy, hoy es cuando Lavender ha recibido la noticia... - Lavender gimió - y no puede haberlo
temido, porque la ha pillado completamente por sorpresa.

- No le hagas caso, Lavender - dijo Ron - las mascotas de los demás no le importan en absoluto.

La profesora McGonagall abrió en ese momento la puerta del aula, lo que tal vez fue una suerte, Hermione y Ron se lanzaban ya miradas asesinas, y al entrar en el aula Hermione se sentó al lado de Draco y Ron se sentó al lado de Harry dejándolos justo en medio de su pelea y sin dirigirse la palabra en toda la hora.

Harry no había pensado aún qué le iba a decir a la profesora McGonagall cuando sonara el timbre al final de la clase, pero fue ella la primera en sacar el tema de Hogsmeade.

- ¡Un momento, por favor! - dijo en voz alta, cuando los alumnos empezaban a salir - dado que son todos de Gryffindor; como yo, deberán entregarme sus autorizaciones antes de Halloween, sin autorización no hay visita al pueblo, así que no se les olvide.

Neville levantó la mano.

- Perdone, profesora. Yo... creo que he perdido...

- Tu abuela me la envió directamente, Longbottom - dijo la profesora McGonagall - pensó que era más seguro, bueno, eso es todo, pueden salir.

- Pregúntaselo ahora - susurró Ron a Harry

- Ah, pero... - fue a decir Hermione.

- Adelante, Harry - le incitó Ron con testarudez.

Harry aguardó a que saliera el resto de la clase y se acercó nervioso a la mesa de la profesora McGonagall.

- ¿Sí, Potter?

Harry tomó aire.

- Profesora, mis tíos... olvidaron... firmarme la autorización - dijo.

La profesora McGonagall lo miró por encima de sus gafas cuadradas, pero no dijo nada.

- Y por eso... eh... ¿piensa que podría... esto... ir a Hogsmeade?

La profesora McGonagall bajó la vista y comenzó a revolver los papeles de su escritorio.

- Me temo que no, Potter. Ya has oído lo que dije. Sin autorización no hay visita al pueblo. Es la norma.

- Pero... mis tíos... ¿sabe?, son muggles, no entienden nada de... de las cosas de Hogwarts —explicó Harry, mientras Draco y Ron le hacía señas de ánimo - si usted me diera permiso...

- Pero no te lo doy - dijo la profesora McGonagall poniéndose en pie y guardando ordenadamente sus papeles en un cajón - el impreso de autorización dice claramente que el padre o tutor debe dar permiso, -e volvió para mirarlo, con una
extraña expresión en el rostro. ¿Era de pena? - lo siento, Potter; pero es mi última palabra, lo mejor será que te des prisa o llegarás tarde a la próxima clase.

No había nada que hacer, Ron llamó de todo a la profesora McGonagall y eso le pareció muy mal a Hermione. Hermione puso cara de «mejor así», lo cual consiguió enfadar a Ron aún más, y Harry tuvo que aguantar que todos sus compañeros de clase comentaran en voz alta y muy contentos lo que harían al llegar a Hogsmeade.

- Por lo menos te queda el banquete, ya sabes, el banquete de la noche de Halloween.

- Sí - aceptó Harry con tristeza - genial.

El banquete de Halloween era siempre bueno, pero sabría mucho mejor si acudía a él después de haber pasado el día en Hogsmeade con todos los demás, nada de lo que le dijeran le hacía resignarse, Dean Thomas, que era bueno con la pluma, se había ofrecido a falsificar la firma de tío Vernon, pero como Harry ya le había dicho a la profesora McGonagall que no se la habían firmado, no era posible probar aquello. Ron sugirió no muy convencido la capa invisible, pero Hermione rechazó de plano la posibilidad
recordándole a Ron lo que les había dicho Dumbledore sobre que los dementores podían
ver a través de ellas.

Percy pronunció las palabras que probablemente le ayudaron menos a resignarse:

- Arman mucho revuelo con Hogsmeade, pero te puedo asegurar que no es para tanto - le dijo muy serio - bueno, es verdad que la tienda de golosinas es bastante buena, pero la tienda de artículos de broma de Zonko es francamente peligrosa, la
Casa de los Gritos merece la visita, pero aparte de eso no te pierdes nada.

La mañana del día de Halloween, Harry se despertó al mismo tiempo que los demás y bajó a desayunar muy triste, pero tratando de disimularlo.

-Te traeremos un montón de golosinas de Honeydukes - le dijo Hermione, compadeciéndose de él.

- Sí, montones - dijo Ron, por fin habían hecho las paces él y Hermione.

- No se preocupen por mí - dijo Harry con una voz que procuró que le saliera despreocupada - ya nos veremos en el banquete. Divertios.

Los acompañó hasta el vestíbulo, donde Filch, el conserje, de pie en el lado interior de la puerta, señalaba los nombres en una lista, examinando detenida y recelosamente cada rostro y asegurándose de que nadie salía sin permiso.

- Me quedare contigo - decidió Draco al llegar al vestíbulo.

- ¿Qué? ¡No! - dijo Harry negando apenas esas palabras salían de su boca, no podía hacer que Draco también se quedara con él, él tenía permiso y el si iría.

- Pero Harry...

- Por favor, ve, no tienes que quedarte conmigo.

- Pero quiero quedarme.

- Tonterías-  dijo empezando a empujarlo lentamente hacia donde estaban los otros.

Después de asegurarle a la profesora McGonagall que Draco estaba bien, Hermione y Ron se llevaron a la fuerza a Draco quien seguía empeñado en quedarse con Harry.

- ¿Te quedas aquí, Potter? - gritó Malfoy, que estaba en la cola, junto a Crabbe y a Goyle - ¿No te atreves a cruzarte con los dementores?

Harry no le hizo caso y volvió solo por las escaleras de mármol y los pasillos vacíos, y llegó a la torre de Gryffindor.

- ¿Contraseña? - dijo la señora gorda despertándose sobresaltada.

- «Fortuna maior» - contestó Harry con desgana.

El retrato le dejó paso y entró en la sala común, estaba repleta de niños de primero y de segundo, todos hablando, y de unos cuantos alumnos mayores que obviamente habían visitado Hogsmeade tantas veces que ya no les interesaba.

- ¡Harry! ¡Harry! ¡Hola, Harry! - era Colin Creevey, un estudiante de segundo que sentía veneración por Harry y nunca perdía la oportunidad de hablar con él - ¿No vas a Hogsmeade, Harry? ¿Por qué no? ¡Eh! - Colin miró a sus amigos con interés -, ¡si quieres puedes venir a sentarte con nosotros!

- No, gracias, Colin - dijo Harry, que no estaba de humor para ponerse delante de gente deseosa de contemplarle la cicatriz de la frente - yo... he de ir a la biblioteca, tengo trabajo.

Después de aquello no tenía más remedio que dar media vuelta y salir por el agujero del retrato.

- ¿Con qué motivo me has despertado? - refunfuñó la señora gorda cuando pasó por allí.

Harry anduvo sin entusiasmo hacia la biblioteca, pero a mitad de camino cambió de idea; no le apetecía trabajar, dio media vuelta y se topó de cara con Filch, que acababa de despedir al último de los visitantes de Hogsmeade.

- ¿Qué haces? - le gruñó Filch, suspicaz.

- Nada - respondió Harry con franqueza.

- ¿Nada? - le soltó Filch, con las mandíbulas temblando - ¡No me digas! Husmeando por ahí tú solo, ¿Por qué no estás en Hogsmeade, comprando bombas fétidas, polvos para eructar y gusanos silbantes, como el resto de tus desagradables amiguitos?

Harry se encogió de hombros.

- Bueno, regresa a la sala común de tu colegio - dijo Filch, que siguió mirándolo fijamente hasta que Harry se perdió de vista.

Pero Harry no regresó a la sala común; subió una escalera, pensando en que tal vez podía ir a la pajarera de las lechuzas, e iba por otro pasillo cuando dijo una voz que salía del interior de un aula:

- ¿Harry? - Harry retrocedió para ver quién lo llamaba y se encontró al profesor Lupin, que lo miraba desde la puerta de su despacho - ¿Qué haces? -le preguntó Lupin en un tono muy diferente al de Filch - ¿Dónde están Draco, Ron y Hermione?

- En Hogsmeade - respondió Harry; con voz que fingía no dar importancia a lo que decía.

- Ah - dijo Lupin, observó a Harry un momento - ¿Por qué no pasas? Acabo de recibir un grindylow para nuestra próxima clase.

- ¿Un qué? - preguntó Harry.

Entró en el despacho siguiendo a Lupin, en un rincón había un enorme depósito de agua, una criatura de un color verde asqueroso, con pequeños cuernos afilados, pegaba la cara contra el cristal, haciendo muecas y doblando sus dedos largos y delgados.

- Es un demonio de agua - dijo Lupin, observando el grindylow ensimismado - no debería darnos muchas dificultades, sobre todo después de los kappas, el truco es deshacerse de su tenaza, ¿Te das cuenta de la extraordinaria longitud de sus dedos? Fuertes, pero muy quebradizos.

El grindylow enseñó sus dientes verdes y se metió en una espesura de algas que había en un rincón.

- ¿Una taza de té? - le preguntó Lupin, buscando la tetera - iba a prepararlo.

- Bueno - dijo Harry, algo embarazado.

Lupin dio a la tetera un golpecito con la varita y por el pitorro salió un chorro de vapor.

- Siéntate - dijo Lupin, destapando una caja polvorienta - lo lamento, pero sólo tengo té en bolsitas, aunque me imagino que estarás harto del té suelto.

Harry lo miró, a Lupin le brillaban los ojos.

- ¿Cómo lo sabe? - preguntó Harry

- Me lo ha dicho la profesora McGonagall - explicó Lupin, pasándole a Harry una taza descascarillada - no te preocupa, ¿verdad?

- No - respondió Harry

Pensó por un momento en contarle a Lupin lo del perro que había visto en la calle Magnolia, pero se contuvo, no quería que Lupin creyera que era un cobarde y menos desde que el profesor parecía suponer que no podía enfrentarse a un boggart.

Algo de los pensamientos de Harry debió de reflejarse en su cara, porque Lupin dijo:

- ¿Estás preocupado por algo, Harry?

- No - mintió Harry, sorbió un poco de té y vio que el grindylow lo amenazaba con el puño - sí -dijo de repente, dejando el té en el escritorio de Lupin -
¿Recuerda el día que nos enfrentamos al boggart?

- Sí - respondió Lupin.

- ¿Por qué no me dejó enfrentarme a él? - le preguntó.

Lupin alzó las cejas.

- Creí que estaba claro - dijo sorprendido.

Harry, que había imaginado que Lupin lo negaría, se quedó atónito.

- ¿Por qué? - volvió a preguntar.

- Bueno - respondió Lupin frunciendo un poco el entrecejo -, pensé que si el boggart se enfrentaba contigo adoptaría la forma de lord Voldemort.

Harry se le quedó mirando, impresionado , no sólo era aquélla la respuesta que menos esperaba, sino que además Lupin había pronunciado el nombre de Voldemort, la única persona a la que había oído pronunciar ese nombre (aparte de él mismo) era el
profesor Dumbledore.

- Es evidente que estaba en un error - añadió Lupin, frunciendo el entrecejo - pero no creí que fuera buena idea que Voldemort se materializase en la sala de profesores, pensé que se aterrorizarían.

- El primero en quien pensé fue Voldemort - dijo Harry con sinceridad - pero luego recordé a los dementores.

- Ya veo - dijo Lupin pensativamente - bien, bien..., estoy impresionado - sonrió ligeramente ante la cara de sorpresa que ponía Harry - eso sugiere que lo que más miedo te da es... el miedo. Muy sensato, Harry.

Harry no supo qué contestar; de forma que dio otro sorbo al té.

- ¿Así que pensabas que no te creía capaz de enfrentarte a un boggart? - dijo Lupin astutamente.

- Bueno..., sí - dijo Harry. Estaba mucho más contento - profesor Lupin, usted conoce a los dementores...

Le interrumpieron unos golpes en la puerta.

- Adelante - dijo Lupin.

Se abrió la puerta y entró Snape, llevaba una copa de la que salía un poco de humo y se detuvo al ver a Harry, entornó sus ojos negros.

- ¡Ah, Severus! - dijo Lupin sonriendo - muchas gracias, ¿Podrías dejarlo aquí, en el escritorio? - Snape posó la copa humeante, sus ojos pasaban de Harry a Lupin - estaba enseñando a Harry mi grindylow - dijo Lupin con cordialidad, señalando el depósito.

- Fascinante - comentó Snape, sin mirar a la criatura - deberías tomártelo ya, Lupin.

- Sí, sí, enseguida - dijo Lupin.

- He hecho un caldero entero, si necesitas más...

- Seguramente mañana tomaré otro poco, muchas gracias, Severus.

- De nada - respondió Snape, pero había en sus ojos una expresión que a Harry no le gusto, salió del despacho retrocediendo, sin sonreír y receloso.

Harry miró la copa con curiosidad. Lupin sonrió.

- El profesor Snape, muy amablemente, me ha preparado esta poción - dijo - nunca se me ha dado muy bien lo de preparar pociones y ésta es especialmente difícil, - tomo la copa y la olió - es una pena que no admita azúcar - añadió, tomando un sorbito y torciendo la boca.

- ¿Por qué...? - comenzó Harry.

Lupin lo miró y respondió a la pregunta que Harry no había acabado de formular:

- No me he encontrado muy bien - dijo - esta poción es lo único que me sana, es una suerte tener de compañero al profesor Snape; no hay muchos magos capaces de prepararla.

El profesor Lupin bebió otro sorbo y Harry tuvo el impulso de quitarle la copa de las manos.

- El profesor Snape está muy interesado por las Artes Oscuras - barbotó.

- ¿De verdad? -preguntó Lupin, sin mucho interés, bebiendo otro trago de la poción.

- Hay quien piensa... - Harry dudó, pero se atrevió a seguir hablando -, hay quien piensa que sería capaz de cualquier cosa para conseguir el puesto de profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras.

Lupin vació la copa e hizo un gesto de desagrado.

- Asqueroso - dijo - bien, Harry, tengo que seguir trabajando, nos veremos en el banquete.

- De acuerdo - dijo Harry, dejando su taza de té, la copa, ya vacía, seguía echando humo.

- Aquí tienes - dijo Ron - hemos traído todos los que pudimos.

Un chaparrón de caramelos de brillantes colores cayó sobre las piernas de Harry, ya había anochecido, y Draco, Ron y Hermione acababan de hacer su aparición en la sala común, con la cara enrojecida por el frío viento y con pinta de habérselo pasado mejor que en toda su vida, excepto Draco, el tenía cara de que alguien hubiera muerto.

- Gracias - dijo Harry, cogiendo un paquete de pequeños y negros diablillos de pimienta - ¿Cómo es Hogsmeade? ¿Dónde habéis ido?

- Aburrido sin ti con nosotros - contesto Draco al instante, mientras se desplomaba cerca de Harry, Harry sonrió algo avergonzado por lo dicho por Draco, pero una cálida sensación se instalo en su pecho.

-A juzgar por las apariencias, a todos los sitios, - dijo Ron ignorando lo dicho por Draco - a Dervish y Banges, la tienda de artículos de brujería, a la tienda de artículos de broma de Zonko, a Las Tres Escobas, para tomarse unas cervezas de mantequilla caliente con espuma, y a otros muchos sitios...

- ¡La oficina de correos, Harry! ¡Unas doscientas lechuzas, todas descansando en anaqueles, todas con claves de colores que indican la velocidad de cada una! Honeydukes tiene un nuevo caramelo: daban muestras gratis, aquí tienes un poco,
mira.

- Nos ha parecido ver un ogro, en Las Tres Escobas hay todo tipo de gente...

- Ojalá te hubiéramos traído cerveza de mantequilla, realmente te reconforta.

- ¿Y tú que has hecho? - le preguntó Hermione - ¿Has trabajado?

- ¡Draco! - el nombrado volteo encontrándose con Fred y George que por las sonrisas que tenían pintadas en el rostro, no parecían tramar nada bueno - te necesitamos para ayudarnos a...

- Estudiar - completo George.

- ¿Estudiar? ¿ustedes?

- Nos ofendes, Draco.

- Si de ves en cuando nos gusta ponerle atención a los estudios.

- Si, claro - dijo Draco sin creer nada de lo que decían, pero se levanto y los siguió.

- No - respondió Harry a la pregunta de Hermione  cuando Draco se marcho - Lupin me invitó a un té en su despacho, y entró Snape...

Les contó lo de la copa, Ron se quedó con la boca abierta.

- ¿Y Lupin se la bebió? - exclamó - ¿está loco?

Hermione miró la hora.

- Será mejor que vayamos bajando El banquete empezará dentro de cinco minutos

Pasaron por el retrato entre la multitud, todavía hablando de Snape.

- Pero si él..., ya sabéis... - Hermione bajó la voz, mirando a su alrededor con cautela - si intentara envenenar a Lupin, no lo haría delante de Harry.

- Sí, quizá tengas razón - dijo Harry mientras llegaban al vestíbulo y lo cruzaban para entrar en el Gran Comedor, lo habían decorado con cientos de calabazas con velas dentro, una bandada de murciélagos vivos que revoloteaban y muchas serpentinas de color naranja brillante que caían del techo como culebras de río.

La comida fue deliciosa, incluso Hermione y Ron, que estaban que reventaban de los dulces que habían comido en Honeydukes, repitieron, Harry no paraba de mirar a la mesa de los profesores, el profesor Lupin parecía alegre y más sano que nunca, hablaba animadamente con el pequeñísimo profesor Flitwick, que impartía Encantamientos. Harry recorrió la mesa con la mirada hasta el lugar en que se sentaba Snape, ¿Se lo estaba imaginando o Snape miraba a Lupin y parpadeaba más de lo normal?

El banquete terminó con una actuación de los fantasmas de Hogwarts, saltaron de los muros y de las mesas para llevar a cabo un pequeño vuelo en formación, Nick Casi Decapitado, el fantasma de Gryffindor; cosechó un gran éxito con una representación de su propia desastrosa decapitación.

Fue una noche tan estupenda que Gael no pudo enturbiar el buen humor de Harry al gritarle por entre la multitud, cuando salían del Gran Comedor:

- ¡Los dementores te envían recuerdos, Potter!

Harry, Ron y Hermione siguieron al resto de los de su casa por el camino de la torre de Gryffindor, pero cuando llegaron al corredor al final del cual estaba el retrato de la señora gorda, lo encontraron atestado de alumnos.

- ¿Por qué no entran? - preguntó Ron intrigado.
Harry miró delante de él, por encima de las cabezas, el retrato estaba cerrado.

- Déjenme pasar; por favor - dijo la voz de Percy, se esforzaba por abrirse paso a través de la multitud, dándose importancia - ¿Qué es lo que ocurre? No es posible que nadie se acuerde de la contraseña, déjeme pasar, soy el Premio Anual.

(Quedaras decir "el Premio Asnal").

La multitud guardó silencio entonces, empezando por los de delante, fue como si un aire frío se extendiera por el corredor, oyeron que Percy decía con una voz repentinamente aguda:

- Que alguien vaya a buscar al profesor Dumbledore, rápido.

Las cabezas se volvieron, los de atrás se ponían de puntillas.

- ¿Qué sucede? - preguntó Ginny, que acababa de llegar.

- ¿Pero darle el...? - Draco quedo a media pregunta cuando vio a toda la gente que estaban reunida - ¿que pasó? - preguntó llegando al lado de Harry junto los gemelos Weasley.

Al cabo de un instante hizo su aparición el profesor Dumbledore, dirigiéndose velozmente hacia el retrato, los alumnos de Gryffindor se apretujaban para dejarle paso, y Harry; Draco, Ron y Hermione se acercaron un poco para ver qué sucedía.

- ¡Anda, mi madr...! - exclamó Hermione, tomando al brazo de Harry.

La señora gorda había desaparecido del retrato, que había sido rajado tan ferozmente que algunas tiras del lienzo habían caído al suelo, faltaban varios trozos grandes.

Dumbledore dirigió una rápida mirada al retrato estropeado y se volvió, con ojos entristecidos vio a los profesores McGonagall, Lupin y Snape, que se acercaban a toda prisa.

- Hay que encontrarla - dijo Dumbledore - por favor; profesora McGonagall, dígale enseguida al señor Filch que busque a la señora gorda por todos los cuadros del castillo.

- ¡Apañados vais! - dijo una voz socarrona.

Era Peeves, que revoloteaba por encima de la multitud y estaba encantado, como cada vez que veía a los demás preocupados por algún problema.

- ¿Qué quieres decir, Peeves? - le preguntó Dumbledore tranquilamente, la sonrisa de Peeves desapareció, no se atrevía a burlarse de Dumbledore, adoptó una voz empalagosa que no era mejor que su risa.

- Le da vergüenza, señor director, no quiere que la vean, es un desastre de mujer, la vi correr por el paisaje, hacia el cuarto piso, señor; esquivando los árboles y gritando algo terrible -dijo con alegría - Pobrecita - añadió sin convicción.

- ¿Dijo quién lo ha hecho? - preguntó Dumbledore en voz baja.

- Sí, señor director - dijo Peeves, con pinta de estar meciendo una bomba en sus brazos - se enfadó con ella porque no le permitió entrar, ¿sabe? - Peeves dio una vuelta de campana y dirigió a Dumbledore una sonrisa por entre sus propias piernas - ese Sirius Black tiene un genio insoportable.

El profesor Dumbledore mandó que los estudiantes de Gryffindor volvieran al Gran
Comedor; donde se les unieron, diez minutos después, los de Ravenclaw, Hufflepuff y Slytherin, todos parecían confusos.

- Los demás profesores y yo tenemos que llevar a cabo un rastreo por todo el castillo - explicó el profesor Dumbledore, mientras McGonagall y Flitwick cerraban todas las puertas del Gran Comedor - me temo que, por su propia seguridad,
Tendrán que pasar aquí la noche, quiero que los prefectos monten guardia en las puertas del Gran Comedor y dejo de encargados a los dos Premios Anuales, comuniquen cualquier novedad-  añadió, dirigiéndose a Percy, que se sentía inmensamente
orgulloso - avisen por medio de algún fantasma - el profesor Dumbledore se detuvo antes de salir del Gran Comedor y añadió -: Bueno, necesitaran...

Con un movimiento de la varita, envió volando las largas mesas hacia las paredes del Gran Comedor, con otro movimiento, el suelo quedó cubierto con cientos de mullidos sacos de dormir rojos.

- Felices sueños - dijo el profesor Dumbledore, cerrando la puerta.

El Gran Comedor empezó a bullir de excitación, los de Gryffindor contaban al resto del colegio lo que acababa de suceder.

- ¡Todos a los sacos! - gritó Percy - ¡ahora mismo, se acabó la charla! ¡Apagaré las luces dentro de diez minutos!

- Vamos - dijo Ron a Draco, Hermione y a Harry, tomaron tres sacos de dormir y se los
llevaron a un rincón.

- ¿Creen que Black sigue en el castillo? - susurró Hermione con preocupación.

- Evidentemente, Dumbledore piensa que es posible - dijo Ron.

- Pero no creo que Black sea ingenuo, debió escapar cuando la señora gorda no lo dejo entrar por el retrato - opino Draco.

- Es una suerte que haya elegido esta noche, ¿se dan cuenta? - dijo Hermione, mientras se metían vestidos en los sacos de dormir y se apoyaban en el codo para hablar - la única noche que no estábamos en la torre...

- Supongo que con la huida no sabrá en qué día vive - dijo Ron - no se ha dado cuenta de que es Halloween, de lo contrario, habría entrado aquí a saco.

Hermione se estremeció.

A su alrededor todos se hacían la misma pregunta:

- ¿Cómo ha podido entrar?

- A lo mejor sabe cómo aparecerse - dijo un alumno de Ravenclaw que estaba cerca de ellos - cómo salir de la nada.

- A lo mejor se ha disfrazado - dijo uno de Hufflepuff, de quinto curso.

- Podría haber entrado volando- sugirió Dean Thomas.

- Hay que ver; ¿es que Draco y yo somos las únicas  persona que ha leído Historia de Hogwarts? - preguntó Hermione a Harry y a Ron, perdiendo la paciencia.

- Casi seguro - dijo Ron - ¿por qué lo dices?

- Porque el castillo no está protegido sólo por muros - indicó Hermione -, sino también por todo tipo de encantamientos para evitar que nadie entre furtivamente, no es tan fácil aparecerse aquí, y quisiera ver el disfraz capaz de engañar a los dementores, vigilan cada una de las entradas a los terrenos del colegio, si hubiera entrado volando,
también lo habrían visto, Filch conoce todos los pasadizos secretos y estarán vigilados.

- ¡Voy a apagar las luces ya! - gritó Percy - quiero que todo el mundo esté metido en el saco y callado.

Todas las velas se apagaron a la vez, la única luz venía de los fantasmas de color de plata, que se movían por todas partes, hablando con gravedad con los prefectos, y del techo encantado, tan cuajado de estrellas como el mismo cielo exterior, entre aquello y el cuchicheo ininterrumpido de sus compañeros, Harry se sintió como durmiendo a la
intemperie, arrullado por la brisa.

Cada hora aparecía por el salón un profesor para comprobar que todo se hallaba en orden, hacia las tres de la mañana, cuando por fin se habían quedado dormidos muchos alumnos, entró el profesor Dumbledore, Harry vio que iba buscando a Percy, que rondaba por entre los sacos de dormir amonestando a los que hablaban, Percy estaba a
corta distancia de Harry, Draco, Ron y Hermione, que fingieron estar dormidos cuando se acercaron los pasos de Dumbledore.

- ¿Han encontrado algún rastro de él, profesor? - le preguntó Percy en un susurro.

- No. ¿Por aquí todo bien?

- Todo bajo control, señor.

- Bien, no vale la pena moverlos a todos ahora, he encontrado a un guarda provisional para el agujero del retrato de Gryffindor, mañana podrás llevarlos a todos.

- ¿Y la señora gorda, señor?

- Se había escondido en un mapa de Argyllshire del segundo piso, parece que se negó a dejar entrar a Black sin la contraseña, y por eso la atacó, sigue muy consternada, pero en cuanto se tranquilice le diré al señor Filch que restaure el lienzo.

Harry oyó crujir la puerta del salón cuando volvió a abrirse, y más pasos.

- ¿Señor director? - Era Snape, Harry se quedó completamente inmóvil, aguzando el oído - hemos registrado todo el primer piso, no estaba allí, y Filch ha examinado las mazmorras, tampoco ha encontrado rastro de él.

- ¿Y la torre de astronomía? ¿Y el aula de la profesora Trelawney? ¿Y la pajarera de las lechuzas?

- Lo hemos registrado todo...
- Muy bien, Severus , la verdad es que no creía que Black prolongara su estancia aquí.

- ¿Tiene alguna idea de cómo pudo entrar; profesor? - preguntó Snape. Harry alzó la cabeza ligeramente, para desobstruirse el otro oído.

- Muchas, Severus, pero todas igual de improbables.

Harry abrió un poco los ojos y miró hacia donde se encontraban ellos, Dumbledore estaba de espaldas a él, pero pudo ver el rostro de Percy, muy atento, y el perfil de Snape, que parecía enfadado.

- ¿Se acuerda, señor director; de la conversación que tuvimos poco antes de... Comenzar el curso? -,preguntó Snape, abriendo apenas los labios, como para que Percy no se enterara.

- Me acuerdo, Severus - dijo Dumbledore, en su voz había como un dejo de reconvención.

- Parece... Casi imposible... Que Black haya podido entrar en el colegio sin ayuda del interior, expresé mi preocupación cuando usted señaló...

- No creo que nadie de este castillo ayudara a Black a entrar -,dijo Dumbledore en un tono que dejaba bien claro que daba el asunto por zanjado. Snape no contestó -, tengo que bajar a ver a los dementores, les dije que les informaría cuando hubiéramos terminado el registro.

- ¿No quisieron ayudarnos, señor? - preguntó Percy.

- Sí, desde luego - respondió Dumbledore fríamente -, pero me temo que mientras yo sea director; ningún dementor cruzará el umbral de este castillo.

Percy se quedó un poco avergonzado. Dumbledore salió del salón con rapidez y silenciosamente, Snape aguardó allí un momento, mirando al director con una expresión de profundo resentimiento, luego también él se marchó.

Harry miró a ambos lados, a Ron y a Hermione, tanto uno como otro tenían los ojos abiertos, reflejando el techo estrellado.

- ¿De qué hablaban? - preguntó Ron.

Draco dio la vuelta en su lugar y les dio la espalda, Harry suspiro un poco, no quería pelear con Draco, pero el seguía teniendo sus sospechas hacia Snape.

Durante los días que siguieron, en el colegio no se habló de otra cosa que de Sirius Black, las especulaciones acerca de cómo había logrado penetrar en el castillo fueron cada vez más fantásticas; Hannah Abbott, de Hufflepuff, se pasó la mayor parte de la clase de Herbología contando que Black podía transformarse en un arbusto florido.

Habían quitado de la pared el lienzo rasgado de la señora gorda y lo habían reemplazado con el retrato de sir Cadogan y su pequeño y robusto caballo gris, esto no le hacía a nadie mucha gracia, Sir Cadogan se pasaba la mitad del tiempo retando a duelo a todo el mundo, y la otra mitad inventando contraseñas ridículamente complicadas que cambiaba al menos dos veces al día.

- Está loco de remate - le dijo Seamus Finnigan a Percy, enfadado - ¿No hay otro disponible?

- Ninguno de los demás retratos quería el trabajo - dijo Percy - estaban asustados por lo que le ha ocurrido a la señora gorda. Sir Cadogan fue el único lo bastante valiente para ofrecerse voluntario.

Lo que menos preocupaba a Harry era sir Cadogan, lo vigilaban muy de cerca, los
profesores buscaban disculpas para acompañarlo por los corredores, y Percy Weasley (obrando, según sospechaba Harry, por instigación de su madre) le seguía los pasos por todas partes, como un perro guardián extremadamente pomposo, para colmo, la profesora McGonagall lo llamó a su despacho y lo recibió con una expresión tan
sombría que Harry pensó que se había muerto alguien.

- No hay razón para que te lo ocultemos por más tiempo, Potter - dijo muy seriamente - sé que esto te va a afectar; pero Sirius Black...

- Ya sé que va detrás de mí - dijo Harry, un poco cansado - oí al padre de Ron cuando se lo contaba a su mujer, el señor Weasley trabaja para el Ministerio de Magia.

La profesora McGonagall se sorprendió mucho, miró a Harry durante un instante y dijo:

- Ya veo, bien, en ese caso comprenderás por qué creo que no debes ir por las tardes a los entrenamientos de quidditch, es muy arriesgado estar ahí fuera, en el campo, sin más compañía que los miembros del equipo...

- ¡El sábado tenemos nuestro primer partido - dijo Harry, indignado - ¡Tengo que entrenar; profesora!

La profesora McGonagall meditó un instante. Harry sabía que ella deseaba que ganara el equipo de Gryffindor; al fin y al cabo, había sido ella la primera que había propuesto a Harry como buscador. Harry aguardó conteniendo el aliento.

- Mm... - la profesora McGonagall se puso en pie y observó desde la ventana el campo de quidditch, muy poco visible entre la lluvia - bien, te aseguro que me gustaría que por fin ganáramos la copa... De todas formas, Potter; estaría más tranquila
si un profesor estuviera presente, pediré a la señora Hooch que supervise tus sesiones de
entrenamiento.

• • •

El tiempo empeoró conforme se acercaba el primer partido de quidditch, impertérrito, el
equipo de Gryffindor entrenaba cada vez más, bajo la mirada de la señora Hooch, luego, en la sesión final de entrenamiento que precedió al partido del sábado, Oliver Wood comunicó a su equipo una noticia no muy buena:

- ¡No vamos a jugar contra Slytherin! - les dijo muy enfadado - Flint acaba de venir a verme, vamos a jugar contra Hufflepuff.

- ¿Por qué? - preguntaron todos.

- La excusa de Flint es que su buscador aún tiene el brazo lesionado - dijo Wood, rechinando con furia los dientes - pero está claro el verdadero motivo: no quieren jugar con este tiempo, porque piensan que tendrán menos posibilidades...

Durante todo el día había soplado un ventarrón y caído un aguacero, y mientras hablaba Wood se oía retumbar a los truenos.

- ¡No le pasa nada al brazo de Malfoy! - dijo Harry furioso - está fingiendo.

- Lo sé, pero no lo podemos demostrar - dijo Wood con acritud - y hemos practicado todos estos movimientos suponiendo que íbamos a jugar contra Slytherin, y en su lugar tenemos a Hufflepuff, y su estilo de juego es muy diferente. Tienen un nuevo capitán buscador; Cedric Diggory...

De repente, Angelina, Alicia y Katie soltaron una carcajada.

- ¿Qué? - preguntó Wood, frunciendo la frente anta aquella actitud.

- Es ese chico alto y guapo, ¿verdad? - preguntó Angelina.

- ¡Y tan fuerte y callado! - añadió Katie, y volvieron a reírse.

( Y que se va a morir el siguiente año *sonrisa embobada*, lo siento tenía que hacerlo).

- Es callado porque no es lo bastante inteligente para juntar dos palabras - dijo Fred - no sé qué te preocupa, Oliver, los de Hufflepuff son pan comido, la última vez que jugamos con ellos, Harry atrapo la snitch al cabo de unos cinco minutos, ¿no te acuerdas?

- ¡Jugábamos en condiciones muy distintas! - gritó Wood, con los ojos muy abiertos - Diggory ha mejorado mucho el equipo. ¡Es un buscador excelente! ¡Ya sospechaba que se lo tomarían así! ¡No debemos confiarnos! ¡Hay que tener bien claro
el objetivo! ¡Slytherin intenta tomarnos desprevenidos! ¡Hay que ganar!

- Tranquilízate, Oliver - dijo Fred alarmado - nos tomamos muy en serio a Hufflepuff. Muy en serio.

El día anterior al partido, el viento se convirtió en un huracán y la lluvia cayó con más fuerza que nunca, estaba tan oscuro dentro de los corredores y las aulas que se encendieron más antorchas y faroles, el equipo de Slytherin se daba aires,
especialmente Gael.

- ¡Ah, si mi brazo estuviera mejor! - suspiraba mientras el viento golpeaba las ventanas.

Harry no tenía sitio en la cabeza para preocuparse por otra cosa que el partido del día siguiente, entre clase y clase, Oliver Wood se le acercaba a toda prisa para darle consejos, la tercera vez que sucedió, Wood habló tanto que Harry se dio cuenta de pronto de que llegaba diez minutos tarde a la clase de Defensa Contra las Artes Oscuras, y echó a correr mientras Wood le gritaba:

- ¡Diggory tiene un regate muy rápido, Harry! Tendrás que hacerle una vaselina...

Harry frenó al llegar a la puerta del aula de Defensa Contra las Artes Oscuras, la abrió y entró apresuradamente.

- Lamento llegar tarde, profesor Lupin. Yo...

Pero no era Lupin quien lo miraba desde la mesa del profesor; era Snape.

- La clase ha comenzado hace diez minutos, Potter, así que creo que descontaremos a Gryffindor diez puntos. Siéntate.

Pero Harry no se movió.

- ¿Dónde está el profesor Lupin? - preguntó.

- No se encuentra bien para dar clase hoy - dijo Snape con una sonrisa contrahecha - creo que te he dicho que te sientes.

Pero Harry permaneció donde estaba.

- ¿Qué le ocurre?

A Snape le brillaron sus ojos negros.

- Nada que ponga en peligro su vida - dijo como si deseara lo contrario - cinco puntos menos para Gryffindor y si te tengo que volver a decir que te sientes serán cincuenta.

Harry se fue despacio hacia su sitio y se sentó. Snape miró a la clase.

- Como decía antes de que nos interrumpiera Potter, el profesor Lupin no ha dejado ninguna información acerca de los temas que han estudiado hasta ahora...

- Hemos estudiado los boggarts, los gorros rojos, los kappas y los grindylows - informó Hermione rápidamente -, y estábamos a punto de comenzar...

- Cállate - dijo Snape fríamente - no te he preguntado, sólo comentaba la falta de organización del profesor Lupin.

- Es el mejor profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras que hemos tenido - dijo Dean Thomas con atrevimiento, y la clase expresó su conformidad con murmullos, Snape puso el gesto más amenazador que le habían visto.

- Son fáciles de complacer, Lupin apenas les exige esfuerzo... Yo daría por hecho que los de primer curso son ya capaces de manejarse con los gorros rojos y los grindylows. Hoy veremos...

Harry lo vio hojear el libro de texto hasta llegar al último capítulo, que debía de imaginarse que no habían visto.

- ... los hombres lobo - concluyó Snape.

- Pero profesor - dijo Hermione, que parecía incapaz de contenerse -, todavía no podemos llegar a los hombres lobo, está previsto comenzar con los hinkypunks...

- Señorita Granger - dijo Snape con voz calmada -, creía que era yo y no tú quien daba la clase, ahora, aban todos el libro por la página 394 - miró a la clase -: todos. Ya.

Con miradas de soslayo y un murmullo de descontento, abrieron los libros.

- ¿Quién de ustedes puede decirme cómo podemos distinguir entre el hombre lobo y el lobo auténtico?

Todos se quedaron en completo silencio, todos excepto Hermione, cuya mano, como de costumbre, estaba levantada, a algunos les sorprendió el hecho de que Draco no la levantara, usualmente era él y Hermione los que siempre opinaban en clase, pero esta vez Draco estaba de brazos cruzados y veía a Snape con el ceño fruncido.

- ¿Nadie? - preguntó Snape, sin prestar atención a Hermione, ni a la mirada de reclamo de Draco, la sonrisa contrahecha había vuelto a su rostro - ¿Es que el profesor Lupin no les ha enseñado ni
siquiera la distinción básica entre...?

- Ya se lo hemos dicho - dijo de repente Parvati - no hemos llegado a los hombres lobo, estamos todavía por...

- ¡Silencio! - gruñó Snape - bueno, bueno, bueno... Nunca creí que encontraría una clase de tercero que ni siquiera fuera capaz de reconocer a un hombre lobo, me encargaré de informar al profesor Dumbledore de lo atrasados que estáis todos...

- Por favor, profesor - dijo Hermione, que seguía con la mano levantada - el hombre lobo difiere del verdadero lobo en varios detalles: el hocico del hombre lobo...

- Es la segunda vez que hablas sin que te corresponda, señorita Granger - dijo Snape con frialdad - cinco puntos menos para Gryffindor por ser una sabelotodo insufrible.

Hermione se puso muy colorada, bajó la mano y miró al suelo, con los ojos llenos de lágrimas, un indicio de hasta qué punto odiaban todos a Snape era que lo estaban fulminando con la mirada, todos, en alguna ocasión, habían llamado sabelotodo a Hermione, y Ron, que lo hacia por lo menos dos veces a la semana, dijo en voz alta:

- Usted nos ha hecho una pregunta y ella le ha respondido, ¿por qué pregunta si no quiere que se le responda?

Sus compañeros comprendieron al instante que había ido demasiado lejos.

- Te quedarás castigado, Weasley -dijo Snape con voz suave y acercando el rostro al de Ron -, y si vuelvo a oírte criticar mi manera de dar clase, te arrepentirás.

Nadie se movió durante el resto de la clase, siguió cada uno en su sitio, tomando notas sobre los hombres lobo del libro de texto, mientras Snape rondaba entré las filas de pupitres examinando el trabajo que habían estado haciendo con el profesor Lupin.

- Muy pobremente explicado... Esto es incorrecto... El kappa se encuentra sobre todo en Mongolia... ¿El profesor Lupin te puso un ocho? Yo no te habría puesto más de un tres.

Cuando el timbre sonó por fin, Snape los retuvo:

- Escribirán una redacción de dos pergaminos sobre las maneras de reconocer y matar a un hombre lobo, para el lunes por la mañana, ya es hora de que alguien meta en cintura a esta clase. Weasley, quédate, tenemos que hablar sobre tu castigo.

Harry, Draco y Hermione abandonaron el aula con los demás alumnos, que esperaron a encontrarse fuera del alcance de los oídos de Snape para estallar en críticas contra él.

- Snape nunca ha actuado así con ninguno de los otros profesores de Defensa Contra las Artes Oscuras, aunque quisiera el puesto - comentó Harry a Hermione - ¿Por qué la tiene tomada con Lupin? ¿Será por lo del boggart?

- No sé - dijo Hermione pensativamente - pero espero que el profesor Lupin se recupere pronto.

Ron los alcanzó cinco minutos más tarde, muy enfadado.

- ¿Sabéis lo que ese... (llamó a Snape algo que escandalizó a Hermione) me ha mandado? Tengo que lavar los orinales de la enfermería. ¡Sin magia! - dijo con la respiración alterada, tenía los puños fuertemente cerrados - ¿por qué no podía haberse
ocultado Black en el despacho de Snape, eh? ¡Podía haber acabado con él!

Draco tomo fuertemente la correa que colgaba de su hombro, no le gustaba que hablaran así que su padrino, sin embargo, había veces que ni siquiera él podía defenderlo.

Al día siguiente, Harry se despertó muy temprano, tan temprano que todavía estaba oscuro, por un instante creyó que lo había despertado el ruido del viento, luego sintió una brisa fría en la nuca y se incorporó, Peeves flotaba a su lado, soplándole
en la oreja.

- ¿Por qué has hecho eso? - le preguntó Harry enfadado.

Peeves hinchó los carrillos, sopló muy fuerte y salió del dormitorio hacia atrás, a toda prisa, riéndose.

Harry tanteó en busca de su despertador y lo miró: eran las cuatro y media, echando pestes de Peeves, se dio la vuelta y procuró volver a dormirse, pero una vez despierto fue difícil olvidar el ruido de los truenos que retumbaban por encima de su cabeza, los embates del viento contra los muros del castillo y el lejano crujir de los árboles en el bosque prohibido, unas horas después se hallaría allí fuera, en el campo de
quidditch, batallando en medio del temporal, finalmente, renunció a su propósito de volver a dormirse, se levantó, se vistió, tomo su Nimbus 2.000 y salió silenciosamente del dormitorio.

Cuando Harry abrió la puerta, algo le rozó la pierna, se agachó con el tiempo justo para tomar a Crookshanks por el extremo de la cola peluda y sacarlo a rastras.

- ¿Sabes? Creo que Ron tiene razón sobre ti -le dijo Harry receloso - hay muchos ratones por aquí, ve a cazarlos. Vamos - añadió, echando a Crookshanks con el pie, para que bajara por la escalera de caracol - deja en paz a Scabbers.

El ruido de la tormenta era más fuerte en la sala común, Harry tenía demasiada experiencia para creer que se cancelaría el partidos, los partidos de quidditch no se cancelaban por nimiedades como una tormenta, sin embargo, empezaba a preocuparse. Wood le había indicado quién era Cedric Diggory en el corredor; Diggory estaba en
quinto y era mucho mayor que Harry, los buscadores solían ser ligeros y veloces, pero
el peso de Diggory sería una ventaja con aquel tiempo, porque tendría muchas menos posibilidades de que el viento le desviara el rumbo.

Harry pasó ante la chimenea las horas que quedaban hasta el amanecer, de vez en cuando se levantaba para evitar que Crookshanks volviera a escabullirse por la escalera que llevaba al dormitorio de los chicos, al cabo de un tiempo le pareció a Harry que ya era la hora del desayuno y se dirigió él solo hacia el retrato.

- ¡En guardia, malandrín! - lo retó sir Cadogan.

- «Cállate ya» contestó Harry, bostezando.

Se reanimó algo tomando un plato grande de gachas de avena y cuando ya había empezado con las tostadas, apareció el resto del equipo.

- Va a ser difícil - dijo Wood, sin probar bocado.

- Deja de preocuparte, Oliver - lo tranquilizó Alicia - no nos asustamos por un poquito de lluvia.

Pero era bastante más que un poquito de lluvia, el quidditch era tan popular que todo el colegio salió a ver el partido, como de costumbre, corrían por el césped hasta el campo de quidditch, con la cabeza agachada contra el feroz viento que arrancaba los
paraguas de las manos, poco antes de entrar en el vestuario, Harry vio a Malfoy, a Crabbe y a Goyle camino del campo de quidditch; cubiertos por un enorme paraguas, lo señalaban y se reían.

Los miembros del equipo se pusieron la túnica escarlata y aguardaron la habitual arenga de Wood, pero ésta no se produjo, Wood intentó varias veces hablarles, tragó saliva con un ruido extraño, cabeceó desesperanzado y les indicó por señas que lo siguieran.

El viento era tan fuerte que se tambalearon al entrar en el campo, a causa del retumbar de los truenos, no podían saber si la multitud los aclamaba, la lluvia rociaba los cristales de las gafas de Harry ¿Cómo demonios iba a ver la snitch en aquellas condiciones?

Los de Hufflepuff se aproximaron desde el otro extremo del campo, con la túnica amarillo canario, los capitanes de ambos equipos se acercaron y se estrecharon la mano, Diggory sonrió a Wood, pero Wood parecía tener ahora la mandíbula encajada y se limitó a hacer un gesto con la cabeza, Harry vio que la boca de la señora Hooch articulaba:

- Monten en las escobas.

Harry sacó del barro el pie derecho y pasó la pierna por encima de la Nimbus 2.000, la señora Hooch se llevó el silbato a los labios y dio un pitido que sonó distante y estridente... Dio comienzo el partido.

Harry se elevó rápidamente, pero la Nimbus 2.000 oscilaba a causa del viento, la sostuvo tan firmemente como pudo y dio media vuelta de cara a la lluvia, con los ojos entornados.

Al cabo de cinco minutos, Harry estaba calado hasta los huesos y helado de frío, apenas podía ver a sus compañeros de equipo y menos aún la pequeña snitch, atravesó el campo de un lado a otro, adelantando bultos rojos y amarillos, sin idea de lo que sucedía, el viento no le permitía oír los comentarios, la multitud estaba oculta bajo un mar de capas y de paraguas maltrechos, en dos ocasiones estuvo a punto de ser derribado por una bludger, su visión estaba tan limitada por el agua de las gafas que no las vio acercarse.

Perdió la noción del tiempo, era cada vez más difícil sujetar la escoba con firmeza, el cielo se oscureció, como si hubiera llegado la noche en plena mañana, dos veces estuvo a punto de chocar contra otro jugador; que no sabía si era de su equipo o del oponente, todos estaban ahora tan calados, y la lluvia era tan densa, que apenas podía distinguirlos...

Con el primer relámpago llegó el pitido del silbato de la señora Hooch, Harry sólo pudo ver a través de la densa lluvia la silueta de Wood, que le indicaba por señas que descendiera, todo el equipo aterrizó en el barro, salpicando.

- ¡He pedido tiempo muerto! - gritó a sus jugadores - vengan aquí debajo.

Se apiñaron en el borde del campo, debajo de un enorme paraguas, Harry se quitó las gafas y se las limpió con la túnica.

- ¿Cuál es la puntuación?

- Cincuenta puntos a nuestro favor, pero si no atrapamos la snitch, seguiremos jugando hasta la noche.

- Con esto me resulta imposible - respondió Harry, blandiendo las gafas.

En ese instante apareció Draco a su lado, se tapaba la cabeza con la capa e, inexplicablemente, estaba sonriendo.

- ¡Tengo una idea, Harry! ¡Dame tus gafas, rápido!

Se las entregó, y ante la mirada de sorpresa del equipo, golpeó las gafas con su varita y dijo:

- Impervius - y se las devolvió a Harry diciendo - Ahí las tienes: ¡repelerán el agua!

Wood parecía querer besarlo:

- Suerte, Harry - dijo.

- ¡¿Y nosotros que?! - gritaron Fred y George cuando Draco se dio la vuelta, Draco solo les hizo un gesto que a Hermione hubiera escandalizado.

- ¡Magnífico! - exclamó emocionado, mientras el se alejaba - ¡De acuerdo, vamos a ello!

El hechizo de Draco funcionó, Harry seguía entumecido por el frío y más empapado que nunca en su vida, pero podía ver, lleno de una renovada energía, aceleró la escoba a través del aire turbulento buscando en todas direcciones la snitch, esquivando una bludger; pasando por debajo de Diggory, que volaba en dirección
contraria...

Brilló otro rayo, seguido por el retumbar de un rayo, la cosa se ponía cada vez más peligrosa, Harry tenía que atrapar la snitch cuanto antes...

Se volvió, intentando regresar hacia la mitad del campo, pero en ese momento otro relámpago iluminó las gradas y Harry vio algo que lo distrajo completamente: la silueta de un enorme y lanudo perro negro, claramente perfilada contra el cielo, inmóvil en la parte superior y más vacía de las gradas.

Las manos entumecidas le resbalaron por el palo de la escoba y la Nimbus descendió varios metros, retirándose de los ojos el flequillo empapado, volvió a mirar hacia las gradas: el perro había desaparecido.

- ¡Harry! - gritó Wood angustiado, desde los postes de Gryffindor - ¡Harry, detrás de ti!

Harry miró hacia atrás con los ojos abiertos de par en par. Cedric Diggory atravesaba el campo a toda velocidad, y entre ellos, en el aire cuajado de lluvia, brillaba una diminuta bola dorada...

Con un sobresalto, Harry pegó el cuerpo al palo de la escoba y se lanzó hacia la snitch como una bala.

- ¡Vamos! - gritó a la Nimbus, al mismo tiempo que la lluvia le azotaba la cara - ¡Más rápido!

Pero algo extraño pasaba, un inquietante silencio caía sobre el estadio, ya no se oía el viento, aunque soplaba tan fuerte como antes, era como si alguien hubiera quitado el sonido, o como si Harry se hubiera vuelto sordo de repente. ¿Qué sucedía?

Y entonces le penetró en el cuerpo una ola de frío horrible y ya conocida, exactamente en el momento en que veía algo que se movía por el campo, debajo de él, antes de que pudiera pensar, Harry había apartado la vista de la snitch y había mirado hacia abajo, abajo había al menos cien dementores, con el rostro tapado, y todos señalándole,  como si le subiera agua helada por el pecho y le cortara por dentro, y entonces volvió a oírlo... Alguien gritaba dentro de su cabeza..., una mujer...

- A Harry no. A Harry no. A Harry no, por favor.

- Apártate, estúpida... apártate...

- A Harry no. Te lo ruego, no. Tómame a mí. Mátame a mí en su lugar...

A Harry se le había enturbiado el cerebro con una especie de niebla blanca,¿Qué hacía? ¿Por qué montaba una escoba voladora? Tenía que ayudarla, la mujer iba a morir; la iban a matar...

Harry caía, caía entre la niebla helada.

- A Harry no, por favor. Ten piedad, te lo ruego, ten piedad...

Alguien de voz estridente estalló en carcajadas, la mujer gritaba y Harry no se enteró de nada más.

- Ha tenido suerte de que el terreno estuviera blando.

- Creí que se había matado.

- ¡Pero si ni siquiera se ha roto las gafas!

Harry oía las voces, pero no encontraba sentido a lo que decían, no tenía ni idea de dónde se hallaba, ni de por qué se encontraba en aquel lugar; ni de qué hacia antes de aquel momento, lo único que sabía era que le dolía cada centímetro del cuerpo como si le hubieran dado una paliza y que en su mano se sentía cálida, como si alguien la estuviera tomando.

- Es lo más pavoroso que he visto en mi vida.
Horrible... Lo más pavoroso... Figuras negras con capucha... Frío... Gritos...

Harry abrió los ojos de repente y la calidez en su mano desapareció al instante. Estaba en la enfermería, el equipo de quidditch de Gryffindor, lleno de barro, rodeaba la cama, Draco Ron y Hermione estaban allí también y parecían haber salido de la ducha.

- ¡Harry! - exclamó Fred, que parecía exageradamente pálido bajo el  barro - ¿Cómo te encuentras?

La memoria de Harry fue recuperando los acontecimientos por orden: el relámpago..., el Grim..., la snitch..., y los dementores.

- ¿Qué sucedió? - dijo incorporándose en la cama, tan de repente que los demás ahogaron un grito.

- Te caíste - explicó Fred - debieron de ser... ¿cuántos? ¿Veinte metros?

- Creímos que te habías matado - dijo Alicia, temblando.

Hermione dio un gritito, tenía los ojos rojos.

- Pero el partido - preguntó Harry -  ¿cómo acabó? ¿Se repetirá?

Nadie respondió, la horrible verdad cayó sobre Harry como una losa.

- ¿No habremos... perdido?

- Diggory atrapó la snitch - respondió George - poco después de que te caíste, no se dio cuenta de lo que pasaba, cuando miró hacia atrás y te vio en el suelo, quiso que se anulara, quería que se repitiera el partido, pero ganaron limpiamente. Incluso Wood lo ha admitido.

- ¿Dónde está Wood? - preguntó Harry de repente, notando que no estaba allí.

- Sigue en las duchas - dijo Fred - parece que quiere ahogarse.

Harry acercó la cara a las rodillas y se cogió el pelo con las manos, Fred le puso la mano en el hombro y lo zarandeó bruscamente.

- Vamos, Harry, es la primera vez que no atrapas la snitch.

- Tenía que ocurrir alguna vez - dijo George.

- Todavía no ha terminado - dijo Fred - hemos perdido por cien puntos, ¿no? Si Hufflepuff pierde ante Ravenclaw y nosotros ganamos a Ravenclaw, y Slytherin...

- Hufflepuff tendrá que perder al menos por doscientos puntos - dijo George.

- Pero si ganan a Ravenclaw...

- Eso no puede ser, los de Ravenclaw son muy buenos.

- Pero si Slytherin pierde frente a Hufflepuff..

- Todo depende de los puntos... Un margen de cien, en cualquier caso... - dijo Draco entrando el la conversación. 

Harry guardaba silencio, habían perdido, por primera vez en su vida, había perdido un partido de quidditch, después de unos diez minutos, la señora Pomfrey llegó para mandarles que lo dejaran descansar.

- Luego vendremos a verte - le dijo Fred - no te tortures, Harry, sigues siendo el mejor buscador que hemos tenido.

El equipo salió en tropel, dejando el suelo manchado de barro, la señora Pomfrey cerró la puerta detrás del último, con cara de mal humor, Draco Ron y Hermione se acercaron un poco más a la cama de Harry.

- Dumbledore estaba muy enfadado - dijo Hermione con voz temblorosa - nunca lo había visto así, corrió al campo mientras tú caías, agitó la varita mágica y entonces se redujo la velocidad de tu caída, luego apuntó a los dementores con la varita y les arrojó algo plateado, abandonaron inmediatamente el estadio... Le puso furioso
que hubieran entrado en el campo... lo oímos...

- Entonces te puso en una camilla por arte de magia - explicó Ron - y te llevó al colegio flotando en la camilla, todos pensaron que estabas...

Su voz se apagó, pero Harry apenas se dio cuenta, pensaba en lo que le habían hecho los dementores, en la voz que suplicaba, alzó los ojos y vio a Hermione y a Ron tan preocupados y a Draco que parecía perder aun mas color que antes que rápidamente buscó algo que decir.

- ¿Recogió alguien la Nimbus?

Los tres se miraron.

- Eh...

- ¿Qué pasa? - preguntó Harry.

- Bueno, cuando te caíste... se la llevó el viento - dijo Hermione con voz vacilante.

- ¿Y?

- Y chocó... chocó... contra el sauce boxeador.

Harry sintió un pinchazo en el estómago, el sauce boxeador era un sauce muy violento que estaba solo en mitad del terreno del colegio.

- ¿Y? - preguntó, temiendo la respuesta.

- Bueno, ya sabes que al sauce boxeador -dijo Ron - no le gusta que lo golpeen.

- El profesor Flitwick la trajo poco antes de que recuperaras el conocimiento - explicó Hermione en voz muy baja.

Se agachó muy despacio para tomar una bolsa que había a sus pies, le dio la vuelta y puso sobre la cama una docena de astillas de madera y ramitas, lo que quedaba de la fiel y finalmente abatida escoba de Harry.

- Ustedes tres también tienen que irse - dijo la señora Pomfrey. 

Ron y Hermione asistieron despidiendose de Harry, sin embargo Draco se quedo plantado a su lado.

- Draco - lo llamo Hermione - tenemos que irnos.

- Pero...

- Nada de peros - dijo la señora Pomfrey-  tienes que dejarlo descansar.

- Ve - dijo Harry interrumpiendo, no quería que Draco que metiera en problemas por él - estaré bien - aseguro.

Draco a regañadientes había salido de la enfermería. 

¡H-hola!

En serio siento mucho la tardanza, no volveré a prometer nada, pero en fin espero que a pesar de todo esta historia les siga gustando.

En otras noticias, como algunos ya sabrán planeaba publicar también una historia SasuNaruSasu, sin embargo el especial para navidad no lo pude publicar, pero en enero tení pensado publicar el reto 30 días, mi plan es subiría el primero o el segundo día para subir un capitulo cada día, aunque como ya lo dije no se si podré, pero si, si lo público espero que algunos de ustedes me apoyen si también les gusta.

Bueno ya hable mucho y no los quiero aburrir, (siento si lo hice).

Nos vemos.

Att:Malfoy-Potter

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