Capítulo 30

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Percy Weasley estaba sentado en una silla, detrás de Lee, pero por una vez no parecía interesado en exponer sus puntos de vista, estaba pálido y parecía ausente.

- Percy está asustado - dijo George a Harry en voz baja - esa chica de Ravenclaw.., Penélope Clearwater..., es prefecta, supongo que Percy creía
que el monstruo no se atrevería a atacar a un prefecto.

Pero Harry sólo escuchaba a medias, no parecía poder olvidar la imagen de Hermione y Draco, inmóviles sobre la cama de la enfermería, como esculpidos en piedra, h si no pillaban pronto al culpable, él tendría que pasar el resto de su vida con los Dursley, Tom Ryddle había delatado a Hagrid ante la perspectiva del orfanato muggle si se cerraba el colegio, Harry entendía perfectamente cómo se había sentido.

- ¿Qué vamos a hacer? - preguntó Ron a Harry al oído - ¿Crees que sospechan de Hagrid?

- Tenemos que ir a hablar con él - dijo Harry, decidido - no creo que está vez sea él, pero si fue el que lo liberó la última vez, también sabrá llegar
hasta la Cámara de los Secretos, y algo es algo.

- Pero McGonagall nos ha dicho que tenemos que permanecer en nuestras torres cuando no estemos en clase...

- Creo - dijo Harry, en voz todavía más baja - que ha llegado ya el momento de volver a sacar la vieja capa de mi padre.

Harry sólo había heredado una cosa de su padre: una capa larga y plateada para hacerse invisible, era su única posibilidad para salir a hurtadillas del
colegio y visitar a Hagrid sin que nadie se enterara, fueron a la cama a la hora habitual, esperaron a que Neville, se durmiera, y entonces se levantaron, volvieron a vestirse y se cubrieron con la capa.

El recorrido por los corredores oscuros del castillo no fue en absoluto agradable, Harry, que ya en ocasiones anteriores había caminado por allí de
noche, no lo había visto nunca, después de la puesta del sol, tan lleno de gente: profesores, prefectos y fantasmas circulaban por los corredores en parejas, buscando cualquier detalle sospechoso, como, a pesar de llevar la capa invisible, hacían el mismo ruido de siempre, hubo un instante especialmente tenso cuando Ron se dio un golpe en un dedo del pie, y estaban muy cerca del lugar en que Snape montaba guardia, afortunadamente, Snape estornudó en el momento preciso en que Ron gritó, cuando finalmente alcanzaron la puerta principal de roble y la abrieron con cuidado, suspiraron aliviados.

Harry se sentía mal por Snape, (aunque nunca pensó sentirse así) sabia que le dolía que Draco estuviera así, a fin de cuentas Harry no sabia como se llevaban entre ellos.

Era una noche clara y estrellada, avanzaron con rapidez guiándose por la luz de las ventanas de la cabaña de Hagrid, y no se desprendieron de la capa hasta que hubieron llegado ante la puerta.

Unos segundos después de llamar, Hagrid les abrió, les apuntaba con una ballesta, y Fang, el perro jabalinero, ladraba furiosamente detrás de él.

- ¡Ah! - dijo, bajando el arma y mirándolos - ¿Qué hacéis aquí los dos?

- ¿Para qué es eso? - preguntó Harry, señalando la ballesta al entrar.

- Nada, nada... - susurró Hagrid - estaba esperando... No importa...Siéntense, prepararé té.

Parecía que apenas sabía lo que hacía, casi apagó el fuego al derramar agua de la tetera metálica, y luego rompió la de cerámica de puros nervios al
golpearla con la mano.

- ¿Estás bien, Hagrid? - dijo Harry - ¿Has oído lo de Draco y Hermione?

- ¡Ah, sí, claro que lo he oído! - dijo Hagrid con la voz entrecortada.

Miró por la ventana, nervioso, les sirvió sendas jarritas llenas sólo de agua hirviendo (se le había olvidado poner las bolsitas de té), cuando les estaba poniendo en un plato un trozo de pastel de frutas, aporrearon la puerta.

[HIATUS] No elegí Enamorarme  / Drarry HarcoWhere stories live. Discover now