Capítulo 44

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Me saltare el capítulo de "la mansión de los Ryddle " espero que a nadie le moleste.

- Ya me has oído, Colagusano.

Lentamente, con el rostro crispado como si prefiriera hacer cualquier cosa antes que aproximarse a su señor y a la alfombra en que descansaba laserpiente, el hombrecillo dio unos pasos hacia delante y comenzó a girar la butaca. La serpiente levantó su fea cabeza triangular y profirió un silbido cuando las patas del asiento se engancharon en la alfombra.

Y entonces Frank tuvo la parte delantera de la butaca ante sí y vio lo quehabía sentado en ella. El cayado se le resbaló al suelo con estrépito. Abrió la boca y profirió un grito. Gritó tan alto que no oyó lo que decía la cosa que había en el sillón mientras levantaba una varita. Vio un resplandor de luz verde y oyó un chasquido antes de desplomarse. Cuando llegó al suelo, Frank Bryce ya había muerto.

A trescientos kilómetros de distancia, un muchacho llamado Harry Potter se despertó sobresaltado.

Harry se hallaba acostado boca arriba, jadeando como si hubiera estado corriendo. Acababa de despertarse de un sueño muy vívido y tenía las manos sobre la cara. La antigua cicatriz con forma de rayo le ardía bajo los dedos como si alguien le hubiera aplicado un hierro al rojo vivo.

Se incorporó en la cama con una mano aún en la cicatriz de la frente y la otra buscando en la oscuridad las gafas, que estaban sobre la mesita de noche. Al ponérselas, el dormitorio se convirtió en un lugar un poco más nítido, iluminado por una leve y brumosa luz anaranjada que se filtraba por las cortinas de la ventana desde la farola de la calle.

Volvió a tocarse la cicatriz. Aún le dolía. Encendió la lámpara que tenía a su lado y se levantó de la cama; cruzó el dormitorio, abrió el armario ropero y se miró en el espejo que había en el lado interno de la puerta. Un delgado muchacho de catorce años le devolvió la mirada con una expresión de desconcierto en los brillantes ojos verdes, que relucían bajo el enmarañado pelo negro. Examinó más de cerca la cicatriz en forma de rayo del reflejo.Parecía normal, pero seguía escociéndole.

Harry intentó recordar lo que soñaba antes de despertarse. Había sido tan real... Aparecían dos personas a las que conocía, y otra a la que no. Se concentró todo lo que pudo, frunciendo el entrecejo, tratando de recordar...

Vislumbró la oscura imagen de una estancia en penumbra. Había una serpiente sobre una alfombra... un hombre pequeño llamado Peter y apodo Colagusano... y una voz fría y aguda... la voz de lord Voldemort. Sólo con pensarlo, Harry sintió como si un cubito de hielo se le hubiera deslizado por la garganta hasta el estómago.

Apretó los ojos con fuerza e intentó recordar qué aspecto tenía lord Voldemort, pero no pudo, porque en el momento en que la butaca giró y él, Harry, lo vio sentado en ella, el espasmo de horror lo había despertado... ¿o había sido el dolor de la cicatriz?

¿Y quién era aquel anciano? Porque ya tenía claro que en el sueñoaparecía un hombre viejo: Harry lo había visto caer al suelo. Las imágenes lellegaban de manera confusa. Se volvió a cubrir la cara con las manos e intentó representarse la estancia en penumbra, pero era tan difícil como tratar de que
el agua recogida en el cuenco de las manos no se escurriera entre los dedos. Voldemort y Colagusano habían hablado sobre alguien a quien habían matado, aunque no podía recordar su nombre... y habían estado planeando un nuevo
asesinato: el suyo.

Harry apartó las manos de la cara, abrió los ojos y observó a su alrededor tratando de descubrir algo inusitado en su dormitorio. En realidad, había una cantidad extraordinaria de cosas inusitadas en él: a los pies de la cama habíaun baúl grande de madera, abierto, y dentro de él un caldero, una escoba, unatúnica negra y diversos libros de embrujos; los rollos de pergamino cubrían laparte de la mesa que dejaba libre la jaula grande y vacía en la quenormalmente descansaba Hedwig, su lechuza blanca; en el suelo, junto a lacama, había un libro abierto. Lo había estado leyendo por la noche antes dedormirse. Todas las fotos del libro se movían. Hombres vestidos con túnicas de color naranja brillante y montados en escobas voladoras entraban y salían de la foto a toda velocidad, arrojándose unos a otros una pelota roja.

[HIATUS] No elegí Enamorarme  / Drarry HarcoWhere stories live. Discover now