Entonces dijo: Alto
Me quedé quieta. Estupefacta. Y temerosa.
¿Era ese un Alto total? Por la severidad de sus palabras, imaginé que si.
Y no supe cómo sentirme. ¿Decepcionada? ¿Triste? Ciertamente me sentía algo desanimada.
Talvez era por el cansancio de un largo día, o por la frialdad de sus palabras. O quizá era el momento, la noche en sí, lo que hacía que me sintiera tan mal. Tan culpable.
«Alto» Se repetía en mi mente tal como un eco. Y «Alto» decían mis labios.
¿Significaba eso que ya no me quería? Esperaba que no.
Entonces obedecí. Pero además de eso, también lloré. Lloré por dentro.