𝐋𝐄𝐓'𝐒 𝐏𝐋𝐀𝐘, 𝐁𝐀𝐁𝐘...

Od _nalguitaslocas

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Gustabo ha dado comienzo a la última fase de su "plan", Horacio lo sabe y no quiere quedarse atrás. Ni Conway... Více

⊙﹏⊙
ᴄ ʜ ᴀ ᴄ ʜ ɪ ɴ ɢ
ᴡ ᴀ s ᴀ ʙ ɪ
ɢ ᴜ ᴄ ᴄ ɪ ɢ ᴜ ᴄ ᴄ ɪ
ᴍ ᴀ ᴋ ᴇ ᴜ ᴘ s ᴇ x
ᴅ ᴀ ᴅ ᴅ ʏ ᴀ ғ
s ᴛ ᴀ ʀ ᴛ ᴇ ᴅ
ғ ʀ ᴇ ᴀ ᴋ
ᴅ ɪ ᴀ ʟ ᴛ ᴏ ɴ ᴇ
ᴏ ᴘ ᴇ ɴ ᴍ ɪ ɴ ᴅ
ᴄ ᴀ ʟ ʟ ᴍ ᴇ ᴅ ᴀ ᴅ ᴅ ʏ
ᴘ ʀ ᴏ ᴘ ᴜ ᴇ s ᴛ ᴀ ɪ ɴ ᴅ ᴇ ᴄ ᴇ ɴ ᴛ ᴇ
ʟ ᴏ ᴄ ᴋ ᴇ ᴅ ᴏ ᴜ ᴛ ᴏ ғ ʜ ᴇ ᴀ ᴠ ᴇ ɴ
ᴘ ʟ ᴀ ʏ ᴡ ɪ ᴛ ʜ ғ ɪ ʀ ᴇ
ᴡ ᴀ ʟ ᴋ ᴍ ᴀ ɴ
ʙ ᴀ ᴛ ʜ ʀ ᴏ ᴏ ᴍ ʙ ɪ ᴛ ᴄ ʜ
ᴡ ʀ ᴏ ɴ ɢ
s ᴡ ᴇ ᴇ ᴛ ᴅ ʀ ᴇ ᴀ ᴍ s
ɴ ᴏ ғ ʟ ᴇ x
< ᵈ ᵉ ᵐ ᵒ ⁿ ˢ >
ᴘ ᴇ ʀ ᴍ ɪ ᴛ ᴀ ᴍ ᴇ
ɴ ᴏ ᴄ ʜ ᴇ ᴅ ᴇ s ᴇ x ᴏ
ɪ ɴ ғ ɪ ɴ ɪ ᴛ ʏ
ʙ ɪ ᴋ ɪ ɴ ɪ ᴘ ᴏ ʀ ɴ
ᴀ ɴ ɪ ᴍ ᴀ ʟ s
ʀ ᴀ ʙ ʙ ɪ ᴛ ʜ ᴏ ʟ ᴇ
ɢ ɪ ʙ ʙ ᴇ ʀ ɪ s ʜ
ғ ʟ ɪ ᴄ ᴋ ᴇ ʀ
ᴍ ᴇ ᴇ ᴇ ᴛ ᴍ ᴇ ʜ ᴀ ʟ ғ ᴡ ᴀ ʏ
(˘・_・˘)

ᴛ ᴀ ɢ, ʏ ᴏ ᴜ' ʀ ᴇ ɪ ᴛ

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Od _nalguitaslocas


Volkov fue el primero en asomar, pero en cuanto no vio nada, le indicó con otro ademán a Conway que se alejara y que siguiera buscando. Se quedó observando un momento el ligero hueco que había detrás del árbol, alguien había estado ahí. No se detuvo a investigar más y regresó a la cacería.

Se desplazó en paralelo a Conway, volviendo a activar su olfato y su oído. Del otro lado del bosque, no muy lejos de Volkov, Conway analizaba cada figura que se le presentará, identificándola para después descartarla.

No fue hasta que un tronco demasiado gordo le llamó la atención, llamado a Volkov con un "¡Hey!"

Gustabo no pudo evitar tensarse al escuchar la voz del superintendente cerca. Estaba solo a unos cuantos pasos y lo podía escuchar perfectamente. Gustabo se hubiera convencido de que de alguna manera morirá ahí mismo, pero él, al tener el control total de Gustabo, no dejó que se escapará. Hizo que se quedará y esperará a ser encontrado. Todos se iban a tender a las consecuencias, fueran malas o fueran buenas.

Cuando Volkov estuvo lo suficientemente cerca de Conway, inhaló fuertemente, percibiendo el olor fuerte de Gustabo detrás del árbol. Sonrió oscuramente. Nuevamente, habían rodeado el árbol, cada uno acechando por un lado, esperando encontrar, está vez, a su presa.

En cuanto ambos asomaron cabeza, Gustabo se levantó apresuradamente y salió corriendo en línea recta, otra vez. Tratando de darles un poco de juego. Al ser tan viejos quizá no aguanten mucho corriendo, pero se le olvidaba que ellos habían sido entrenados para perseguir gente tanto como a vehículo como a pie, entonces aquello no iba a ser un impedimento.

El primero en tomar el frente fue Volkov, dando zancadas en lugar de estar corriendo, le pareció increíble  que a pesar de sacarle unos buenos centímetros, Gustabo fue un pelo más rápido que él. La suerte se desvaneció en cuestión de segundos, pues Volkov le había alcanzado, abalanzándose sobre él como lobo a oveja. 

Ambos cayeron, Volkov sobre Gustabo, el cual aterrizó sobre la tierra de pecho. Con el hombre sobre sus espaldas, trató de arrastrase fuera del agarre del contrario, pero fue imposible, era tanto el peso sobre él que apenas le alcanzaba para respirar sin dificultades. Pero aún así lo siguió intentando. 

Para cuando Conway llegó a donde estaba batallando Gustabo contra un cuerpo del cual no podía salvarse, Volkov ya se había sentado sobre él, con las piernas a los costados de su cuerpo, descansando sobre la espalda baja de Gustabo; inclinado ligeramente hacía delante, sostenía con sus manos las muñecas de Gustabo por encima de él, cada una a un costado. 

A ambos hombres se les podía observar totalmente sosegados, como si aquello no tuviera repercusión alguna. Conway se posicionó delante de Gustabo con las manos hacía atrás, escondidas en su espalda baja. No se arrodilló, se limitó a mirar hacía abajo, moviendo ligeramente su cabeza en la misma dirección, pero lo suficiente para que la postura recta aún se mantuviera. 

Volkov jadeaba fuerte cerca de su oído. Sobre su espalda podía sentir como el vientre recargado sobre esta, se contraía con rapidez. Gustabo giró la cabeza, aplastando su mejilla izquierda contra la tierra húmeda, mirando hacía los árboles. Él también se encontraba con una respiración agitada, pero no podía controlarla, la adrenalina se apoderaba de todo su cuerpo, liberándose aún más. Una risa se manifestó en su garganta, pasó de apenas ser audible a ser una carcajada que hizo que Conway y Volkov intercambiaran miradas, por sobre los lentes. 

 Una no transmitía más que deseo y salvajismo, la otra decía que comenzaba a dudar de la extraña actitud que estaba teniendo Gustabo en ese momento. Volkov recibió el mensaje, y la bestia le comunicó el mensaje, dejando que Volkov  tomara el mando de la situación. Los ojos azules grisáceos se aclararon un poco, y las pupilas se contrajeron ligeramente. Una vez que controló su respiración, respondió a lo que le decía Conway con los ojos. 

— ¿Qué quiere hacer con él? 

La risa de Gustabo no había cesado, y ante la pregunta de Volkov aumentó de volumen. El comisario regresó la cabeza hacía Gustabo, con la frente arrugada, demostrando que empezaba a cansarse de él. 

Conway no respondió ante la pregunta de su comisario. Se puso  de cuclillas ante el rostro de Gustabo, pasando sus manos hacía delante para luego recargar sus codos sobre sus piernas, dejando caer sus manos. Carraspeó para llamar la atención del chico, pero ese no hizo caso alguno, simplemente se seguía riendo con la cabeza apartada de la  vista de Conway. 

— Muñeca.

La voz se escuchaba mucho más grave de lo normal, el timbre era un poco distinto al que Gustabo estaba acostumbrado a oír, pero a pesar de eso, no volteó a mirarlo. Su risa había aminorado respectivamente, solo para tomar un poco de aire y volver a repetir la acción. Conway no venía a perder el tiempo en estupideces infantiles de parte de un gilipollas. 

— Mírame cuando te hablo, imbécil. 

Entrelazó sus dedos en el sucio cabello de Gustabo, apretó y jaló hacía arriba con fuerza, obligando a que alzara la cabeza en su dirección. Gustabo no se opuso al trato, y como si le estuviera haciendo un favor al superintendente, le miró divertido a los ojos. Conway detestaba ese tipo de comportamientos hacía él, no los toleraba, y no iba a hacer una excepción por Gustabo. 

Gustabo sonrió ampliamente cuando miró el rostro de quién tenía delante, realizando un gesto que consistía en realizar un breve guiño mientras fruncía sus labios con la sonrisa todavía en la cara. Conway notó su soberbia, y  con la otra mano que tenía libre, le agarró fuerte el mentón, apretando de igual manera las mejillas. En los ojos de ambos se podían distinguir el control que uno quería ejercer sobre el otro, pero esto Gustabo no lo notó por el cristal oscuro que tapaban los ojos de Conway. 

Volkov, todavía inhabilitando el cuerpo de Gustabo, miraba la escena fascinado, teniendo un poco de control sobre sí mismo. Una pequeña sonrisa de excitación hizo acto de presencia en su cara, que Conway se comportara de tal forma le ponía. Se pasó a humedecer sus labios discretamente, mientras trataba de encontrarle la mirada al superintendente, aquellos ojos oscurecidos llenos de poder y deseo que tanto le provocaban. 

— No voy a estar perdiendo el tiempo con tu actitud soberbia. Mas te vale no rechistar en todo lo que te diga, putita de mierda. 

 Pero ante esa amenaza, no logró inmutar a Gustabo, seguía con la misma estúpida sonrisa de mierda en la cara, como si no le tuviera miedo a lo que fuera. 

— Maldita golfa arrastrada. 

Soltó su rostro, antes de que le soltara el cabello, lo miró por última vez a los ojos y estos seguían retándole. Bien, pues tendrás lo que quieres, Gustabín. Y si bien dicen que el diablo solo tienta a aquel con el que ya cuenta, Gustabo era un intimo colega suyo. 

Conway se alejó de él, se incorporó y miró a Volkov, con un ladeo de cabeza firme hacía la derecha, le indicó a Volkov que se apartara de él. El comisario, sin dudar, le hizo caso; soltó sus muñecas, y como si tuviera diecinueve años, se reincorporó de un solo movimiento, dejando de rodear con sus pies los costados de Gustabo. Se fue a recargar de brazos cruzados al árbol más cercano que tenía, iba a ser espectador de la escena, iba a aguantarse. 

Gustabo no se movió de donde estaba, había escuchado pisadas con anterioridad, alguien estaba cerca y los estaba espiando. 

Se inclinó ligeramente hacía abajo, en busca de Gustabo, lo tomó de su camiseta y tiró de ella hacía arriba, obligándolo a levantarse. Conway se había mostrado ansioso de camino ahí, y no fue hasta ese momento que pudo calmar esa sed que también sentía. Era una pena que no fuera a permitir que Volkov se les acercase. 

Dirigió el agarre del cuello de la camiseta de Gustabo, guiándolo hacía un par de árboles apartados del comisario, tratando de conseguir un poco de privacidad pero que a la vez pudiera apreciar. 

Lo puso de pecho contra el tronco, era lo suficientemente grueso para abarcar el ancho de Gustabo, pero era delgado a comparación de otros árboles. Le inhabilitó un brazo, torciéndolo hacía atrás; el otro se lo subió por encima de su cabeza y le respiró cerca del oído, como indicándole de que no lo bajara de ahí. Metió un pie entre los de Gustabo, y realizó un movimiento rápido para separar ambas piernas y que quedarán en v. Una vez que tuvo a Gustabo en la posición que quería, rodeó su cintura con la mano que tenía libre, dejándola sobre el botón del vaquero, el cual fue desabrochado con lentitud; seguidamente, la mano bajó al cierre, corriéndolo hacía abajo. 

Conway tenía el cuerpo pegado al de Gustabo, sintiendo en su pecho como su espalda comenzaba a ponerse calientemente tensa. Acercó su rostro al espacio que el cuello y el hombro formaban, y comenzó a respirar pesadamente ahí, con la boca abierta, provocando que a Gustabo se le erizara la piel. 

Tiró hacía abajo, la prenda cayó sin trabajos, exponiendo a un Gustabo en calzones que a Volkov no le complació ver. De un momento a otro, el antojo de su bestia por el chico había desparecido, dejando por reemplazo un extraño remordimiento hacía él, acordándose de lo que Horacio le había mensajeado más a detalle. Él mismo le había pedido por SMS que no dijera nada a Conway, pero que por favor le creyera. Entendía la "gravedad" del asunto pero lo que no le cabía en la cabeza era del por qué esconderle toda la verdad a Conway. 

Porque le tenía tirria a Gustabo, porque sabían como se ponía con él, porque aún así, seguía siendo su hermano y verlo lastimado por su papi no le iba a gustar en lo más mínimo.

La mano de Conway se perdía dentro de la ropa interior de Gustabo, él lo había ido en cuanto lo habían puesto contra el árbol, regresando a un Gustabo a la "normalidad". La respiración que tenía cerca de él lo había puesto tenso, Conway respiraba con rapidez mientras inspeccionaba el interior de su bóxer. 

— Serás la cena de esta noche, Gustabín. 

Comenzó a morder con agresividad el cuello de Gustabo, intercalando cada mordida con un gruñido. Acarició al rededor de su miembro, sacándole suspiros ansiosos al chico. Sintió como la piel que le rodeaba se ponía tensa ante su tacto, segundos más tarde, la erección de Gustabo estaba llamando a la mano de Conway con urgencia. La mano que tenía alzada por sobre su cabeza, la fue a poner en la nuca del hombre; su cabeza se recargó en el hombro de Conway y el brazo que estaba torcido se aflojó. 

Conway le miró de reojo la garganta estirada, y pudo notar como empezaba a contraerse, reteniendo pequeños jadeos. Entonces su mano fue a rodear sin sutileza el miembro de Gustabo y  comenzó a masturbarlo con ferocidad, realizaba movimientos rápidos y poco amigables al cuerpo de Gustabo, pero parecía que este no le molestaba. 

De una acción fugaz y brusca, Conway pegó por completo su cuerpo al de Gustabo, rozando su erección con el culo del contrario, el cual se azotó contra el árbol en cuanto se sintió empujado por el hombre. 

Masturbar a Gustabo no era parte de su castigo, pero la forma en la que lo estaba haciendo no era meramente amable, por lo que no paró hasta que sintió el semen cayendo en su mano. Sacó su mano sucia del líquido del interior de la prenda, se le arrimó más y habló en su  oído. 

— Levanta las manos, trozo de mierda. 

Gustabo no titubeo y cruzó las muñecas por encima de su cabeza, recargándolas sobre el tronco. Conway, con la mano limpia, sostuvo sus muñecas en lo alto, rodeo su cabeza con el brazo de la mano llena de semen, y la colocó delante de la boca de Gustabo. 

— Abre la puta boca. 

Hizo caso a la orden, y vio como los dedos que estaban sucios de su líquido se introducían en su boca. Sintió como dentro realizaban movimiento de entrada y salida, se limitaba a saborear con la lengua. 

No pudo contener un gemido cuando comenzó a percibir como Conway empezaba a frotarse contra él, podía sentir como la tela del pantalón estorbaba a aquella prominente erección que pedía a gritos su culo. Quiso seguirle el ritmo, pero Conway se expresó con un gruñido que en pocas palabras le decía que ni siquiera se le ocurriera moverse, Gustabo entendió y prefirió quedarse pegado a la madera del troco, sintiendo con excitación el miembro de Conway mientras lamía con placer los dedos del mismo. Asimismo, el superintendente no paraba de marcar con mordidas fuertes el cuello del chico. 

Volkov, a lo lejos, miraba con ojos encerrados la escena, aunque no le apetecía unirse, comenzó a sentir unos celos inexplicables. No le estaba gustando la idea que de Conway se viera igual de urgido con Gustabo que como lo hacía con él. La quijada se le tensó y no dejada de perforar con la mirada la cabeza de Gustabo. Desarrollando mil y un pensamientos, todos acerca de como quitar del camino a Gustabo. Nadie le iba hacer daño a Horacio, nadie le iba a quitar a Conway, e iba a dejar en claro que él no era quién para llegar e imponer. Lo iba a demostrar. 

Se asomaba constantemente de detrás del gran tronco que lo escondía, teniendo un visual tanto del árbol donde se encontraba Volkov como de la espalda de Conway con Gustabo. El cuerpo lo tenía caliente, lo que estaba presenciando no le estaba agradando en lo absoluto. Pero no podía llegar a interrumpir, aunque así Gustabo se lo hubiera pedido en los mensajes que había mandado mientras esperaban afuera de comisaria, los cuales leyó de inmediato en cuanto vio el nombre en la pantalla. Tenía que hacer algo, le gustara o no. 

Del lado paralelo a donde se encontraba Greco, dos pares más de ojos asomaban. Unos que miraban con rabia al comisario y los otros también se centraban en Volkov, pero estos demostraban más confusión con molestia, parecía que lo habían traído a la fuerza. Emilio se había arrepentido en el momento en el que se había puesto de servicio en cuanto vio entrar a Armando al taller de forma apresurada, había sido el primero que había pescado, trayendolo con él al llamado de Gustabo. Ellos no tenían visual de Conway ni de Gustabo, pero si sabían en que árbol se encontraban. 

Horacio había tomado camino en línea recta, siguiendo las pisadas que Conway y Volkov le habían dejado. Caminó un par de minutos hasta que observó a su comisario a los lejos, le estaba dando la espalda y el tronco le tapaba gran parte de su espalda, dejando entre ver solo un poco su lado derecho. Trotó en su dirección hasta enfocar hacía delante y mirar la escena que se efectuaba. Se detuvo en cuanto estuvo a la altura de Volkov, pasó su cabeza de donde se encontraba Conway a el comisario, incrédulo. 

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