Cómo ganarte a tus suegros si...

EKurae

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O: Manual de supervivencia de Lan XiChen para una boda exitosa. El anuncio de la boda del ilustre primer jade... Еще

Preludio: Entre tú y yo
Paso 1: Responde al desafío
Paso 2: Haz gala de tu lado más Lan
Paso 3: Recuerda que tu suegro también está implicado
Paso 5: Aprende a cocinar. ¡Será divertido!
Paso 6: Y ten en cuenta que hay que estar siempre alerta
Paso 7: A veces solo debes aceptar la gratitud que se te ofrece
Paso 8: Por supuesto, es esencial llevarte bien con tus cuñados
Paso 9: La pareja la formáis vosotros dos, nunca olvides lo que importa
Paso final: Ya solo queda casarse, ¡a por ello!
Paso extra: Eh, ni se te ocurra desaprovechar los regalos de la noche de bodas

Paso 4: Muestra tus respetos más sinceros

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EKurae

Tercer mes antes de la boda, día 12.

Jiang Cheng esperaba casi con ansias (aunque lo negaría todo, por supuesto) el aterrizaje de su prometido en el Muelle del Loto. Por supuesto, tenía tantas ganas porque entre unas cosas y otras hacía semanas que no se veían. Y porque no sabía que llevaba a sus padres detrás, y que Yu ZiYuan venía con una expresión que, como poco, era de desaprobación pura y dura. Si hubiese llegado a verle esa cara de niño, se habría echado a temblar y llorar en cuestión de segundos. Y Wei WuXian a suplicar piedad.

La Araña Violeta no estaba contenta; nada nuevo bajo el sol.

Ahora bien... ¿por qué no estaba contenta esta vez? Pues por varias razones. Lo primero de todo, sentía que el primer jade mancillaba con su sola presencia el Muelle del Loto (y a su A-Cheng) a pesar de lo bien recibido que era. Nada más aterrizar, ya tenía a varios discípulos vestidos de violeta revoloteando a su alrededor y turnándose para cumplir cada petición y cada necesidad que le pudiera surgir. Entre los miembros de Yunmeng Jiang, no solo su maestro lo adoraba. Todo ese ambiente servicial hacia un extraño era la segunda cosa que le molestaba. Vamos a ver ¡que no es vuestro líder! ¡Todavía no es ni el esposo de vuestro líder! Faltaban aún tres meses para ese día aciago en sus palabras —y en las de algunos ancianos de Gusu Lan, que maldecían el día en el que Jiang WanYin y Lan XiChen se conocieron—. En las del resto del mundo del cultivo, amigos y familiares de la pareja, en especial de las casamenteras que habían intentado colocarle al líder Jiang una esposa decente, sería un día auspicioso, digno de ser recordado durante generaciones. Y es que la tercera razón del mal humor de Yu ZiYuan iba justo por ahí: la boda cada minuto que pasaba se hallaba más cerca. Le faltaban tradiciones. Nadie le había dado una dote a nadie y ambos prometidos se intercambiaban detalles esporádicos por su cuenta sin encomendarse ni a Dios ni al diablo. Como la horquilla, como la condenada horquilla. La horquilla que ahora Jiang Cheng llevaba como único adorno de su peinado. 

La comitiva que no sabía que era una comitiva llegó a las puertas del Muelle del Loto a mediodía. ZeWu-Jun aterrizó como un dios descendido de entre las nubes. Sus túnicas blancas revoloteaban brillantes a su alrededor, como un halo, e incluso la luz parecía tratarle especialmente bien y hacerle resplandecer. Shuoyue antes de enfundarse refulgía, digna emisaria de la luna llena. Sonreía ilusionado, dispuesto a bendecir a los allí presentes con su celestial presencia. Hermoso, tanto que ni siquiera parecía de este mundo. El líder del Muelle del Loto se presentó a los pocos segundos de darse el aviso de su llegada, justo después de dejar a su discípula principal a cargo de los entrenamientos que se había encontrado supervisando. El ceño de la Araña Violeta se frunció sin remedio una vez más. Una especie de rugido gutural surgió del fondo de su garganta. Si hubiesen sido capaces (véase: estado vivos) a Jiang YanLi y a Jiang FengMian se les habría puesto la piel de gallina. 

-¡¿Pero qué demonios se ha creído que hace este niño?! -Exclamó indignada-. ¡¿Qué forma de recibir a otro líder de secta es esta?!

Padre e hija se contemplaron de hito en hito. Luego suspiraron. Todo hay que decirlo, cuanto más se acercaban a la boda, después de quedarse tranquila con un par de retos, la joven dama Jiang comenzaba a arrepentirse de sus ideas peregrinas. Y de haber estado de acuerdo con su madre, sobre todo de eso.

¿Quién le mandaría abrir la boca? Con lo tranquila que se estaba haciendo de guardiana de su hijo. 

-XiChen, hola. -Saludó Jiang WanYin mientras se acercaba a su prometido, adelantándose a los dos discípulos que lo seguían. Traía pintada en los labios una diminuta sonrisa, apenas una inclinación de las comisuras enrojecidas. Para los ojos de Lan XiChen era radiante y hermosa; para los de su familia, una expresión de genuina alegría que rara vez le habían visto esbozar-. No te esperaba tan pronto. 

-Estaba deseando verte, lo siento.

Por toda respuesta, el líder Jiang optó por camuflar una risa con un bufido, poner los ojos en blanco y a despedir a sus asistentes con un gesto de la mano. Como los discípulos ya estaban más o menos acostumbrados a esas pequeñas escenitas, bastante menos formales que las que se veían obligados a representar en los Recesos de la Nube, se limitaron a hacer una reverencia. Sus sutiles muestras de afecto eran casi más difíciles de ver que las exageraciones de Lan WangJi y Wei WuXian. A espaldas de su yerno, la Araña Violeta también puso los ojos en blanco, pero por distintos motivos.

-¿Es una venganza por lo de Caiyi de hace un par de meses?

-Claro que no. No necesito una excusa para echarte de menos.

Con un deje juguetón, el primer jade le sonrió. Dejó una caricia suave sobre su rostro sudado y no dudó a la hora de depositar un dulce beso de mariposa en esos labios salados. Jiang Cheng había estado cumpliendo sus deberes como instructor antes de la llegada de su prometido, de ahí lo que su madre consideraba como unas pintas bastante indignas. Las túnicas de entrenamiento eran más ligeras y dejaban menos a la imaginación que las oficiales. Por supuesto, venía sudando por haberse estado ejercitando, pero a ninguno de los dos prometidos les importaba lo más mínimo, solo a la suegra. También cambiaba su recogido, algo que según las tradiciones quizá no debería hacerse, pero que al líder Jiang nunca le había importado demasiado. En ciertos momentos, la coleta alta era mucho más cómoda que el moño, le permitía apretar más el recogido para que cada hebra de cabello se mantuviera en su sitio. Además, a Lan XiChen le encantaba verla revolotear a su alrededor cuando saltaba al combatir. Le parecía hermoso, y se lo decía cada vez que tenía la oportunidad. 

-Pasa dentro. -Habló Jiang WanYin cuando se separaron-. Me cambiaré en lo que te sirven un té.

-No hace falta que te molestes, WanYin. Estás precioso así.

El líder Jiang bufó, pero había una chispa divertida en sus ojos. No era así en los de la tercera dama Yu.

-Adulador. -Le picó-. No es correcto recibir así a otro líder de secta.

-Bueno, al menos se da cuenta. -Masculló por detrás su madre.

-Pero vengo en calidad de tu prometido.

-¡Será desvergonzado!

-Sigue sin ser excusa. -Jiang Cheng negó con la cabeza. Aunque venía a decir algo parecido a las palabras de su madre, Jiang FengMian vio por primera vez una cierta suavidad que debía haber heredado de él matizar su discurso. Luego se dirigió a sus dos asistentes, que se habían retirado lo suficiente como para darles privacidad pero tampoco se encontraban tan lejos como para no atinar a responder al llamado de su maestro si eran requeridos-. Vosotros, llevad a ZeWu-Jun al Salón de la Espada. Me reuniré contigo en diez minutos.

-Por supuesto, WanYin.

Con la delicadeza que le confería su calidad como amante, antes de que su prometido se marchase el primer jade sostuvo su diestra con cuidado y depositó un cariñoso beso sobre sus nudillos. Jiang WanYin no pudo evitar dedicarle una sonrisa cargada de afecto. 

Hay que confesar que Lan XiChen había tenido mucha suerte. Aquel día estaba de buen humor porque todavía no le habían llegado los informes reglamentarios de Lanling con (como siempre) malas noticias. Ya llegarían y ya se le agriaría toda la jornada, ya. Cuando eso ocurriese, Lan Huan debería sacar sus mejores armas para calmar la faceta de adicto al trabajo de su prometido y templar el ambiente. 

Por detrás de la pareja, Yu ZiYuan emitió algo así como un grito frustrado. En la lejanía, un gato maulló asustado y a otro se le erizó el lomo. Su marido y su hija la contemplaron con ciertas reservas a medio camino entre la prudencia y la inevitable resignación.

-¡Visitas sin motivo antes de la boda, cultivo en pareja previo al matrimonio, apariencia inadecuada y estas... estas muestras de cariño sinvergüenza! ¡No crie a mi hijo para que se comportase de forma tan inadecuada!

-Nuestro hijo está enamorado, mi señora. -Suspiró a Jiang FengMian-. Nunca había visto a A-Cheng sonreír así antes.

-Tampoco es que te hubieses fijado mucho en él antes. -Auch-. Vamos. No quiero perder a ese maldito de vista.

-No creo que eso impida que duerman juntos, de todas formas...

-¿Has dicho algo, A-Li?

-Nada, madre.

Jiang YanLi le mostró a sus progenitores una sonrisa tan dulce como impenetrable, una auténtica muralla de hierro. Yu ZiYuan bufó y rebufó. Jiang FengMian juraría que cada día admiraba más a su hija.

Como tantas otras veces, el primer jade siguió a los asistentes de Jiang Cheng en dirección al Salón de la Espada ignorando a los tres fantasmas que llevaba detrás. Uno de los discípulos le preguntó que qué tal le había ido el viaje desde los Recesos de la Nube y él, todo un derroche de sonrisas y luminosidad divina, contestó que de maravilla. Lo había hecho volando en espada, sin séquito alguno, fugaz y eficiente. Solo se detuvo una vez en una ciudad a medio camino, y fue para comprar algunos pasteles de luna fuera de temporada. Lo hizo porque eran el dulce favorito de su prometido, podría comerlos a todas horas, y le encantaba llevárselos para amenizar el té. Se los dejó al otro asistente, que se encargaría de transportarlos a las cocinas y servirlos con otros refrigerios. Lan XiChen asintió con una sonrisa cuando el discípulo le comentó que había traído un montón. Pidió que no se sirviesen todos, un brillo cariñoso dominando sus ojos. Jiang YanLi a sus espaldas suspiró. Tanto ella como su cuñado sabían que, en determinados días de exceso de trabajo, probablemente esos pastelitos fuesen lo único capaz de hacer que su hermanito comiera algo.

A veces le daba la impresión de que Jiang Cheng era capaz de cuidar de cualquier persona en aquella secta, menos de sí mismo.

-Qué naturalidad trae. -Masculló sardónica Yu ZiYuan según llegaban al Salón de la Espada-. Ya casi parece el maestro de esta secta.

-No comprendo tu queja, mi señora.

-¡Se mueve por el Muelle del Loto como si fuera su casa!

-Bueno, A-Cheng le dijo que podía considerarla como tal. 

-Y estábamos presentes cuando lo dijo. Fue muy emotivo.

-¡No es excusa! ¡Y no fue para tanto!

Salvo que... sí, lo es. Jiang Cheng le había dotado de la misma autoridad que tendría el segundo maestro del Muelle del Loto el mismo día en el que se pidieron matrimonio. Lan XiChen escogía no ejercerla por respeto a su prometido, pero eso no quitaba que ya se conociese cada rincón de aquel sagrado lugar y que sus habitantes lo respetasen tanto como a su líder. Y sí, es correcto. Se pidieron matrimonio. La sugerencia de casarse vino algunos meses después de la boda de sus hermanos, al poco tiempo de que Lan Huan abandonase la reclusión. Fue una tarde de otoño hacía casi un año, cuando Jiang WanYin le confesó que se negaba a seguir escondido más tiempo, que sentía que les estaba matando a los dos tanto o más de lo que lo había hecho la traición de Jin GuangYao. Por toda respuesta, el primer jade le había sonreído, todavía triste y cansado, pero con un brillo renovado en los ojos. Había atado su cinta de la frente en torno a las muñecas de ambos, proclamando que quería hacer ese lazo suyo visible para el mundo pero que no sabía cómo decírselo.

Desde entonces, la cosa empezó a mejorar. 

-¿Piensas probarle, madre? 

-¿Otro reto? -Cuestionó la Araña Violeta, mirando en dirección a su primogénita solo un poco más calmada. Jiang FengMian quiso echarse a temblar ante las implicaciones de esas dos simples palabras-. ¿Estrangularle cuenta?

-Mi señora, no.

-Cierra la boca, FengMian.

El antiguo maestro del Muelle del Loto suspiró, negó con la cabeza y alzó la vista al cielo. O hacia el techo del edificio principal, que ahora estaba en medio. 

¿Por qué?

¿Por qué no pudo su alma caer en la Rueda de la Reencarnación?

-¿Podrías cederme el turno esta vez, madre?

-¿Qué tienes en mente?

Oh, no. Jiang YanLi tenía una idea. Eso podría ser incluso peor que la furia asesina de Yu ZiYuan. En su mente, Jiang FengMian encendió incienso y quemó papel moneda en memoria del honorable ZeWu-Jun. Cada día estaba más convencido de que no llegaría con vida a su propia boda.

Pobre hombre. Y pobre A-Cheng.

-Nada muy complicado. -La joven dama fantasma le restó importancia a sus palabras con un vaporoso giro de muñeca-. ZeWu-Jun se quedará unos días, ¿verdad?

-Sí. Y se los pasarán convertidos en conejos.

-¡Mi señora!

-¡Sabes que tengo razón!

Pues... ¡puede! ¡Pero tampoco había por qué decirlo así! Había ciertas cosas de su hijo que Jiang FengMian no quería saber. Ni imaginar.

-Padre, madre... -Suspiró Jiang YanLi, un triste intento de poner paz que no solía salirle bien-. Creo que aprovecharé para retarle mañana. Aunque más que un reto, lo que tengo en mente es un regalo para A-Cheng.

-¿Un regalo?

-Sí. Si lo logra, ZeWu-Jun se ganará mi aprobación.

La Araña Violeta resopló, porque empezaba a pensar que su hija se lo estaba poniendo demasiado fácil al primer jade. Ni que hubiera caído obnubilada también. Aunque... tampoco es que ella misma estuviese haciendo mucho además de ponerle pegas a todo y llamar a la pareja "desvergonzados" cada vez que le surgía la oportunidad. Por otra parte, su marido dio las gracias por dentro. Parecía que, por fin, A-Li había entrado en razón, aunque desde siempre había sido la más cuerda y la más coherente de todos ellos con diferencia.

Lan XiChen llegó al Salón de la Espada pocos minutos después, y a los diez, tal y como había prometido, Jiang WanYin se apareció por allí, con su moño de siempre, sus túnicas de líder y la horquilla de plata resplandeciendo entre sus cabellos de alquitrán. Por la mente del primer jade cruzó un único pensamiento: era hermoso. Por las de su familia, madre refunfuñona incluida, otro: cuánto ha crecido y qué bien lo ha hecho. 

Ojalá hubiera podido escuchar esos pensamientos. Para su corazón hubiese sido un bálsamo muy necesario.

-Disculpa el retraso. -Saludó, sentándose frente a él en la mesa que un par de sirvientes habían preparado para ellos. Tras él, otros dos traían sendos paquetes envueltos con cuidado para no dañar el contenido del interior.

Lan Huan negó con la cabeza, su perenne sonrisa inalterable. Los paquetes fueron depositados sobre la mesa. Su evaluación era, al menos a los ojos del siempre estresado Jiang Cheng, prioritaria antes que el té. Su prometido no pudo evitar preguntarse si habría desayunado. Esperaba que sí, aunque de todas formas luego lo obligaría a comer con él, le daban igual todos los informes que tuviera que hacer o corregir o que le quedasen presupuestos por revisar. Y si por algún casual se enteraba de que llevaba más tiempo del que debiera saltándose comidas (porque... ¿había adelgazado o era solo cosa suya? Luego le quitaría la ropa para descubrirlo) se vería obligado a echarle la bronca. 

Tampoco sería la primera vez. Por suerte Jiang Cheng parecía reaccionar un poco (un poco, tampoco nos emocionemos) a sus regañinas que a las que le caían por parte de su shixiong o de su sobrino. Con esas montaba en cólera.

-No te preocupes. Esperar por ti nunca es una molestia.

Menos mal que los sirvientes se habían retirado. Y menos mal que la tercera dama Yu ya no podía toser sangre, porque lo habría puesto todo perdido al ver un casi imperceptible rubor coronar los pómulos de su hijo.

-¿Sabes? Ya he aceptado casarme contigo. No es necesario que sigas piropeándome.

-Pero lo hago por mi propio disfrute, no porque sea necesario.

-Serás... -Gruñó el actual líder Jiang-. Mucho ZeWu-Jun esto y ZeWu-Jun lo otro, pero los que te veneran es que no te conocen.

Y no mucha gente lo hacía. Por eso no tan en el fondo para Jiang WanYin todas y cada una de esas sonrisas eran irreemplazables. 

-Puede ser. -Concedió el primer jade-. ¿Esos son los adornos que querías que mirásemos?

-Así es. 

El líder Jiang asintió, esta vez con un gesto un poco más serio. La familia fantasma lo tomó casi como una invitación para sentarse también a la mesa con ellos, en los laterales. Madam Yu a un lado, Jiang FengMian al otro y Jiang YanLi a la derecha de su hermano pequeño. Jiang Cheng seleccionó de los dos paquetes el más pequeño

-Estas son algunas de joyas que llevó mi madre durante su boda. También están los adornos que colocaron en el Salón Ancestral y el juego de té que usaron durante la ceremonia. En la otra caja están las túnicas de mis padre. Quería enseñártelos.

-¿Deseas usarlos?

-Me gustaría, sí. Que los usásemos. Los dos.

Lan XiChen pareció conforme con su decisión, más todavía cuando la seda cayó para revelar la exquisita dote que Meishan Yu le dio en su día a Yunmeng Jiang para honor de su tercera dama. Yu ZiYuan y Jiang FengMian compartieron una mirada privada, directa a los ojos. Era melancólica, sí. Incluso agridulce. Pasados tantos años, no podían evitar recordar ese día con cierto apego.

-¿Te acuerdas de la ceremonia, mi señora?

-Cómo olvidarla. -Un tanto ausente, calmada de pronto gracias al impacto sentimental de aquellos recuerdos, la Araña Violeta pasó una mano por las joyas que su hijo le mostraba a su yerno. Delicados brocados con los que decorar sus túnicas, pendientes en forma de loto y una tiara con la que sostener su cabello. Acarició su favorito, una horquilla en forma de estrella que podría llegar a asemejarse a un arácnido dorado. Jiang Cheng lo sostenía entre sus manos mientras conversaba con Lan Huan. Al pasar los dedos por encima, temió perturbar a su hijo. Sin embargo, el actual líder de secta no acusó su movimiento-. A-Li ya estaba en camino. Casi vomito.

-Madre...

-No fue culpa tuya, tranquila. -Para sorpresa de su marido y de su hija, Yu ZiYuan esbozó una sonrisa amarga-. Aun con todo, fue un buen día. ¿No crees, FengMian?

-Lo fue. -Concedió el antiguo maestro del Muelle, siempre mirando a su esposa a los ojos-. Sin duda lo fue. Y lo será para ellos. 

Aunque la Araña Violeta no llegó a asentir (porque se seguiría oponiendo a la unión hasta el mismísimo día de la boda por la tarde) y no lo confesaría jamás, por el bien de su hijo y de las piernas del primer jade esperaba que así fuese.

-Y sobre las túnicas de tu padre -comento Lan XiChen una vez hubieron seleccionado las joyas que más les complacían y llegado a la conclusión de que usarían las mismas tazas para la ceremonia del té, pero decorarían el Salón Ancestral de los Recesos de la Nube con los arreglos florales típicos de Gusu Lan-, ¿quieres vestirlas?

-En realidad... estaba pensando en pedirte que las llevases tú.

Ambos prometidos miraron a la caja que resguardaba las túnicas ceremoniales rojas que en su día llevó Jiang FengMian. No habían llegado a abrirlas, pero Jiang Cheng sabía de primera mano que eran hermosas, extremadamente elegantes y que a su querido primer jade le sentarían como anillo al dedo. Lan Huan, aunque no mostró desacuerdo alguno, enarcó ambas cejas con curiosidad. Las casualidades de la vida habían situado aquella caja frente al antiguo maestro del Muelle del Loto, así que se sintió como si lo estuviesen contemplando. Pidiéndole su aprobación, quizá, aunque sabía que su hijo hacía tiempo que había renegado de intentar conseguirla.

-¿Yo?

-Ajá. Si no me equivoco, deberían sentarte bien.

-¿Y a ti no? -Cuestionó ZeWu-Jun, más inquisitivo de lo normal. Retomaba la línea de sus sospechas anteriores a cerca de la alimentación de su prometido. Yu ZiYuan y Jiang YanLi también fruncieron el ceño-. ¿WanYin?

-Es por la idea peregrina de Wei WuXian. Ya sabes, lo de que quería que tu llevases algo con lotos y yo algo con nubes, a modo de intercambio raro.

No se lo había dicho, jamás lo haría, pero la verdad es que le atraía bastante esa ocurrencia. A ambos, pero la diferencia es que Lan XiChen sí que se lo había hecho saber. Gracias a la retroalimentación positiva, Jiang Cheng tuvo que aguantar a su hermano colgado de su cuello todo el día suplicándole a grito pelado en la oreja hasta que dijo que sí. Y hasta que lo tiró al lago. Y luego puede que Lan WangJi, con un pequeño conjuro del que nunca reclamaría la autoría le tirase a él también. Cómo no, los dos jades y los dos mini jades fueron detrás. Menos mal que aquello pasó en pleno verano, porque mucha gente acabó chapoteando en los lagos de Yunmeng Jiang la susodicha tarde. 

-Y estuve de acuerdo con esa idea, pero...

-¿Pero qué? No hay peros.

-A-Cheng.

Ambos líderes de secta se miraron a los ojos. Se aguantaron la mirada durante algunos segundos, hasta que Jiang Cheng acabó por ceder y poner los ojos en blanco.

-Es posible que a mí no me queden bien. -Masculló-. Me las probé, ¿vale? Parecían un saco rojo conmigo.

-¿Has adelgazado otra vez?

-Puede.

-¡A-Cheng!

-¡¿Qué?! ¡Es o comer o resolver las cuentas fraudulentas de Lanling! ¡Tengo prioridades!

-¡Y claramente no son las prioridades correctas!

Las dos fantasmas miraron al más joven de la sala con una mezcla entre preocupación y espanto. Jiang FengMian negó con la cabeza mientras se masajeaba las sienes. Si es que se lo tendrían que haber estado esperando...

-¡Es la secta de A-Ling! ¡Por supuesto que son las prioridades correctas!

-No si se llevan tu salud por delante. -Sentenció Lan XiChen, ahora mortalmente serio. Para desgracia de su prometido, se levantó de la mesa y se acercó a una de las entradas del Salón de la Espada, donde sabía que había apostado un sirviente esperando para ser llamado y satisfacer cualquiera de las peticiones de ambos líderes-. Perdona, ¿podrías servirnos la comida? Ya sé que es algo pronto, lamento las molestias.

-Por supuesto, ZeWu-Jun.

-¡XiChen!

-Ah, y algo de té con los pasteles de luna que traje, ¿sí?

El efecto de su postre favorito fue casi instantáneo. El líder de secta Jiang se limitó a farfullar algo entre dientes mientras guardaba con cuidado los adornos. Lan XiChen sonrió. 

La familia fantasma, por otra parte, intercambió unas serie de miradas resignadas.

***

El mediodía transcurrió para darle paso a la tarde. Para Yu ZiYuan, fue un periodo conflictivo. Por un lado, seguía descontenta con la situación general. Por otro, por supuesto le preocupaba la salud de su hijo, pero también tenía la sensación de que podía dar más de sí y que debía esforzarse más. Sabía que era un pensamiento un tanto erróneo, que debería podarlo, pero le surgía de manera inevitable. A Jiang Cheng en realidad le pasaba lo mismo, por eso se sobresforzaba tanto. Ni Jiang YanLi ni Jiang FengMian estaban de acuerdo con aquello, por eso le daban las gracias de corazón a ZeWu-Jun por obligar a su terco prometido a tomarse un muy obligatorio (y merecido) día de descanso. En realidad, la Araña Violeta también se lo agradecía. Y en especial le agradecía que lo hubiera hecho sin cultivo dual de por medio.

Tenían un problema con el sexo, una adicción muy seria. No eran peores que Lan WangJi y Wei WuXian porque no podían verse todos los días, pero casi. Los Cielos les resguardasen en su noche de bodas.

Después de tomar la primera comida en condiciones de la semana (y estaban casi a viernes) Jiang WanYin se había llevado a su pareja a pasear por el Muelle del Loto. Iban de camino al Salón Ancestral de la secta a petición de Lan XiChen. El primer jade no le había llegado a explicar la idea que se le había metido entre ceja y ceja, pero Jiang Cheng algo se olía. No era así en el caso de su familia fantasma, que los seguían un tanto confusos. 

A ver, alguna idea tenían. Sobre todo Jiang YanLi, pero prefería asegurarse antes de comentar nada y volver a sumir a su madre en esa especie de ira reactiva y de odio celoso. Porque estaba muy segura de que gran parte de la rabia de Yu ZiYuan venía de unos celos instintivos y de la creencia de que Lan XiChen quería robarle a su hijo.

Curioso concepto que se le pueda robar un hijo a un fantasma, que esa es otra.

 Mientras caminaban con calma por las pasarelas flotantes del Muelle, la conversación entre la pareja fluía tranquilamente entre esto, aquello y lo de más allá. Hablaban sobre Jin Ling y el estado de Lanling —la creciente molestia de Jiang Cheng dirigida hacia todo el tema de sus detractores y los sabotajes de las últimas cazas nocturnas—; sobre los arreglos de la boda, que iban viento en popa; sobre sus hermanos y la carta que les habían escrito desde Dongjing para avisar de que llegarían el mes que viene, dos antes de la boda. Así hasta que las puertas ornamentadas del Salón Ancestral se dibujaron ante ellos. No se quedaron sin temas de conversación, porque desde siempre esos parecían ser infinitos, pero callaron. Los tres fantasmas los seguían; también habían ido llevando su propia charla (una en la que padre e hija se dedicaban a comentar lo bonito y próspero que estaba el Muelle mientras la matriarca refunfuñaba por lo bajo). Los muertos imitaron a los vivos, cayendo el silencio en general sobre la familia.

-¿Vas a decirme por qué querías venir aquí de una vez?

-En realidad no era por nada en concreto. -Contestó el primer jade, tomando una de las manos de Jiang Cheng entre las suyas y entrelazando los dedos-. Solo quería presentarle mis respetos a tu familia como tu futuro esposo.

-Eso de futuro esposo habrá que verlo.  

-Mi señora...

-¿Qué? A-Cheng todavía puede entrar en razón y cambiar de idea.

Jiang FengMian enarcó una ceja. "¿En serio?" parecía querer decir. Si su hijo de pronto cambiase de idea no habría entrado en razón. Lo que ocurriría en ese caso sería que se habría vuelto loco de remate.

-Mi señora, ¿estarías así de en contra de esta boda si ZeWu-Jun fuese una mujer? -Acabó por cuestionar. La verdad, llevaba semanas mordiéndose la lengua, con esa preguntita rondándole por la cabeza.

-Puede. -Ni corta ni perezosa, Yu ZiYuan no se molestó en ocultar lo que pensaba-. Si resultase ser una desvergonzada como ZeWu-Jun, desde luego.

-Pero...

-Padre. -La voz de Jiang YanLi le hizo girar la cabeza. La joven dama Jiang negó casi como diciéndole "no lo intentes, no va a funcionar". Y tenía razón, no iba a funcionar-. ¿Qué tal si entramos? Parece que ZeWu-Jun tiene algo que decirnos.

En eso por lo menos estuvieron los tres de acuerdo. Porque mientras ellos hablaban, la pareja también mantenía un intercambio.

-¿Quieres presentarle tus respetos a mi familia?

-Sí. ¿Te incomoda?

Aunque podría parecer un desafío si no se piensa con la entonación adecuada, en realidad la pregunta de Lan XiChen era por completo sincera. Su mirada parda y cándida buscó la de su prometido con una duda franca, porque tampoco quería ponerle en una situación complicada. Y por regla general, todo lo que implicase a su familia venía a significar "situación complicada" en letras mayúsculas. Sin embargo, y aunque pareció meditarlo un par de segundos, Jiang Cheng acabó por negar con la cabeza.

-No. Solo me ha sorprendido. Pasa, por favor.

El líder Jiang en su cabeza pretendía ignorar que su hermano y el bastardo de su cuñado habían estado de hecho en una situación muy similar. Mejor no recordar esa noche de mierda, todo el tema del núcleo que vino después, las tonterías que les dijo llevado por la ira, el dolor y lo alterado que le tuvo pensar en que Lan Huan había caído en las garras de Jin GuangYao.

Lan XiChen asintió y, solo un par de pasos por detrás de su familia política, ingresó en el Salón Ancestral de los Jiang. Su prometido se dispuso a seguirle, pero uno de sus discípulos que venía a la carrera en su busca le detuvo. El primer jade escuchó sin él quererlo la conversación. Como no era nada confidencial, tampoco es que Jiang Cheng se estuviese tomando la molestia de bajar la voz.

-Líder de secta, acaba de llegar un mensajero de Lanling.

-¿Trae los registros que pedí?

-Así es. Y otra carta cifrada del líder de secta Jin. 

-Bien. Más le vale que esté usando los códigos que le di o le partiré las piernas.

-Los Cielos no lo quieran... -Musitó el discípulo antes de recibir una mirada asesina de Jiang WanYin y ponerse firme-. Los documentos han sido llevados a su despacho, líder de secta. El mensajero espera la respuesta de la carta. Se nos ha comunicado que el líder de secta Jin requiere una contestación urgente. El mensajero es el joven maestro Jin Chan en persona. 

-Este niño... -Gruñó. Luego miró a su pareja. Lan Huan le dedicó una sonrisa amable y un asentimiento con la cabeza-. En cuanto termine con eso vengo, XiChen.

-Por supuesto. Tómate tu tiempo.

El líder del Muelle del Loto asintió, echó a andar a paso rápido y desapareció al doblar una esquina con el discípulo que le había informado tras él. Lan XiChen suspiró. Si prolongaba un par de días su visita era para lograr que Jiang Cheng descansase aunque solo fuese un poco. Para su desgracia, Lanling Jin parecía tener ideas un tanto distintas a las suyas.

Esperando que su prometido fuese libre en no demasiado rato, el primer jade pasó al interior del Salón Ancestral. Sus ojos no lo captaban, pero frente a sus respectivas tablillas se alzaban los espíritus de los tres fallecidos más recientes de la familia Jiang. Yu ZiYuan con el ceño fruncido, Jiang FengMian con el rostro cansado y Jiang YanLi con una expresión candorosa que era similar a la suya propia. Estaban atentos a todos y cada uno de sus movimientos, curiosos. Solo la matriarca esperaba el más mínimo desliz para poder echárselo en cara a alguien. Al aire, seguramente, porque su hijo no podía escuchar sus reproches y los fantasmas a su lado eran grandes expertos en el arte de hacer oídos sordos a sus quejas. 

Con el respeto y el sosiego que un lugar como aquel exigía, Lan XiChen escogió una esterilla y se arrodilló ante las tablillas de madera. Tomó tres palos de incienso como ofrenda, los colocó y dejó que el sutil aroma a lotos se alzase hasta el cielo, entrelazándose con el suyo propio a sándalo. Su expresión era inescrutable, sin sonrisa alguna. Seria, como la de Lan WangJi pero con cobre en vez de oro en la mirada. Al principio, no dijo nada. Los fantasmas esperaron, pacientes, pero el primer jade solo tenía la vista fija en sus tablillas. Veía a través de ellos, quién sabe hasta qué punto ignorante de sus presencias y hasta qué punto sospechando por sus desafíos. Al fin y al cabo, todo el lugar vibraba en energía espiritual pura. Si sabía de su existencia, no les pidió manifestarse. Tampoco explicaciones. Solemne, se postró. Las manos y la frente tocando el suelo en la reverencia más honda que jamás le había visto nadie hacer. Yu ZiYuan parpadeó sorprendida un par de veces ante ese bulto blanco que ahora se inclinaba ante ellos.

-Gracias.

Una sola palabra. Un agradecimiento tan simple como profundo. La voz de Lan XiChen temblaba ante lo primero que nació y abandonó su garganta. Un gracias, un sencillo gracias que incluso podría resultar banal. Si a alguien se lo parecía, dejó de hacerlo cuando volvió a alzar la cabeza, la mirada brillante y conmovida. Por un momento Yu ZiYuan, que estaba justo frente a él se sintió como si el primer jade la mirase directo a los ojos.

Jiang YanLi sonrió. Su padre la imitó. Ambos pensaron que aquel era un buen hombre. Y sabiendo que los dos compartían la misma opinión, se arrodillaron también frente al líder de Gusu Lan, en el espacio vacío entre la esterilla de este y sus propias tablillas. Como si supiese lo que estaban haciendo, esperó a que se acomodasen para volver a hablar. Solo la Araña Violeta seguía de pie.

-Gracias por hacer la existencia de A-Cheng posible. -Esta vez sus palabras fueron un susurro. Un murmullo que solo los fantasmas podrían escuchar-. Y gracias por permitir que apareciese en mi camino, que ahora unamos nuestras vidas.

Padre e hija se miraron. El antiguo maestro del Muelle del Loto acabó negando con la cabeza mientras ambos se postraban con la misma inclinación que Lan XiChen había usado. Por detrás, Yu ZiYuan bufó. La sintieron desvanecerse, porque al parecer no tener la razón y estar montando un drama por absolutamente nada le frustraba. En lugar de aceptar a su yerno, prefirió marchar en busca de su hijo. Eso no evitó que Jiang YanLi y Jiang FengMian le devolvieran a Lan Huan sendas palabras de gratitud.

-Gracias a ti por estar a su lado.

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