Cartas de la chica girasol...

By KafLamedh

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"Sonríe, porque alguien te quiere en secreto. Atentamente, la chica girasol". Así suelen terminar las cartas... More

Sinopsis
🌻Capítulo 1🌻
🌻Capítulo 2🌻
🌻Capítulo 3🌻
🌻Capítulo 4🌻
🌻Capítulo 5🌻
🌻Capítulo 7🌻
🌻Capítulo 8🌻
🌻Capítulo 9🌻
🌻Capítulo 10🌻
🌻Capítulo 11🌻
🌻Capítulo 12🌻
🌻Capítulo 13🌻
🌻Capítulo 14🌻
🌻Capítulo 15🌻
🌻Capítulo 16🌻
🌻Capítulo 17🌻
🌻Capítulo 18🌻
🌻Capítulo 19🌻
🌻Capítulo 20🌻
🌻Capítulo 21🌻
🌻Capítulo 22🌻
🌻Capítulo 23🌻
🌻Capítulo 24🌻
🌻Capítulo 25🌻
🌻Capítulo 26🌻
🌻Capítulo 27 - Final🌻
🌿Epílogo🌿
🌼ANDREA🌼
🥀MANOLO🥀
❤️ Juguemos ❤️
Curiosidades
FanArts

🌻Capítulo 6🌻

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By KafLamedh

El transporte aquí es horrible a cualquier hora del día, pero en las horas picos se vuelve casi insoportable.

Después de esperar más de media hora en la estación del metro, aguantar empujones de los otros pasajeros y llevarnos uno que otro pisotón, Andrea y yo por fin conseguimos dos asientos libres en el tren que nos llevará a casa. Aunque no vivimos juntas, nuestros hogares están lo bastante cerca como para acompañarnos.

—No estoy segura de que eso vaya a funcionar. Los hombres no suelen fijarse mucho en esas cosas —le comento a Andrea.

Me acaba de contar su genial idea: que use el collar y visite a ambos chicos. Así quizás alguno de los dos diga algo que lo delate, o nos dé una pista.

—Por algo hay que comenzar. Además, estoy segura de que quien te dio el collar va a estar pendiente de si lo usas o no. ¿A quién visitarás primero? —inquiere.

Lo pienso un rato.

¿Será Manuel o será Román? Esa es la cuestión.

Me siento como Hamlet con la calavera en la mano. Pero en mi caso no hay calaveras sino el recuerdo de lo que decían cada una de las cartas que les envié a estos dos seres, y la relación que tengo con ellos.

Román es el chico que trabaja en la heladería. Nos conocimos cuando él llegó al centro comercial, hace unos ocho meses.

Recuerdo que ese día llovió bastante fuerte, lo que fue algo inusual para ser febrero, y a mí, en los días lluviosos, me encanta comer helado; es algo matemático, algo así como: clima frío + helado = perfección.

Subí al tercer piso pensando en comprar mi helado favorito, coco con crema de limón, pero cuando llegué a la heladería preguntando la chica que siempre me atendía, ella no estaba allí. En su lugar se encontraba un chico rubio con la cara salpicadas de pecas. Sus ojos aguamarina se movían inquietos de un lado a otro, y con una sonrisa asustada le daba la bienvenida a los clientes que tenía delante de él. Me recordó mucho Skyler Gisondo, el hijo de Ben Stiller en "Una noche en el museo 3".

Mi turno llegó y su amabilidad desbordó al hablar. Lástima que tenía la atención de un gato bebé y cambió por completo mi pedido. Terminé con un helado de ron pasas y fresas, algo completamente horrendo. Se excusó diciendo que es bueno probar cosas a de vez en cuando, y me prometió atenderme mejor para la próxima vez, porque sí, según él, debía volver. A pesar de ser tan tímido, su torpe flirteo me sacó una sonrisa. Era obvio que yo volvería, no es como si me fuera a ir del centro comercial por eso.

La primera carta se la envié hace unos meses. Pasé por la heladería y vi a su jefa gritarle por haber derramado unos ingredientes. Él solo bajó la cabeza y se puso rojo como un tomate. Cuando llegué a mi tienda le escribí una carta breve.

Creo que decía algo así:

"Caracas - Venezuela

Agosto de 2020

     Apreciado Román:

     No te diré quién soy, no necesitas saberlo.

     Lo que sí tienes que saber es que un tropiezo no determina nuestro camino. En la vida podemos cometer muchos errores, pero tenemos la maravillosa oportunidad de aprender de ellos.

     Estoy segura de que todo mejorará. Por favor, no cambies tu sonrisa que es el sol de la heladería. Sigue siendo tan dulce y amable como siempre. Recuerda esto: sonríe porque alguien te quiere en secreto.

     Atentamente, la chica Girasol."

Las otras cartas fueron igual de genéricas. En ellas les hacía algunos chistes malos y le recordaba que no debía cambiar su linda personalidad.

A diferencia de Román, que es un chico muy dulce, Manuel es tipo rebelde sin causa, el rockero que está acostumbrado a tener un montón de chicas a su alrededor, persiguiéndolo como abejas a la miel.

Cualquiera que nos viera diría que no tenemos nada en común. Yo soy más hippie, una come flor, como dicen por aquí, y aunque me gustan algunas bandas de rock no es rock pesado, además no me gusta vestir de colores oscuros.

A él lo conocí en la discotienda en la que trabaja. Me gusta seguir fiel a mi viejo reproductor heredado de mi padre, y trato de comprar discos nuevos cada vez que puedo.

La primera vez que lo vi me llamaron mucho la atención sus ojos ámbar; combinan a la perfección con su piel bronceada y su cabello castaño. Sin embargo, no me sentí atraída a él, sólo reconocía lo guapo que es. Al poco tiempo nos hicimos amigos, supongo que nuestra mutua falta de interés romántico hizo posible esta amistad, además del hecho de ver desfilar delante de él a una chica tras otra. El tipo cambia de novia como si de ropa interior se tratase.

A él le escribí porque su abuelo, con el cual vivía, falleció hace poco. Me dio mucha tristeza verlo tan apagado, tan diferente a los que acostumbra ser. Manuel es de risa fácil, lanza un piropo cada dos frases y siempre carga una actitud de chico ganador, pero en esos días si acaso me respondía un saludo.

Su carta era más o menos así:

"Caracas - Venezuela

Agosto 2020

     Querido Manuel:

     No te diré quién soy, no necesitas saberlo.

     Lo que sí quiero que sepas es que lamento muchísimo la pérdida de tu abuelo. Perder a un ser querido es algo por lo que nadie debería pasar jamás, deberíamos poder estar con ellos eternamente. Estoy segura de que pronto podrás verlo de nuevo y disfrutar de su compañía para siempre. Cuando te sientas triste, intenta recordar los momentos hermosos que pasaste a su lado. Recuérdalo con una sonrisa y con su actitud echadora de broma que siempre me comentas. Aunque no sepas quién soy, igual estaré para escucharte si necesitas hablar, y, por favor, sonríe porque alguien te quiere en secreto.

     Atentamente, la chica Girasol."

Luego le escribí recordándole algunas anécdotas divertidas que él me había contado antes. Poco a poco su actitud fue volviendo a la normalidad, y las últimas veces que fui a la discotienda hasta me coqueteó. No lo tomé como algo relevante porque es algo que hace con todas las chicas que conocen.

Después de pensarlo creo que ya sé a quién visitaré primero.

—Iré a donde Manuel —le digo a Andrea.

—Estación Bellas Artes —La voz proveniente del parlante nos informa que ya hemos llegado a nuestro destino.

Andrea y yo salimos del metro y nos dirigimos a la parada de buses, aún nos quedan como quince minutos en carro para llegar a nuestras casas.

—¿Cuándo vas a ir? ¿Qué le vas a decir? —pregunta mi amiga.

—Puedo pasar mañana, algo tipo casual, preguntarle cómo está y ver qué pasa. Y el viernes pasaré por donde Román. Algo podremos descartar, creo —respondo.

—Quiero acompañarte a donde Román.

—Lo que quieres es helado —digo.

Andrea, al verse descubierta, solo levanta un hombro.

—Deberías ponerte el collar ahorita. No vayas a ser como la gente loca que le regalan algo y no lo usan —propone.

Decido hacerle caso y me coloco la cadena. Se siente fría sobre mi piel. Andrea saca un espejo de su estuche de maquillaje y me deja verme en él.

—Es hermoso —reafirmo—. De verdad me encanta.

—¿Sabes que pienso? —inquiere ella.

—No si no me lo dices.

—Sea quien sea el que te haya regalado este collar, sin duda te conoce bien. Es algo que yo te regalaría —La miro con asombro—. Bueno, en realidad te lo dibujaría. Prefiero gastar esa plata comiendo.

—Eso se parece más a ti —concuerdo.

—El punto es que esta persona te conoce. Sabe qué cosas te gustan —recalca Andrea—. Si alguien me regalase algo de mariposas, yo sabría que es alguien que me conoce. No son cosas que uno se la pase diciendo, son cosas que las personas notan al conocerte.

—Bueno, en eso sí tienes razón. ¿Crees que Manuel o Román se haya tomado el tiempo de conocerme sin que yo me diera cuenta? —pregunto.

—En la parada, por favor —Una pasajera pide el alto. Andrea y yo aprovechamos de bajarnos del autobús.

—Marisol, solo te pido que recuerdes eso. No te vayas a ilusionar sin estar segura de quién es la persona que te escribió. Ya te llevaste un chasco con Pepe, y no quiero que sufras otra vez —De nuevo, el lado maternal florece en Andrea—. Ve despacio. Si ellos no hacen nada después de verte con el collar, creo que lo mejor sería dejar las cosas así.

«Auch, eso duele».

—¿Siempre tienes que decir la cosas sin anestesia? —pregunto con cariño.

—Honestidad, ¿recuerdas?

Ambas nos despedimos con un abrazo, y yo dispongo a entrar a mi casa mientras ella va dos casas más abajo en la vereda.

—¡La Vinotinto! ¡Que viva! ¡Que viva! —La bulla proveniente de mi hogar se escucha hasta el pasillo.

—Bueno, pues, ¿Y este escándalo? —pregunto "molesta", dirigiéndome a mi papá y a Julián. Ambos están vestidos con una camisa Vinotinto y mi hermano tiene el tricolor dibujado en una mejilla. Es obvio lo que pasa: hoy juega la selección nacional, y si algo tenemos los venezolanos es una fe ciega en nuestro equipo.

Siempre he dicho que es la peor relación tóxica que existe: nos hace sufrir, nos hace llorar, pero nos promete que va a cambiar y le creemos, los apoyamos, los defendemos. Hacemos publicidad, ponemos en todas nuestras redes sociales cosas como: "Por siempre Vinotinto", pero cuando juegan... perdemos. Sin embargo, le aplaudimos haberlo hecho "mejor que la última vez" y seguimos esperando que todo mejore.

Después de saludarlos, dejo atrás a mi familia y me dirijo a la cocina. Allí me encuentro con mi bella madre.

—¡Bendición! —saludo abrazándola por la espalda. Ella es chiquita, mide 1,57, y poder abrazarla al llegar a casa es una de las cosas más hermosas del día.

—Dios te bendiga. ¿Tienes hambre? —pregunta conociendo mi debilidad.

—Mamá, ¡siempre tengo hambre! —digo, riéndome.

—Ve a cambiarte —me ordena—, voy a decirle a tu hermano que lleve la comida a la sala. El juego está por empezar y vamos a comer allá.

¿Ya dije que somos fanáticos de la selección?

Cruzó el pasillo y, cuando voy pasando frente al baño, la puerta de este se abre de golpe y una persona choca conmigo, haciendo que golpee mi cabeza con la pared.

—¡Auch! —me quejo sobando mi cabeza. «Esto me va a dejar chichón», pienso.

—¡Perdón! ¡Perdón, Mari, lo siento! No sabía que estabas aquí —Una voz familiar me trata de calmar, hablando más alto de lo que debería.

—Es mentira, tú lo sabías todo —digo, dramática y señalándolo con el dedo—. Seguramente dijiste: "Marisol viene por ahí, voy a esperarla aquí y cuando pase la voy a golpear". Di la verdad, Marco, di la verdad. ¿Tenías años planificando la maldad verdad?

A pesar de que trato de mantenerme seria, la risa se me escapa y el rostro de Marco se relaja.

—Ven, no seas tonto y salúdame —pido abriendo mis brazos para recibir un apretón.

Marco Valenti es el mejor amigo de Julián, a pesar de que tienen una gran diferencia de edad. Nos conocimos cuando él tenía cinco años y yo siete. Llegó, junto con su papá, a vivir con sus abuelos, luego de que su madre falleciera de cáncer. Mi mamá prácticamente lo adoptó, así que hemos crecido juntos. Para mí, es como mi otro hermano menor. Siempre fue muy pequeño y rellenito, pero cuando pasó la adolescencia su altura había aumentado hasta sobrepasarme por unos cuantos centímetros. Y, aunque pasó una temporada en el gimnasio, sigue siendo rellenito, y a mí me encanta porque me da los mejores abrazos de oso.

—Marisol, discúlpame, ¿sí? —pide en voz baja.

Marco reposa su cabeza sobre la mía y deposita un beso en mi cabello.

—Tenías tiempo sin pasar por aquí. ¿Muy ocupado con la universidad? —pregunto con cautela al separarme de él. Es un tema delicado.

—He estado buscando trabajo. Mi papá me dijo que no costeará mis "ociosidades", como le llama él. Mio nonno me apoya, pero papá no quiere dar su brazo a torcer. Mia nonna es imparcial, dice que no puede ponerse de parte de uno o del otro.

—No sé qué decirte —digo con sinceridad.

—Tu familia es muy diferente. Estoy seguro de que ellos me apoyarían —dice con ilusión.

En eso tiene razón. Mis padres me apoyaron cuando decidí no ir a la universidad. Me apoyaron cuando decidí abrir la floristería, y me ayudaron a conseguir un préstamo bancario para iniciar. el negocio

—Somos tu familia, Marco. Siempre contarás con nosotros —digo sonriéndole. Para nosotros, él es el quinto miembro de nuestra casa.

¿Vuoi essere mia famiglia per sempre? —pregunta en italiano con un acento cantarín.

—Claro, Marco, siempre seremos tu familia —Él me muestra una sonrisa enorme—. Ahora déjame cambiarme antes de que comience el juego.

—Marco, ¿te fuiste por el desagüe o qué? —El grito sutil de mi hermano podría escucharse en toda la cuadra.

—¡Ya voy! —grita Marco, dirigiéndose a Julián—. Por cierto, Marisol, lindo collar, se parece a ti.

Automáticamente toco la cadena que cuelga de mi cuello.

—Gracias —digo con una sonrisa tonta—, nos vemos ahorita.

Marco se va a la sala y yo paso a mi cuarto. Busco entre mis cosas una camisa vinotinto con mi nombre bordado y me propongo darme una ducha rápida.

Faltan como veinte minutos para que comience el partido, si me apuro, puedo estar lista antes.

Hoy ha sido un día largo, lleno de muchas emociones y sorpresas. Lo único que falta para terminar el día con broche de oro es que La Vinotinto gane.

Tengo la corazonada de que esta vez sí lo hará.

________________

NOTA:

Mil gracias por estar aquí. Son increíbles. ❤️❤️

Este último mes ha sido bastante ocupado para mí, me disculpo la ausencia. Este ha sido uno de mis capítulos favoritos porque conocemos más a la familia de Mirasol.

¿Impresiones? ¿Teorías?

Nos leemos pronto. Los quiero ❤️❤️

Nota extra:

Gracias, gracias por ser lectores tan maravillosos. Quería comentarles que si llegan a ver alguna palabra mal escrita o incoherente, no duden en decírmelo; sería de gran ayuda. 

Besos... Los quiero un mundo y parte de otro... ❤️❤️

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