Cómo ganarte a tus suegros si...

By EKurae

64.9K 7.6K 4.7K

O: Manual de supervivencia de Lan XiChen para una boda exitosa. El anuncio de la boda del ilustre primer jade... More

Preludio: Entre tú y yo
Paso 2: Haz gala de tu lado más Lan
Paso 3: Recuerda que tu suegro también está implicado
Paso 4: Muestra tus respetos más sinceros
Paso 5: Aprende a cocinar. ¡Será divertido!
Paso 6: Y ten en cuenta que hay que estar siempre alerta
Paso 7: A veces solo debes aceptar la gratitud que se te ofrece
Paso 8: Por supuesto, es esencial llevarte bien con tus cuñados
Paso 9: La pareja la formáis vosotros dos, nunca olvides lo que importa
Paso final: Ya solo queda casarse, ¡a por ello!
Paso extra: Eh, ni se te ocurra desaprovechar los regalos de la noche de bodas

Paso 1: Responde al desafío

8.2K 937 675
By EKurae

Quinto mes antes de la boda, día 23.

Lan XiChen ignoraba por completo la razón, pero llevaba todo el mes sintiéndose como si alguien le estuviera observando. ¿Por qué? Ni idea. Él solo sabía que le picaba la nuca cada vez que se sentaba tras su escritorio a corregir los informes de las cacerías nocturnos entregados por sus discípulos y hacer la contabilidad de la secta, y no era por los motivos habituales.

(Los motivos habituales, por si a alguien le interesa, eran la mala redacción y la imprecisión de JingYi, que a veces la sufría él y otras veces la sufrían su hermano y Wei WuXian.)

Aquel día técnicamente debería haber sido uno tranquilo. Qué pena que esa clase de días en realidad nunca lo sean. Jiang WanYin llegaba a la mañana siguiente a Gusu para concretar algunos detalles de la boda -algunos detalles que implicaban a su cuñado, el mismo que le había pedido que viniese al menos con unas diez cartas, de las que sabía que solo había quemado cinco, buen porcentaje-. Había recibido su misiva de aviso esa misma semana, al comienzo del lunes, junto con algunas de felicitación y la confirmación de asistencia de Nie HuaiSang, a quién ninguno de los dos quería invitar. Por desgracia, no pudieron evitarlo. Cortesías, malditas cortesías de la sociedad, como diría WanYin. Aunque fuera a ir hasta allí por culpa de Wei WuXian, Jiang Cheng le había avisado a él antes que a nadie (no por nada más allá de las ganas de acostarse juntos, negaría cualquier otro motivo estúpido como, quién sabe, el cariño incondicional que le profesaba a su pareja), y eso hacía que su corazón revolotease como el de un tonto enamorado.

Quizá se debiese a que era un tonto enamorado.

El caso es que, en la víspera de la llegada de su prometido a los Recesos de la Nube, el eminente ZeWu-Jun no se esperaba tener que lidiar con ningún incidente. Como mucho, con una nueva invasión de los conejos de WangJi. Hacía poco habían criado, y ahora había cachorros de conejo hasta en la residencia de su tío. Los discípulos estaban encantados, los ancianos ya no tanto. A él le daba igual. Sabía que había dos conejitos blancos jugando debajo del alféizar de su ventana, fuera del Hanshi, así que tenía una nota mental en la cabeza para dejarles luego un poco de comida. Pero ya está. Hasta ahí deberían haber llegado sus problemas. Lo que ignoraba era que, además de la pareja de conejitos -que no sabía muy bien si eran hermanos o pareja o las dos al mismo tiempo-, una familia de fantasmas le contemplaba desde el alféizar de su ventana. Desde la parte interior además, justo por detrás de él. Por eso le picaba tanto la nuca, no por alguna clase de urticaria crónica repentina. Una se cruzaba de brazos sobre el pecho, la otra sonreía (a la par dulce e intimidante) y el tercero solo contemplaba los acontecimientos con resignación pura, entre dudoso y preocupado.

Jiang FengMian se compadecía de su pobre yerno. ¿En qué momento creyó que era buena idea casarse con su hijo?

Oh, eso podría sonar en palabras un poquito peor de lo que sonaba en su cabeza.

-Mi señora... ¿en qué estás pensando?

-¿Ahora te interesa? -Gruñó fulminante Yu ZiYuan.

A su izquierda, su marido estuvo a punto de estremecerse. En realidad esa no era más que una del sin fin interminable de pullas que le caían a diario. Jiang YanLi se limitó a suspirar en tono comedido, acostumbrada ya a aquellas escenas.

-Tu sonrisa me perturba, mi señora.

Para desgracia del antiguo maestro del Muelle del Loto, sus palabras no hicieron más que ampliar la mueca aterradora de Yu ZiYuan. Nunca terminaría de entender cómo se combinaban el ceño fruncido con las sonrisas llenas de dientes (y de maldad inherente y púrpura), pero tanto ella como su hijo menor tenían esa asombrosa y escalofriante habilidad. Lo único que el bueno de Jiang FengMian sabía -y también Lan Huan; y si no lo sabía ya, lo descubriría a su debido tiempo- era que le daban miedo. Bastante miedo.

No era así en el caso de su hija, que se atrevía a hablarle a su madre cuando tenía esa expresión de villana en la cara con su dulzura y tranquilidad habitual.

-¿Has elegido ya su prueba, madre?

¿Prueba? ¿Qué prueba? Jiang FengMian contempló de hito en hito a su esposa y a su primogénita, el ceño solo un poco fruncido y los ojos alterados. Luego dirigió la mirada hacia su yerno, mirándole compasivo. En su mente ya estaba encendiendo incienso por su alma. Esperaba que pudiese pasar tranquilo a la Rueda de la Reencarnación cuando la Araña Violeta acabase con él. Sería todo un fiasco que se quedase anclado a la tierra con... ellos.

-Así es, A-Li. -Declaró Yu ZiYuan, alzando la nariz con orgullo, siempre mirando en la dirección del desprevenido primer jade, que en aquel momento estaba a lo suyo sin meterse con nadie revisando uno de los libros de contabilidad de la secta-. Ningún hijo mío se casará con un pusilánime.

-Es ZeWu-Jun de quién hablamos, mi señora.

Jiang FengMian se sentía redundante en aquellos meses previos a la boda de su hijo menor. Repetía al menos una vez al día una frase como aquella, pero es que no se le ocurría mejor argumento en defensa de su yerno. La reputación de Lan XiChen al final hablaba por sí sola, y al antiguo maestro del Muelle del Loto no se le ocurría que alguna cabeza pensante pudiese llamar al primer jade de Gusu Lan "pusilánime".

-Habrá de demostrarnos que se merece su título, FengMian. -Le espetó su esposa, con la barbilla siempre en alto. Jiang YanLi ocultaba una sonrisilla tras su manga-. Si quiere mi aprobación, y sobrevivir, que muestre que es digno.

-¡¿Sobrevivir?!

-Ya lo verás.

Si no fuese completa y absolutamente imposible (porque como fantasma era algo que no podía ocurrir, biología espiritual simple), Jiang FengMian juraría que le estaba bajando un escalofrío por la espalda. A Lan XiChen le ocurrió lo mismo. Se estremeció de pronto sin saber del todo por qué, porque no creía tener motivos. Miró a los lados y luego hacia la ventana abierta, el ceño solo un poco fruncido. Yu ZiYuan le sostuvo la mirada como si aquello fuese una competición, pero el primer jade no podía verla. El pobre hombre solo quería discernir si había o no corriente, y cuando llegó a la conclusión de que no solo se encogió de hombros, confuso. Quería echarle la culpa al pánico intermitente que le suscitaba la boda -porque, por muy tranquilo que pareciese, por dentro estaba hecho un manojo de nervios constante que vivía en un estado a medio camino entre la excitación y la histeria-. Por suerte para él, la excusa todavía podía colar y así se evitaba saber la razón real. Le daría algo saber que llevaba cosa de un mes bajo la vigilancia estricta de sus suegros muertos. Y de su cuñada, no nos olvidemos de su cuñada tampoco.

Menos mal que ninguno de ellos estuvo presente cuando le llegó aquella carta subidita de tono de A-Cheng... ya sabéis, la que le tuvo un buen rato masturbándose y gimiendo su nombre. Se libró de la muerte sin saberlo porque su familia política estaba de turismo en Caiyi.

Total, que bajo un persistente escrutinio del que ignoraba ser objeto, Lan XiChen dejó a un lado un par de informes mientras apuntaba los nuevos gastos de la última cacería nocturna a la que habían ido sus discípulos en el libro de cuentas. Creía estar tranquilo, a merced de una mañana serena y rutinaria, cuando unos golpes suaves en su puerta le hicieron alzar la cabeza. Él no lo sabía, no tenía ni idea, pero ahí se acababan de ir sus planes de meditar, tomar una comida ligera y entrenar sus técnicas de espada por la tarde.

Le acababan de traer por las malas un plan bastante más interesante.

-¿Sí?

-ZeWu-Jun, os ha llegado una misiva urgente. -La voz de Lan JingYi resonó estridente al otro lado de la puerta.

-Pasa, tráemela.

Con la deferencia obligatoria que le tocaba emplear cuando se dirigía a Lan XiChen como su líder de secta (que era muy distinta a cuando solo eran en cazas nocturnas extraoficiales el mayor Lan y el mayor Jiang, confianza que habían cogido los jóvenes con ellos gracias al tiempo compartido), Lan JingYi abrió la puerta. Hizo una reverencia a modo de saludo y le entregó una carta en un sobre anónimo. No tenía remitente por ninguna parte, solo su nombre como inequívoco destinatario, primer detalle sospechoso.

La temperatura de la habitación pareció bajar un par de grados. Tras el líder de Gusu Lan, Yu ZiYuan sonrió. Ni su hija ni su marido requirieron explicación alguna (no como el pobre primer jade, que estaba completamente perdido ante un sobre en blanco). Eso era cosa suya.

Era su desafío, el primero de tantos.

Lan JingYi se retiró tras un segundo saludo, ansioso por volver con sus amigos. Lan XiChen lo permitió con un movimiento de la mano mientras se sentaba a su escritorio de nuevo. Sus cejas se crisparon solo un poco, demostrando su admirable temple y su paciencia incluso en situaciones de cuidado. Jiang FengMian lo aprobaba, necesitaría todo ese aguante para lidiar con su hijo durante la vida conyugal.

El primer jade se tomó su tiempo, y a cada segundo que pasaba el ceño de la tercera dama Yu se fruncía un poco más. Ella no tenía tanta paciencia; nunca la había tenido, y de fantasma todavía menos. Le parecía innecesario por completo que Lan Huan se tomase cinco minutos enteros -¡cinco minutos!- sin abrir la carta, solo examinando el sobre para asegurarse de que no contenía rastros de ninguna maldición ni de energía resentida. ¡Por amor a los Cielos! ¡Si solo tenía un mísero papel dentro! ¡Lo único que debía hacer era leerlo de una vez!

Qué desgracia que, sin él ser consciente, Lan XiChen pareciese dispuesto a llevarle la contraria a su suegra en cada paso que daba en la vida. La suerte no le sonreía.

Solo cuando estuvo seguro (porque, como líder de secta ante el que cualquiera podría querer atentar contra su vida en cualquier momento, debía tomar ciertas precauciones), abrió la carta. A su espalda, la Araña Violeta resopló. Por una vez, las miradas de padre e hija se encontraron, ambos un tanto cautelosos y un tanto resignados a la actitud de la matriarca. Poco podían hacer ellos ante sus deseos y designios, aunque en esta ocasión Jiang YanLi estaba más de parte de su madre que de su padre, todo hay que decirlo.

-¿Pero qué...?

Lan XiChen acabó por fruncir del todo el ceño cuando se encontró con las palabras escritas ante él. No se creía lo que estaba leyendo. Nadie se lo habría creído en su lugar.

Líder de Secta Lan,

(La carta comenzaba así, con un tono seco, muy seco. Por supuesto Yu ZiYuan no se iba a detener en consideraciones vanas y agradables.)

Os preguntareis quién os escribe. Ignoráis mi identidad, pero yo soy plenamente consciente de la vuestra y de la de vuestro prometido, Jiang WanYin. No os preocupéis, pues no planeo causarle ningún daño ni afrentarle de modo alguno.

(Ahora, que hacerle daño a él ya era otra historia.)

Hablaré con claridad: me opongo a esta unión. No contemplo vuestro matrimonio y me niego a permitir que se lleve a término. Si queréis demostrar que sois digno de desposar a Jiang WanYin, encontraos conmigo al atardecer a las afueras de Caiyi, en el camino hacia Yunmeng. Nos batiremos en duelo por la honra que habéis mancillado y por el honor del líder de secta Jiang, al cual considero que no merecéis ni mereceréis jamás.

En vuestra mano está el probar que me equivoco.

Y ya está. Dos párrafos cortos y concisos llenos de indignación que Lan XiChen no pudo evitar leer en alto y que le dejaron temblando. No solo era una oposición directa a su unión, sino que también incluía un desafío por algo que siempre había considerado que no le correspondía a él defender. WanYin se se valía solito, y no toleraba que nadie tratase de protegerle jamás. La última vez que lo intentó se ganó ser el desafiado a un encarnizado duelo por su parte que llevó a ambos líderes de secta al empate y a casi (casi) romper su relación. Desde entonces tenía muy clarito que Jiang Cheng se bastaba y se sobraba por su cuenta y riesgo. A él no le correspondía más que ser un apoyo amable, una mano amiga y un hombro aliado. Y... al final le había acabado gustando ese papel. Si algo adoraba de su querido líder Jiang era esa capacidad innata para luchar y ganar sus propias guerras, poco importaba el enemigo que tuviese en frente.

Y si ZeWu-Jun no daba crédito, el asombro de Jiang FengMian tampoco se quedaba atrás. Había ido escuchando con atención las palabras del primer jade mientras leía por encima de su hombro, y su mandíbula se caía un centímetro más a cada frase. Cuando terminó de leer, no pudo evitar darse la vuelta en dirección a su esposa y exclamar:

-¡¿Has retado a un duelo a ZeWu-Jun?!

-No. -Negó ella con tranquilidad solo por el placer de corregirle y tener la última palabra-. He retado a un duelo a ZeWu-Jun por la honra de nuestro A-Cheng.

El antiguo maestro del Muelle del Loto no se lo podía creer. Ni la audacia de Yu ZiYuan ni la más que evidente diversión que refulgía en los ojos de su hija.

-Pero... pero...

-No te recomiendo que te pierdas el enfrentamiento, FengMian. -Proclamó orgullosa la tercera dama Yu mientras caminaba hacia la salida del Hanshi-. Así podremos ver de qué pasta está hecho el hombre que pretende a tu hijo.

Y atravesó la puerta, dejándolo a cuadros. Tras él, Jiang YanLi le deseaba suerte en silencio a Lan XiChen. Esperaba que pasase la primera prueba de su madre para poder enfrentarse a la suya, por supuesto.

***

Desde la fatídica llegada de esa extraña carta, el día se le había pasado volando. En un principio, Lan XiChen barajó no acudir porque... ¿quién en su sano juicio acudiría a una cita tan sospechosa? Jiang Cheng se enfadaría con él si lo hiciera, estaba más que seguro. Le gritaría, en especial por ponerse en peligro sin miramientos. También lo harían su tío y su hermano, que seguro que no le creían capaz de cometer un acto tan insensato siendo el líder del clan, el hombre cuya seguridad hay que garantizar. Es más, dadas las circunstancias y estando a pocos meses de casarse con su shidi, hasta Wei WuXian se molestaría por su irresponsabilidad.

La cosa es que había un problema, un problemilla ínfimo, diminuto, casi despreciable y que le estaba conduciendo hasta las afueras de Caiyi en aquel mismo instante. Aquella carta apelaba directamente a su orgullo. No por las chorradas de defender la honra de nadie, no. La parte de no ser considerado merecedor del amor de Jiang WanYin (amor que le había sido entregado de forma genuina y sin tener que pasar por ningún reto estúpido, por cierto) le picaba en la autoestima. Le escocía pese a saber que nadie más que ellos tenía jurisdicción en su relación, que solo ellos poseían el derecho a decidir quién era digno y quién no. Sí, habían acordado que ninguna opinión ajena podría hacer que se tambaleasen o aquello no llegaría a ninguna parte, pero no podía evitar que le molestase. Por eso apretaba los dedos en un puño cerrado en torno a la vaina de Shuoyue.

Su ego más instintivo y profundo había sido atacado, y no quería dejarlo pasar. Si hubiera sabido que la que esgrimía la pluma (y por ende luego la espada) era su suegra, habría acudido con una actitud un poco más conciliadora.

Pero ay, nuestro querido primer jade estaba de mal humor. Qué problema.

Lan XiChen arribó al punto de encuentro diez minutos antes de lo "acordado" en la carta. Solo por eso se ganó un punto para Jiang YanLi, aunque a Yu ZiYuan lo que menos le interesaba en aquel momento era la puntualidad de su yerno. Cuando llegó estaba solo. O al menos él lo pensaba. En realidad no era así. En uno de los extremos del camino a las afueras de Caiyi, dos fantasmas lo contemplaban. El padre suspiró y la hija sonrió mientras esperaban a la esposa, que a saber lo que andaría preparando.

-Cuando dijiste que querías poner a prueba a ZeWu-Jun, A-Li -comenzó el antiguo maestro del Muelle del Loto-, esperaba algo un poco distinto.

-Madre siempre ha sido un tanto impredecible. -Concedió con calma-. Pero creo que será un espectáculo entretenido de ver.

-¿Por qué pareces complacida, hija mía?

-Solo interesada. Siento curiosidad por ver en vivo y en directo la valía de ZeWu-Jun. Nuestro A-Cheng se merece lo mejor después de todo.

-No pienso discutir eso último. -Murmuró Jiang FengMian, que necesariamente tenía que estar de acuerdo o moriría por segunda vez-. Solo creo que esto es un tanto... exagerado.

-Puede, pero me temo que no podrás hacerla cambiar de opinión, padre.

Aunque el fantasma frunció el ceño con cierta confusión en una primera instancia, cuando siguió la mirada de su hija lo entendió todo. Yu ZiYuan acababa de hacer acto de presencia, pero no como él esperaba.

Ay... en menudo lío se estaban metiendo...

ZeWu-Jun se dio la vuelta nada más notar a sus espaldas una presencia hostil de abrumadora intención asesina. Proveniente de Caiyi, un hombre adulto no mucho más joven que él acababa de plantarse en mitad del camino. Sus túnicas eran humildes, de color oscuro y sin grandes bordados que marcasen rango o clan. No pertenecían a ninguna secta, no al menos que él pudiese reconocer, aunque los tonos le recordaban levemente a Meishan Yu. ¿Sería acaso algún familiar lejano de Jiang Cheng o un cultivador errante que quería camuflar su desfachatez entre los matices púrpuras que solo dos sectas osaban exhibir? Sin ser capaz de distinguir su rostro, Lan XiChen ignoraba cuál de las dos opciones era la correcta. Un sombrero de bambú ocultaba la mitad de su expresión, dejando como única muestra de su identidad una sonrisa tan amenazante como petulante. Sostenía entre sus manos una espada sin nombre, sin fama. Como él (como ella mejor dicho), todo debía quedar sumido en el anonimato.

Tras él, Jiang FengMian negó con la cabeza. Jiang YanLi se limitó a suspirar. Para ser tan seca en sus formas, Yu ZiYuan tenía una tendencia secreta al teatro que negaría bajo cualquier circunstancia.

Una risa grave se escuchó a ambos lados de la carretera. Un señor, un campesino que pasaba por allí, frunció el ceño al escuchar al cultivador deshonesto poseído por un fantasma carcajearse, pero viendo a ZeWu-Jun opinó que debía estar todo bajo control. Menos mal que siguió su camino, porque ahí no había nada bajo control. Nada.

-Veo que os habéis atrevido a venir a mi encuentro, ZeWu-Jun.

-¿Sois el remitente de la carta?

-Sin duda alguna. Y vos sois el que ha mancillado el honor de Jiang WanYin. -Acusó, señalándole con un dedo que en otro cuerpo habría sido elegante.

Lan XiChen no reaccionó, no en apariencia. Majestuoso y calmado, el primer jade se mantuvo con el rostro en blanco, estoico como solía estarlo el de WangJi. Bajo ningún concepto se permitiría exaltarse ante las burlas de tan irreverente personaje.

-Mucho me temo que os equivocáis. Jamás mancillaría el honor de mi compañero de cultivo. Y si por alguna razón así fuera, estoy seguro de que él mismo me lo haría saber.

-Que Jiang WanYin esté cegado por vuestro brillo no implica que otros caigamos en los mismos engaños con tanta facilidad. -Proclamó. A Jiang FengMian se le cortó la respiración por detrás, y eso que ni siquiera necesitaba respirar-. Ese niño tonto no sabe lo que hace, así que yo me aseguraré de defender su honra.

-WanYin no necesita a nadie que le defienda. -Y eso le incluía, pero si le preguntaban Lan XiChen debería admitir que en realidad estaba luchando por su orgullo, no por su prometido-. ¿Quién sois? Es curioso que no conozca a alguien que parece tan implicado con el líder de secta Jiang.

-Qué pretencioso. ¿Dónde está la famosa humildad de Gusu?

-Somos famosos por nuestra justicia, no por nuestra modestia.

Aunque iba incluida en el precio -y en el muro de reglas- sentía quemarle en las entrañas la creciente necesidad de rebatir cada palabra pronunciada por esa boca anónima. Craso error.

-Ya lo veo. ¿Os preguntáis quién soy? ¡Quizá os lo cuente cuando os haga morder el polvo! ¡En guardia, ZeWu-Jun!

De verdad que Jiang FengMian no creía que su esposa fuese capaz de llegar a esos extremos. Si no, nunca lo hubiera permitido. (¿A quién vamos a engañar? No tenía ni voz ni voto allí, quisiera permitirlo o no.) Jiang YanLi sin embargo tampoco estaba tan sorprendida. Su madre se tomaba muy en serio todo el tema de los duelos y los desafíos, así que estaba claro que su reto no habían sido palabras vacías.

En fin... sería un duelo interesante de ver, sin duda. ZeWu-Jun contra la Araña Violeta, quién lo hubiera imaginado.

Ante ese primer ataque veloz y feroz que mandó el sombrero de bambú a volar por los aires (y que le reveló un rostro bastante normalucho, sin características reseñables que no conocía de absolutamente nada) Lan XiChen fue capaz de responder solo por entrenamiento. No por el de Gusu Lan, no. Para nada. Se movió hacia su izquierda de forma instintiva, porque era un movimiento que había hecho miles de veces en respuesta a un ataque inicial que había sufrido miles de veces. A Jiang WanYin y a él les encantaba luchar juntos y batirse en duelo en los campos de entrenamientos de sus sectas, podría responder a esa entrada incluso con los ojos cerrados. En este caso se le abrieron como platos, porque su querido Sandu ShengShou atacaba justo así, ya fuese su competición de la espada o del látigo.

De tal madre, tal hijo.

En una primera instancia, sus espadas no chocaron. Shuoyue brilló bajo el atardecer, pero su finta le permitió poner un poco de distancia antes de lanzarse él también al ataque. El estilo híbrido entre las enseñanzas de Yunmeng Jiang y Meishan Yu -estilo que al final era la marca distintiva del Yunmeng Jiang actual- estuvo a punto de detenerle el corazón del asombro. Por todos sus combates contra su prometido, Lan XiChen fue capaz de esquivar y devolver cada fiera estocada. La madre atacaba a la misma velocidad que el hijo, y ese ritmo demencial solo lo había visto y vivido en Jiang Cheng. ¿Estaba acaso batiéndose contra un discípulo excepcional pero expulsado de su clan? No, imposible, demasiado mayor. Además, de ser así tendría alguna noción de su existencia, ¿verdad?

Hasta el juego de pies era idéntico, las fintas y los giros en cualquier dirección posible. Incluso los saltos mortales de los que su querido WanYin era en particular devoto. El primer jade se veía obligado a recular de tanto en tanto, aunque sus ataques no dejaban de ser notables. Tragó saliva cuando sus aceros chocaron. La hoja de aquella espada no podía igualarse a la suya, legendaria, ni tampoco sería capaz de hacerlo la fuerza de brazos. Dependía para ganar de aquellas habilidades que no sentía enteramente como suyas y de su conocimiento sobre las técnicas de Yunmeng. El shock amenazaba con hacerle lento, pero fue capaz de sobreponerse al asombro. Jiang YanLi y Jiang FengMian contemplaron hasta cierto punto satisfechos como ZeWu-Jun se veía obligado a hacer gala de su poder y de su fama. Al antiguo líder de secta se le quiso escapar una sonrisilla orgullosa que entraba en conflicto con su compasión hacia el pobre muchacho. Por un lado le daba pena ver como sufría, sí; por otro le enorgullecía volver a contemplar a la legendaria Araña Violeta poniendo a cualquiera contra las cuerdas.

El choque entre las espadas no resonó durante más de quince minutos, aunque a los combatientes se les hizo eterno. Lan XiChen optó por jugar una carta quizá un tanto sucia, pero tremendamente efectiva. De sus duelos con Jiang WanYin, además de cortes y algún beso furtivo, solían sacar ambos valiosas enseñanzas. A él se le habían quedado grabadas algunas técnicas que ahora integraba en las de su propia secta siempre y cuando ni su tío ni su Consejo de Ancianos le viesen. Optó por esquivar al estilo de Yunmeng y Yu ZiYuan no le vio venir. La tercera dama Yu dejó escapar un gruñido cuando su espada voló de entre su manos y cayó sobre la carretera. Shuoyue apuntaba a su cuello, estable aun a pesar de la acelerada respiración del primer jade.

Estuvo reñido, pero al final Lan Huan había demostrado con creces ser merecedor de su título y de su puesto como el más poderoso de su generación, y debía reconocerlo aunque le doliera. Los aplausos lentos de su marido fantasma que solo ella podía escuchar no mejoraron la situación.

-Creo que merezco una explicación.

-O una felicitación por vuestras tretas como mucho. -Bufó la Araña Violeta en respuesta.

-¿Quién...?

-¿Qué demonios está pasando aquí, XiChen?

Oh, mierda. El pensamiento fue unánime en los cuatro allí presentes, tanto en el vivo como en los muertos.

A espaldas del primer jade, frente al cuerpo que su madre había poseído, Jiang WanYin aterrizó sin parsimonia ni miramientos en mitad del camino. El chasquido de Sandu al ser enfundada se escuchó alto y claro al resonar entre los arbustos. También el crepitar de Zidian, que por un momento brilló en mano más de lo que debería haberlo hecho. Su gesto adusto y severo sería capaz de intimidar a cualquiera menos precisamente a su prometido y a los tres fantasmas.

Bueno, quizá había una parte de mentira en aquella afirmación, porque incluso sin verle la cara Lan XiChen se sentía intimidado. No por su gesto en sí, sino por la situación. Y más intimidado se sintió cuando, sin previo aviso, su oponente se desmayó. No había hecho nada que le pudiera inducir a la pérdida de consciencia, porque ninguno de los dos contrincantes había sido capaz de infligirse ni el más mínimo corte durante el transcurso del combate, así que el pobre primer jade estaba confuso. En realidad no tenía la culpa, pero no lo sabía.

Yu ZiYuan tuvo que ser rápida a la hora de abandonar aquel cuerpo provisional. Estaba segura de que si su hijo la oía hablar o la veía moverse, podría reconocerla, y eso no estaba dentro de su plan para poner a prueba a su yerno. No quería volver a causarle daño a su niño. Además tampoco deseaba encontrarse al otro extremo de Zidian. Desde el punto de vista de quien lo solía esgrimir, nunca le había parecido una perspectiva prometedora.

-¿Satisfecha, mi señora? -Cuestionó Jiang FengMian cuando su esposa llegó hasta su altura, tomando posición al lado de su hija pero con la mirada siempre fija en la pareja Jiang-Lan.

-No lo ha hecho mal. -Concedió, y viniendo de su boca esa simple frase era un gran halago-. Pero sigo sin aprobar que se case con nuestro hijo.

No, por supuesto que no. Jiang FengMian suspiró. Aquello habría sido demasiado fácil.

-Si no me equivoco -comentó Jiang YanLi-, te ha vencido con una de nuestras técnicas, ¿no?

-Sí. Debo admitir que valor no le falta.

-Ni habilidad. Esa finta en particular es difícil de dominar.

-A-Cheng debe haberle enseñado bien. -Masculló altiva Yu ZiYuan-. De todas formas, preveo que le costará más enfrentarse a él que a mí.

Con un movimiento de la barbilla de la tercera dama Yu, la mirada de la familia se dirigió al completo hacia la pareja. Ahora por fin se miraban en los previos a empezar una conversación un tanto... tensa en el mejor de los casos.

O no tanto. Al fin y al cabo, Lan XiChen era un veterano en aquella batalla dialéctica.

-¿Desde cuando peleas con cultivadores errantes a las afueras de la ciudad, XiChen?

-Desde... ¿hoy? -El propio Lan Huan parecía confuso. Normal, si es que llevaba confuso todo el día-. Has llegado antes de lo que esperaba.

-Quería pasar la noche contigo. -Explicó con sencillez, para desaire y horror de sus tres familiares fantasmas, que no creían lo desvergonzado que podía llegar a ser su benjamín. Solo se permitía ser así porque creía que estaban solos, que conste

-Por la dirección... ¿vienes desde Lanling?

-Sí.

-¿Qué tal la situación?

-Horrorosa, y no me apetece hablar de ello ahora mismo, la verdad.

-Vaya -aunque hasta cierto punto preocupado, a Lan XiChen se le dibujó una sonrisilla divertida en los labios-, creo que es la primera vez que, voluntariamente, no quieres hablar del trabajo.

-Ya, bueno. De todas formas todo el tema de Lanling no explica lo que haces aquí, no me cambies de tema.

Que, a todo esto, ¿acaso a nadie le importa el pobre cultivador tirado en el suelo desmayado?

No, se ve que no.

-Me retaron a un duelo. -Suspiró el primer jade mientras le tendía la dichosa carta. Acababa de sacarla de entre los pliegues de sus túnicas-. Ten.

Jiang WanYin frunció el ceño ante las primeras palabras, pero cuando terminó de leer solo soltó una risotada incrédula al aire. A un lado, Jiang FengMian negaba con la cabeza mientras su esposa miraba hacia la ciudad y daba golpecitos a la tierra con el pie como si ella no tuviera nada que ver con eso.

-¿Qué se supone que es esta porquería? -Rio incrédulo el líder Jiang-. ¿Mancillar mi honra? ¿Defender mi honor? ¡Cómo si necesitase que alguien lo hiciera por mí!

-Sabía que no te haría gracia...

-¡Pues claro que no! ¡¿Quién se cree que es el bastardo que ha escrito esto?! ¡Le partiré las piernas por subestimarme!

-Espera, espera, WanYin. -A toda velocidad, Lan XiChen se las tuvo que arreglar para detener a su prometido, que parecía tener ganas de asesinar al recipiente que había usado su madre (y por ende un poco a su madre también, pero no lo sabía)-. No vale la pena.

-¡¿Qué no vale la pena?! ¡Esta carta es un insulto hacia ti y hacia mí, y no pienso tolerarlo!

-Yo tampoco tengo intención, pero sea quién sea ese hombre ya ha recibido su merecido. -Al final, ZeWu-Jun no podía evitar ser compasivo. Y, bueno, estar intrigado, porque esa forma de luchar solo se la había visto a él, pero prefirió no decírselo. Ya bastante tenían (y tendría el cultivador errante cuando recuperase la consciencia) como para además añadirle a la lista uno de los infames interrogatorios de Jiang WanYin. Por eso se limitó a tomar entre sus manos uno de los puños ajenos y llevarse sus nudillos a los labios, suave y galán-. Además... hasta cierto punto es verdad. Te deshonré cultivando contigo antes de nuestro matrimonio.

-¿Y por qué exactamente crees que me importa? -Bufó-. Por esas mismas, yo también te he deshornado a ti.

-Cierto es, pero mejor que mi tío no lo oiga.

En realidad Lan QiRen ya lo sabía, pero prefería hacer oídos sordos cada vez que cierto líder de secta iba de visita a Gusu. Al menos ellos se dignaban a poner talismanes silenciadores en las puertas de sus alcobas, no como otros... Jiang Cheng acabó por reír ante eso, esta vez de verdad y no con sarcasmo. Los que no se reían eran los miembros de su familia. Yu ZiYuan volvía a estar de mal humor, Jiang YanLi parecía un tanto incrédula y Jiang FengMian se limitaba a rezar en silencio para que aquello no se saliese de control.

-Mejor. -Concedió el líder Jiang-. Además... no deberíamos olvidarnos de que me encanta que me deshonres.

Un susurro seductor, una bonita media sonrisa en un rostro y una completa en el otro. La punta rosa de una lengua humedeció un par de labios que querían entreabrirse. Y tres expresiones de incredulidad, asombro y un poquitín (o muchín, que Yu ZiYuan ahora estaba muy enfadada) de furia.

-¿Y qué quieres que haga de ti esta noche, mi querido Sandu ShengShou?

-Lo que desees, ZeWu-Jun, siempre y cuando escandalice hasta a los Cielos.

Si supiera quiénes le estaban oyendo... Si supiera quiénes le estaban oyendo sería menos deslenguado. Tampoco uniría con ese ahínco hambriento los labios con los de su prometido si supiera que entre su hermana y su padre fallecidos ambos estaban teniendo que sujetar el alma de su madre para que no volviese a poseer el otro cuerpo y los asesinase a los dos.

-¡Estos malditos niños no valoran su vida! ¡YanLi, FengMian! ¡Soltadme! ¡Les voy a dar su merecido!

Sí... Menos mal que nadie podía escucharla.

Continue Reading

You'll Also Like

17.1K 2.4K 10
Para alguien, la idea de que Lan Wangji estuviera enamorado era inexistente. Y él, estaba bien con eso. Pero "estaba" es el pasado del verbo "estar"...
1.2M 160K 160
Serie de Oneshots/Drabbles de situaciones donde las libertades sexuales de la actual y feliz pareja WangXian comienzan a producir traumas en los jóve...
113K 14.6K 46
Parece título de harry potter XD Wei Ying, hijo de Wei ChangZe y CangSe SanRen. O... No? Wei Ying se entera de la verdad y decide que quiere conocer...
3.3K 493 10
Todos conocen la historia de dos hermanos, no de sangre pero sí criados como hermanos, que hicieron grandes hazañas en el mundo de la cultivación. Un...