Uno de los espectros descendió con gran fuerza, William corrió hacia el pequeño y lo empujó al suelo. El menor estaba eufórico, pero William rodó con él en brazos para evitar otro ataque.
—¡Cuando te digo que tengas cuidado es porque lo tengas!
—¡Pero —al ver a los espectros quedó completamente petrificado
No le dio tiempo de hablar pues William lo tomó con fuerza del brazo y salió huyendo.
—¡Tienes un brazo muy largo! ¡Corre, corre!
—¡Deja de juzgarme!
Los otros dos le siguieron el paso a William y se refugiaron en uno de los establos. Metió al niño en la paja y asomó su cabeza para contar a los espectros. Eran tres.
—¿¡Qué es eso!? —dijo el pequeño, con pequeños trozos de paja en su cabello. —¡Chispas! ¡Son gigantescos!
—Eso, niño ruidoso son espectros agonizantes y precisamente porque son gigantes deberías preocuparte más
—¿Por qué?
—Porque tienen mucha tristeza y cualquier cosa que vean intentarán atacarla
Se oía en la lejanía el grito de cientos de personas, muchas de ellas huyendo de un lado a otro mientras el ruido del violín generaba ecos. Los espectros ladeaban su vuelo y cuando descendían exclamaban de horror. Al ver lo que ocurría, William apretó la quijada.
—El hijo de puta quiere incriminarme, ¡Maldita sea!
—¿Disculpe?
—Nada niño, mete tu cabeza en la paja ¿¡Qué no entiendes!?
—¡No soy niño! ¡Mi nombre es-
—No puedo creerlo —dijo frustrado. —¡Ya no son solo dos sino tres!
—¿Espectros? —dijo Lysandro
—Sí, pero también tres críos que cuidar. Como sea, tengo que pensar en algo
Entre tanta contusión le resultaba casi imposible poder concentrarse, miró a su alrededor, ansioso.
—Tengo que capturar su atención..., pero ¿cómo? Llamarlos desde aquí es muy arriesgado
—¿No dijiste que no te metías con los espectros? ¿Quién ere-
—¡Silencio niño!, Lysandro ¿tienes alguna idea?
Negó con la cabeza.
—Si los llamo es más probable que vengan a atacarlos a ustedes. Si quieres capturar su atención tiene que ser en una zona abierta y donde te vean, especialmente donde te escuchen. Y si llegas a auxiliarte de tus espectros debes tener cuidado, no querrás que las personas te vean la cara
William mordió su labio inferior.
—En la iglesia —respondió el menor. —la de Santa María, la parte de arriba es suficientemente amplia para caminar
—¿Y dónde queda?
—Adelante —señaló. —puedes huir en dirección de los canales y llegar a Támesis. Aunque me resulta imposible que puedas treparte y huir tan rápido, los canales están muy retirados de aquí y-
—Uy niño, no sabes con quién hablas
William se puso de pie, sosteniendo el violín con fuerza.
—Lysandro, váyanse de aquí, los veré en el río
—Espera, ¿y este niño qué? ¿Lo traemos con nosotros? ¡En nuestro compromiso no acordamos niños!
—¡Silencio! Por desgracia ha visto demasiado y dejarlo a su suerte lo matará, y tú Da... digo, colega, asegúrate de que no complique las cosas
Darien asintió.
—¡Vamos!
William colocó el violín sobre su hombro y en un chirrido logró llamar a Kokia, quien rápidamente voló hasta ellos y sacudió sus plumas. Un aleteo fue capaz de despeinarlos a todos, el niño quedó maravillado ante su presencia, en sus ojos podían verse claramente un par de estrellas. Quería acariciar sus plumas, pero Lysandro lo cargó como saco de papas, sacó su sombrilla y la extendió hasta formar un portal.
—¡El último huele a huevo podrido! ¡Bye, bye Darien!
Dicho le siguió apresuradamente, alcanzando a entrar en el portal. El pequeño quedó conmocionado al escuchar su nombre.
—¡Espera! ¿¡Qué tú eres qu-
Y se esfumaron. William acarició la cabeza de Kokia.
—Vamos, hoy va a ser un día muy agitado
Subió en ella, de un brinco Kokia despegó. Mientras William entonaba una melodía para atraerlos, Kokia ladeaba con gracia para esquivarlos, sin embargo, eran muy hábiles y lograban dispersarse ante los aleteos bruscos de Kokia. Cuando finalmente aterrizaron sobre la iglesia, Kokia se puso detrás de William y extendió las alas, de esa manera la luz de la luna difícilmente daba hacia su perfil y lo evidenciaba frente al resto. William alzó el arco y de inmediato dejó escapar "desolación". Pero los entes hicieron caso omiso, en lugar de tranquilizarse su llanto aumentó, William quedó estupefacto, no debería ser ese el efecto que tendría que causar. Su oponente podría no tener la mejor calidad en cuanto al manejo del violín, pero de que era inteligente, lo era. Sin embargo, William ya tenía previsto que algo así ocurriría después de ver de lo que era capaz, por lo que, con ayuda de Kokia haría resonar su nueva sonata. Una que si bien no había puesto en práctica, contaba con su talento innato musical para saber que se escucharía bien. Inspiró profundo.
—Kokia, cuando yo toque tú aletea ¿oíste?
"Hoo, hoo"
—Bien, después de esto tendremos que huir
El arco se deslizó tres veces, incitando provocación al oponente. Después, se deslizó más rápido de lo que alguna vez lo hizo. Los espectros escucharon atentos, solo cinco segundos y su apariencia cambió. Las puntas de tela se agrietaron, los ojos llenos de lágrimas oscuras cesaron y ese semblante agonizante en cada uno de ellos se distorsionó.
"Furia"
En Levian era poderosa, estruendosa y carcomía a los espectros. Incluso Kokia quien escuchaba volvió de su aleteo más brusco y la melodía resonó en todo Reading. La figura de William sobre la iglesia, rodeado de rayos frágiles blancos y una postura formidable fue el punto de atención de quienes huían. Las personas por debajo solo podían vislumbrar a un hombre con porte divino. Las palabras de muchos quedaron atascadas en las puntas de sus lenguas y murieron antes de siquiera gritar.
—¡El violinista espectral! ¡El violinista espectral ha vuelto! ¡El alma solitaria de los espectros, William Wilder ha vuelto!
Había un debate entre la contusión, el asombro y el miedo. Las personas que hablaron sobre él ahora mismo se encontraban doblegados por su presencia, por el sonido vanaglorioso de ese violín. Lo odiaban, claro que lo odiaban, pero sus sentidos auditivos no decían lo mismo y se postraban de rodillas ante la sublime figura de aquel chico. Era imperceptible su rostro, pero no hacía falta, quien lo recordaba podía dibujar en esa sombra que lo escondía su apariencia del pasado. El saco largo, oscuro ondeándose por el viento, los guantes negros sujetando a un artefacto de gran valor, un hermoso violín marfil que se tiño oscuro como la noche. Y esa cabellera oscura, sacudiéndose contra sus pestañas. Pero era extraño para los presentes que hubieran dos violines sonando de extremo a extremo, luchando ferozmente el uno contra el otro. De ser un teatro sería el mejor espectáculo para oír. Si no hubiera espectros, muchos se quedarían sentados aplaudiendo al ver tal guerra orquestal.
¿Realmente era William? ¿Quién era ese chico de porte sublime y solemnes melodías? ¿Quién estaba del otro extremo? ¡Más inédito! Que supiera una sonata antigua del viejo violinista espectral. El motivo de su lucha era desconocida, quizá arrogante, pero un deleite profundo para los vivos y los muertos.
Los espectros ladearon sus cuerpos, confusos. A excepción de Kokia que continuaba aleteando. William alzó el arco, Kokia se postró y William subió.
—¡Vuela!
Despegó y tras él tres espectros gigantes llenos de furia. Al analizarlos William seguía consternado, era extraño que no lucieran perdidos o desorientados después de la sonata, es decir, no eran espectros vengativos por lo que sus motivos de atacar deberían basarse en saciar su tristeza. Usó la sonata para corromperlos y hacerlos dudar de sus acciones, ¿llorar o patalear? ¿lamentarse o enfurecer? Eso parecía funcionar bien, pero continuaban siendo precisos en sus ataques, evadiendo los aleteos de Kokia y ascendiendo sin límites. Sea lo que sea que los estuviera liderando, era efectivo. Tal como marionetas que sabían donde atacar. La fortuna es que William sabía que huyendo de ellos los sacaría del rango permitido para el violinista y sería más difícil controlarlos. Descendió hacia el río donde los demás lo esperaban. William seguía como fiera, tocando con todo su ser para vencerlos, pero para su sorpresa los espectros no perdieron el hilo de sus acciones y seguían siendo controlados perfectamente. Gritaron innumerables veces, Kokia se detuvo tras él y volvió a aletear.
El pequeño estaba impactado, la mandíbula se le caía por el suelo, Lysandro le dio un codazo.
—Brutal, ¿no?
El niño asintió.
Darien mordió su labio inferior. Aunque el combate era igualitario y William no se había doblegado temía porque ocurriera lo mismo de la lucha anterior, que Lysandro interrumpiera, que William se descontrolara y terminara por salir herido. La primera vez es coincidencia, la segunda suerte. Confiaba en sus habilidades, pero también temía por el rival, a ambos podría aplicárseles tal dicho.
—¡Allen! —exclamó Lysandro. —¿Es-
Darien le dio un zape.
—¡Pero qué te pasa!
Obtuvo una mirada de soslayo.
—¿Qué? ¿Ya lo defiendes? ¡Eres absurdo! No iba a decirle nada malo, aún...
Darien refunfuñó.
—Cómo sea... teniendo a Levian lo único que yo podría darle sería un empujoncito, ¡Allen! ¡Allen! ¿O debería decirte sucesor de William Wilder?
—¡Cállate Lysandro no es un buen momento!
—Siempre es un buen momento cuando estoy yo, ¿sabes en dónde estamos? En el río Támesis
William no le hizo caso y continuó atacando.
—Viniste aquí por una razón, ¿no quieres ver si es verdad o no? Ya sabes, si el cuerpo de tal persona fue desechado en estos lares
William frunció el entrecejo.
—¡Estoy ocupado!
—¿Por qué te ciegas? ¿Acaso quieres evadir la verdad? ¡Yo quiero descubrirlo! ¡Vamos a descubrirlo! Si ese antiguo maestro ahora nada con los peces y huele a salmón
—¡Silencio!
—¡Vamos! ¡Vamos a descubrirlo! —dijo sonriente, sacando la pipa de entre sus prendas
Esta vez, dio una calada y finalmente dejó escapar el humo. Todo el entorno se vio cubierto con una enorme nube de azul grisáceo. William no dejó de tocar, pero se volvió torpe al perder de vista a los tres espectros, por mucho que Kokia aleteara ese humo no podía dispersarse.
—¡Maldición Lysandro! ¡Te he-
Escuchó voces, apenas audibles. De la neblina se formaron cuatro figuras con apariencia de hombres, sus rostros no eran perceptibles, podían descifrarse sus expresiones porque en la niebla se formaban huecos que daban la apariencia de ojos y boca. William miró hacia atrás, en la orilla. Dos hombres cargaban a uno, sujetándolo de brazos y piernas, el hombre que cargaban se movía de un lado a otro, pataleaba y gemía. Quería exclamar por ayuda, pero de su garganta no salían más que ruidos malformados. El cuarto hombre, el que observaba aquella escena tenía un sombrero de copa alto y sostenía en su mano un violín hermoso de porte elegante, miraba sin escrúpulos al que sufría y se mantenía inerte ante la situación. Los pies del hombre que cargaban tenían cadenas pesadas, unidas a un bloque enorme de concreto. William se detuvo en seco y miró aquella escena. En el puerto los dos hombres que sostenían al tercero lo acercaron a la orilla y el cuarto alzó el mentón. Con eso, dio orden a que fuera tirado en el agua. Los hombres obedecieron, varias lágrimas cayeron del rostro del hombre sostenido, pero en un último intento por decir algo, en solo un susurro lleno de melancolía y tristeza. Se escuchó claramente llamar a una persona, una que perduró en su mente y corazón hasta su último aliento, incluso cuando no tenía voz se esforzó por decirlo.
"William"
Y el hombre fue arrojado, grandes cantidades de agua chapotearon en lo alto. Los hombres sacudieron sus manos y el cuarto, sin una pizca de remordimiento miró la escena hasta que la última burbuja desapareció. Dio la vuelta con sus hombres y sin más, se retiró. La neblina se esfumó, el muelle se hizo perceptible y el corazón de William se encogió al oírlo. Tenía un nudo amargo en la garganta que llegó a sus pulmones, y como fuego cálido arrasó todo a su paso. William miró hacia Lysandro con ojos inyectados en sangre. Estrujó a Levian en su mano donde poseía la cicatriz. Darien estaba conmocionado, el menor sin entender también estaba horrorizado. Aquella escena había fracturado la poca paciencia de William y su agonía volvía a recorrerle cada hueso de su ser. Sus venas se hincharon, Lysandro sonrió.
—¿Qué esperas violinista espectral? Toca algo para mí