No me lo confieses [Ed Sheera...

By Kryscraper

1.1K 51 27

Hola, Ed Sé que te gusta leer (y mucho) y recuerdo aquella vez en la que me confesaste que te gustaría que al... More

Antes de empezar...
Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Bonjour à tout le monde.
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Aviso que no es tan aviso pero...

Capítulo 7

51 3 3
By Kryscraper

Era un miércoles después de la escuela y nosotros estábamos dispuestos a destrozar la cocina de mis padres.

-Yo contesto. —dijo Ezra dándome un caderazo para luego esquivarte y coger el teléfono. Ni siquiera escuché la voz de Ezra en cuanto contestó, lo único que hizo fue agitar bruscamente una de sus manos frente a mi cara -Es Isaac —susurró. Nos miramos los tres y después tomé la vocina del teléfono.

-Dime —mi voz sonó más gruesa de lo normal. Inmediatamente, Ezra y tú se colocaron cerca de mi, uno en cada lado, tratando de escuchar lo que Isaac quería decirme. En el fondo, quería reírme.

-Quería pedirte un favor... bueno, realmente quería que me acompañaras a comprar unas cosas...

Silencio.

No podía creer que después de todo Isaac pensara que por alguna estúpida razón estaría dispuesta a salir con él. De la nada sentí un manotazo en mi pierna, miré a Ezra con cara de amargada y solté un suspiro, me había quedado con la mirada clavada en el suelo.

-¿A dónde? —lo que realmente quería preguntar era si se trataba de una cita.

-¿Importa? —me tallé la cien con mi mano libre, a estas alturas...

-¿Cuándo y a qué hora? —Ezra levantó sus pulgares en gesto de aprobación y tú volteaste los ojos.

-Éste viernes a las 4 en el centro comercial del otro lado de la ciudad—los tres hicimos mueca de asco.

-Oh, —me acomodé un mechón de cabello detrás de la oreja como si Isaac pudiera verme -lo siento mucho pero no podré, iré... —ser espontánea e improvisada nunca ha sido lo mío, Ed.

-A la iglesia —me susurraste y yo me tapé la boca, no quería echar a perder mi mentira.

-Iré al templo, ya sabes, cosas de evangélicos... —me puse la mano en la frente y Ezra levantó su mano derecha, uniendo su pulgar y su índice en gesto de «excelente».

-Está bien, descuida —y colgó. El maldito había colgado.

Me quedé con el teléfono en la mano, asimilando el hecho de que Isaac aparentemente se había enojado por mi excusa barata.

-Creo que se enojó un poquito —hice una mueca y coloqué la bocina del teléfono en su lugar.

-Pues claro que está enojado, eso fue un golpe a su ego —dijo Ezra con aire casual mientras aplastaba papas cocidas con una cuchara.

-O a su orgullo o lo que sea que tenga arriba, —te sentaste en una de las sillas de la mesa de la cocina -Isaac es un chico al que no le gusta que le digan no —empezaste a hojear el recetario -normalmente las chicas le dicen que sí y no precisamente porque estén de acuerdo...

Ezra y yo te quedamos mirando sorprendidos,  teníamos entendido que no conocías mucho a Isaac, ¿qué sabías tú, que nosotros no?

-... eso tengo entendido —trataste de componer la situación pero era muy tarde porque Morin ya estaba haciendo conjeturas estúpidas, sin embargo, lo dejé pasar.

-Vaya Ed, sabes más de lo que aparentas —Ezra te miró con una especie de (si no me equivoco, se notaba desde el espacio) reproche que en ese instante no entendía porqué, más bien, no sabía que era un reproche.

-Sólo no salgas con él Moo.

-Vale.

-Lo que quiere decir Ed, Moo, es que no te dejes engañar por esos labios bonitos —se volteó y me señaló con el cuchillo. Me guiñó un ojo y siguió cortando zanahorias.

-Ya.

-Ni por esos ojos que están para caerse de bellos.

-Sí.

-Ni por esa voz que está...

-Mmmm —estabas hostigado. Por un momento pensé que estabas molesto por el simple hecho de hablar de Isaac, cuando realmente estabas celoso.

-¿Qué pasa, Ted? —no podía verles porque estaba en dirección a la estufa, luchando con una olla llena de curry pero supuse que Ezra estaba mirándote.

-Parece que Ezra también cae en sus encantos —otra vez ese tono, Ed.

-Sólo digo lo evidente, Isaac podrá ser todo menos feo, ¿o no, Moo?

-Perdón, Ed — te miré por unos segundos e hice una mueca porque sabías que esta vez no estaría de tú lado.

-Ya mejor organiza un club de fans.

-Que mañana lo empecemos Morin.

Y sin prestar mucha atención a lo que sucedía, lo único que logré escuchar con claridad fue un portazo. Me volví hacia Ezra en busca de una respuesta y el sólo se encogió de hombros.

-Hombres —puso los ojos en blanco y siguió cortando verduras.

Me limpié las manos con el delantal y salí a buscarte al patio trasero de la casa. Por un instante pensé que te habías ido porque no lograba verte hasta que te encontré husmeando en mi pequeño intento de invernadero. Estabas contemplando mis macetas con las manos escondidas en los bolsillos de tus jeans, parecía como si estuvieras apenado, avergonzado, como un cachorrito que había sido regañado por su dueño.

-No pensé que fueras a leer el libro... —enarqué una ceja y me crucé de brazos -oh no, me refiero a que lo llevaras a la practica, em... tú sabes... no quería decir que no fueras una lectora hábil...

-Ya. —me reí mientras me acercaba a ti. En cuanto estuve más cerca nos quedamos en silencio, escuchando los insectos que se escondían entre las plantas -No sé qué sabes sobre Isaac, pero sé que lo haces de la manera más noble y no porque estés celoso... o lo que sea que pienses que nosotros pensamos.

-No me agrada Isaac, eso es todo.

-A Ezra tampoco, sólo bromeaba. —volví a reírme y me miraste confundido -Oye, no te ofendas pero enojado pareces un oso de peluche.

Segundos después, de la nada me extendiste los brazos y yo para nada rogada, me arrojé a ellos y me envolviste precisamente en un abrazo de oso.

-Tonta —y te reíste también y eso me hizo sentir mejor. No sé cuánto duramos abrazados pero en el fondo y aunque no me atreviera a confesarlo en ese instante, no quería que se terminara.

-Hay que ir adentro —aún abrazados levanté mi cabeza para verte y notar que habías dejado tu barba, barba de adulto.

-Sí, el curry... —por alguna traicionera razón detuve mi mirada en tus labios y lo notaste, y todavía tuviste el desalmado gesto de humedecerlos.

No estaba realmente consciente de lo que estaba pasando y aún sin entenderlo, sentí algo en mi pecho, algo que decía «estás en terreno ajeno» y sin pensarlo me alejé antes de que pasara algo, gracias al cielo.

-El curry se va a quemar —y me salí de la casita de campaña donde estaban mis plantas.

-Es verdad.

Todo pasó tan rápido que sólo me estaba dejando llevar, de verdad Ed, nada fue planeado. Lo mejor fue que ambos actuamos como si nada. Entraste de nuevo a la cocina por la puerta trasera y cuando entré, te encontré como un oso abrazando a Ezra por detrás.

-Vale, te perdono porque tú también estás muy guapo. —se aclaró la garganta -Sólo quería molestarte y vaya que lo hice, te irritas...

-No lo arruines —dijiste aún pegado a su espalda y yo sólo estaba en una esquina, observando la escena con una especie de sentimiento maternal hasta que me descubrieron.

-Ven acá estúpida—me dijo Ezra y sin pensarlo me dejé envolver en un gran abrazo, éramos como un sándwich.

¿Lo mejor? Que nos atragantamos aquella tarde y después vimos La cosa del otro mundo.

Al día siguiente fui a la biblioteca a dejar unos libros no sólo míos, también de Ezra, pero tú no estabas y Ezra había tenido que ir a no sé dónde, así que me atendió Isaac, quién no desaprovechó la oportunidad para darle vueltas al asunto.

-Hoy no te vi en la preparatoria —dijo mientras registraba los libros manualmente en la computadora.

-Estaba estudiando —sonreí. Siguió en lo suyo hasta que no aguantó más.

-Sé que no te he dado la mejor impresión y me disculpo por eso, pero me gustas —estaba sorprendida, nunca pensé que Isaac me diría algo así a la cara -y quisiera que me tomaras en serio...

-Isaac... yo —tengo que confesar que por un momento me sentí conmovida y hasta llegué a pensar «¿y sí sólo son rumores? ¿y sí de verdad le gusto? parece sincero... ¿podría ser?» pero tranquilo, que esas ideas vagas me abandonaron cuando me acordé de lo que me habías dicho.

-Si aceptaras una cita más y luego...

-No sé porqué, pero algo me dice que no eres sincero... y

-Algo o alguien.

-Estoy diciendo qué...

-¿Acaso Ed te dijo algo? —preguntó irritado mientras azotaba un libro en la mesa. En ese instante sólo tenía ganas de soltarle una patada voladora. Isaac sí que tenía talento para sacarme de quicio.

-¿Sabes cuál es tu principal problema, Isaac? — sin dejar que me contestara proseguí -hablar, y de todo lo que hablas concluye siempre en alguna idiotez y a mí, no me gusta escuchar idioteces. —cerré mi mochila con delicadeza -Y cuida tu tono que yo no estoy loca —y cuando comencé a caminar hacia la salida me di la vuelta para mirarle -ESTOY RELOCA ¡SAFADA! —grité y todos en la biblioteca nos voltearon a ver para después salír.

Estaba tan enojada que no esperé que respondiera, ni siquiera logré ver su reacción; sólo me fui. Cuando llegué a casa caí en la cuenta de lo que había hecho y sentí vergüenza, sin embargo no estaba arrepentida de haberlo hecho.

No les conté nada porque para ser sinceros no valía la pena, Isaac iba a seguir siendo Isaac, aún así desde aquel día toparme o siquiera pensar en él me causaba cierta incomodidad... enojo y pena.

Y bueno llegó viernes y nosotros habíamos quedado de ir al campo a practicar béisbol. Eran las 4 de la tarde cuando escuché el claxon del carro de Ezra así que tomé mi mochila y me acomodé la gorra. Realmente no tenía planes el viernes hasta el jueves en la noche que habíamos quedado.

Llevabas puesta una camisa de los Blue Jays y Ezra llevaba una de los Astros.

-Oh baby —dijo Ezra en cuanto rodeé el carro para entrar al asiento del copiloto.

-¿Qué pasa? —dije sin entender mientras me ponía el cinturón de seguridad.

-Pubertad, eso pasa —murmuró. Tú no dijiste nada. Me inspeccioné de arriba abajo y aún sin saberlo me puse la chamarra.

¿Tú crees en las casualidades, Ed? Yo sí.

Si Ezra no se hubiera detenido en la tienda de discos para cambiar un casete fallado, probablemente no hubiéramos visto salir a Isaac de la cafetería tomado de la mano de una chica... embarazada. Esto nos superaba.

Recuerdo que me quedé paralizada. Tú estabas asomado por el espacio que había entre el asiento del piloto y copiloto, batallando con el radiocasete.

-Se ha trabado, mier...—te interrumpí dándote un ligero golpe en el brazo -¿qué? —sin esperar mi respuesta, miraste a dónde yo y nos quedamos en silencio.

-Mierda.

-Carajo.

Dijimos al mismo tiempo mientras tú te escondías detras del asiento de Ezra y yo sólo me agachaba cubriéndome la cara con la chamarra porque pareció que Isaac nos había volteado a ver. A pesar de que estábamos bastante lejos y había varios carros en la avenida nos asustamos, como si nosotros fuéramos los del secreto.

-¿Nos habrá visto? —susurraste.

-Ni idea —me ajusté la gorra. Aún seguíamos mirándolo.

Nos sorprendió el portazo de Ezra entrando al carro y dimos un brinquito.

-¿Qué les pasa? —dijo Ezra riéndose de nuestra expresión mientras encendía el carro.

-En la cafetería de esa esquina —dije tratando de no señalar. Ezra sin importarle mucho que lo vieran estiraba el cuello e inclinaba la cabeza hacía la derecha.

-Vaya vaya —a comparación de nosotros, nuestro amigo no estaba sorprendido en lo más mínimo. Sin restarle importancia arrancó el carro y se movió en dirección a ellos.

-Ezra qué estás hacie... —en cuanto pasó por dónde Isaac disminuyó la velocidad.

De la nada le pitó y Isaac nos miró. Y qué expresión oye, se le desencajó la cara por completo. Lo recuerdo en cámara lenta. Ezra le guiñó el ojo mientras le hacía un saludo de capitán en el sentido más sarcástico que sólo a él se le da tan bien.

Y nos empezamos a reír los tres. Lo siento mucho por la chica, de verdad que nadie merece a alguien así. Todo el camino fue silencioso, Ezra estaba pensativo, tú no pudiste poner la radio, ¿y yo? bueno, yo venía en otro mundo.

-Ahora ya entiendo muchas cosas —dije una vez que estábamos en el campo.

-Es tan simple, Isaac Fosberg apesta —dijo nuestro amigo casi en un grito a medida que se iba alejando. Hicimos un triángulo.

-¿Lo sabías? —te grité después de batear la pelota hacía tu dirección.

-No exactamente —le tiraste la pelota a Ezra.

-Qué bueno que ya sabemos todo —me volvió a aventar la pelota pero esta vez no la bateé, así que fui por ella.

-¡Strike uno! ¡SÍ! —gritó Ezra.

No me había percatado de la presencia de un par de idiotas hasta que me agaché y uno de ellos chifló, estaba a punto de decir algo cuando Ezra me interrumpió.

-Qué te pasa idiota —gritó y tú te acercaste a mí.

-Perdón amigo, no sabía que era tu novia —lo miré irónica.

-Vete a comer mierda —le dijiste en cuanto estuviste cerca. Lo último que quería era una pelea entre ustedes y un mamarracho. Ese viernes nadie me lo arruinaría.

-Qué mamarrachada, —dije desanimada, dándome por vencida y volviendo a mi lugar -hombres —murmuré para mi misma. Ahora ya entendía cuando Ezra me decía que «Pubertad, eso pasa».

Seguíamos practicando hasta que nos alcanzó el amanecer y decidimos sentarnos en las bancas. No sé porque pero me dio la impresión de que ustedes estaban hablando sobre mi, mientras yo me encontraba a lo lejos, recogiendo el bate y la pelota. En cuanto me acerqué la risa se les borró del rostro.

-¿Qué sucede? —me enjarré.

-Nada... es sólo que... —te rascaste el cuello, ¿qué tratabas decirme Ed?

-Es sobre todo eso de los chicos y...

-... y yo —completé, me sentí pequeña. Por un momento llegué a pensar que a lo mejor era una carga, ya sabes, eso aguantar a otros por culpa mía.

-Ven —Ezra me hizo seña de que me sentara en medio de ustedes y eso hice.

-Sólo queríamos decirte que tuvieras cuidado —por poco no te escucho.

-Los chicos son (somos) crueles a veces y no tienes idea de sus intenciones... —madre mia, hombres aceptando su naturaleza. 

-No tienen que preocuparse, de verdad... —me esncogí de hombros.

-No te das cuenta ahora, pero —me apartaste un mechón cabello y lo escondiste detrás de mi oreja -eres... eres una chica... y 

Sé que lo decian realmente por la desaparicion de aquella chica llamada Lisa, de noveno grado. Yo tambien me asuste mucho.

-Chicos... —no quería lloriquear pero me sentí como una niña que estaba siendo sobre protegida. -no quiero causarles problemas, de verdad.

-Para nada, sabes que haría cualquier cosa por ti —dijo nuestro amigo quitándose la gorra y me dio un leve golpe con su hombro.

-Les quiero mucho —solté un suspiro nostálgico y miré el cielo. Qué bonito Ed, eso de poder contar con amigos así, y en ese momento me sentí afortunada, no todas tienen amigos así.

-Y nosotros a ti —lo habían dicho al mismo tiempo que me hizo mucha gracia porque habían sonado como mis súbditos.

-Nos quiero —susurré.

Pero al final del día tú no estabas celoso por mi, si no por Ezra.

Y nos quiero.



















Continue Reading

You'll Also Like

684K 34.9K 35
Diferentes escenarios junto a los personajes de haikyuu en donde eres protagonista. -Read!F
431K 69.2K 31
Park Jimin, un padre soltero. Por culpa de una estafa termina viviendo con un completo extraño. Min Yoongi, un hombre solitario que guarda un triste...
88.3K 14.4K 57
nacido en una familia llena de talentos aparece un miembro sin mucho que destacar siendo olvidado sin saber que ese niño puede elegir entre salvar o...
335K 31.7K 67
Freen, una CEO de renombre, se ve atrapada en una red de decisiones impuestas por su familia. Obligada a casarse con Rebecca, una joven que llegó a s...