Cómo conquistar a un escritor...

By Nozomi7

219K 25K 5.6K

Ella tiene como crush un escritor; siempre ha querido conocerlo. Cuando tenga que vivir y trabajar con él, su... More

Sinopsis
Dedicatoria
Epígrafe
02/01/2019
Prefacio
Capítulo 0
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
¡Volvemos!
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Nueva portada
Capítulo 33

Capítulo 17

1.9K 254 54
By Nozomi7

Varios días pasaron desde que Dash me había botado como un papel higiénico apestoso. El apestosín se portó como un apestoso. Ya, redundante, lo sé, pero ¿se olvidan de con quién están hablando —o leyendo? No tengo un máster en escritura, mis críticos me odian. Ustedes no me sean igual de snobs que estos, ¿ok?

Pero, volviendo a lo importante, la situación entre nosotros iba de lo más "casual". Tenía ganas de buscarlo, aclarar la situación o yo que sé. Digo, por algo estaba en esa casa, ¿no?

Cuando tocaba su puerta para conversar, simplemente me ignoraba. Si lo llamaba o mensajeaba, igual. ¡El muy hijo de puta —perdón Daría si lees esto— me clavaba el visto en el WhatsApp!

A la hora del desayuno, del almuerzo o de la cena, cuando bajaba para comer, él no asomaba para nada el hocico (¿vieron la cara espantosa que puso cuando me pidió que me fuera de su cuarto? Ah, no, que fui la única "privilegiada", lo siento). Y así transcurrió una semana, y ni sus luces.

¿Qué hacer en este punto?

—¿Por qué no le haces la guardia cuando se bañe? —habló Yon, el mayor de los hermanos venezolanos, que en ese momento se estaba alistando para ir a trabajar.

Colocó varias arepas en un cesto que le había prestado doña Daría. Cristo, el menor, por otra parte, estaba terminando de cerrar dos envases, en donde previamente había puesto limonada; era riquísima y ya me había tomado dos vasos de aquella. En breve saldrían a las calles para vender su comida, en su jornada diaria.

—Marico, qué ingenuo eres. Por más calor que hace, ese no se baña tan seguido.

No pude evitar hacer una cara de asco.

Yon se rió ante lo que su hermano decía. Sabía que la higiene no era una de las cualidades de Dash, pero una cosa era ello, otra imaginarme que no se había bañado en una semana cuando en ese momento yo mordía mi pan con queso. Arghhh.

—¿Y de cuándo acá tan madrugadora? —añadió Cris—. Casi nunca te veo a esta hora.

El reloj de la cocina marcaba las 06:59 am.

—Pensé que lo vería a esta hora —dije de mala gana.

Después de haber intentado encontrarlo a diferentes horas de la mañana, me pregunté si Dash madrugaba. Estaba equivocada.

—Lo que sí, alguna vez irá al baño para orinar, digo —acotó.

Abrí mis ojos, sorprendida.

—Un hombre es vulnerable cuando está con el cierre abajo —añadió, guiñándome el ojo.

¡Esperen! ¿Estaba sugiriendo que espiara a Dash cuando iba a orinar?

Mi rostro debió de ser un poema por su sugerencia, que ambos hermanos se rieron a mi costa. Cristo me señalaba con el dedo mientras me decía ‹‹Cálmate, chama. No te estamos sugiriendo que lo violes››.

No sé si dijo esto último para de verdad tranquilizarme, pero al recordar cuando lo había visto con solo una toalla y las pocas castas sensaciones que esto produjo en mí, la sangre se me subió al rostro. Para mayor vergüenza, ambos se dieron cuenta y siguieron carcajeándose a mi costa. Ayyyy.

Una vez que me recompuse, y preguntándome si su sugerencia era viable —hormonamiento aparte que seguro me causaría si lo veía con el pantalón abajo—, formulé lo primero que pensé:

—¿Y si me ignora o se porta como un patán como el otro día?

Yon me dio un par de palmaditas en la cabeza. Durante esta semana, que había bajado para cenar a diferentes horas para poder encontrarme con Dash, habíamos coincidido en la noche, bien tarde, cuando él y su hermano llegaban cansados de trabajar.

—Si te ignora, insistes. Total, ¿no dices que estás aquí porque tienen que trabajar juntos en no sé qué cosa de la editorial?

Hice un puchero, poco convencida.

Ambos hermanos cogieron sus mochilas, listos para salir a trabajar. Antes de abrir la puerta de la cocina y despedirse, Yon acotó:

—Si la montaña no va a Mahoma, Mahoma va a la montaña. —Me guiñó el ojo—. Ánimo, Eli. Tú eres fuerte.

—Gracias —dije, triste.

Me sonrió y se despidió con un gesto con la mano.

*********

Luego de que ambos se fueran, no me despegué de la puerta del baño. Me había sentado a un costado del pasadizo, esperando a que viniera. 

 De hoy no pasaría, no, señor. Pero, el primero en hacer acto de presencia no fue él, sino Nacho.

—Dignos mis ojos que te ven. —Bostezó un rato para luego quitarse las legañas—. ¿De cuándo acá tan madrugadora?

—Hola...

Volvió a bostezar.

—¿Te vas a bañar? —Frunció el ceño—. Yo puedo esperar. Llego bien al trabajo, siempre que no te demores mucho.

Negué con la cabeza. Él me miró, pensativo.

—¿Y qué haces acá entonces? —preguntó.

No supe qué responderle. ‹‹¿Sorprender a Dash después de ir al baño para agarrarlo con la guardia baja y que me deje explicarme como Dios manda?››, me dije.

Conociendo a Nacho, se reiría en mi cara. Mas, no me dio mucho tiempo de seguir pensando. En ese instante él recibió una llamada y se dirigió a su cuarto para contestar.

Cuando lo vi irse por el pasadizo, respiré más aliviada. Era buena gente, alguien en quien se podría confiar. Desde que había llegado a la casa me había dado muestras de ser campechano y sencillo. No obstante, como todavía tenía dudas de si el plan de Yon era descabellado o no, me sentía incómoda contándole a alguien tan expresivo como Nacho.

Algunos minutos transcurrieron. Él regresó y volvió a interrogarme qué hacía ahí.

—Me acabo de terminar de lavar los dientes —mentí.

—¿Ya desayunaste tan temprano?

Asentí moviendo varias veces la cabeza.

—Si fuera tú —añadió—, al trabajar en casa aprovecharía para despertarme tan tarde. —Volvió a bostezar.

—Es que no tenía sueño. Por eso me levanté hace rato.

Me miró inquisitivo. 

Pasé saliva. No tenía ganas de hablarle de mi plan, no.

—La juventud de ahora, ¿quién la entiende? —habló imitando a doña Daría.

En ese instante, se escuchó un ruido que venía del lado derecho del pasillo. ¿Dash se había despertado de una vez? ¡Dios escuchó mis ruegos! Pero, cuando vi que una joven alta hacía su aparición, suspiré de decepción. ¿Quién era?

—¡Milena, mi amor! —dijo Nacho.

La susodicha asintió.

—¡Holaaaa!

Ambos se dieron un beso de saludo.

—¿Te has quedado a dormir con la Turri? —le preguntó.

—Sí, ayer nos quedamos hasta tarde estudiando. Estamos en exámenes parciales.

—¿En enero estudian?

—Ciclo de verano, acuérdate.

—Ah, cierto. —Nacho hizo un mohín de disgusto—. Yo que ustedes aprovecharía para irme a la playa y coger un bronceado divino.

—Estamos en último año. El que menos está practicando o adelantando cursos.

En ese instante, recordé con tristeza que no había podido llevar las materias que quería por falta de dinero. Como no había podido trabajar nada durante el último mes, debido a lo de mi padre y luego por la discusión con Dash, no había cobrado nada. Estaba tirando de mis ahorros, los cuales estaban por acabarse.

—No veo la hora de terminar la universidad —añadió la chica—. Y para un fin de semana, me voy a mi casa de playa y ya.

—¿Y qué es del guapísimo de tu hermano? —preguntó, muy sonriente.

—¿Rodrigo?

Él asintió.

—Ahí —agregó—, le va bien y...

En ese instante, la chica se percató de mí.

—Tú eres la nueva, ¿cierto? —me preguntó—. La Turri me dijo que alguien se había mudado.

—Hola.

Levanté la mano con timidez, para saludarla. Ella hizo lo propio.

Durante un breve rato ambos se pusieron a hablar. Luego se despidieron y él entró primero para bañarse, mientras la chica esperaba afuera. Ella había tenido que subir, ya que la Turri se estaba aseando en el baño de abajo.

—¿Tú estás haciendo cola también? —me preguntó—. Porque yo llegué después y no tengo problema en esperar.

—Qué va. Me bañé más temprano. No te preocupes.

Me miró con curiosidad.

—¿Y qué haces esperando aquí en la puerta del baño?

Hizo una mueca de desconcierto. No pude menos que evitar sentirme incómoda.

Ok, no era normal que alguien hiciese guardia de su jefe en la puerta del baño de una casa, pero tenía mis motivos. Mas, si lo explicaba tal cual, peor todavía a una extraña que acababa de conocer, menos me entendería.

En ese instante, la Turri la llamó desde la escalera. Le informó que ya había desocupado el baño de abajo, por lo que podía usarlo. La chica se despidió y bajó. 

Por un instante me sentí tranquila. no quería estar dándole explicaciones a la gente de mis acciones, pero no me duró mucho.

En ese instante, me dio un retorcijón en el estómago. No le di mucha importancia, pero luego me dio otro. Y otro.

¡Dios santo! ¿El pan con queso me habría hecho daño? Recordaba que había visto que tenía fecha de vencimiento de ayer en el empaque, pero no le di importancia. Adoraba hacerme un sándwich con queso derretido, y, al no haber más en la refrigeradora, tomé el que quedaba. ¡Maldita sea!

El dolor en mi estómago se acentuó más. Toqué la puerta del baño y le pregunté a Nacho si le faltaba mucho. Me dijo que no, que ya salía, pero yo ya no podía esperar más.

Con premura, bajé las escaleras hacia el baño del primer piso. Si la amiga de la Turri ya se había desocupado, podría hacer uso de aquel de inmediato.

Para mi mala suerte aquel se hallaba ocupado. ¡Mierda!

—Oyeeeee, ¿te falta mucho? —pregunté, angustiada, mientras tocaba con insistencia la puerta.

No recibí respuesta. Volví a llamarla, pero fue en vano. El sonido del agua cayendo apagaba mis requerimientos.

En ese momento, un retorcijón, todavía mayor provocó que arqueara la espalda. ¡Dios mío! ¿Qué hacer?

De inmediato, volví a subir al segundo piso. Nacho ya me había escuchado antes; si le decía que necesitaba el baño con urgencia, lo desocuparía rápido.

Para mi buena suerte, cuando llegué a la puerta me pareció que aquel estaba junta. Nacho ya se había ido. ¡Genial!

Sin pensarlo mucho, abrí la puerta. Agradecí a Dios, a la Virgen María y a los santos de todos aquellos que estuvieran mal del estómago como yo, por apiadarse de mi inoportuno. Pero, no debí cantar victoria antes de tiempo.

Frente a mí, alguien con el pantalón abajo, que dejaba atisbar un poco de sus nalgas, hizo desaparecer todas mis oraciones.

—¡¿Qué mierda haces aquí?! —gritó Dash al tiempo que se le enrojecía el rostro—. ¡¿Acaso no sabes tocar?!

¡Jesús, María y José! Exorcícenme por lo que mis ojos acababan de ver cuando se volteó ante mí, con el pantalón sin subir. 

********

El capítulo está dedicado a AryZabel, mi compi venezolana que me ayudó en verificar que los diálogos de Cristo y Yon eran realistas ^^. 

Continue Reading

You'll Also Like

178K 7.8K 28
Katy odia a Pablo, y Pablo odia a Katy. Por cosas de la vida sus madres son mejores amigas y los han obligado a convivir juntos desde pequeños, ¿que...
198K 22.1K 39
la Soltera Samanun Anuntrakul mejor conocida como Sam, es una diseñadora de moda reconocida de todo Bangkok, una casanova incorregible con un ego po...
130K 29.8K 55
Se paró frente a una máscara blanca sólo con el orificio de los ojos, llamó su atención bastante, la levantó con curiosidad pensando, no tenía un ori...
118K 5.3K 16
Al despertar la mañana después de haber llegado al podio del Gran Premio de Australia, Kira Russo supo dos cosas: Lía Montecruz lucía de lo más adora...