¿Qué quisiste decir cuando me djiste que te gustaba como lucía?
Había tenido una clase de "cita" con la cual no me sentí del todo bien porque me daba cuenta que con cada minuto que pasaba, Isaac me decepcionaba aún más.
Habíamos quedado ir al acuario. En realidad, yo quería simplemente platicar de las cosas más estúpidas con él, no quería hablar de la universidad, trabajo, noviazgo (y esos temas que todavía me asustan) porque sentía que íbamos en serio y yo sólo quería tener una amistad de por medio para saber qué pasaría. Sabes que siempre voy con un escudo por delante porque cuando cedo por alguna estúpida razón acabo pagando el precio.
-¿Te gustaría ir algún lugar a pasar el rato?
-Podríamos pasar el receso platicando —te caché mirándonos de reojo como si quisieras escuchar lo que Isaac estaba proponiendo. La biblioteca era nuestro nuevo lugar para pasar el rato.
-No, no me gusta... es que siento que es lo de siempre, quiero algo diferente —yo quería saber por qué quería hacer algo diferente, haciéndome pensar por un momento (por un fugaz momento) que yo le parecía especial.
-Entonces dame tus opciones.
-¿A comer? —lo miré irónicamente.
-Ya.
-Al acuario... —susurró rápidamente. No es que fuera la idea más original pero me sentía mejor con la idea de ir a ver a un pobre montón de peces en cautiverio que ir a Tinga tu taco. A mi sólo me gustaba ir a esos lugares con ustedes dos, par de estúpidos -Dime que te he convencido.
Fingí una mueca de fatiga para después poner la sonrisa más estúpida del planeta.
Una vez en el acuario, me di cuenta que entre más avanzábamos en nuestro recorrido, más arrepentida estaba, ¿quién me iba a devolver 90 minutos de mi apreciada vida? Exacto.
-Supongo que no tienes novio —lo miré.
-No —nos detuvimos frente a los peces Cometa. -no es mi fuerte, —rodeé los ojos para mi misma y aclaré -es que no le confío mucho a esas cosas —arrugué la nariz, me daba vergüenza porque no me sentía en confianza.
-Entonces mis probabilidades son nulas.
-Es que son altas...—era como si quisiera pero no quisiera decirlo en voz alta por miedo a sonar loca e intensa.
-Me alegr...
-Las probabilidades de que alguien rompa mi corazón; son altas —lo miré pero él ya me estaba mirando.
-No quiero lastimarte, cada que te miro es como si no quisiera lastimarte —por un momento me había conmovido pero mi sexto sentido me decía que todavía no. Me quedé quieta y silenciosa. En otros tiempos me hubiera aventado a sus brazos, pero la verdad es que sólo me dio las esperanzas más debiles y flacas de todo el universo; y nada más.
De la nada, me acordé de la fiesta que Ezra, tú y yo teníamos pendiente justamente ese día. Perdón.
-Mierda —me toqué la frente y miré mi muñeca buscando la hora -me lleva el carajo.
-No seas grosera Morin —sí bueno, a quién le importa.
-Necesito irme ya... —empecé a caminar hacia la salida. No me detuvo pero comenzó a seguirme.
-¿Hay algo que deba saber? —se le empezaba a escuchar la voz agitada de tan rápido que íbamos caminando.
-Oh no, bueno sí... —y me paré en secó -¿Qué tanto te gustan las fiestas?
-¿Te gusta la cerveza, Morin? —volteé los ojos y seguí caminando. Y yo ahí perdiendo el maldito tiempo.
-Si quieres ir, sígueme —le hice la parada al primer taxi que vi y nos subimos.
Esa fiesta era importante por 3 sencillas razones, en primera porque los 3 habíamos prometido ir, en segunda porque presentía que iba a estar Jake y estaba dispuesta a golpearlo en caso de que se acercara a Ezra y tercera porque dijiste que te irías si alguno faltaba porque eras nuevo en la ciudad y tus conocidos se reducían a dos personas. Además, de que las cosas con Isaac no estaban saliendo de la mejor manera.
-Vaya, no me imaginé que fueras una chica de fiestas.
-La verdad es que no sé en qué cascarón estés viviendo, pero en el mío sí están permitidas las fiestas —me quería reír de su cara pero me contuve.
-No, no... —trató de arreglar la situación -es que no pareces...
-Sólo relájate dios santo, pareces mi abuela —ahora sí me reí. Sólo así pude hacer que mantuviera la boca cerrada todo el camino.
Estaba por caer la noche y ustedes ya estaban ahí. Te encontré con Ezra platicando animadamente. Estaban recargados en el cofre de su carro y cada uno tenía una cerveza en la mano.
Ambos estaban sorprendidos por la inesperada presencia de Isaac. Ezra me guiñó un ojo y yo sólo le rogué al cielo que no estuviera en plan de «hoy voy hacer que Morin se arrepienta de haber traído a éste idiota» en cambio tú, te mantuviste serio dejando en evidencia que Isaac no te agradaba.
Esa noche la mentira de Isaac empezó a surgir a la luz pero una noche no bastaba para ser decubierta totalmente.
Isaac Fosberg resultó ser un chico de fiestas y sí que lo es. Por un momento sentí que sería un dolor de cabeza pero la verdad fue que no tardé mucho en su memoria porque empezó hablar con Naomi dejándome en segundo plano.
-Que alguien me diga por qué el idiota de Isaac está coqueteando con Naomi y no con Morin— dijo casi en un grito Ezra. Ya sabes que platicar en una fiesta realmente es gritar al aire a ver dios quién logra escucharte.
-Es un estúpido —me asurraste en el oído. Ya empezabas a mostrar tu desagrado hacia él.
-Sabes que no apoyo la violancia Moo pero tengo ganas de golpearlo —miré a Ezra de soslayo.
-Sonará extraño pero no siento nada...—me miraron incrédulos.
-Ven —me tomó de la mano Ezra -no necesitas ver esta mierda.
Nos fuimos a la segunda planta de la casa. Todo estaba más intenso allá arriba, había varias parejas besándose y tocándose, y la verdad no sé qué me causaba más pena, si estar abajo viendo como Isaac intentaba ligar con Naomi o estar allá arriba viendo cuál pareja aguantaba más tiempo pegada.
-Aquí huele a sexo —dijiste de la nada y yo me reí por lo bajo.
-Hay que buscar una habitación dónde no estén cogiendo o algo —me reí aún más fuerte.
Ezra dijo que iría al baño y nosotros nos pusimos a buscar algún sitio tranquilo. Cuando estaba contigo todo se sentía diferente. No me importaba ni me afectaba lo que hiciera Isaac, me reía todo el tiempo, podía bromear, decir lo que pensaba, realmente podía ser yo en todos los sentidos y me di cuenta que tú también, haciéndome ver que no estaba buscando con quien estar, sino con quien ser.
-Me gusta como luces esta noche —t fue algo automático, algo dentro de mi se encendió y me sorprendí mucho.
-Gracias Ed, —a lo mejor fue la cerveza que estaba haciendo de las suyas -tú igual estás muy guapo.
-Isaac no es para ti —le diste un sorbo a la botella —te mereces más que una cara bonita.
-Todos merecemos más que una cara bonita.
-Pero tú eres especial Moo y mereces a alguien especial.
-Prometemelo... —me giré para mirarte mejor -Prometeme que encontrarás a alguien sólo porque quieres ser y no estar —alcé el meñique.
-También te prometo que siempre seré tu amigo —y sellaste nuestro pacto.
Nos quedamos con los dedos entrelazados mirando como todos bailaban, tomaban y fumaban. Fue un momento tan nuestro que cada que me siento sola y triste trato de acordarme, para caer en cuenta de lo afortunada que soy por tener personas como tú, ¿tú también te acuerdas? espero que sí.
Esa noche fue un trago amargo para nuestro amigo porque Jake apareció por ahí.
Ezra apareció nuevamente pero noté algo diferente en él y en un instante lo supe. Estaba en la misma habitación donde él había ido.
-¿Dónde está? —le pregunté a Ezra y comencé a buscarlo con la mirada.
-Déjalo Moo, no me importa.
-Lo odio muchísimo —susurré y empecé a caminar hacía la habitación de dónde Ezra había salido. Ezra sólo se pasó una mano por la cara.
-Morin no... —me dijiste y yo me solté de tu agarre y entré a la habitación. Nada me impediría hacer mi cometido.
Lo encontré en una esquina, estaba con una chica besándose, casi fornicando. Sentí que el corazón se me volcaba.
-Venirte a besar con una chica a una fiesta no comprueba tu heterosexualidad, pedazo de mierda reseca —ahorita que me acuerdo me da pena pero en ese instante tenía ganas de darle un golpe, sólo uno y ya. Aún me da coraje.
Todos el la habitación me miraban como si no creyeran que había dicho la palabra heterosexualidad.
-Púdrete Morin Wilde, eres una pe...
-Pero cállate ya, parásito —espeté y Ezra entró a la habitación. Por un momento pensé que iba a golpearlo pero gracias al cielo lo detuviste -me chupa no uno, —alcé el índice y después el dedo medio -sino dos huevos tu estúpida opinión.
Sé que no conocías ese lado salvaje que a veces se me escapa pero te agradezco que no huyeras después de ver todo nuestro númerito. Qué vergüenza.
Y por el bien de todos nosotros decidimos irnos. Todos estábamos callados hasta que deciste romper el silencio.
-Vamos a la playa —cosa que relajó a Ezra por completo.
-Pensé que nunca lo dirían.
Encendí la radio, Selena sonaba a todo volumen, ninguno de los tres nos resistimos a Missing my Baby.
Tratamos de olvidar el tema porque sinceramente ya estaba muy gastado. Ya sabías que Jake era un idiota y que fue un imbécil con Ezra porque se avergonzaba que lo vieran con él y lo negaba cada que escuchaba rumores. Sé que la gente de aquí es insoportable pero nada justifica el daño que le hizo a Ezra después de decir que era un enfermo y que estaba obsesionado con él. Sentía su masculinidad en peligro cuando realmente lo que debió importar era su estabilidad física y emocional.
Lo mejor de todo fue que nos relajamos y bailamos con el atardecer más bonito de fondo mientras que en la radio sonaba '85 Again de Robert Park e hiciste el tonto gesto de colocar tus manos en mi cintura para levantarme y darme vueltas haciendo que mi mundo temblara por completo no sólo físicamente sino aquí, en mi corazón.
Más que borrachos llenos de arena y sal, estábamos felices porque nos sentíamos libres, plenos e invencibles. Ustedes me daban ganas de vivir la juventud en todo su esplendor sin importar las consecuencias que podía traer los problemas adolescentes, sin importar si el precio era alto porque sabíamos que entre todos lo pagaríamos.
Y ahora me doy cuenta que simplemente te gustaba como lucía, como cuando dices que te gusta una camisa pero no la compras porque sólo te ha gustado y ya, y reconoces algo que crees que debe tener reconocimiento.
En ese caso, a mi también me gusta como luces, Ed.