REMEMBRAINCE - El flujo de lo...

Von MartinezMoritz

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Un proyecto secreto americano durante la guerra fría promete cambiar el mundo como lo conocemos. Pero ¿Qué pa... Mehr

PRÓLOGO
PRIMERA PARTE - TERROR EN EL SIGLO XX
CAPÍTULO 1
CAPÍTULO 2
CAPÍTULO 3
CAPÍTULO 4
CAPÍTULO 5
CAPÍTULO 6
CAPÍTULO 7
CAPÍTULO 8
CAPÍTULO 9
CAPÍTULO 10
SEGUNDA PARTE - CAOS EN EL XXVI
II. EL REFUGIO
III. LA PURGA
IV. EL ASESINO

I. EL FUGITIVO

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Von MartinezMoritz

Su mente ardía en llamas, el desastre lo perseguía a donde quiera que fuera y no lograba quitar aquella imagen de la cabeza. Las llamas consumiéndolo todo. ¡No podía hacer nada! Pero la pregunta más importante era ¿Quién era él?, se llevaba preguntando lo mismo. Su cabeza parecía repleta de recuerdos pero no era capaz de visualizar ninguno, solamente la agonía de sentir las llamas abrasándolo todo a su paso.

¿Quién soy yo? toda su mente retumbaba sin comprender en absoluto que pasaba.

Abrió sus ojos y se encontró sumergido en un lago. ¿Cómo había llegado allí?, no lo sabía y su mente no dejaba de preguntarse todo tipo de cosas. De nuevo las llamas volvieron a su visión. No sabía que significaban, tal vez sí, pero era incapaz de recordarlo. ¿Tal vez debía huir? ¿Era un fugitivo que estaba huyendo de un gran incendio? Podía ser cierto, tal vez hubiera llegado al lago buscando ocultarse, tal vez la falta de oxígeno había dañado su cerebro y por eso no recordaba nada. ¿Por qué le ardía tanto el pecho?

Su cuerpo reaccionó entonces y nadó como pudo a la superficie para tomar oxígeno. ¿Cuánto tiempo llevaba allí? Era incapaz de recordarlo, y sabía que se estaba ahogando. Comenzó a nadar a ciegas intentando encontrar algún lugar para aferrarse hasta que su mano se golpeó con una piedra y la otra se enterró en la arena de lo que parecía ser la costa del lago. Utilizando sus últimas reservas de energía se arrastró hasta salir del agua para luego caer desmayado sobre la sucia y contaminada arena.

                                                                                      ***

El mismo día que encontraron al fugitivo, Erik Montaño se había levantado mucho más tarde que de costumbre y se extrañó por el rayo de sol que había penetrado por las viejas fisuras de la plancha de metal que cubría la ventana y que iluminaba tenuemente la arena del suelo donde estaba durmiendo.

Con el habitual dolor de cabeza de las mañanas, Erik se levantó respirando profundo y arrojando su manta eléctrica hacia un lado. Por la nitidez de la luz dedujo que estaría cerca de las once de la mañana. Nada bueno, teniendo en cuenta que tendría que salir de aquel lugar lo más pronto posible si no quería tener problemas con los predadores que estuviesen acechando cerca.

Se giró por un momento y divisó la imagen de su reloj personal al fondo en la pared, mostraba las tres de la mañana y el holograma temblaba periódicamente de manera que era muy difícil notarlo.

—Un par de años y tres meses —exclamo mientras buscaba torpemente el pequeño cubo metálico que proyectaba el difuso holograma, pulsó un botón atrás por unos minutos y el haz del holograma se apagó mostrando un curioso efecto—. ¡Vaya record para un bicho de estos!

Con la tristeza de haber perdido un incondicional compañero de viajes guardó el artefacto en un bolsillo de su cinturón y volvió a acercarse a la ventana para observar la situación afuera del edificio, acercó su ojo derecho a la pequeña abertura de la fisura de la oxidada plancha metálica, no pudo ver nada y la luz hirió su ojo obligándolo a alejarse de nuevo a la oscuridad de la habitación, con el manchón de luz violeta que aún era capaz de distinguir con su ojo expuesto a la luz.

Una vez su ojo se adaptó nuevamente a la oscuridad se puso su traje anti-rad que lo hacía parecer uno de esos antiguos pilotos de carreras que frecuentemente aparecían en fotografías de principios del siglo XXI. El traje terminaba en una extraña capucha que Erik acompañó con unas gafas de protección que rodeaban sus ojos.

El traje era algo personal de todos los agoráneos cada uno estaba manchado de una larga historia que lo hacía único con respecto a los otros. El suyo lo había heredado de su padre y este de su abuelo quien lo había obtenido en una fábrica durante los días de la abundancia. El paso de mano en mano del traje lejos de desgastarlo lograba que este fuese reparado y mejorado constantemente, era natural encontrar agoráneos convencidos que su traje era el mejor de todos e incluso los sometían a pruebas para demostrarlo, algo que Erik considerada de pésimo gusto.

La plancha era pesada y desprendía óxido que resbalaba por los guantes del traje de Erik a medida que intentaba moverla. Un lado de la plancha finalmente se arrastró unos centímetros y permitió que Erik pudiera empujarla con las dos manos y permitir que la peligrosa luz de la intemperie bañase todo el lugar. Observó entonces por la ventana y le preocupó lo que vio.

—¡Maldición! ¡Tenía que ser lunes! —exclamó mientras caminaba hacia una extraña mochila que parecía hecha del mismo material del traje anti-rad.

Abrió la mochila y extrajo una cuerda negra, su fusil de cacería y su cantimplora, bebió unos pocos tragos de agua y la puso en su cinturón. Finalmente guardó la manta eléctrica y un par de objetos de la habitación que le parecieron útiles y colgó su mochila en los hombros fijándola al traje y al cinturón.

Caminó hacia la puerta de la habitación donde otra plancha de metal obstruía la salida. Después de retirarla quitó la seguridad de la puerta y la abrió de una patada.

Inmediatamente, Erik apuntó su fusil hacia la oscuridad de la puerta donde gracias a la acción de sus gafas pudo vislumbrar unas escaleras en espiral que bajaban unos cuantos pisos. Permaneció en silencio con la mira puesta en la puerta.

Se acercó sigilosamente y observó los dos cadáveres de predadores que yacían en las escaleras, continuaban exactamente donde los había dejado, lo que significaba que ninguno había logrado entrar al edificio, algo parcialmente bueno, pensó Erik mientras se internaba al oscuro pasillo de las escaleras.

Continuó bajando un par de pisos y notó un fuerte golpeteo metálico proveniente de la puerta, ya lo había presentido desde que se había asomado por la ventana donde alcanzó a contar cuatro o cinco predadores golpeando la puerta, así que ató la cuerda desde el marco derecho de la oxidada puerta hasta la pared formando un zigzag de metro y medio de alto. Con sus manos tomó la manivela circular en medio de la puerta y la giró unos cuantos centímetros, el sonido emitido por la acción hizo que los golpes a la puerta se incrementaran a la par que la puerta, sin su seguridad habitual, comenzara a ceder y ser empujada hacia dentro del edificio con cada golpe.

Erik retrocedió unos pasos poniendo su pie derecho sobre el primer escalón de la puerta a medida que apuntaba a la puerta, de la que ya se alcanzaba a ver la luz del sol ingresar por un borde. A Erik no dejaba de inquietarle los rápidos juegos de sombras que serpenteaban sobre aquel haz de luz, debía estar preparado para lo peor.

Cuando la puerta se abrió unos quince centímetros una mano muy parecida a una humana ingresó por la abertura, era de tonalidad rojiza con unas uñas muy largas impregnadas en sangre y restos de carne. Inmediatamente Erik se preparó para disparar y la puerta siguió abriéndose hasta que la cuerda quedó tensa dejándola entre abierta. Se escuchó un fuerte grito y una criatura humanoide se abalanzó hacia dentro del edificio golpeándose con el tejido en zigzag de la cuerda y dando la oportunidad para que Erik disparase reventándole el cráneo.

Inmediatamente la primera cayó dos más ingresaron a toda velocidad y una de ellas saltó sobre las cuerdas, quedándose atorada por el pie segundos antes de recibir también otro disparo. La siguiente logró atravesar las cuerdas y corrió a toda velocidad hacia donde Erik se encontraba y cayó muerta a medio camino. Erik siguió disparando a la puerta, derribando un par de predadores que estaban a punto de ingresar. Corrió de nuevo a la entrada y desato rápidamente la cuerda, abrió la puerta de par en par y sintió como la energía del sol, altamente cargada de ultravioleta bombardeaba el interior de la oscura edificación. De un paso comenzó a correr rápidamente hacia el exterior sintiendo el calor bañando todo su cuerpo.

Una vez hubo avanzado unos metros volvió a girarse hacia la puerta del edificio en ruinas donde se había refugiado y observó el reguero de sangre sobre la arena, una pena, otra estructura más que se infestaría de predadores. En los últimos tiempos las zonas dominadas por los predadores se habían comenzado a multiplicar dejando a los agoráneos menos lugares donde sentirse seguros.

Sacó su escáner holográfico que mostró un mapa del lugar donde parpadeaba un punto diminuto hacia el norte de la ciudad no muy lejos de donde se encontraba.

—Pronto encontraremos la causa de la anomalía —se dijo a sí mismo mientras serpenteaba entre las ruinas y escombros de la antigua y arcaica ciudad de Bogotá.

                                                                                      ***

La señora Vélez con un gesto de preocupación subía pensativamente las escaleras de un gran edificio con una bandeja caliente en sus manos, llegó la habitación que buscaba y tocó la puerta.

—¿Quién? —respondió adentro de la habitación una joven voz masculina.

Mijito, soy yo —dijo la señora—. Ábrame que se le va a enfriar.

El hombre saltó de su cama, encendió la luz del cuarto y se apresuró a abrir la puerta. La señora lo esperaba con una sonrisa en sus labios, tenía un pelo castaño oscuro muy corto y su edad ya estaba ondeando por los sesenta.

El hombre giró su cabeza hasta su reloj que decía: «3:27 AM – 09/08/2523».

—¡Pero doña Velez! —dijo—. ¡Son apenas las tres de la mañana!, es muy temprano para desayunar.

—Guille, es que ando muy preocupada —le respondió—. Vea, le traje arepitas de desayuno.

Guillermo Leal se sentó sobre la cama y recibió la comida con agrado.

—¿Es que ya hay cosecha de maíz?

—Un par de choclos estuvieron listos hoy y usted sabe la tradición de hacer la masa de las arepas con primer choclo de la cosecha, ¿No mijito?

—Pero mi doña, ¿Por qué no descansa más bien?, no tenía que despertarse tan temprano.

—No he dormido en toda la noche, ¿No ve que el Erik salió ayer al medio día y nada que aparece po’aquí?

—Erik es el mejor de nosotros, él sabe muy bien cómo cuidarse. Si tuvo que pasar la noche afuera no tardará en despertarse y estará aquí con nosotros en la tarde.

La señora calló por un instante y observó al joven que la miraba mientras comía el desayuno, tendría unos veinticuatro, poseía un bigote negro que se juntaba con su pequeña barba, no tenía más pelo en su cabeza, algo muy atípico para esos tiempos.

—No es nada —hizo una pausa y luego suspiró—. Es que anoche antes de acostarme me encontraba rezando por los caídos y por Erik, para que regresara sano y salvo cuando sentí un peculiar ruido cerca de la base.

»Entonces retiré la plancha metálica de mi ventana solo un poco y observé un drone de asalto que se dirigía hacia el norte ¡Por supuesto que tuve cuidado!, no me dejé ver por esa cosa, pero en ese momento me preocupé. ¿Estaría también en busca de la misteriosa señal que cortó la energía? Creo que partió desde la Casa Alta. ¿Qué tal si ve a Erik caminando por ahí? Una cosa es un predador de esos que encontramos día tras día y una muy distinta es un drone de asalto de la Casa Alta. ¡Esos bichos no los tumba una sola persona!

»No he dormido en toda la noche preocupada por eso.

—Si eso es cierto —respondió Guillermo—. ¿Por qué no nos lo había contado antes?

—No me hubieran tomado en serio, en estos tiempos ver un drone de asalto es caso tan raro como encontrar un sobreviviente. Pero lo que si estoy segura, Guille, es que para allá fue uno.

—Entonces, ¿Quiere que parta en la busca de Erik? —preguntó Guillermo confundido—. Me lo hubiera dicho anoche.

—Y ¿De qué hubiera servido?, su mercé sabe que no se puede estar afuera por la noche, es una muerte segura, se hubiera angustiado usted también y no hubiera descansado.

Después de que la señora Vélez se hubiera ido, Guillermo se aseó un poco, se puso su traje anti-rad y se preparó para salir a las cuatro y media de la mañana. Antes de cruzar del todo la puerta, sintió como si hubiera olvidado algo y se devolvió a su habitación. Rebuscó entre los cajones y sacó un conjunto de anillos conectados por un cable, pensó que sería importarte llevarse consigo un detonador electromagnético, con eso bastaría para dejar fuera de combate a un drone de asalto si se tenía la suficiente suerte como para acorralarlo y claro está, si es que hubiese uno.

                                                                                      ***

Erik se encontraba caminando y se aproximaba cada vez más a lo que parecía ser una antena de subestación eléctrica encerrada por un enrejado metálico. Analizó de nuevo las lecturas de su escáner y estuvo convencido que la anomalía que había captado el día anterior tenía que ver con eso.

Al acercarse unos cuantos metros más notó que el holograma de su receptor parpadeaba y la brújula digital comentaba a girar como si hubiese perdido su referencia. Se alejó unos tres pasos hacia atrás y notó como la navegación volvía a funcionar, seguramente la anomalía lograba despistar todos los sistemas de comunicación que estuviesen a la redonda.

Guardó el escáner y se acercó hacia la reja, encontró que en la parte de debajo de ella el alambrado había sido mordido y apartado y había una abertura suficientemente grande como para que una persona pudiese entrar. Con sus guantes hizo la abertura más grande e ingresó al interior del alambrado. Se sentía muy alerta, era altamente sospechosa la existencia de la abertura y probablemente no se encontrase solo.

Al incorporarse se encontró con un roedor de unos cuarenta centímetros de color pardo muerto sobre el suelo cerca a los circuitos de la antena. Gran parte de su cuerpo estaba levemente rostizado, probablemente había mordido un cable, pero al detallar de nuevo el cuerpo del guatín observó una mordida en su torso y que su caja torácica era prácticamente inexistente. ¡Un predador había seguido la pista del guatín y se encontraba cerca!

Sacó su arma y comenzó a girarse lentamente hasta que divisó un cuerpo no muy lejos de él colgado entre dos cables que conducían a la antena, se encontraba también cuasi achicharrado y de vez en cuando una chispa eléctrica saltaba al aire produciendo el sonido característico.

—¡Ahí está el predador! —exclamó Erik acercándose al cuerpo, era el de un adulto y casi parecía a un humano de no ser por sus ojos rojos y de su boca y manos empapadas de sangre.

Erik ya iba a comenzar a reír cuando observó un destello metálico al otro lado de la torre muy cercano al enrejado. Intentó enfocarlo con sus gafas pero no pudo, la anomalía afectaba incluso a los circuitos de visión aumentada, pero aun así logró vislumbrar la gran plataforma ovalada sobre la cual había un hermoso pilar metálico repleto de circuitos que claramente lo identificaba. ¡Un drone de asedio estrellado contra el suelo!

Al parecer era reciente, había llegado en medio de la noche juzgando por las huellas del impacto, probablemente lo que sea que le hubiera pasado a la antena tuvo repercusiones sobre el drone apagándolo cuando se acercó lo suficiente. ¡Aquellas eran las ventajas de ser orgánico! Lo que afectara los circuitos no podría afectarlo a él, ¿o sí?

Inmediatamente se llevó las manos a los ojos y comprendió que sin los circuitos de polarización adecuados probablemente la radiación ultravioleta de la atmosfera estaba ingresando a sus ojos en ese momento y que una exposición muy prolongada podría ser peligrosa.

Regresó al cuerpo del predador y lo desenredó de los cables, para su desagrado porque parte de la carne quemada se estaba desprendiendo al contacto con sus manos. Juntó con cuidado los dos extremos que se habían roto y los fijó con su cinta. Notó entonces como la torre volvía iluminarse de nuevo y la visión aumentada de sus gafas comenzaba a funcionar. ¡Lo había logrado! ¡La anomalía no había sido sino más que un cable roto haciendo mal contacto en el cuerpo de un predador! Menuda estupidez.

Cuando procedía a regresar escuchó algo que sonó como un ruido metálico que venía tras de sí.

—¡Oh no! ¡Estúpido! —exclamó para sí mismo antes de voltearse y observar al drone de asedio que se recuperaba de su inactividad para entrar de nuevo en funcionamiento.

Su base era un par de superficies de medio metro de ancho por uno de largo dobladas en los extremos con forma aerodinámica y el centro que unía los dos deslizadores terminaba en un pilar de un metro de alto que terminaba en cúpula. De la parte superior del pilar caía un par superficies dobladas a modo de hombreras a que daban a un par de rifles  perfectamente articulados y que al mismo tiempo le daban un aspecto aterrador.

 Como pudo, Erik se arrojó hacía el cuerpo del predador y se ocultó tras él, sintiendo con asquerosidad como los fragmentos de piel caían dejando ver parte de su carne en su interior.

El drone comenzó a despegar lentamente como si se encontrase desorientado generando una pequeña polvareda sobre el suelo justo debajo de sus turbinas pero poco a poco sus sistemas empezaron a restablecerse, las luces azules de su frente se tornaron rojas y apuntaron inmediatamente hacía donde yacía Erik oculto. Era obvio que el cuerpo del predador muerto no lo iba a despistar tan fácilmente y mucho más obvio que Erik era ya hombre muerto.

Cerró los ojos esperando su rápida muerte pero en cambio sintió un golpe metálico sobre la arena seguida una carcajada.

—¡Y se asustó! —dijo un hombre soltando una carcajada detrás del drone nuevamente caído.

—¿Guille? —preguntó Erik con una combinación de asustado y confundido.

—Si quiera que encontré ese detonador en mi habitación y lo alcancé a activar antes de que me detectara también. ¡Ha sido un golpe de suerte!

Erik arrojó el cuerpo del predador y se incorporó rápidamente, el hombre que estaba detrás del drone tenía el mismo traje de Guillermo, por lo que lo pudo reconocer fácilmente aún con la capota y la careta.

—Estaba confundido por una anomalía electromagnética que acabo de reparar —respondió Erik—. Sus sistemas aún no se habían inicializado.

—Entonces ¿Cómo es que llegué casi al tiempo?

—Mi reloj holográfico ha dejado de funcionar, desperté muy tarde y tuve que hacerme con un grupo de predadores para poder escapar.

—La señora Vélez estuvo muy preocupada cuando vio este drone volando anoche. Por eso me envió a buscarte.

—¡Esa mujer es una santa! —sonrió Erik—. ¿Quieres que le llevemos el drone de regalo?

—¿Qué? —preguntó Guillermo estupefacto—. ¿Quieres que carguemos esa cosa hasta el refugio? ¿Estás loco?

—He visto un par de planos antiguos de esas cosas, creo que reprogramarlo debe ser fácil, cortaremos su comunicación con la Casa Alta y le descargaremos la dirección del refugio. Nos llevará allí sin que tengamos que caminar. ¿Alguna vez has montado un drone?

—¡Eres un loco!, Erik, sólo te ayudaré porque quiero ver una de esas cosas por dentro.

                                                                                      ***

Hacía frío pero su mente seguía incendiada ¿Cuántas horas había dormido?, seguía sin recordar absolutamente nada de lo que había ocurrido. Solo había huido, era un fugitivo y en poco tiempo estaría rodeado y sería aniquilado. ¡No podía permitírselo!

Se incorporó torpemente sobre la arcillosa costa del lago e intentó dar algunos pasos, pero de nuevo cayó víctima de la fatiga, era obvio que no podía ganar, todo estaba perdido. ¿Qué había hecho él para que quisiesen matarlo? Sentía a su verdugo cada vez más cerca, más cerca. ¡Sabía que estaba cerca! Lo escuchaba, sonaba igual a los que lo persiguieron.

Antes de caer desmayado observó como aquella máquina infernal que quería matarlo se acercaba a él y dos hombres vestidos de manera extraña se bajaban de este. ¿Quiénes eran esos?

—¡Erik! —escuchó—.¡Aquí hay un hombre! ¡Un sobreviviente!, ¡Rápido!, tenemos que ayudarlo.

 Observó cómo ambos corrían a grandes pasos hacía él y eso fue lo último que vio antes de quedar inconsciente.

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