"LA VENGANZA DE LAS ROSAS" Se...

By RottenDoll

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"Cuando tenga permitido tomar su alma será parte de mi para toda la eternidad, esa es la manera en que los de... More

Melodía Cruel.
Y él dijo: "Yes, my lady"
El cuervo "Hace cuanto que te conozco?"
"Me pertenece"
"Gallinas"
Queen's teather
El jardín.
"Heroísmo"
"Hey"
"Humanos''
Londres
Egoísmo
Invierno
"Hada verde"
"Quizá"
Despistada
Juguemos
miau
Rompamos
Deseo
Te tengo.
Adiós
El trino del diablo
Subasta
Puertos

"Idiota"

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By RottenDoll

-Crees que sea buena idea?- dice Gideon al levantarse del sofá en tu despacho- no confió en él, ahora esta fuera de tu control.
-En realidad, no, no es una buena idea- respondes sin dejar de mirar los documentos en tus manos- pero esta bien, por ahora.
-Pero...
El chico se queda en silencio cuando lo miras, avanza hacia ti de manera firme.
-No puedo dejarte con él y lo sabes- suelta molesto recargándose en el escritorio- si algo te pasa...
-Pasará- respondes mirándolo de la misma manera- debe pasar.

Sueltas un suspiro antes de relatarle lo ocurrido en el sendero, Gideon te observa con atención que se convierte en miedo y tristeza mal disimulados.
-De alguna manera no me sorprende- dice bajo- estas enredada en algo demasiado peligroso.
-Lo sé- sonríes amablemente desconcertandolo aún más- es lo que elegí.

Ambos miran a la puerta que se abre, Annie entra indicando que la cena estaba lista, la chica habla amablemente con la vista clavada en el piso.
-Creo que no tengo hambre- rechaza Gideon con la vitalidad de siempre- es mejor ir ligero en los viajes largos.
Él sonríe saliendo de la sala, Ann se aparta del camino esperando por tu respuesta.
-Entonces seremos tú y yo- dices a la chica que asiente.
El pasillo parecía un poco más oscuro de lo normal, tal vez por que la pequeña chica sostenía el candelabro varios centímetros más abajo que el altísimo demonio.
-Te escucho- dices a la chica tras de ti- di lo que tengas que decir.
Ann muerde su labio buscando las palabras correctas.
-Pensaba sobre quien es usted en realidad.
-Quien soy?- respondes al girarte.
-Cuando me encontré con el señor Sebastian la primera vez, supe que era alguien extraordinario, prácticamente invencible- Ann levanta la vista buscando tu reacción- me habló sobre dinero y seguridad a pesar de que intentabamos matarlo con todo lo que teníamos, no logramos ni despeinarlo- Ann sonríe- entonces pensé "¿Que clase de amo tiene bajo sus ordenes a este sujeto?" debo admitir que acepté venir aquí por curiosidad, pero después de verla leer durante horas, la cantidad de hombres que enamora por diversión, ver la clase de criaturas que la asechan y escucharla practicar con su instrumento, sólo puedo pensar en que es una especie de demonio.

La chica te mira sería, preparándose tal vez para huir o defenderse.

-Te entiendo, lamento decepcionarte, pero no soy ningún monstruo- Annie te mira cuestionando sin palabras la marca desaparecida en tu ojo- aunque hay muchas cosas que no entiendo y estoy rodeada de ellos, soy tan humana como tú - respondes y ella parece quitarse un peso de encima volviendo a sonreír- por la mañana, envía las correspondencia de mi escritorio.

Al entrar al comedor la chica se queda en la entrada, miras al fondo a tu mayordomo parado junto a tu silla, desde hacia una semana que había vuelto y casi no habías tendido la oportunidad de verlo, las pocas ocasiones en las que aparecía en tus ensayos sólo se dedicaba a mirarte desde el fondo de la sala.
-Me alegra verte- sueltas cuando empuja tu silla.
-Su amigo no nos acompañará esta noche?- pregunta ignorandote- debemos esperarlo?
-No
-Bien- responde rápidamente quitando el plato y los cubiertos extra.
Después de un rato lo único que puedes hacer es perseguir un pedazo de carne por todo tu plato, tomas un trago de vino pensado en algo que decir.
-Es demasiado joven- te quejas del vino al dejar la copa sobre la mesa- podrías haber hecho una mejor elección.
-Al parecer su gusto en vinos es mejor que en relaciones- responde irónico apartando la copa- pensé que no le molestaría probar algo de menor calidad.
-No hables de esa manera- le reprendes mirándolo fijamente- no me importa lo que pienses, no dejaré que lo insultes.
-Una exageración para una botella de vino.
Intentas alejar el ambiente pesado en la sala pero el silencio sólo lo intensificaba.
-Te molesta que se quede?- respondes antes de terminar el último bocado- ni siquiera le has visto.
-Estoy esperando mi oportunidad para robar su alma, no deseo ser inoportuno en su devaneo.

-Gideon es...

-No se puede evitar- te interrumpe rápidamente- me limitaré a servirle silenciosamente, después de todo, su vida ya no me interesa en lo más mínimo - te quedas en silencio ante la frialdad de sus palabras- En realidad ya no me importa, después de todo, lo único que quiero es devorar su alma y con eso satisfacer mis instintos naturales- suelta Sebastian mientras da un paso atrás después de servir en la copa de agua- usted puede hacer lo que le venga en gana, después de todo el acostarse con un gitano debe ser una experiencia bastante atractiva para plutócratas como usted, algo así como una diversión exótica...

Sin pensarlo dos veces tomas la copa rápidamente arrojando su contenido en su rostro, el cabello cae cubriendo sus ojos, mientras él agacha su mirada impasible.

-Entonces, cállate - le ordenas manteniendo la calma- Lamento decirte que aquello no fue tan divertido como pensaba, pero claro que fue "exótico"-mientes con una sonrisa.

Sebastian no responde mientras puedes ver su mandíbula tensarse mostrándose totalmente ofendido, el ambiente es totalmente hostil, sales de ahí en silencio sin mirarlo.

Caminas maldiciendo para tus adentros, no te haría perder los estribos, al menos no delante de él.

Entras en la primera habitación abierta, cerrando la puerta de golpe, aquello tal vez había sido demasiado. La verdad se asomaba en esa discusión, aunque en realidad no esperabas un cuento de hadas después de su regreso, tal vez no había sido la mejor de las ideas obligarlo a continuar a tu lado.

Miras la habitación, no esperabas encontrarte en la tuya, ya que era el piso equivocado, tenia un espejo, cama, sillas y otros muebles cubiertos por lienzos blancos.

-Qué tonta- te repites mientras te deslizas por la puerta hacia abajo.

~•~

Sebastian mira los jardines desde el balcón de la biblioteca, suelta un suspiro mientras pasa la mano por su cabello para peinarlo hacia atrás, aún tenia rastros de agua y en realidad no le importaba, lo único que le molestaba en ese momento era la emoción en su pecho, incómoda, dolorosa y desmedida, pero sobre todo frustrante ya que no tenia certeza de lo que se trataba.
-No me mires así- suelta el demonio mirando la luna- yo tampoco sé por que lo hice...

-Hey demonio! De~mo~ni~o!- Gideon llama a Sebastian desde el jardín, "Lo que me faltaba" piensa el demonio que se limita a mirarlo- baja un minuto!

Sebastian mira al joven gitano que sonríe radiante, no había nada que quisiera saber de la persona que había robado lo único que quería.
-Se pondría triste si lo mato?- cuestiona al astro ignorando al joven-...supongo que tienes razón.

-OYE!!- grita de nuevo Gideon al verse ignorado.

-Cállate- ordena Sebastian al saltar del balcón para caer frente al chico que retrocede de inmediato- interrumpir una charla es muy grosero, que es lo que quieres?

-Con la luna?- sonríe Gideon al mirar el cielo- eres muy extraño, sabes?
-La luna es...- responde serio el mayordomo- bueno, deberías saberlo.
-Lo sé, pero igual es raro- los ojos esmeralda se clavan en el oscuro granate que daban los del mayordomo- cuida bien de ella, entiendes?

-Que quieres decir? Vas a abandonarla?

-Abandonarla? - el gitano mira a Sebastian con duda por unos segundos antes de entender- dios, no! Que clase de cosas dices? Acaso no sabes lo que paso? Regresaste para evitarla y sin saber que es lo que piensa!? Ustedes dos son bien raros.

El demonio se queda quieto esperando que el chico continuara hablando, Gideon suelta un suspiro resignado haciendo una mueca al no saber donde iniciar.

-Ella dijo que no- suelta al fin mirando al vacío- cuando hizo el juramento ante Dios, si hubiese mentido hubiésemos muerto y aquí seguimos así que... Ella no me ama y eso incluso los cielos lo saben- Gideon se encoge de hombros- ahora debo irme o no alcanzaré a mi familia en Italia, ya lo pospuse demasiado...-Por primera vez en toda su existencia Sebastian se sintió afectado, no había palabras en su mente para responder- Así que, tal vez, nos veamos luego.

~•~

El golpe en la puerta te hace levantar la mirada, algo se sentía realmente mal en ese momento.

-Vete- ordenas de inmediato.

-Se quedará ahí toda la noche?- escuchas a Sebastian a través de la puerta- hará frío, necesitará cobijas.

-No lo necesito, vete.

-Vine pedir disculpas por mi comportamiento- dice recargándose en la puerta después de un rato en silencio.

-Entiendo - respondes sin dejar de recargarte en la puerta- pero no puedes sólo pedir perdón por lo que haces, eres un idiota.

-Lo sé, no espero que me perdone ahora mismo- Sebastian intenta dar vuelta a la perilla pero la sostienes rápidamente.

-No, no quiero verte, sólo vete.

-No puedo estar tranquilo sabiéndola de un hombre- escuchas el tono ligeramente más grave- pensé que si ese sujeto era indicado para usted podría dejarla, pero no puedo, jamás podré.

-Nadie te pidió eso...- respondes presionando la perilla con fuerza mientras una sensación vergonzosa aumentaba en tu pecho- por que yo te amo a ti, grandisimo idiota.

"Carajo" piensas arrepintiéndote de decirlo de esa manera después de unos segundos de silencio del otro lado de la puerta, tal vez no debías decirlo.

De pronto el crujido de la madera te hace retroceder, la cerradura había sido arrancada sin problemas.

La puerta se abre con un característico rechinido, pronto puedes ver a Sebastian que te mira con desconcierto sosteniendo la perilla en la mano derecha, de pronto avanza haciéndote retroceder hasta tocar el poste la cama, subes la mirada encontrándote con los ojos carmesí, tu cuerpo se estremece cuando sus brazos te rodean obligándote a acercarte a él.

-Dígalo una vez más- susurra Sebastian cerca de tu oído.

-Espera... un segundo...- protestas mientras su mano se sujeta de la tela en tu espalda acercándose más- que haces...?

-Sólo dilo - réplica tu mayordomo.

"Santo cielo" piensas al sentir su cuerpo tan cerca, incluso bajo la tela era imposible de ignorar su perfecta anatomía, la fuerza para alejarlo comenzaba abandonarte.

-Sólo una vez más- susurra Sebastian antes de inhalar profundamente sobre tu cabello- por favor...

-Deja de hacer esto- protestas bajo mientras eres orillada a sentarte en la cama - ni siquiera sé qué haces...

-Me dejo llevar- responde al sonreír- como un humano.

Guardas silencio, tu mente estaba en blanco, él te mira fijamente como si quisiera comerte, te estremeces al sentir tal intensidad mientras continuaba acariciando tu rostro con delicadeza.

Intentas negarte una última vez sin que las palabras salieran de tu boca, las sensaciones bloqueaban tus sentidos sin poder evitarlo, él estaba tan cerca que podías sentir su respiración, levantas el rostro para volver a mirarlo; en sus ojos había demasiado deseo que comenzaba a brillar en ligeras chispas, te sostienes de su corbata firmemente para tomar un poco de la droga en sus labios, él acepta con gusto mordiendo tu labio, tal vez dejaría una marca accidental, de alguna manera aquello te emocionaba y hacia dudar de tus facultades mentales, pero eso ya no importaba, recargas la espalda en la cama halándolo hacia ti, rindiéndote a su mirada.

-Le haré el amor- suelta él de manera lenta cuando te separas de su boca en busca de aire, acercándose para besar tus labios de manera inocente, su mano recorre tu estómago sobre la tela, apartándose para tomar tu rostro y hacer que le mires, se acerca lentamente hasta que puedes sentir su agitada respiración sobre tu boca- desde ahora, deseo que me mire sólo a mi y hacerle tan adicta a mi piel como yo lo soy a la suya, amarla tanto que no pueda estar con nadie más.

No puedes evitar que los colores suban a tu rostro, de nuevo tus labios son tomados por los suyos, un beso húmedo y necesitado es suficiente para que tu última barrera de auto control se caiga a pedazos.

-No quiero estar con nadie más...- respondes antes de que tu hermoso vestido fuera rasgado.

-Dígalo de nuevo- sonríe él alejándose para morder ligeramente sobre tu clavícula.

-Idiota

Sebastian se detiene cambiando el deseo en su mirada por una poco seria.

-Continúa molesta?- responde casi como un regaño.

-Un poco- Sebastian entrecierra los ojos ladeando un poco la cabeza al descubrir tu juego.

-Tendré que esforzarme- sonríe él lanzando el reto- aunque, no creó que pueda soportar mi ritmo.

-Hey...

No puedes completar la frase ya que de nuevo su lengua invade tu boca de manera salvaje, el listón en tu cabello se desliza entre los ágiles dedos del demonio.

-Te amo- repite él casi sin separar sus labios haciendo que te bebieras sus palabras- eres la única que amaré.

Tu cuerpo se estremece mientras deja una una linea de pequeños besos sobre tu mandíbula hasta continuar devorando tu cuello con pequeños mordisco y besos que hacían hormiguear todo tu cuerpo, tus dedos se enredan en su cabello largo que también acariciaba tu piel.

-Es bellísima, tan perfecta para mi- sale de su boca como un pensamiento, su mano se desliza por tu espalda quitando lo que quedaba de tu vestido- por favor, solo una vez más.

Dejándote llevar por sus caricias y besos no había espacio para la duda o el arrepentimiento, estabas a merced de sus deseos y eso te gustaba más de lo podrías haber imaginado.

Lentamente Sebastian acariciaba tu cabello pasando entre sus dedos los mechones para deshacerse de la trenza que lo sostenía atado, tus dedos se aferran a la tela en su espalda, él aún usaba su traje mientras tu estabas casi desnuda.

Sus agiles y suaves manos se deslizan para tomarte por la cintura llevándote al centro de la gran cama, deja un beso sobre tu estómago que hace escapar un pequeño gemido de tu boca, él sonríe sobre tu piel.

Como si de un juego se tratara, tocaba y besaba lentamente cada centímetro de la piel de tu torso con la yema de los dedos provocando con cada toque una descarga que recorría toda tu piel, desliza su mano suavemente a tu pecho para quitar el corcé y recorrer con lentitud jugando de manera lenta con tus pechos.

-Su corazón late tan rápido- suelta de pronto al acercarse a tu pecho para lamer lentamente la cúspide.

Ahogas un gemido mordiendo tu labio al sentir su lengua juguetear sobre tu piel, la voz ya no te respondía, el toque de su boca había nublado tu pensamiento por completo convirtiendo cada palabra en un sonido de placer.

El corazón te latía tal fuerte que podías escucharlo entre el sonido de la boca de Sebastian.

Sus manos recorren tu cuerpo hasta llegar a los muslos, recorriendo tus piernas lentamente y el toque ocasional de sus labios, aquel brillo rosáceo y felino en su mirada parecía contener su excitación, Sebastian deslizaba su mano por tus glúteos presionando y sobando con algo de fuerza llevándote a un mar de sensaciones que hacia cada centímetro de tu piel hormiguear.

Sueltas un ligero jadeo en cuanto sus dedos recorren tu intimidad con tortuosa lentitud, él vuelve a besar tus labios tomando tu voz.

-Grite más fuerte- susurra el demonio - quiero oírla.

Cediendo por completo a su intrusión; las piernas comenzaban a temblarte, él continuaba acariciando aquella zona explorando con los dedos de manera experta cegando cada uno de tus sentidos con placer, te aferras a el cubrecama, te volvía loca su boca lamiendo y chupando sobre tus pechos lentamente mientras la mirada encendida de depredador no se apartaba de tu rostro.

-¡ah... ah...!- ya no podías ahogarlo y quemaba en el fondo de tu pecho cuando él encontraba el punto exacto.

El éxtasis llega de golpe contrayendo tu interior al rededor de sus dedos de manera deliciosa, tu espalda se arquea buscando un nuevo contacto, el corazón palpitaba por todo tu cuerpo, pequeñas chispas blancas nublan tu vista mientras tu cuerpo aún se estremecía. Sebastian te besa con cuidado, tus labios tiemblan ante el tibio contacto mientras el placer aún recorría tu columna.

-Mhh terminar de esa manera - ríe Sebastian al lamer sus dedos- ni siquiera me a tocado, que egoísta.

Lo miras incorporarse un poco mientras intentas normalizar tu aún agitada respiración recostándote de lado, él te mira mientras su lengua recorre sus labios, sus manos desabotonan chaleco lentamente.

-Espera- le detienes incandote torpemente para tocarlo.

Sebastian duda por un segundo antes de apartar las manos dejando que te encargarás por completo, te acercas un poco más para quitar la prenda oscura, Sebastian te mira fijamente provocando que te sonrojaras, desabotonas su camisa dejando el torso desnudo, tus manos recorren la piel perlada delineando los firmes músculos que se marcaban en su abdomen, subes lentamente acariciando su pecho con cuidado, Sebastian suelta un suspiro ansioso mientras comenzaba a tensarse.

-Tranquilo- susurras lentamente al verlo cerrar el puño sobre las sabanas.

Colocas una mano en su pecho para impulsarte y alcanzar su boca tomándolo desprevenido, él te rodea por la cintura acercándote más.

-Te amo- susurras sobre sus labios provocando que te besará con mayor intensidad.

La piel de su pecho contra el tuyo causaba que el cálido sentimiento incrementara, deslizas la camisa fuera de sus hombros acariciando la piel de su espalda sin dejar de besarle.

Sebastian mueve un poco la pelvis rogando por tu atención con un ligero ronroneo.

Te separas de su boca, acariciado su pecho con la mano dirigiéndola hacia su cinturón, él echa la cabeza hacia atrás disfrutando el contacto.

-Mgh...- gruñe Sebastian cuando tu mano acaricia su duro miembro por encima de la tela.

-Shhhh- le silencias de manera maliciosa repitiendo el movimiento, el cuerpo de tu mayordomo se estremece bajo tus caricias.
El botón no opone resistencia al intentar abrirlo, dejando a la vista su gran y dura erección.

De pronto eres empujada de nuevo hacia la cama terminando debajo de Sebastian que retomaba el control de la situación.

-Así es mejor- dice de forma juguetona.

-Eres un pervertido- respondes regresando la vista a esa parte de su hermosa anatomía, no serías experta, pero no era necesario para saber que era grande, tal vez demasiado.

-Soy de lo peor- continúa de manera teatral mientras se acerca se nuevo besando tus labios lentamente- es una lástima que se enamorara de mi.

-Lo sé- le contestas imitando su tono- debería dejarte.

-Nunca - sonríe él al inclinarse de nuevo- nada podría alejarla de mi.

Muerdes tu labio inferior al sentirlo rozar tu piel con su miembro.

-No me voy a contener- susurra el demonio maliciosamente acercando su rostro al tuyo.

No tienes oportunidad de responder ya que te entrega otro beso mientras sostiene tus piernas para separar lo suficiente para que su pelvis se alineara a la perfección con la tuya, era extraña la manera perfecta en que los cuerpos coincidían en cada detalle, sientes los dedos de Sebastian en tus muslos sosteniéndose fuertemente antes de entrar.

La sensación de algo grande y grueso presionado contra tu sexo concordaba con el placer de sus manos recorriendo tu piel desnuda y sus labios dejándote sin respiración.

-Tal vez duela - susurra en tu oído besando la linea de tu mandíbula.

Sebastian continúa avanzando, un ligero movimiento buscando en tu rostro el momento en que tu expresión le indicara detenerse. Sin poder evitarlo, abres la boca ahogando un gemido cuando avanza lo suficiente para tomarte, él suelta un respiro mientras su cuerpo se estremece ligeramente.

-Ahora es toda mía- Susurra en tu oído antes de morder ligeramente el lóbulo.

Te aferras a él rodeándolo por el cuello con los brazos, plantando un beso en sus perfectos labios cuando levanta la mirada, jamás tendrías suficiente de él.

-Sigue...- tu voz parece desconcertarle, pero la sonrisa que se dibuja en sus labios vuelve de inmediato al sentir como le rodeabas con las piernas.

-Tan impaciente- besa tu clavícula de manera traviesa al adentrarse más con un ligero movimiento, impulsos suaves y pausados, te sostienes de su espalda ante su intrusión, a su avance y retroceso cada vez más fuertes y profundos.

-Ahh!- sale de tu boca sin poder evitarlo cuando comienza a hacerlo más rápido debido a la mezcla de placer con ligero dolor.

Sebastian responde con un respiro fuerte y ansioso que choca contra tu piel, de pronto muerde con algo fuerza tu cuello mientras sus dedos se hunden en la piel de tus caderas al sostenerse con fuerza, el dolor se convierte en algo distante cuando el placer te eleva cada vez más alto, en una nueva embestida encuentra el punto exacto que eleva el placer a un punto inimaginable .

-Ahg!- sueltas ocultando el rostro en su cuello.

-Di mi nombre- ordena él sosteniéndote para levantar tus caderas y llegar más lejos.

-Seb... Ah!- la voz ya no te respondía y todo se tornaba confuso ante el calor de su piel.

Luchas por despejar la mente de aquel intenso placer, querías llamarlo, pero la fuerza de sus embestidas no te permitía recordar ni tu nombre. Te sostienes con más fuerza de su espalda dañando su hermosa piel con las uñas.

El sonido de la piel chocando en un ritmo perfecto con el sonido de la cama, los apagados gemidos que salían de su boca y su respiración sobre tu piel eran la combinación perfecta que te elevaba al mismísimo cielo.

-Ah! Sebastian!- sueltas cuando el final era inevitable.

Un gruñido sale de su boca, sus manos te sujetan mientras sus caderas te toman con mayor fuerza ante la cual no puedes contener tu voz.
De nuevo eres cegada por la intensidad de un espasmo lleno de adrenalina más intenso que el primero, no puedes terminar de asimilarlo cuando él continúa golpeando con fuerza en tu interior, ahora ambos placeres aumentaban rápidamente mezclándose perfectamente.

-Ah!- exclaman al unísono cuando se sumergen en la oscuridad de un orgasmo intenso.

Sebastian colapsa sobre ti jadeando sobre tu piel, tus músculos se contraen causando un gruñido cuando libera su simiente en tu interior, la sensación cálida se disuelve lentamente sin que el placer de su cuerpo sobre el tuyo se debilitara.

Te dejas llevar disfrutando la sensación, Sebastian te acompaña en silencio, el placer se debilita mientras tus músculos continuaban temblando, él sale de tu interior separando un poco sus cuerpos, su respiración era tan agitada como la tuya, su calor y el aroma de su piel inundaban cada uno de tus sentidos.

Te sostienes de su espalda lánguidamente, puedes escuchar su sonrisa en tu hombro.

-Increíble...- susurra mientras deja un beso húmedo sobre tu cuello- jamás me dejes.

Sebastian lame tortuosamente tu clavícula provocando un enorme placer sobre la piel aun sensible, dominándote con el peso de su cuerpo, muerde tu cuello provocando una sensación que bailaba entre el placer y el dolor.

-Ah...- sale de tu boca sin poder evitarlo, empujando tu cuerpo hacia su boca.

-No pude evitarlo- se disculpa el demonio en tono travieso- esta bien?

-Si...- respondes sin fuerza mirándolo directamente a los ojos- necesitó más de ti.

-Eso se puede arreglar- susurra él sosteniendo tu mirada.

Sebastian te libera de su peso recargándose en sus manos, con la vista clavada en tus ojos puedes notar que te mira con algo más que deseo, ahí estaba él, amándote con la mirada como si fueras a desaparecer en cualquier momento.
Acaricia la cicatriz entre tus clavículas, cierras los ojos disfrutando de sus manos, ahora podías escuchar la tormenta de afuera que ni siquiera habías notado.

La mano antes marcada por el contrato recorre tu brazo suavemente hasta llegar al final donde sus dedos se entrelazan con los tuyos.

La sensación cálida en tu pecho se volvía desmedida.

Él se acerca para besarte dulce y sin prisas, su piel contra la tuya era tan suave que el simple hecho de tocarle te producía cierto placer inexplicable, recorres su costado lentamente mientras su labios rozan los tuyos con delicadeza.

-Eres lo único que quiero- susurras en su boca- me siento incompleta sin ti.

Sebastian sonríe, con cuidado besa tu frente.

-Entonces- sonríe empujando su miembro en tu interior causando que un gemido escapará de tu boca- cumplamos su deseo.

Aceptas esas palabras sin chistar, dejándote envolver por sus fuertes brazos mientras su boca besaba tu cuello, tocando aquel cuerpo que te hacia enloquecer por completo.

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