"LA VENGANZA DE LAS ROSAS" Se...

By RottenDoll

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"Cuando tenga permitido tomar su alma será parte de mi para toda la eternidad, esa es la manera en que los de... More

Melodía Cruel.
Y él dijo: "Yes, my lady"
El cuervo "Hace cuanto que te conozco?"
"Me pertenece"
"Gallinas"
Queen's teather
El jardín.
"Heroísmo"
"Hey"
"Humanos''
Londres
Egoísmo
Invierno
"Hada verde"
Despistada
Juguemos
miau
Rompamos
Deseo
Te tengo.
Adiós
"Idiota"
El trino del diablo
Subasta
Puertos

"Quizá"

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By RottenDoll

El ruido del ave gigante junto con los gritos de la mucama sonaban por el jardín mientras revisabas las hojas sobre tu escritorio, miras la ventana reconsiderando el dejar a Annie sola con la misión de llevarla a los establos.

-Podría ser la cenar- sugiere Sebastian mirando en la misma dirección.

-La conocí con vida, no podría comerla- respondes resignada- además a la chica le agrada.

Te encojes de hombros al escuchar otro grito de la mucama, arrugas la partitura en tus manos para arrojarla a la basura.

-No piensas ir en su auxilio?

-Piensa desechar todo esto?- responde él levantando la bola de papel del suelo- tirar tanta belleza me parece un crimen.

-Están incompletas, no puedo tocarlas por que no tienen un final, son solo basura.

Él no responde, levantas la vista  encontrándote con la mirada llena de decepción y autoridad, levantas una ceja sin entender que le pasaba.

-Algo que decir?- preguntas sin dejarte intimidar.

-Que tontería- suelta Sebastian sin inmutarse- se la pasa escribiendo hermosas melodías que es incapaz de tocar, por qué?

-Ve a ayudarla- le ordenas arrugando otra hoja, él obedece de inmediato.

Sus palabras te habían sacudido ligeramente ¿Era tonto? Después de todo, desde que Sebastian te había revelado la fascinación que criaturas como él sentían por tu musica, el tocar ya no era algo que pudieses hacer tan fácilmente; tocar el instrumento oculto en tu armario había sido algo imposible desde que lo habías intentado la primera vez, a cambio escribías miles de notas sobre los pentagramas durante los ratos de ocio ya que no podías acallar las notas que sonaban en tu mente, pero improvisar sonaba algo imposible de hacer por el momento.

Sueltas un suspiro girando para ver la ventana, Sebastian sostenía al ave del cuello mientras Annie intentaba sacar su cabello del pico del animal sin mucho éxito.

"Se tardarán un rato" piensas al alejarte de la ventana tomando rumbo a tu habitación.

Sacas del armario aquel instrumento que te producía cierta culpa, el violín que Gideon te había obsequiado se veía realmente hermoso a la luz del sol de la tarde que se colaba por la ventana, una pieza antigua, el arco y el cuerpo, incluso la voluta parecían hechos de la misma pieza de madera, definitivamente era la pieza  perfecta.

Lo tomas con cuidado como si lo estuvieses robando, lo llevas hasta tu hombro con la intención de tocarlo pero te detienes al mirarte en el espejo, puedes sentir que algo no estaba bien, lo dejas delante del espejo sentándote justo en frente, lo miras como si pudiese darte una respuesta, de pronto era más pesado y producía la sensación desagradable que te había impedido tocarlo las veces anteriores.

-Andar a hurtadillas por su propia casa- escuchas la voz del mayordomo tan sólo a unos centímetros de tu oído- usted si que es extraña.

Te levantas rápidamente alejándote de inmediato, tomas el instrumento ocultándolo entre tu vestido.

-Te encargaste del la bestia?- respondes al mirando el vacío- encargate de que no muera de frio... Yo solo necesito un tiempo a solas, quería algo que hacer, tocar me pareció buena idea después de que lo mencionaste...- "Que estoy diciendo?" piensas antes de levantar el rostro para encontrarte con los ojos de Sebastian.

-Eso fue una orden o una explicación?- te sientes torpe mientras él se burla- pero ya que lo dijo, debo solicitar su permiso de presenciar su ensayo.

-No!... quiero decir que... Bueno yo no -Sebastian se acerca un poco y tu retrocedes por reacción dejando la silla como una barrera entre ambos, ¿Por que te ponía tan nerviosa de repente? El intenta acortar la distancia de nuevo, definitivamente su altura se imponía y el bastardo estaba acorralandote- qué crees que haces?- miras a otro sitio intentando disimular.

-De dónde a sacado eso?- dice él intentando alcanzar el violín en tu mano izquierda.

-Es... un regalo...

-Me lo ocultó?- te quedas en silencio mirando hacia otro lado- y aún así es tan egoísta que no me permitirá escucharla.

-No puedo- respondes mientras el se acerca otro poco quedando a un escaso medio metro de ti- es sólo que no entiendo, creo que todas esas cosas que dijiste... Ellos volvería para escucharme y...

-Ellos?

-Como si no lo supieras, dijiste que eran miles- respondes molesta dejando el violín sobre la silla- no puedo creer que no pueda volver a tocar.

-Su genio musical escapó?- pregunta con curiosidad.

-Más bien, fue asesinado- retrocedes otro poco estando a punto de  tocar la pared- no puedo tocar.

-Eso tiene un remedio- Sebastian ofrece su su mano junto con aquella sonrisa que era capaz derretir toda la nieve de Inglaterra.

La aceptas dudando un poco, él tira de ti obligándote a acercarte, de pronto te encuentras rodeada por la cintura mientras su rostro se acercaba al tuyo con expresion seria, sintiendo el calor de su cuerpo tus latidos aumentaban y el pensamiento se volvía algo confuso, era demasiado como para luchar y liberarte.

-Como lo solucionarás?- preguntas sin poder quitar la vista de los ojos granate que parecían un poco más oscuros.

-Nunca coloque algo entre usted y yo- ordena de pronto totalmente serio - jamás.

Asientes lentamente con la cabeza, aún atrapada en la intensidad de su mirada, realmente se había molestado; por un segundo contemplas la idea en tu mente, antes de pensarlo tu cuerpo reacciona rodeando su cuello con los brazos, solo tienes que estirarte un poco para alcanzar su boca y obtener el beso por el que tus labios rogaban hace tiempo.

Puedes sentir su mandíbula tensarse cuando alcanzas el suave y húmedo contacto, su cuerpo retrocede un poco acercandote un poco más, definitivamente lo habías tomado por sorpresa, de pronto reacciona tomando el control al entrar en tu boca con urgencia que le es correspondida de inmediato, la sensación de placer recorre tu columna hormigueando por todo tu cuerpo, sus manos recorren tu espalda para sostenerte aún más cerca, como si eso fuera posible.

Te alejas después de unos segundos en busca de aire para calmar tu agitada respiración, miras a Sebastian que había cambiado el carmín por ojos felinos en brillante rosa que se apagaba lentamente.

-No lo aré- "Que acabo de hacer!?" pasa por tu mente- no lo volveré a hacer, sólo no pasará de nuevo.

Caminas lentamente por el pasillo con el corazón aún golpeando tan fuerte que podría salir de tu pecho en cualquier momento, Sebastian te sigue a la sala de música, parece tan tranquilo que es casi molesto.

Él te entrega el viejo violín de tu familia pidiéndote el que llevabas con un gesto, lo entregas después de pensarlo un segundo, Sebastian parece complacido al guardarlo en el estuche.

-Entonces...?- preguntas sin mirar, aún estaba en tu cabeza.

-Toqué- sonríe él echando su cabello hacia atrás, colocándose los lentes que llevaba en el palacio.

-Crees que podrás dirigirme?  como se sup...

Quedas en silencio,  él tomar la batuta y sube al atril donde descansaba una partitura. La mirada del demonio te deja helada, definitivamente tenía algo en mente y aquella mirada felina que te recorría decía que no se trataba de nada inocente.

Colocas el instrumento en tu hombro, tenias que ignorarlo o realmente eso terminaría mal o quizá demasiado bien, deslizas el arco por las cuerdas produciendo una hermosa nota en lugar del chillido horrible que esperabas.

Antes de que pudieras decir algo Sebastian te indica continuar con un ligero movimiento, te quedas mirando de nuevo aquel perfil perfecto pidiendo una explicación.

-Sabe de dónde salieron los violines?- escuchas al regresar la vista al instrumento.

-De Bérgamo- respondes totalmente segura- Los primeros  fueron construidos por Giovanni Giacomo y Zanetto de Michaelis...

-Esa es la razón de mi nombre?- suelta Sebastian, mientras te indica concentrarte con ligeros golpes en la madera- intentelo de nuevo y después le diré su problema.

-Tu nombre es la mezcla de 2 personas que aprecio y admiro, no podía entregarte nada común.

Subes el arco lentamente, miras como tu mayordomo disimula una sonrisa de satisfacción antes de comenzar a dirigirte de nuevo, deslizas el arco sobre las cuerdas produciendo la nota que querías, continuas con la melodía lenta que te indicaban sus movimientos de manera casi automática, era demasiado verlo en su papel como director como para concentrarte en otra cosa.

-Eso esta muy por debajo de su nivel- se queja Sebastian- puede hacerlo mejor.

-Es mejor de lo que esperaba, tomaste eso de mi habitación?- preguntas ligeramente molesta al notar la familiaridad de lo acabas de tocar.

-Lo hice- sonríe él- ya que sus actos me desconcertaron, no pude pensar algo apropiado para su práctica.

Muerdes el interior de tu boca intentando no sonreír, tal vez necesitabas que eso sucediera ya que la tensión que sentías cuando estabas en su compañía había disminuido.

De nuevo levantas el arco concentrandote en seguir la partitura que habías escrito cuando estabas sola en tu habitación hace 2 noches, comienzas a tocar lentamente una melodía lenta, seductora, después de unos minutos llegas a esa parte que no debiste haber escrito, ya que era lo único que podías pensar, con un poco de pasión y aquel sentimiento que te confundía al pensar en Sebastian.

Te detienes en seco al darte cuenta de lo que podrías haberle confesado en esa pieza. Él te mira ligeramente confundido desde su lugar.

-Está bien, puedo tocar, tienes un punto- dices  intentando borrar lo que estabas pensado- por que no puedo con aquel? Es realmente perfecto.

-Eso es por que esto solo puede ser tocardo por un humano de una familia bohemia- Sebastian toma el violín que Gideon te había obsequiado sin prestar mucha atención- o en su defecto, algo no humano.

-De se que hablas?- preguntas al ver como lo acomodaba bajo su barbilla para tocarlo.

Sebastian se detiene mirándote de reojo, deja el instrumento en sobre el piano con total descuido.

-Bueno, no sería capaz de hacerle eso- dice por lo bajo - ah! la hora de la cena esta por llegar, tendré que retirarme si quiere que este lista a tiempo.

-Que?- preguntas desconcertada por su cambio de actitud- no vas a tocarlo?

-Un buen mayordomo no puede desatender sus obligaciones, así que, si me permite.

Le indicas retirarse con un gesto, no obtendrías nada de él aunque intentaras obligarlo.

~•~

Caminas por los pasillos de la mansión buscando algo que hacer, debido al clima los barcos no podían salir ni entrar a puerto, el comercio estaba totalmente detenido.

Pasas por el gran ventanal que daba hacia los establos y la pequeña casa donde se quedaba el cochero, justo detrás de la mansión, aunque ya no nevaba la que había caído durante la tarde aún se acumulaba por todos lados. Miras unos segundos la ventana iluminada de ese lugar, realmente nunca habías notado lo pequeño que era, debía tener el tamaño de tu habitación o incluso menos.

-Señorita?- te llama Annie- que hace aquí?

-Llevale algo caliente y mantas- dices señalando el cuarto- el clima es horrible.

-Entendido- responde con una sonrisa.

Ella se aleja para cumplir tu encargo con singular alegría, ni en sueños habías imaginado poder ver a la chica "peligrosa y armada" de los carteles de "se busca" sonreír de esa manera.

Continuas bajando por los pasillos y escaleras que cada vez eran más oscuras, cada paso hasta llegar a los ventanales donde podías ver el jardín, aunque ahora no se distinguía nada debido a que el sol se había ocultado por completo, ahora la luna era la encargada de iluminar la sala con una luz tenue y blanca.

No podías recordar un momento en el que la casa estuviera en ese  silencio sepulcral cuando tu familia estaba ahí, las risas, las conversaciones escandalosas de tu madre y tu tía, los comentarios que se convertían en una verdadera debacle de tu padre al jugar ajedrez. La voz chillóna de tu prima llamandote por tu nombre mil veces y hablando sobre aquellos guapísimos nobles que conocía a diario en las fiestas de té.

Te deslizas lentamente siguiendo el respaldo del largo sofá, de pronto llegan a tu mente llegan miles de recuerdos sobre ellos, no habías pensado demasiado en ellos durante todo éste tiempo.

-La melancolía siempre aparece cuando se esta solo- Regresas la vista a la puerta donde tu demonio esperaba con un candelabro en la mano.

Lentamente las velas de la sala se encienden una a una iluminando todo mientras aquel sentimiento se debilitaba, te quedas mirándolo mientras el espera solemne frente a la oscuridad del pasillo tras él.

-Te equivocas- dices sin inmutarte- en realidad siempre está ahí, es sólo que algunas veces quiere un poco más de atención.

Sebastian te mira como si fueras a caerte en cualquier momento, ríes ante su expresión.

-Acabaste con la cena?- preguntas con una sonrisa- muero de hambre.

Avanzas hacia la salida, no tenia sentido pensar en el pasado ya que nunca se podría cambiar, pero ahora tenias la manera de hacer pagar a la que había destruido tu futuro y no te detendrías hasta lograrlo.

-Sebastian-le llamas mirando tras de ti- crees que esto acabe pronto?

-No debe preocuparse por eso- sonríe el demonio- tarde o temprano vendrá por usted y podré cumplir su estúpido deseo, pero, por que no intenta disfrutar un poco el entretanto?

-Lo dices por mi o por ti?- le retas cuando se adelanta para abrirte la puerta del comedor.

-Eso señorita, es algo que no podría responder sin perderle el respeto.

~•~

La mañana siguiente sales para robar un poco del sol que se asomaba, después de escribir una carta a Irene contándole lo ocurrido con Sebastian lo necesitabas, casi caes en la escalinata congelada pero alcanzas a sostenerte del barandal de piedra, tal vez andar por los jardines con zapatos altos no era la mejor de las ideas.

El sonido de los cascos contra la piedra te llama la atención de inmediato, una linea oscura recorre los caminos tan imponente como solo los equinos  podrían, las 4 bestias recorren de nuevo el camino haciendo vibrar los cristales y el suelo a su paso, justo tras ellos una figura, extraña y torpe, les sigue aguantando el paso de los frisones sin esfuerzo.

-Le gustan?!- te llama el viejo cochero desde lejos.

-Son hermosos!- le respondes con una sonrisa.

El hombre silva fuertemente llamando a las bestias que  obedecen de inmediato regresando por un camino distinto, incluso el ave.

En el medio del campo el viejo les dirige y ordena correr tocandolos ligeramente con una rama, era un gran espectáculo.

-Acaso busca una pulmonía?

De nuevo eres sorprendida por la voz tranquila de tu mayordomo, continuas mirando a los animales sin prestarle atención, ya después enfrentarías el regaño por no usar abrigo, los caballos parecían bastante inquietos por la presencia del avestruz que cambiaba de dirección chocando contra ellos y produciendo aquel cacareo, el viejo parecía tan divertido que no puedes evitar el impulso de acercarte, tomas asiento en la media barda que limitaba el foso dedicado a los caballos.

-Eres la cosa más fea que he visto en mi vida, Ruperth- dices mirando a la gran ave que comía avena del cuenco en tu mano, los caballos habían sido llevados a los establos hacia un rato, pero el conseguir lo mismo de aquella cosa era mucho mas complicado.

-Ruperth?- pregunta Sebastian a tu lado- demasiado refinado para un ave tan grosera, no lo cree?

-Bueno, necesita un nombre- le contestas sin interés- ya que no puedo deshacerme de él, seria bueno que tuviera uno.

-Escuche que son muy caros- responde mientras coloca su abrigo sobre tus hombros causándote un escalofrío al sentir su calor- podría venderlo.

-Con lo que vale uno de estos podrías comprar una mansión igual a esta, con todo y tierras- dejas de prestar atención a Ruperth sosteniendo el saco por la solapa, Sebastian levanta una ceja contemplando lo ridículo de tus palabras- esta cosa fea es bastante valiosa, los únicos que podrían comprarlo es la realeza y bueno... yo.

-No suena feliz por eso- Sebastian detiene al ave que había robado el recipiente de tu mano sin que te dieras cuenta.

-Bueno, en realidad no me importa- sonríes al ver la pequeña lucha avestruz vs mayordomo- demostrar quién es más rico con cosas como estas me parece bastante estúpido, el rey tiene toda una colección de bestias salvajes en la torre. También tenían un avestruz, pero lo alimentaron con clavos y murió hace poco, tal vez este hubiera sido su remplazo.

-La torre de Londres?- Sebastian arranca el cuenco del pico del animal- es curioso.

-Qué es curioso?

-Ahí es a donde la llevaron a usted, supongo que cuando hablaba de convertirla en una valiosa adquisición no bromeaba.

-Después de eso...- comienzas sin saber como terminar-ah! olvidalo.

Sebastian aleja a Ruperth que ahora intentaba comer los volantes de tu vestido, después podrías preguntar que era lo que habías dicho mientras dormías, ahora la posibilidad de dejarle avanzar un poco más se abría paso por tus pensamientos, pero sería demasiado apresurado hablarle de ello.

_____________

Esto lo escribí mientras me ocultaba en un salón del chico que me gusta , no tiene nada que ver, pero quería decirlo.

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