Xavier:
-Te amo- repite un chico tambaleante, esta vez no tan claro como la primera.
Me acerco rápidamente al circulito que se ha abierto alrededor de tres chicos que reconozco. La gente se hace a un lado al reconocerme, dejándome en un lugar privilegiado, aunque yo prefiero que ninguno de los implicados me vea.
-Te quiero más que a nadie, te lo dije y aún así estas aquí, con él- balbucea dando traspiés. Es evidente que esta borracho, muy borracho.
Sonrío: esto se va a poner muy bueno.
-Sam, no creo que...
-Tú cállate- el interpelado lanza un dedo acusador al ángel detrás de Violet-. Tú sólo viniste a arruinarlo todo.
-Sam- Violet se acerca con precaución a su amigo, como si de un animal salvaje se tratase-. Ya.
-¿Ya? ¿Ya que?- wow, el chico luce realmente desesperado. Que divertido-. ¿Ya me vas a querer?
Violet no responde, sino que se pone a pedir ayuda con los ojos a sus amigos. En eso me ve a mí y se queda congelada un segundo. Le sonrío. Ella aparta la mirada al instante.
-¿O ya te vas a ir con ese imbécil que te mintió y jugó contigo?- prosigue con voz temblorosa.
Un par de chicos que reconozco de la detención aunque no me interesa aprenderme sus nombres- más que del maldito de Leo que me las pagara-, se internan en el estrecho círculo para agarrar a Sam. Le pongo el pie a Leo, haciéndolo caer estrepitosamente y prolongando así un poco más la escenita que Samuel esta desarrollando. ¿Qué? Esto es divertido y si no les gusta, que vengan a hablar conmigo.
-¿Por qué, Violet, por qué?- Samuel no parece haberse dado cuenta de la caída, parece tener sólo ojos para la chica. Mi chica.
-Sam, sólo vámonos. Ya hablaremos cuando estés bien.
-¿Estar bien?- Samuel lanza una sonora carcajada mientras los chicos al fin lo sujetan y hablan de manera baja y tranquilizadora con él, intentando que ceda y salga. Parece que al fin lo convencen porque comienzan a alejarse.
Oh no, esto no se acabara tan fácil. Quiero un poco más de... acción.
Los cinco nos dan la espalda y se dirigen a la salida. Me escabullo entre la gente para adelantarme y le hago una zancadilla a uno de los chicos que ayudan a Samuel a equilibrarse, causando una segunda caída.
Sam mira con ojos nervioso a todos lados, buscando un culpable. Se ve cabreado, muy bien. Señalo a Loan y mis amigos me imitan. Samuel se levanta furioso, con tan poca gracia como un animal recién nacido y mira con furia a un ángel perplejo.
-¡¿Qué te sucede?!
-Yo no fui, fue...- pero antes de terminar, Samuel lo calla con un fuerte empujón hacia atrás.
-Tú tienes la culpa de todo.
-No me toques- ya recuperado del repentino empujón, Loan o como-se-llame, se endereza y se acerca amenazante a Sam, quien es de su misma estatura lo que, sé por experiencia, hará una buena pelea.
-Perdone, señor, ¿arruino su peinado?- ríe Samuel histericamente. Nunca lo había visto así, esto se pone realmente interesante. Dios, alguien debería darle de tomar más seguido a este chico.
-Cállate de una vez, no quiero ser yo quien termine con tu maquillaje.
-Este maquillaje me lo hizo Violet- apunta el borracho-. Porque me quiere a mí, no al idiota mentirosoooo- la o prolongada se debe al empujón que le da Loan, un empujón para nada delicado que manda al tambaleante chico hacia atrás, contra la barrera de curiosos que lo regresa al centro.
¿Lo ven? No soy el único que quiere pelea.
Samuel se incorpora pareciendo repentinamente lúcido, mira alrededor con el ceño fruncido, como analizando con ojo crítico la escena, antes de lanzarse contra Loan. El chico mayor, agarrado totalmente desprevenido, pierde el equilibrio, haciendo que ambos terminen en el suelo. Esto se pone mejor por momentos. Los chicos empiezan a revolverse en el suelo, intercambiando golpes, uno más torpe que el otro. Esto no esta bien: un borracho contra un chico en sus cinco sentidos no es tan divertido. Habrá que emparejar un poco la pelea. Estoy a punto de llevar mi siguiente paso a cabo cuando Violet por fin interviene, irrumpiendo frenética para intentar separarlos.
-¡Ayúdenme!- les grita a sus amigos que se ponen en acción de inmediato, intentando separarlos. Yo me meto y finjo ayudar con Samuel. Cuando ya están los dos chicos retenidos, finjo que Sam tiene una repentina fuerza sobrenatural y se me suelta. El chico se va de cabeza contra Loan, quien tiene ambos brazos retenidos por un chico una cabeza más baja. Sam logra darle un buen golpe en el estómago antes de que Loan consiga liberarse y lo lance lejos con una buena parada. Joder, ese chico sabe lo que hace.
-¡Ya basta!- la voz de Violete sale lo suficiente alta y desgarrada para que todo el mudo se quede quieto y mudo. Los ojos se trasladan de inmediato a la pequeña chica pálida y temblorosa que se ha posado en medio de los dos chicos, los brazos extendidos para detener la pelea.- ¡Ya basta!- repite con menos aplomo. Loan luce sorprendido, Sam se ve un tanto perdido.
No puedo esperar a que sea Lunes y estemos en la escuela. Va a ser de lo mejor.
-Vámonos, Sam- toma a su amigo del brazo y lo jala, éste no opone resistencia-. Daniel, Isaac, ayúdenme. Adiós, Santiago- dice por encima de su hombro.
La gente les abre paso como si pasara el mismísimo Dios. Agh, no puedo creer que esto haya terminado tan rápido. Yo quería sangre o al menos algo más emocionante. Ya tendré mi oportunidad luego.
Mientras tanto tengo que pensar en algo para recuperar a Violet. Y lo primero es deshacerme de los dos chicos que andan tras de ella y que no la merecen.
La certeza llega a mí como caída del cielo: Para conseguir que Violet me vuelva a amar necesito deshacerme del ángel y del sombrerero.
Sam:
Au. Au. Au.
Me duele la cabeza. Abro los ojos a una mañana demasiado radiante y los cierro de inmediato. ¡AU!
Me hago bolita en mi cama y me tapo con la colcha. Una colcha rosa. ¿Qué? Vuelvo a abrir los ojos y me encuentro con una ventana frente a mí. Mi cuarto no tiene una ventana al frente de la cama sino a un lado. ¿Qué?
-Por fin despiertas- resopla una chica internandose en la habitación- tómatelo- me ofrece un enorme vaso de agua que vacío en un par de tragos. Oh Dios, nunca un vaso de agua me había caído tan bien.
-Gracias, Julie- le digo a mi hermana mientras se acerca a su ventana y cierra las persianas-. ¿Qué haces aquí?
-¿No lo recuerdas? Te dije que vendría. Se supone que deberíamos estar ya en el cementerio dejando flores en la tumba.
-¿Ya es primero de noviembre?
-Sí, menso- Julie se tira en mi cama, rebotando y provocándome más dolor-. Te tuve que cubrir de papás. Ellos ya se fueron con Paula al cementerio.
-¿Y que hago en tu cama?
-Fue imposible subirte a tu habitación. Mi cuarto es el único que esta en el primer piso. Ahora vístete mientras te traigo una aspirina o algo- dice saliendo del cuarto.
Hago un increíble esfuerzo para levantarme- enserio, deberían darme una medalla o algo- y me arrastro hasta la silla frente al escritorio donde Jule me dejó ropa limpia. Al hacerlo me encuentro con un rostro medio blanco: tengo aún el maquillaje de la noche anterior y esta realmente hecho un asco. Miro hacia abajo y si, también traigo el disfraz del sombrerero loco. Demonios, tengo que regresarlo hoy a la tienda de alquiler y no puedo devolverlo con manchas sospechosas llenándolo. Me acerco el saco, huele a... ¿cerveza? ¿Qué tanto tomé? Como sea, comienzo a sacarme el mugriento traje y me lo cambio por la ropa blanca inmaculada que mi hermana me dejó.
-Ten, con esto te sentirás mucho me...
-¡Julie!- me alejo de un salto, cubriéndo a medias mis piernas al descubierto con la puerta- ¿Nunca tocas?- au, mi propio grito y el movimiento repentino hace que me sienta explotar. No soporto la cabeza.
-No seas llorón, me da igual ver tus piernas de pollo, tómatelo ya, que nos tenemos que ir.
-No tengo piernas de pollo- le digo mientras sale.
-Lo que digas- ríe cerrando la puerta.
Termino de vestirme lento y silencioso, cuidando cada movimiento para no provocar otra oleada de dolor. No me gusta la ropa que Jule me dio, a pesar de que sé que mis padres no le habrían dejado otra opción. Porque la ropa negra es para los adultos, según ellos, y la blanca para los niños fallecidos.
Como mi hermano.
El hermano que tanto había deseado y que se fue antes de que formara los suficientes recuerdos para que valiera la pena tanto dolor.
Cuando Julie viene a buscarme, cinco minutos después y absolutamente desesperada como sólo ella puede estarlo, me encuentra parado en medio de su habitación, inmóvil.
-¿Sam, estas bien?- entra con cuidado, casi sin hacer ruido.
La miro directamente a los ojos antes de formularle la misma pregunta que le hago todos los años, esa que sólo le hago a ella porque es la única que me comprende.
-Fue mi culpa que muriera, ¿verdad?
-Oh, Sam.
Así que aquí estoy, parado bajo un inclemente sol con un traje blanco que me pica y la peor resaca de mi vida-bueno, la única-. Ni siquiera quiero estar aquí. Nunca quiero estar aquí. Pero año tras año me traen. Mis padres creen que esto me ayuda, ¿qué no sé dan cuenta del daño que me hacen al obligarme a venir, obligarme a recordar? Pero claro, para ellos esto es una especie de Navidad adelantada donde vienen mis hermanas a pasar el fin de semana, venimos juntos en familia a dejar flores en una tumba llena de juguetes que nunca se usaron, y luego tenemos una ostentosa comida familiar como acción de gracias mexicano. ¡Puaj! Como si la muerte prematura de un hijo fuera algo para celebrar.
A pesar del sol, siento mucho frío. Creo que estoy temblando.
-¿Estas bien?- me pregunta la mayor de mis hermanas.
-No quiero estar aquí.
-Ya casi nos vamos, tranquilo- me susurra. Amo a mis hermanas, ellas me comprenden y me echan una mano de una forma que mis padres jamás harán.
-Quiero irme ya- el murmullo sale un poco más alto de lo esperado, lleno de desesperación.
-Tenemos que estar aquí.
-¿Para qué? Mañana regresaremos para visitar a los abuelos. No tengo porque venir hoy- lo último sale en casi un grito, haciendo que mis padres al fin noten mi desesperación.
-Relajate, Sam, no quiero que vuelvas a tener un ataque- me susurra mi hermana cuando mis padres devuelven su atención a limpiar la tumba que dejan abandonada todo el año a excepción de hoy-. Sabes como se pondrían papás.
Pero ya es demasiado tarde. Siento el conocido ahogo venir a mí mientras la sensación de inminente desastre me llena por completo.
Corro.
-¡Sam!
Sí, sé lo paranoicos que se pondrán mis padres, pero ahora mismo lo necesito. Quiero correr y correr sin pensar en nada. Quiero alejarme de todos.
Quiero ver a Violet.
Necesito que me diga que todo esta bien, a pesar de que nunca le he contado acerca de esto. Necesito que me abrace, que sonría de esa manera tranquilizadora que sólo ella sabe, y que me susurre al oído que todo pasara porque ella esta ahí, conmigo, pase lo que pase.
Y claro, también necesito saber si no hice algo estúpido ayer cuando estuve borracho. Soy incapaz de recordar nada más allá del principio de la velada. Ni siquiera he pensado mucho en ello. Iba con Violet, Daniel e Isaac, y luego... luego apareció el imbécil de Loan y lo arruinó todo.
Me detengo entre las tumbas abandonadas del fondo del cementerio y me observo en busca de algo que pueda darme una pista de lo sucedido ayer. Tengo los nudillos rojos y me duele un poco el rostro y las costillas.
¿Qué demonios hice anoche?
Más tarde, en la estúpida cena familiar, mis padres no me quitan ojo de encima por mi anterior ataque de pánico. No sé porque les sorprende teniendo en cuenta que pasó lo mismo el año pasado. Y el antepasado. No sé porque se siguen sorprendiendose y, sobretodo, no sé porque siguen obligandome a ir.
La comida no es nada especial, demasiado ostentoso para mi gusto. En lo único que puedo pensar es en que me tienen aquí prisionero contra mí voluntad y no puedo tomar el coche e ir a ver a Violet porque 1.Tengo muchas ganas de verla y 2.Necesito saber que hice.
Sin embargo no me queda más opción que pasar el fin de semana comiendo pan de muerto bajo el ojo crítico de mis padres. Son tan sobreprotectores que lo único que puedo hacer es platicar con mis hermanas y hasta que nos dejen solos resulta difícil. Aunque quedarme con ellas tampoco es lo mejor, digo, son chicas y son bastante mayores. ¡Y son chicas! Lo que se traduce en un interrogatorio completo al estilo FBI. Me pregunta que que he hecho, que ha pasado en el amor, que mis amigos y terminamos con lo más importante: la fiesta de ayer.
-¡Estabas que no te podías mantener en pie!
-¿En verdad no te acuerdas?
-De nada.
-Y tienes un feo golpe ahí.
-Suerte que papás no lo notaron.
-Si, de seguro te mandan de padresito si saben que tomas.
-No tomo- me defiendo- sólo fue una noche.
-Así se empieza.
-Ay, nuestro bebé empieza a crecer.
-¡Ya quítense!- protesto intentando salir de su doble abrazo asfixiante.
-Como sea, no nos terminaste de contar de tu amiga, Violet.
-Sí, ¿ya le dijiste lo que sientes?
-No, es mi mejor amiga- niego rotundamente, pero me detengo, sintiendo una repentina certeza, com un foco encendiéndose en mi interior-. Le confesé mis sentimiento ayer.
-¿Frente a todo el mundo?
Asiento, mudo de la impresión.
-Wow, estas en graves problemas.
¿Lo estoy? Lo descubro el lunes en cuanto llego en la mañana. Y temo decir que sí: que lo estoy.
Bueeeno esta vez no lo dejo tan interesante, pero espero que les haya gustado. Esta vez quise no sé, darle más protagonismo a Sam, ¿les gustó?
¿Y qué opinan de Xavier? Es un maldito pero no puedo odiarlo del todo porque a su extraña y psicópata manera ama a Vi.
¿Se les antoja perspectiva de alguien en especial?
Como sea, les dejo este capítulo y les deseo un buen fin de semana. Besos! :*