Cry Baby!

By DarkRoom098

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Difícil es la vida para Izuku cuando descubren que su madre tiene cáncer y que cada quimio que necesita cuest... More

Prólogo:Trouble
Capítulo I:Colors
Capítulo II:Love Is A Bitch
Capítulo III:Entertainer
Capítulo IV:|Sacrifice| ¿Y cómo es que cuando me besas, me conviertes en esto?
Capítulo IV (II):|The Sinner|Mi debilidad es un hombre que me puso de rodillas.
Capítulo V: |Pillowtalk| Sí, comportamiento imprudente.
Capítulo VI:Something's Gotta Give
Capítulo VII: Lost In Japan
Capítulo VIII: River
Capítulo IX:|I Feel It Coming|Puedo verlo en tus ojos...
Capítulo X: |Halo|" Y ellos ni siquiera hicieron algún sonido"
Capítulo XI:|Robbers|
Capítulo XIII:|Black Lead|
Capítulo XIV:|The Dream Synopsis|
Capítulo XV:|50 ft.|
Capítulo XVI:|No me olvides aunque este agonizando en tus brazos|
Capítulo XVII: Dolor y aquel sentimiento culpable que nos hace mentirosos
Capítulo XVIII: Justo detrás de todo lo que eres.
Capítulo XIX: All Too Well
Capítulo XX: Dios, sabes que lo estoy intentando
Capítulo XXI: Estaremos Bien
Capítulo XXII: Déjame ayudarte
Capítulo XXIII: Solo Una Mano
Epílogo: Que manera tan celestial de morir

Capítulo XII:|Feel It Twice|

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By DarkRoom098

¿Crees que no lo he notado? Cariño aún puedo recordar esa manera en que me decías lo mucho que me amabas cuando estaba tomando todo de tí, trate de fingir que solo eras un amante más pero... Es difícil hacerlo cuando eres aquello que pienso cada segundo de mi vida.

...

Todoroki creció bajo el yugo de una familia conservadora. Fue a un colegio privado los primeros catorce años de su vida para especializarse en dirigir, en ser el líder que su familia necesitaba. Siempre quiso ser aquello que su madre deseaba para él, ser el mejor y así hacerla sentir orgullosa de existir en un matrimonio arreglado, pero todos esos deseos de ser el mejor se esfumaron cuando vislumbró una cabellera negra hasta los hombros en los pasillos de su escuela. Quizás no fue amor a primera vista lo que lo hizo darse la vuelta y ver la esbelta y casi femenina figura de Momo, tal vez fue la pequeña atracción que poseían sus ojos oscuros cuando miraba a Katsuki. Cómo si fuera el último hombre de la tierra, como si sus pulmones dependieran de ello, de verlo vivir. Momo no lo sabía en ese momento pero cuando Shoto lo conoció, vio un deseo que nunca podría hacer realidad.

Sin importar lo mucho que lo intentara.

Estaban juntos en la clase, Shoto no destacaba mucho por su comportamiento reservado pero Momo era el presidente de la clase y brillaba por sí solo como si fuera una luz en mitad de una oscuridad inmensa. Shoto tenía quince años cuando tuvo por primera vez una erección y todo por la influencia de su estrecha cintura y elegante figura. Fue después una clase de educación física, Katsuki se quedó unos momentos con Momo en las duchas mientras Shoto se bañaba. Por curiosidad, vio a través de la cortina como Momo tallaba la espalda de Katsuki. Verlo ahí, haciendo un esfuerzo por limpiar a su mejor amigo lo hizo tener la noción de que no era normal. Sentir deseo por un chico no era algo de lo cual sentirse orgulloso, no había nada de común en ello. Cuando llegó a casa y su madre le preguntó por su día, mudo quedó a las puertas de la mansión mientras trataba de quitarse de la cabeza la imagen del cabello negro pegado a la espalda húmeda.

Fue imposible.

Soñar con él, estando sobre su cuerpo mientras se conectaban en más de un sentido, lo hizo temer de las consecuencias. Los vídeos de internet no ayudaban en nada, y mucho menos que en clases existiera el rumor de que Katsuki y Momo eran pareja. Se miraba al espejo y no encontraba sentido a sus sentimientos; y aunque Momo tenía una figura casi femenina sabía que estaba perdido. Cuando cumplió dieciséis, viendo el desastre que era por un hombre al no poder dejar de pensar y soñar con poseer su cuerpo, siguió su andar a un lado del camino. Pero fue una completa sorpresa cuando Momo se acercó un día de otoño, cuando las hojas caían y el frío alcanzaba a ser un poco molesto. Le sonrió suave y le preguntó si tenía tiempo para ayudarlo en una tarea de literatura, eso era una mentira porque él era el mejor de la clase de literatura. Y cuando le preguntó porque le pedía ayuda a una mente inferior, él solo sonrió dedicándole una mirada gentil. Tal vez ese día, cuando sintió su espina responder con nerviosismo, se dió cuenta que no podría dejarlo ir nunca.

Ni siquiera en memorias.

Momo lo invito a juntarse con Katsuki, los tres empezaron a salir para todas partes. Frente a los ojos heterocromáticos se presentó un nuevo mundo donde existía el alcohol y los cigarrillos felices, como les decía Momo a los porros cada vez que esfumaba su rostro antes de acercarse lo suficiente para besarlo pero sin hacerlo. Era perfecto. El tiempo pasó y Katsuki conoció a Shindou, lo que tenían los tres se disipó y Momo con Shoto quedaron en un limbo agradable para los dos. Se volvieron una costumbre. Shoto acomodó su corazón al verlo estudiar en su cama mientras deseaba romper su propia moral y entregarle un beso. Momo quería más pero el muchacho acomodado no era lo suficientemente valiente para arriesgarse a romper la perfección que tenían. Era un cobarde, hasta ese día.

En dónde Katsuki decidió que no quería pertenecer más.

Las lágrimas que Momo lloró en su hombro fueron el límite de su propia cobardía. A las afueras del hospital donde Katsuki estaba hospitalizado, lo besó contra los miedos que  quemaba su estómago. Conectó sus bocas como si quisiera robarle el alma y las fuerzas para ser un hombre valiente, Momo se dejó llevar y cuando lo invitó a su casa, no pudo negarse. Ambos sabían a lo que iban; a dejar ir toda la tensión que con los años había formulado huellas en sus corazones.

Fue durante una noche tranquila, los padres de Shoto no estaban presentes en la mansión pero la constancia de ellos seguía en su consciencia, lo suficiente para hacerlo temblar al momento de cerrar la puerta tras de sí y ver a Momo dejar caer su ropa al suelo de la habitación. Sin duda era un ser hermoso, las curvas de sus músculosas piernas, su estrecha cintura, su esbelto pecho, brazos delgados y culo de ensueño dejaron sus pulmones sin oxígeno y su mente sin la voluntad de parar. Sostuvo esa noche sus caderas como si quisiera manchar su alma con tinta, besó sus labios como si el pequeño momento dependiera de ello, blindando su mente con dolor al ver las expresiones dulces de Momo, como susurraba lo mucho que lo amaba mientras se conectaba con su cuerpo, sintiendo el mayor placer de su vida. Fueron momentos que ninguno de los dos podría olvidar pero el corazón fue traidor y más cuando la mente se volvió el líder del alma. Shoto antes de que el alba tocara su ventana, fue cruel con Momo. Sabía dónde dañarlo, como alejarlo sin hacer suficiente. Solo palabras al viento.

—Lo entiendo—fue lo único que Momo dijo mientras tomaba su ropa, como si quisiera huir de sus propios pies. Shoto después de verlo marcharse de su vida, lloró más que suficiente. Sus pies se quedaron pegados al suelo cuando su padre le dijo que una mujer estaría a su lado por el resto de su vida. Casarse con Melissa y amarla con la misma pasión que amó a Momo solo fue una ilusión, porque su mente siempre se quedó recordando esa noche en donde realmente fue libre de las cadenas que significaba ser un líder ejemplar de una familia conservadora.

...

Momo estaba a su lado en la cama, observando el pequeño corte que tenía en su labio al recibir el perfecto derechazo que Shindou le había propinado hace unos minutos. Eijirou no estaba en casa porque después de todo tenía sus obligaciones y una de ellas era trabajar en la pastelería. Habían discutido porque Momo no quería tener a Todoroki mucho tiempo en casa y su novio le había dicho que no debía ser malo, que el rencor no era sano para su alma. A Momo le importaba una mierda el rencor, tenía en su cama al hombre que juró olvidar. Tocando sus sábanas como si siempre hubiera pertenecido ahí, sería más fácil morir que mantenerse imparcial con su presencia ahí.

Se levantó de la cama y se sentó cerca de un espejo, su largo cabello había perdido el brillo y los surcos bajo sus ojos solo podían revelar la preocupación que tenía sobre la presencia de Shindou en la ciudad. Sabía que Katsuki ahora tenía una nueva persona en su vida pero el corazón para Momo era un músculo de memoria, podría sentir nuevamente el dolor como el primer día. Y no quería perderlo, verlo en una cama con marcas en los brazos lo hizo darse cuenta que sin Bakugō estaba solo, no tenía a nadie más. Tenía a Eijirou pero... Hasta su corazón entendía que las relaciones románticas tenían su final, solo esperaba que ese final no estuviera cerca.

Todoroki se removió en la cama, sintiendo en su nariz el penetrante perfume de Momo. El dolor en su cara era fuerte y sus nudillos estaban dormidos, realmente estaba fuera de forma. Se levantó y lo primero que vio fue el perfil cansado de Momo, su corazón se apretó bajo la presión del dolor. No quería darle problemas por sus comportamientos imprudente pero ver a Shindou cerca de su departamento lo hizo perder la razón, Katsuki también era su amigo y él protegía a los suyos... Aunque, irónicamente, nunca lo había hecho con la persona que más amaba. Ese ser que seguía conservando la fuerza de atracción en sus cuencas oscuras. Momo dio vuelta su cabeza y sus miradas se conectaron, había llorado. Todoroki lo podía ver claro en las esquinas de sus alargados ojos.

—Deberías irte pronto, tu mujer debe estar preguntando por tí—su anillo en la mano quemó, de la misma manera que lo hizo su garganta al tratar de hablar. Estaba en una situación donde su corazón solo rogaba por un abrazo de él, pero Momo se levantó y lo dejó solo en la habitación.

El gusto de Momo siempre había sido extravagante, podía verlo en ciertos sitios de la habitación mientras que en otras partes podía ver la presencia de su novio. La ropa deportiva, las pesas a un lado y su fragancia conjunta pegada a las sábanas lo decían firme. Se sentía enfermo de sólo estar ahí, imaginando todo lo que él podría hacerle en esos confines. Se movió hasta el pasillo donde percibió el suave aroma del pan tostado, Momo estaban sentando cerca de la isla, con los dedos pegados al granito de la encimera. Mirándolo como si pudiera atravesar su cuerpo. Habían dos tazas de té así que asumió que una de ellas era para él pero de igual forma, quería formular palabras.

—¿Es para mí?—Momo asintió, su cabellera se movió suavemente por sus hombros hasta revelar un pequeño chupetón en su delicado cuello. Todoroki sintió su lengua quemar contra sus dientes. Se sentó y percibió en sus manos el calor de la taza. Era un verdadero desastre, toda la situación solo le recordaba que era un hombre cruel—. Perdón, nunca quise importunar tu vida nuevamente.

—Pero estabas fuera de mi departamento anoche—Shoto tragó—. ¿Cuál es el objetivo de todo esto? ¿Es gracioso para ti venir aquí? Hablamos de vez en cuando pero sabes mi opinión sobre ti.

—Me odias—Momo río, lo suficientemente alto para que Todoroki tomara entre sus manos más fuerte la taza. Le dolía la cabeza pero podía controlarlo, lo que no podía controlar era el latido desbocado de su corazón al escucharlo reír con tanta honestidad.

—No, yo nunca he podido odiarte. Solo eres una mancha de dolor en mi vida, fuiste algo lindo y algo lamentable—Shoto tomó un sorbo, Momo lo observó con dolor, quizás rememorando todo el pesar que le había provocado en su momento. Los ojos heterocromáticos descansaron sobre la oscuridad por unos instantes.

—¿Fui algo lindo para ti?—Momo evitó su mirada con desprecio a su propio pasado.

—Te amaba mucho, creí que el mundo se iría a la mierda cuando me dijiste que no era mujer pero me deje caer unas cuantas veces con personas excelentes y recordé que el sexo no fue tan bueno, solo lo que sentía por tí lo hacía lindo y emocionante—Todoroki apretó sus manos.

—¿Katsuki fue una buena caída para ti?

—La mejor de todas. No hay mejor amante... Sin embargo, Eijirou es diferente, él no es una caída—la lengua de Momo quemaba por hacerle daño, uno mínimo comparado con el suyo. Solo quería verlo llorar, sufrir e irse por el camino que había venido.

—Supongo que no puedo refutar nada, Katsuki siempre me gano en todo el ámbito físico. Pero tu novio...—Shoto se puso de pie, ignorando el temblor de los labios de Momo al verlo hacerlo. Se posó delante suyo, tocando con delicadeza su mejilla izquierda, sintiendo el calor en su palma. Él no lo alejó pero había retención en sus movimiento, como si quisiera huir pero su corazón manteniéndolo ahí, queriendo más de su tacto—. Yo podría ser mejor que él, he aprendido con el tiempo.

—¿Cómo? ¿A punto de ser padre y casado? No me vengas con esto Shoto. Nosotros sabemos tus circunstancias y no quiero ser la sombra de un matrimonio—Todoroki se acercó ignorando sus palabras, sus lindos ojos oscuros seguían reflejando su expresión seria.

—Ahora sé que soy una mancha en tu vida pero... Estoy seguro que no puedes negarte a mí, nunca has sido capaz de hacerlo completamente.

Cerró distancias, los labios de Momo sabían exactamente como lo recordaba. Dulce y con el dolor marcando sus movimiento en la sal reflejada de sus lágrimas, no se dió cuenta del tiempo pero ahora estaba ahuecando sus mejillas mientras la mano de Momo lo estaba jalando más cerca. Extrañaba tenerlo tan cerca, de sentir como su respiración se volvía una necesidad mientras le quitaba la poca vergüenza que le quedaba. Habían pasado unos años pero podía decir que se sentía mejor ahora, la juventud tenía sus desventajas y más la madurez del corazón que no podía contra el amor de un corazón herido.

Momo se levantó, la diferencia de alturas hizo que Todoroki se encorvara un poco para hallar sus labios. Tocando su cuello y palpando con sus dedos su clavícula, el pulso de sus venas contra la yema de sus dedos. Cómo se quejaba al morder la superficie de sus labios, haciendo una locura en sus pantalones. Ni siquiera el sabor metálico de la sangre en su corte podría detener el andar de sus pies hasta el sillón, donde ambos llegaron a parar, apagando la razón y las molestias físicas; solo obteniendo más y más del otro.

Abandonó los labios para tomar entre su boca el cuello dulce de Momo, remarcando por encima de la marca que su novio dejó. Él suspiró suave, así que posicionó su rodilla cerca de su centro, rozando su erección para provocarle más gemidos. No podía creer que estuviera tanto tiempo sin su piel, sin el sabor dulce de su cuerpo fatal. Se levantó un momento y se quitó su anillo de bodas bajo la mirada oscura, que increíblemente podía verse aún más oscura por culpa del deseo. Se quitó la chaqueta de su traje, quedando con la camisa negra y el corazón al descubierto. Él lo observó y un momento después susurró:

—No puedo hacerlo—Momo extendió sus manos para alcanzarlo, Shoto gestó una mueca antes de que él besara sus labios y sintiera que su voz era inaudible, solo para él. Para la persona que más daño le había hecho—. Lo sentí una vez, no puedo sentirlo dos veces. No puedo ver cómo te alejas nuevamente. No soy tan fuerte como crees... Mejor déjame ir, no me hagas más daño.

Shoto quedó mudo. Incluso su cuerpo se tensó sobre el sentimiento de sus últimas palabras, el dolor de su mandíbula volvió y las lágrimas cayeron por su mejilla hasta acabar encima de las de Momo. Él corrió la vista y se levantó para encerrarse en su propia miseria. Fue un momento cruel cuando salió de él tomando sus cosas para irse, obligando al chico de cabellos negros a salir porque tenía que irse antes de romperse por completo. Shoto quedó solo en la calle con un labio roto pero no era lo único destrozado de su cuerpo; ahora entendía mínimamente lo que Momo había sentido en el momento que le dijo esas horribles palabras. Realmente dolía amar, realmente ardía ser parte de un dogma diseñado para la perfección. Se subió a su automóvil y aceleró hasta acabar en la mejor zona de la ciudad, viendo la enorme mansión que tenía para su familia.

Era el sueño de muchos, para él solo era una enorme jaula de oro.

...

Momo fue hasta la pastelería dónde Eijirou trabajaba, su expresión era triste contra el aire cálido. Mantuvo su celular cerca porque le había avisado a Mitsuki sobre Shindou y ella le aseguró que estaba tomando cartas en el asunto. Era solo cosa de tiempo para que las cosas volvieran a la normalidad, excepto por una: su propio corazón. Había estado a punto de entregarse por completo a Shoto porque aún lo amaba, aún su piel ansiaba el tacto de sus manos. Y realmente se sentía una miseria porque Kirishima era la persona más hermosa del mundo. Él no se merecía el trato que él le estaba dando, la expectativa de una relación no era un buen augurio. Solo tenía que ser honesto antes que su corazón se volviera más culpable.

—¿Bebé? ¿qué haces aquí?—los ojos rojos de Eijirou estaban cansados, Momo hubiera deseado haber sido tragado por la tierra antes de pronunciar las palabras pero era un hombre honesto, y nunca podría vivir tranquilo sin decir la verdad. Lo quería mucho y no era capaz de ocultarle nada. Ni siquiera sus errores.

—Me besé con Shoto, incluso estuvimos a punto de tener sexo. Realmente entenderé si quieres dejar esto hasta aquí—realmente quería evitar esa mirada que le estaba entregando en ese momento. Eijirou suspiró y luego observó a su novio como si pudiera ver más allá.

—¿Aún lo amas?—Momo se sintió pequeño.

—Creo que sí, creo que no. No es amor tradicional... Es más bien un recuerdo cruel y amoroso en mi piel—Eijirou se acercó tomando entre sus manos el rostro de Momo, apreciando la delicadeza de su piel pálida.

—Entonces hagamos que tu piel lo olvide—la diferencia entre los besos de Todoroki y los de Kirishima no eran los labios, era la forma. Todoroki besaba a Momo como si quisiera pedirle disculpas, Eijirou lo besaba como si quisiera tomarlo todo, y lo hacía sin siquiera pedir permiso. Porque él lo quería todo y Momo estaba dispuesto a darle todo para olvidar a Todoroki—. Momo, haré que me ames hasta que ese hombre solo sea una bruma débil en tu corazón.

Momo sabía que el amor no funcionaba así pero quería que fuera así, que al finalizar todo estuviera tan atado a él, que sería imposible tener a otras personas en su mente. Y mucho menos a un fantasma de su pasado llamado Todoroki Shoto.

...

Shindou estaba descansando dónde había conocido a Katsuki por primera vez, era un parque antiguo con grandes árboles donde solían esconderse, beber y fumar a escondidas. Sus piernas pesaban más de la cuenta y podía percibir a través del humo de su cigarrillo lo miserable que debía verse en ese momento. Aún cerrando los ojos podía ver los ojos de Katsuki, la forma en que durante su relación le había prometido estar juntos después de terminar el colegio para formar una familia juntos. Su intención nunca había sido hacerle daño pero era un adolescente con inseguridades, cuando sus amigos se enteraron que era gay lo único que conoció fue el abuso. No se juntaban con él y cada vez que tenían la ocasión lo molestaban, pasar las tardes con Katsuki era el único momento de su día donde realmente se sentía libre, como la brisa que recorría sus cabellos en esos momentos. Estar a su lado fue su mayor tesoro, más nunca lo aprecio como se lo merecía. Despreciaba sus lágrimas honestas, sus gestos amorosos y palabras. Al rubio nunca le importo lo suficiente para ver las señales pero debió ver la traición venir.

Shindou solo quería estar libre del acoso así que divulgó un vídeo donde estaba teniendo relaciones con Katsuki, ambos estaban ahí pero solo se veía la espalda del rubio y como lo tomaba por detrás. Un segundo después de ver que todo el mundo reproducía el vídeo en sus celulares, se arrepintió. Cómo buen cobarde evitó a Katsuki. No poseía las fuerzas para verlo a la cara y aceptar que había traicionado su confianza. Pensó que los abusadores se detendría con el tiempo pero resultó que su hambre por el daño se volvió voraz hasta el extremo de provocar un daño irreversible. Shindou aún lo recordaba, como sus amigos lo llamaron diciendo que Katsuki había decidido que sería mejor abandonar el mundo.

Recuerda haber corrido contra el dolor de sus pulmones hasta el hospital, implorando a Mitsuki verlo pero la mujer solo le entregó una mirada que lo dejó mudo. Abandonar el hospital mientras su corazón se sentía más pesado a cada paso significó llegar a casa sin las fuerzas para nada más que dormir. Sin embargo, hasta eso no pudo hacer. Fueron semanas de vela en su cama, llorando y rememorando cada momento que había vivido con Katsuki, con la persona que no supo apreciar.

Terminó el curso y se marchó al otro lado del país para estudiar, cuando cruzó el umbral de su nuevo cuarto y vislumbró un hombre similar a Katsuki... Su corazón inconveniente creó la ilusión de que él era Katsuki, que nunca habían terminado y nada del daño había ocurrido. Poseyó una relación con él hasta que saboreo en su propia boca la mayor falta de confianza, el engaño. En esos días caminaba por las calles viendo cabelleras rubias, cayendo en un limbo doloroso donde solo el arrepentimiento de su corazón existía. Intentó crear muros en su mente para seguir adelante pero no podía, solo quería oírlo e implorar por una segunda oportunidad y si no era así, pedir perdón por haber faltado a su confianza.

Dejó caer el cigarrillo a sus pies y emprendió camino hasta la pequeña habitación que había rentando. No tenía el suficiente dinero para alquilar algo más grande, sus padres seguían batallando contra las cuentas y el horrible desbalance económico que venían arrastrando con los años. Fue realmente un milagro que Shindou fuera capaz de obtener la beca, de poder estudiar. Pero incluso estando en uno de los mejores puestos de su clase, nada se sentía bien. Incluso sus profesores le decían que era muy probable que una vez obtuviera su título, las ofertas de trabajar en el extranjero fueran su principal fuente de oportunidades. Shinso entendía que irse significaba dejas atrás todo, más su corazón solo quería seguir ahí. Estancado en el dolor.

—Él no está en la ciudad—una voz femenina detrás suyo resonó en su cabeza. Shindou dió media vuelta antes de entrar a la habitación para ver a Mitsuki ahí, con un bolso en sus manos. Presumiblemente dinero, porque era la única forma que ella conocía de arreglar las cosas. Poseían otros métodos pero no quería saber que provocaría su muerte en Katsuki.

—¿Dónde está?—se acercó, el guardia de seguridad que resguardaba a Mitsuki se acercó con él, estando más atento de su jefa pero los ojos de Mitsuki solo mantenían un sentimiento y no era miedo.

—En Berna, está con su novio. Entiendo que quieras verlo pero te ofrezco dinero para que empieces de nuevo... Lejos de Katsuki—Shindou sonrió.

—No tengo precio Mitsuki, perdí el miedo a tus andanzas. Solo quiero verlo y pedirle perdón por todo lo que le hice—Mitsuki asintió, luego encendió un cigarrillos y entre dientes susurró:

—¿Qué te hace pensar que él quiere verte? Te tiene miedo, te odia y no ha podido seguir bien. Solo lo estás dañando—Shindou sabía cada una de las palabras que Mitsuki decía pero... Quería intentarlo. Al ver que el muchacho no cooperaba, la mujer escupió su advertencias—. Me conoces Shindou, si le haces algo a Katsuki arruinare tu vida de una forma que ni siquiera podrías ser capaz de salir ileso. Matarte sería un favor y no, yo no hago favores, tenlo presente.

Después de eso, Mitsuki se marchó. Shindou entendía lo mucho que ella era capaz de hacer por su hijo, pero él también quería hacer que Katsuki se sintiera mejor. Más feliz, Shindou creía firme que podría hacer un poco más feliz a Katsuki sin necesidad de dañar más su corazón. No obstante, ingenuo de su parte pensar que Mitsuki era la única persona que lo quería arruinado.

...

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