Dos Vidas

By LorraineCork

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Amanda Miller, es una chica de 17 años cuya adolescencia ha sido tan común como cualquier otra. Cuenta con un... More

Prólogo
Ocaso
Amnesia
Primer encuentro
Revelaciones
Sucesos
Asalto
Sala de Emergencias
Ofrenda de paz
Acusaciones
Déjà vu
El recital
Complicaciones
Sentimientos inesperados
Preguntas y Respuestas
Diario intimo
Perspectivas
Caen las barreras
Razón y Amor no hacen buenas migas
Sorpresa
Una declaración
La cabaña
Fiesta de Aniversario
Entre la espada y pared
Una mirada incómoda a un futuro posible
Un paso a la vez
Truco o trato
Ángel de la muerte
Entre el cielo y la tierra
Ángel vs Humano
Sublime
Latente
Se avecina una tormenta
Valle de sombras
Súbito
No hay nada oculto que no haya de ser manifestado

Eclipse

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By LorraineCork

A pesar que he visto y oído tantas cosas me resulta increíble pensar que todo es verdad. Que la vida después de la muerte es posible, que los ángeles existen y que el chico a mi lado posee una fuerza sobrenatural.

—¿En qué piensas? —me preguntó Ethan.

—En todo a la vez —me mordí el labio inferior —. Yo tenía una vida muy normal antes de despertar en el cuerpo de Hailee.

—Lo sé.

—Ahora sé que los ángeles existen. ¿Será que todo los mitos y leyendas son verdad? Como los vampiros, los hombres lobos y las brujas.

—Lo que realmente existe es el bien y el mal. Cuando los ángeles se revelaron, fueron expulsados a la tierra y desde entonces solo buscan la destrucción de la humanidad. Ellos andan engañando y dañando a la gente y estamos nosotros. Los dos bandos de siempre.

—La lucha eterna entre ángeles y demonios. ¿Eso es?

—Sí.

—¿Algún día me dirás más detalles sobre ese tema? —pregunté.

—Espero que nunca sea necesario hacerlo.

Su semblante desmejoró un poco como si hubiese recordado algo que le molestaba. Me dispuse a cambiar el tema.

—Háblame de tus poderes.

Ethan se mostró más relajado y sonrió. Algo de lo que yo había dicho le causó gracias.

—¿Mis poderes? —repitió para sí.

—Sí. Cuéntame qué más puedes hacer. Sé que eres fuerte, rápido, tienes un oído muy agudo y tienes la habilidad de la teletransportación.

—Es cierto. Comparados con los mortales delicados y débiles, somos mucho más fuertes y ágiles. Sobre lo último que mencionaste, solo puedo ir a lugares que conozca previamente. Mi mente se enfoca en el sitio y la magia sucede —esbozó media sonrisa —. Los ángeles no somos onnipresentes, hay límites —concluyó.

—Como Jumper. ¿Conoces la película?

—La vi una vez. Es algo similar —dijo relajado — después añadió — ¿Las referencias cinematográficas te ayudan a comprender mejor?

—A veces... Sobretodo cuando se trata de aspectos sobrenaturales.

Él se quedó pensativo. Mientras tanto yo, me quedé analizando los detalles del perfil de su rostro. Pensando en lo atractivo que es y desde este nuevo ángulo, con lo que ahora sé sobre él, es como si eso le diera un aire más enigmático y cautivador. Nunca lo he visto como un muchacho infantil, pero desde luego, es como si se hubiese quitado una máscara. Luce más seguro de sí mismo con cierto matiz misterioso.

—Me gusta el cine —confesó al fin, interrumpiendo mis divagaciones —. Es uno de los mejores inventos humanos.

—En eso estamos de acuerdo —respondí rápido.

Hubo un silencio que se extendió por varios segundos. Yo me distraje escuchando el agua caer y el sonido de la brisa en mis oídos. Eso es mejor que quedarmelo viendo como tonta.

—¿Qué más puedes hacer? —le pregunté sin apartar la mirada del paisaje — Tu cuerpo se regenera más rápido, ¿cierto?

—Sí. De forma inmediata en la mayoría de los casos.

—¿En la mayoría de los casos? —repetí.

El chico a mi lado hizo que lo mirase.

—Te explicaré —dijo —. Hay ángeles que se han unido con humanos. En cuyo caso, su inmortalidad se diluye hasta extinguirse.

—¿Se vuelven humanos?

—Una gran parte. Por ejemplo; sus dones pierden alcance hasta que casi no queda nada de ellos. Son propensos a enfermedades y sus cuerpos se deterioran como cualquier otro.

—Entonces... ¿Está prohibido juntarse con humanos?

—Toda acción genera una consecuencia. Enamorarse es peligroso. Al menos que quieras morir.

—¿Eso quiere decir que nunca te has enamorado? —pregunté.

Ethan me miró a los ojos.

—Supongo que no —respondió serio.

No supe que más decir al respecto, pero otra pregunta brotó de mí como el agua que cae del magestuoso salto.

—¿Hay por allí muchos humanos mitad ángeles? —le pregunto aunque después me arrepiento de haber dicho algo tan estúpido.

Ethan contestó sin problemas.

—No. No existe eso de mitad ángel mitad humano. O somos ángeles o no lo somos. Y son muy pocos los que han hecho eso. Que ocurra algo así no es muy común en el mundo Angelical. Partiendo de la primisa de que somos muy distintos a ustedes. Sin embargo, para que la naturaleza de uno de los nuestros se transforme, el sentimiento debe ser realmente genuino y puro. Cuando esto ha pasado los ángeles no se enamoran como lo hace la mayoría de ustedes —explicó —. Una vez que lo hacemos nuestros sentimientos son perennes, es como si se volvieran todo nuestro mundo, nuestra ancla en la tierra, nuestro principio y fin. Por eso es mejor volverse mortal, de lo contrario estaríamos condenados a una eternidad vacía si no estamos junto a la persona amada.

—¡Vaya! Eso debe ser intenso.

Hubo un breve momento en el que ambos nos quedamos mirando el atardecer que empezaba a mostrarse frente a nosotros. El sol comienza a ocultarse y una tonalidad de color naranja baña la roca y todo en ella, es precioso.

—¿Y tú te has enamorado? —preguntó Ethan al cabo de unos segundos.

—Supongo que no... —repetí sus misma palabras para no darle más vueltas al asunto. Si digo algo diferente inevitablemente terminaremos hablando de Derek. Y el ángel ya fue muy claro al respecto. No quiero otro sermón.

Hubo otro silencio, solo que esta vez fue uno de esos momentos incómodos.

—¿Hay algo más que deba saber? —dije para darle un giro al rumbo que estaba tomando la conversación. 

—Es mejor si te muestro —contestó él.

Ethan sabe que no me iba a negar a eso. Se puso de pie y me extendió una de sus manos para ayudarme a ponerme de pie. Después se apartó de mí. Cerró sus ojos y cuando volvió a abrirlos el color verde se volvió más intenso de lo normal. Colocó una mano en un pedazo de roca sobresaliente y está empezó a estremecerse. Es como si una fuerza invisible la hiciese brotar del suelo. Ethan apartó la mano cuando la roca emergió hasta llegar casi a su altura. Estampó el puño de su mano contra la piedra y esta se desmoronó por completo. Las partículas de polvo se mezclaron con el viento. Yo retrocedí dando un salto atrás. Abrí los ojos perpleja cuando lo vi desaparecer en el acto. Dos segundos después reapareció detrás de mí.

—No te asustes. —me dijo al oído.

Volvió a escabullirse, mis ojos son muy lentos para seguirle el paso. Me estremecí al ver que se encontraba de pie a unos cuantos centímetros del acantilado, sentí un espasmo en la boca del estómago. ¿En qué está pensando? Sonrió extasiado. Yo por mi parte soy presa del pánico, grité su nombre cuando se dejó caer al vacío. Mis piernas temblaron cómo si estuvieran hechas de gelatina, acto seguido, caí de rodillas en el suelo con las manos en la cara tapando mis ojos.

Puedo escuchar el golpeteo del corazón dentro de mí. No quiero ver.

—Amanda, todo está bien —escuché su voz cerca de mí otra vez.

Sus manos apartaron la mías de la cara, me sujetó el mentón y alzó mi rostro, pero yo sigo sin querer ver y aprieto los ojos.

Pienso que eso ha sido mucha información. Mi cerebro tarda en comprender y hacer un nuevo balance entre lo que es real y lo que no.

—Mírame —me pide.

Abro despacio los ojos y ahí está, perfectamente, completamente ileso, pero preocupado.

No me contengo y golpeo su pecho con mi puño y me duele la mano. Él permanece inmutable.

—¡No vuelvas hacerme eso! —le pedí. Me quejo por la molestía en mi muñeca.

Ethan la sujeta delicadamente y la acaricia. El contacto me pone nerviosa y no sé qué hacer. Me quedó quieta.

—¿Te asusta que algo malo me pase? 

—Por supuesto. ¿Quién me llevará de vuelta a la cuidad si te pasa algo? —quise ser sarcástica para cambiar el ambiente.

Su pulgar acaricia la piel de mi mano. Mi corazón se acelera otra vez y sé que él puede oírlo sin problemas lo que me da un poco de vergüenza y mis mejillas se encienden en el proceso. ¿¡Qué diablos me sucede!?

—¿Solo te preocupa eso? —dice con voz aterciopelada.

Es demasiado cálido. Ya no me molesta la muñeca. Solo percibo el suave contacto de su dedo haciendo circulitos en la piel de mi mano. Ethan tiene la vista clavada en mí rostro, pero mis ojos le huyen. No soy capaz de mantenerle la mirada. Me lleno de valor y lo hago, observo esos ojos enigmáticos de color verde y quedo presa de ellos.

—No me temes, en cambio, te preocupas por mí. —Dijo.

Me quedé en silencio. Ethan acortó la distancia entre nuestros rostros. Soy consiente de lo que está a punto de suceder y me quedo paralizada.

Sus labios rozan la comisura de los míos y suben por la mejilla hasta el lóbulo de la oreja. El contacto es una deliciosa tortura.

¿Acaso, ser eclipsante es otro de sus poderes celestiales? — Pensé.

—Eres una criatura hermosa. —Musitó —. Es excitante la manera en la que reacciona tu cuerpo. El rubor en tus mejillas, el tamborileo agitado de tu corazón y la forma en la que tu piel se eriza cuando te toco —dijo al tiempo que una de sus manos comenzó a ascender por mi brazo hasta plantarse en mi cuello.

Ethan pegó su frente a la mía. Estamos nariz con nariz, nuestros labios están a centímetros. Siento su cálido aliento y yo sigo sin poder articular palabra. Voy a morir de vergüenza.

—No te sientas mal. Eres exquisita —habló pausadamente, acariciando esa última palabra.

—Ethan... —balbucé en tono casi inaudible.

—Cierra los ojos...

No quiero hacer lo que me pide.

—No voy hacer nada que tú no quieras —me aseguró —. Cierralos —volvió a pedir.

Lo hice. Una parte de mí quiere prolongar el momento y la otra parte está aterrada de miedo y no sabe cómo actuar.

El cambio en el aire fue abrumador. El sonido de la cascada desapareció junto con los llamativos e intensos colores. Estamos de regreso en el frío y ya casi oscuro claro a mitad del bosque. Me aparté de Ethan. Fue como si hubiese despertado de un sueño y lleve mis manos la frente cuando vi el suelo dando vueltas, me sentí mareada y cerrar los ojos empeoró la sensación de revoltura en mi estómago.

El ángel rodeó rápidamente mi cintura sin que se lo pidiera y sostuvo mi cabeza con la otra mano. No me opuse, fue un alivio sentir su apoyo.

—Respira profundo. No estás acostumbrada a este estilo de viaje. Sigue respirando y se te pasará.

Me aferré a él y hundí mi rostro en su pecho. Su ropa tiene un rico aroma. Lo absorbo y eso me ayuda a sentir mejor.

—¿Mejor? —me pregunta cuando alzo la cara para mirarlo.

—Sí, gracias.

Sonríe aliviado.

—Te llevaré al hotel. No quiero que empiecen a preocuparse por ti.

—Sabes como es esa familia. Muy ocupados para tener tiempo de extrañar a su hija —dije mientras sutilmente me apartaba de sus brazos.

—No me refiero a los padres de Hailee.

—¿Entonces?

El ángel sonrió con malicia.

—Aunque es divertido irritar a un mortal.

—¿De qué hablas?

Ignoró mi pregunta. Y me tomó en brazos como si fuera una niña pequeña. No se notó esfuerzo alguno.

—¿Qué haces?

—Caminar puede terminar fatigandote más. Puedes descansar tu cabeza en mi hombro yo te llevaré hasta el auto. Además es frustrante seguirte el paso.

—¿Te burlas de mí porque eres más rápido que yo?

Ethan esbozó una media sonrisa y empezó a caminar a una velocidad normal, creí que sería muy veloz, pero supongo se estaba apiadando de mi débil estómago. Ya había estado a punto de vomitar hace unos minutos y mi cabeza me dolía. La verdad no tengo ni las ganas ni la fuerza para caminar por el sendero de tierra y yerbas que nos conduce al automóvil.

***

Después de salir de un embotellamiento en la autopista, que nos hizo perder tiempo, llegamos finalmente al hotel. Ethan bajó para abrirme la puerta como todo un caballero e insistió en acompañarme hasta el ascensor en la recepción.

—¿Hailee? —escuché a Derek.

Me giré y allí estaba él. Tiene una expresión neutra, no me dice nada. Caminó hacía nosotros. Ethan se irguió. Yo estoy súper incómoda.

—Te llamé toda la tarde. ¿Donde estabas metida? —me preguntó serio, ignorando por completo al chico a mi lado.

Yo lo estuve evitando la última semana. Es justo que esté molesto, pero no tiene derecho a tratarme así. Yo no soy su hermanita.

—Me quedé sin batería.

—¿Estaban juntos? —preguntó.

Una sensación desagradable me recorrió el cuerpo. Quién sabe lo que estaba pasando por la cabeza de Derek.

—Por supuesto que estábamos juntos. —Contestó Ethan.

¡Mierda!

Derek lo miró con rabia.

—No te hablé a ti —respondió con severidad —. Le hablo a mi novia.

Ethan soltó un carcajada y esbozó una sonrisita petulante llena de suficiencia.

—Tengo entendido que son primos. Además ser novia de un tipo como tú no le impide poder pasarla bien conmigo. 

Quiero que la tierra me trague.

—¡Maldito ímbecil! —soltó Derek y se le abalanzó. Ethan se paró firme. Sé de lo que éste último es capaz. Una pelea entre ambos es una locura que no pienso permitir.

—¡Basta! ¡Paren de una buena vez! —grité interponiéndome entre los dos.

Los aparté y creo que ambos retrocedieron a regañadientes por pura cortesía. La seguridad del hotel ya estaba atenta para controlar la situación. Me resulta bochornoso el espectáculo que algunos ojos curiosos observan.

—Ninguno de los dos es un niño, así que comportense a la altura.

—Es él quien no sabe comportarse y no confía en lo que tiene —acotó Ethan —. Qué partidazo... —terminó diciéndome.

—Confío en ella pero no en ti. Ni siquiera un poco —respondió Derek.

—¡Callense los dos! —intervine otra vez.

Derek bajó la guardia y me observó con algo de tristeza en sus ojos. Mi corazón se contrajo. Pasé mi atención a Ethan y le supliqué con la mirada que dejara de empeorar la situación. Entonces esos ojos color verde me recordaron nuestro acercamiento de esta tarde, y lo poco que faltó para besarnos. También me sentí angustiada por él. Quiero que ambos estén bien y no quiero herir a uno mientras hago sentir mejor al otro.  Solo me queda ser imparcial, no tengo otra alternativa.

—¿Saben algo? —les dije y me observaron cautelosos —. Si lo desean pueden comportarse como dos inmaduros. Pero quiero que ambos se marchen. Buenas noches.

Los dejé atrás. No me detuve cuando me llamaron, todo lo contrario continué mi camino y subí al ascensor. Las puertas al fin se cerraron y agradecí que ninguno me siguiera. Respiré hondo.

¿Qué me pasa con estos dos chico? Me pregunté a mi misma.

——————————————————

Me gusta saber sus opiniones así que comenten...

Nos leemos pronto.

ATT: Lorraine...❤️

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