QUEMA ESTE AMOR EN TUS LABIOS...

By DayiMartinez8

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Han pasado diez años desde que Julia Daniels falleció, sin embargo, hay heridas que aún no cicatrizan, hay pr... More

CAPÍTULO 2
CAPÍTULO 3
CAPÍTULO 4
CAPÍTULO 5
CAPITULO 6
CAPITULO 7
CAPITULO 8
CAPÍTULO 9
CAPÍTULO 10
CAPÍTULO 11
CAPÍTULO 12
CAPÍTULO 13
CAPÍTULO 14
CAPÍTULO 15
CAPÍTULO 16
CAPÍTULO 17
CAPÍTULO 18
CAPÍTULO 19
CAPÍTULO 20
CAPÍTULO 21
CAPÍTULO 22
CAPÍTULO 23
Capítulo 24
CAPÍTULO 25
CAPÍTULO 26
CAPÍTULO 27
CAPÍTULO 28
CAPÍTULO 29
CAPÍTULO 30
CAPÍTULO 31
CAPÍTULO 32
CAPÍTULO 33
CAPÍTULO 34
CAPÍTULO 35
CAPÍTULO 36
EPÍLOGO

CAPÍTULO 1

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By DayiMartinez8



Doy un sorbo a mi bebida y dejo que el líquido queme el interior de mi garganta, observo inexpresivo la brutal golpiza que está recibiendo un tipo por intentar robar dinero a Víctor; este parece muy divertido viendo como hacen mierda el rostro del pobre hombre.

—Espero que con esto te quede muy claro que nadie juega conmigo —escupe halándolo del cabello —Y mucho menos cuando se trata de mi mercancía, maldito imbécil —termina de restregar y luego estrella el rostro del hombre contra su rodilla, lo cual termina por dejarlo inconsciente.

Víctor intenta nivelar su respiración y luego saca un pañuelo con el que limpia sus manos —sáquenlo de aquí —ordena a dos de sus lame culos quienes obedecen sin pensar. —Sigamos jugando —refiere a nosotros y al partido de billar que interrumpimos antes de que trajeran al tipo que se había quedado con el dinero de la droga.

Muerdo el lado interno de mi mejilla y doy un leve suspiro para luego levantarme del sillón de cuero de color rojo en el que me encuentro.

—Yo paso, debo irme —aviso y me termino el trago de un sopetón y lo paso por m garganta tan rápido como puedo.

—Aquí está tu paga de la semana —menciona Víctor colocando un fajo gordo de billetes en mis manos. —Como siempre, buen trabajo Lee. — corrobora dándome un leve apretón en el hombro. No respondo nada, simplemente salgo del toxicómano lugar, cruzo el pequeño pasillo ensombrecido bajo una leve ráfaga de luz de neón que me conduce hasta la salida trasera del bar al que acostumbramos a reunirnos.

Mi auto se encuentra aparcado a una cuadra de donde me encuentro, así que solo camino hasta él y lo echo a andar a toda velocidad por las frías calles de Vancouver, las calles están atestadas de personas retornando a sus hogares con sus familias, mientras que la otra parte se destinaba a gozar el fin de semana en las discotecas o bares de la ciudad.

Voy por el segundo semáforo cuando cruzo una esquina bajo un puente, aminoro un poco el paso mientras observo algunas fogatas improvisadas dentro de contenedores de basura hechos por las personas que habitan en la calle para poder protegerse del frio tan descomunal que está azotando por estos días a toda Canadá.

Tan pronto como se dan cuenta de mi presencia, algunos se acercan hasta mi vehículo, me detengo solo por un momento, tomo el dinero que he recibido de Víctor y como siempre se los entrego para que compren lo necesario para sobrevivir.

Sé que no es mucho lo que puedo hacer por ellos en este momento, puesto que cada vez más son las personas que se refugian bajo este puente, pero siempre doy absolutamente todo el dinero que me gano transportando droga a otros países.

—Buenas noches joven —saluda Chester un señor de avanzada edad quien ha sido desde el principio quien ha buscado a todas esas personas sin hogar a las que ahora ayudo.

—Aquí tiene —le entrego el dinero que he obtenido hace unos minutos y le señalo además, como siempre la parte el baúl de mi auto y la parte trasera en donde he comprado la mayor cantidad de enceres que he podido.

No hacía ninguna diferencia para mí, pero al menos un pequeño gramo de alivio se colaba en mi atormentada conciencia, la misma que desde hace diez años se ha vuelto mi peor enemigo.

Me vuelvo hacía mi auto luego de descargar las compras y de interactuar por unos pocos momentos con todas esas personas, estaciono mi auto en el centro de la ciudad en la zona donde actualmente resido, son alrededor de las once de la noche cuando abro la puerta de mi piso y cuelgo mi abrigo en el perchero de la entrada, todo está medio oscuro, así que intuyo que todo el mundo ya debe estar dormido.

Desabotono los puños de mi camisa y me dirijo hasta la habitación de April, la pieza está a oscuras y lo único que ilumina un poco la estancia es su pequeña lámpara de noche, ella se encuentra arropada y sumida en un profundo sueño, así que no me atrevo a despertarla, simplemente me inclino hasta su rostro y deposito un pequeño beso de buenas noches en su sien.

Me devuelvo cuidadosamente hasta la sala y me sirvo un trago de wiski con algunas rocas de hielo dentro del vaso, enciendo la chimenea de la sala y me desplomo en el sofá con cansancio.

Las llamas que arden frente a mis ojos y que comienzan a volver cenizas los pedazos de troncos que yacen dentro de la caldera me hacen recordar a Julia de nuevo, su imagen me persigue desde hace diez años, desde esa mañana en que desperté y supe que había muerto.

Sigo teniendo esas pesadillas en las que la escucho gritar, en las que la miro arder en llamas sin que pueda hacer nada, por fuera soy Darren Lee, el chico que aparentemente sigue su vida, el que se graduó en finanzas y que ahora es vicepresidente de una empresa, el mismo que ahora tiene una esposa e hija, el mismo que desde hace diez años no tiene paz, pero por dentro seguía encadenado a esa mañana, a ese pasado, a la última vez que probé los labios de Julia. Aún era ese chico de preparatoria.

Aún seguía anhelando sentir sus besos, aun cerraba los ojos y podía sentir esa tímida y tierna mirada sobre mí, aun el fantasma de su sonrisa se colaba tras las cortinas, aun Julia estaba conmigo.

— ¿De nuevo aquí? — escucho decir tras de mí.

—Lo siento amor, pensaba ir en un rato —me excuso mientras siento sus manos recorrer mi pecho por debajo de mi camisa. La rubia arrastra su aliento por mi cuello hasta alcanzar mis labios.

—Ven a la cama —sugiere mientras me besa con ternura una y otra vez, me sonríe traviesa y me toma de la mano para conducirme hasta nuestra habitación y ahí me despoja de mi ropa y se desabrocha su bata de seda rosa frente a mis ojos permitiéndome ver su desnudez, no puedo evitar sucumbirme ante el deseo y la necesidad de hacerle el amor a Jessica, así que no me resisto y me hundo dentro y fuera de ella con ferocidad.

Luego del acalorado momento volvíamos a ser los que siempre éramos, un matrimonio vacío y sin amor que intentaba a toda costa ser salvado por nuestra hija de cinco años. Jessica se esforzaba demasiado en demostrarme cuanto me amaba y yo me forzaba a hacerla sentir amada aun cuando no sentía ni siquiera una pizca de amor por ella.

La quería, por ser la madre de mi hija, por ser mi amiga desde la muerte de Julia, por no dejarme sola incluso cuando quise morir, le estaba sin duda agradecido a Jessica por no resignarse conmigo, pero por más que intentaba presionarme a mí mismo a sentir amor por ella no lo lograba, nuestra relación no iba nunca más allá de compartir la misma cama o de entablar una conversación frente a nuestra hija.

Estar con Jessica me hacía sentir vacío y lo comprobaba aún más cuando quedábamos mirando cualquier punto de nuestra habitación sin dirigirnos la palabra.

—Descansa —la escucho decir con la voz entrecortada mientras se acomodaba en su lugar para darme la espalda, yo por mi parte me quedo inmóvil en el lado de la cama que me corresponde y no respondo absolutamente nada.

Siguen pasando las horas y la madrugada me absorbe casi por completo, debo luchar para dormir como siempre lo hago pero mi consciencia se empeña en martirizarme y acabo siendo víctima de sus recriminaciones nuevamente.

El despertador suena y me despierta de mi acortado sueño, mis ojos se sienten pesados, sin embargo hago un esfuerzo enorme por mantenerme consciente, me destino a ir hasta el baño y dejar que el agua climatizada corra por todo mi cuerpo.

Cuando ya me he cambiado casi por completo salgo de la habitación y me dirijo hacía la cocina, Jessica no se encuentra ya en casa, en el comedor yace solamente April desayunando mientras colorea algo en una hoja.

—Buenos días papi — recita mi pequeña rubia concentrada en su tarea impuesta antes de sentarme le doy un pequeño beso y luego me acomodo en la parte central de la mesa del comedor.

—¿Cómo dormiste? — pregunto acomodándome la servilleta entre las piernas mientras nuestra chica del servicio me sirve un poco de café.

—Bien, aunque quedé esperando a que me leyeras un cuento —reclama

—Lo siento linda, tuve muchos pendientes en la oficina —me excuso mientras alcanzo el periódico y le doy un sorbo a mi café. —Prometo recompensártelo ¿De acuerdo?

Ella sonríe y toma un poco de leche.

—¿Puedes quedarte a almorzar hoy? Anoche mamá me dijo que saldría de la ciudad para una sesión de fotos. — asiento sin despegar mi vista de la sección de sucesos.

—Claro que si linda, es más, si quieres podemos ir a almorzar en McDonald's cuando salgas de la escuela.

—Sí, sí, eso me gusta —reafirma contenta.

El desayuno no se tarda mucho, me despido de ella y pido al chofer que le he impuesto que la deje en la escuela y le recuerdo que debe esperarla hasta cuando salga de la escuela, luego yo me dirijo en mi auto personal hasta la compañía de mi madre, tenemos una junta directiva a primera hora para cerrar un negocio que hemos estado esperando durante muchos meses y que sin duda tiene una prometedora salida.

Trata de una lujosa cadena hotelera por varios países europeos en el que la compañía del padre de Simon y la de mi madre se ha visto muy interesados.

Ingreso al edificio mientras observo el reloj para cerciorarme de que voy a buena hora, el trayecto en el ascensor no demora mucho, asi que en unos minutos ya estoy encaminándome hacía mi oficina, los empleados comienzan a darme los buenos días y corren por todo el espacio con apuro.

—Buenos días Ashley —digo a mi secretaria quien tiene un Starbucks en sus manos.

—Buenos días Señor Lee —Se levanta. —Esta mañana ha llamado su esposa para avisarme que su tarjeta ha quedado sin fondos.

Bufo de mala gana —Encárguese de eso por favor —niego irritado —No comprendo en que gasta tanto dinero, todas las semanas es lo mismo.

—El señor Simon ya se encuentra en la sala con su padre y los abogados, la señora Charlotte dijo que estará en cinco minutos en la sala de juntas.

—Bien. ¿Están listos los informes? —ella asiente señalando la pila de carpetas encima de su escritorio. —¿Los contratos?

—Ya están imprimiéndose —vuelve a señalar esta vez en la impresora tras ella.

—Muy bien Ashley, necesito que canceles mi reservación para almorzar Federico's hoy —le informo a lo que inmediatamente ella agenda en su cuadernillo de apuntes.

—Está bien señor, ¿Se le ofrece algo más?

—Asegúrate que los almuerzos para todos estén listos cuando la junta acabe. — la chica asiente —Y por favor, en cuanto pase ve a almorzar, no quiero que te quedes aquí como la otra vez.

La chica se sonríe y asiente —Siempre me lo recuerda —bromea.

—Es para que no lo olvides —le guiño el ojo y me dirijo hasta mi oficina.

No me molesto en encender mi ordenador, simplemente rebusco en mi archivero algunos documentos que tengo que tener presentes en la reunión y luego salgo directo al concilio.

Cuando ingreso saludo a mi madre, a Simon y a su padre, así como también a los abogados presentes, me siento al lado de mi amigo y organizo todas mis cosas.

—¿Cómo está Kim? —pregunto a Simon desabotonando mi saco.

—Bien, atacándome con los antojos —se burla —No entiendo como soportaste a Jessica cuando se embarazó —comenta.

—Bueno, ella tuvo antojos marinos, solo quería comer pulpo, mejillones, almejas o sushi.

—Kim todo lo que pide es pizza, sopas de tomate y jugo de arándano.

—Aun no puedo creer que vayas a ser papá —el hace una mueca y rueda los ojos —Bueno es que en la universidad tú y Kim parecían muy convencidos de no querer tenerlos.

—tu tuviste a April con la última persona con la que creí que estarías y de paso la desposaste.

—Vuelve el sermón.

—Siempre te lo recordaré —me restriega con sarcasmo

—Sabes cómo pasaron las cosas

—Un acostón, una noche de copas te terminó amarrando a esa mujer. —baja un poco la voz cuando vemos que los inversionistas comienzan a ocupar los asientos de la sala de juntas —Por cierto, no tenías que casarte con ella solo por April.

—No quería que mi hija creciera en un ambiente desnivelado, solo por eso lo hice.

—Ósea que vivirás toda la vida amarrado a una mujer a la que "creo" —enfatiza entre comillas —Que no amas solo por la felicidad de tu hija.

—Cuando April crezca podré entonces tomar la decisión, pero no ahora, cuando mi hija no entiende muchas cosas y cuando a su edad puede crecer con resentimientos sin entender por qué sus papás no están juntos.

—Ay por favor Darren, tú mismo e has dicho que esa mujer ni siquiera quiere a su propia hija —me recalca —intento abortarla solo para llamar tu atención, siempre dices que la reprime, que no le permite ni siquiera abrazarla. ¿Qué diferencia haces con dejarla?

—Ella ha cambiado un poco esa parte, creo que solo era cuestión de que supiera adaptarse a la idea de ser madre.

Mi amigo bufa resignado y da por finalizada nuestra conversación.

La junta se demora toda la mañana y apenas llego con el tiempo justo a recoger a April de la escuela, quedo muy complacido de saber que hemos al fin cerrado nuestro trato para la cadena de hoteles que al parecer se abrirán inicialmente en Madrid, Londres, Roma y Hamburgo y que, eso puede abrirnos muchas puertas para dar a conocer nuestra compañía en el extranjero.

Debo decir que reponer el desastre que dejó mi padre no fue nada fácil y que estuvimos por varios años luchando para sacar adelante lo poco que nos quedó de la empresa, un desastre del que apenas y nos estamos reponiendo.

Conduzco por la ciudad y llego con mi hija hasta el McDonald's más cercano, la pequeña me arrastra hasta un lugar donde poder sentarnos.

El lugar está poco poblado, así que no demoran mucho en tomar nuestra orden, April pide una hamburguesa con papas fritas y un refresco, sé que no va a comerse todo eso yo sola, sin embargo, no la detengo. Para mí solo pido una hamburguesa y una Coca-Cola bien fría.

—Ash, otra vez me salió el mismo muñeco en la cajita feliz —se queja de mala gana mientras comienza a devorar de a poco su hamburguesa.

—¿Cómo te va en la escuela? —pregunto observándola con diversión comer

—Bien, aunque Ann, ya sabes, siempre quiere llevarme la delantera —asiento —Pero sabes lo que me dice mamá, que no me deje y debo siempre ser la numero uno —recuerda enseñándome una sonrisa y mostrando el hueco que tiene en su pequeña boquita producto de la ausencia de su primer diente mudado.

—Puedes ser la numero uno, pero sin groserías, sabes que no me gusta que hagas sentir mal a nadie.

—Lo sé, nada de golpes e insultos —acopla

—¿Has pensado como quieres tu cumpleaños número seis? —cambio radicalmente de tema, la pequeña simplemente se encoje de hombros y continúa dejando hasta la mitad su bebida.

—Quería una fiesta en el parque como picnic, con piñata, pero mamá dijo que haríamos la fiesta en casa. —admite

—¿Eso quieres?, pues entonces haremos la fiesta en el parque, supongo que es el que te gusta siempre visitar

—Si, pero mejor hagámoslo en casa papá.

—Pero es tu día hija.

—Yo solo quiero que mamá este en mi cumpleaños. —confiesa con una mueca. Respiro hondo y me siento impotente al saber que mi hija resiente la ausencia de Jessica, los dos últimos cumpleaños de April se ha ausentado por sus viajes de trabajo y la verdad no quiero que mi hija crezca viendo la ausencia de su madre.

—Ella no faltará, tu confía en mi —le prometo y ella asiente no muy segura. 

Holaaaaaaaaaaaaaaa, alguien me recuerda? Ni que decir, no me aguante las ganas de subir la continuación de quema este amor, se que la portada es un asco, pero buscare mejorarla... ahora....

¿Cómo vieron el regreso de Darren? ¿Se lo esperaban asi?

En este pedacito, tienes vía libre para insultarme por lo de Jessica.

Jajaja las amo mucho, las extraño mucho!

¡No se olviden de votar y comentar a lo bestia! 

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