Cuando mis alas desaparezcan

By Vanilla_Witch

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Orión es un ángel guardián que ha estado toda su vida observando cientos de vidas humanas, intentando llenar... More

La primera vez que lo vi
La primera vez que rompí las reglas
La primera vez que vi una pelicula
La primera vez que hice una promesa
La primera vez que fui a la preparatoria
La primera vez que hice las cosas solo
La primera vez que sentí su presencia
La primera vez que tuve que escoger
La primera vez que trabajé
La primera vez que rompí una promesa
La primera vez que fui a una fiesta
La primera vez que me despedí
La primera vez que canté
La primera vez que firmé un contrato
La primera vez que sentí estos sentimientos
La primera vez que escuché una leyenda
La primera vez que soñé
La primera vez que fui a un día de campo
La primera vez que le pedí ayuda
La primera vez que me golpearon
La primera vez que lo llamé por teléfono celular
La primera vez que le di un regalo
La primera vez que curé una herida
La primera vez que fui a un funeral
La primera vez que celebré un cumpleaños
La primera vez que me embriagué
La primera vez que el destino nos unió
La primera vez que salí de la ciudad
La última vez que lo vi
Extra: La leyenda de Orión
Agradecimientos
Aviso
Recuperando Mis Alas

Epílogo: La lagrima de Orión

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By Vanilla_Witch

Años después...

Nunca dejaba de observar el pequeño cristal celeste que siempre llevaba en mi bolsillo, cada vez que lo observaba sentía un punzante dolor en mi pecho, dolor que pensaba que con el tiempo desaparecería sin embargo nunca desapareció ¿Realmente esto había sido lo único que había quedado de él?

A veces me pongo a pensar que es mejor tener este pequeño cristal a no tener absolutamente nada, y es que atesoraba todas las cosas que me quedaban de él con miedo a olvidarlo, atesoraba aquellas fotografías donde siempre parecía salir tan brillante que apenas podía distinguir sus facciones, atesoraba esas cartas que me había hecho con tanto amor, ese deseo que escribió y puso dentro de una botella en un sauce mágico, los regalos que me había comprado como ese estúpido colgante de móvil con forma de gato y esa pluma que terminó convirtiéndose en el cristal que siempre guardaba a mi lado como si fuera una parte de él.

Recuerdo vagamente el día en que él se fue, a veces pienso que incluso he olvidado su nombre, como era el sonido de su risa y de su voz, pero si miro aquel cristal entonces siento que puedo recordarlo, entonces siento que su risa suave y aroma dulce vuelven a mí. Si bien son pocas las cosas que puedo recordar de nuestro tiempo juntos siento calma al pensar en él y a veces una culpa y ganas de llorar incontrolables que me hacen volver a recaer por meses, un amigo de él apareció diciendo que podía ayudarme, que podía borrar todo rastro de él de mi mente, pero no quiero olvidar a aquella persona que me enseñó a valorar la vida, que me enseño que no todo es tan cruel como parece.

Cuando miraba aquel cristal pensaba que sería como en los libros o en las películas, que tal vez había alguien que me podía ayudar a traerlo de vuelta conmigo, pero al parecer las cosas no eran tan simples y ni siquiera Damon sabía muy bien que era ese cristal, pero me hace sentir tranquilo observarlo, me hace pensar que no estoy solo, que tal y como alguna vez dijo el iba a estar siempre conmigo.

Los primeros meses fueron los más difíciles, pero intente sobrevivir, por él... muchas veces pensé en morir, quería abrazarlo, charlar con él, quería verlo, porque sin él ya nada parecía tener sentido, me sentía vacío, aun así me gustaba pensar que estaba en un lugar mejor, aunque Damon decía que ya no existía, tenía la esperanza de que en algún lugar del universo era feliz, y por aquella débil luz, aquel pequeño recuerdo de su resplandeciente sonrisa yo también sería feliz, por él...

Salí con otras personas, nunca nada serio, no se podía amar a otro cuando tu corazón seguía ocupado y pensaba que nunca podría volver a amar ya que nunca nadie podría remplazar aquel inmenso sentimiento que sentía por él y entonces la tristeza volvía, porque no quería quedarme solo, no quería ver como todos eran felices y yo era dejado de lado.

―Adiós mamá, adiós Sue voy a salir con mis amigos ― me despedí de Kate la cual me sonreía y seguía trenzando el cabello de Sue.

―Adiós, pásalo bien y no llegues muy tarde ― dijo mientras mi hermana se despedía con la mano y Erick hacia lo mismo para volver a leer aquella revista de autos deportivos.

A veces había frases que se repetían en mi mente, sueños que parecían ser recuerdos y que apenas despertaba escribía para nunca más olvidar, gracias a esas pequeñas frases había conseguido muchos amigos, porque después de todo yo era quien ponía ese escudo, al momento que decidí levantarlo y abrirme a los demás descubrí que no todas las personas desean el mal o simplemente disfrutan con el sufrimiento de los demás, hay personas luminosas y buenas que hacen que tu vida sea cada día más alegre.

―¿Max tardarás más? – me decía Sam por teléfono.

―Sólo un poco, tengo que hacer algo antes – le dije riendo a la que se había convertido en una amiga muy querida para mi ― no te preocupes la cafetería no desaparecerá.

Había conocido a Samantha en mi primer año de universidad, había entrado a estudiar periodismo ya que quería que las personas pudieran ver las cosas buenas del mundo, tal vez escribir columnas en periódicos no causaría un gran cambio en la mente de los demás pero si en algunas palabras podía decir que el mundo no era tan cruel, que en el mundo pasan cosas bellas lo haría, Sam en cambio quería ser reportera en televisión para ganar fama y casarse con un jugador de futbol, al final todos teníamos metas diferentes, y eso no las hacía mejores o peores.

Estoy seguro de que él estaría muy feliz al saber que he conocido gente como Sam, puedo imaginarme sus cristalinos ojos y la hermosa sonrisa que formaría si le contara todas las cosas que han pasado estos años.

Sabía que Brad estaba saliendo con una chica muy buena llamada Summer, nunca perdimos el contacto, e incluso habíamos salido por un tiempo, sin él posiblemente no hubiera podido salir del pozo en el cual estaba metido. Supongo que todas aquellas amigas que tenía él habían envejecido unos años más, y si bien intenté buscarla, nunca más volví a ver a Esna, esa amiga que tan preciada era pare él, sin embargo con Damon, el que fue mi psiquiatra y el que en esos oscuros días luego de su desaparición me ayudé a sobrellevarlo, lo veía de vez en cuando ya que era profesor en otra facultad de mi misma universidad, siempre lucía cansado y malhumorado pero cuando hablaba de él su sonrisa se formaba, el ángel no solo había cambiado mi vida, él había dejado una pequeña semilla de felicidad en cualquier persona con la que se cruzó.

Seguí caminando por aquellas vacías calles para llegar a aquel lugar que visitaba sin falta todos los días.

Un día me dijo que quería que su final estuviese lleno de flores, para él el final era la muerte, a él le gustaba que las personas dejaran flores en la tumba de los seres queridos, pero como no existía una tumba para él, decidí ir a dejar siempre flores al último lugar en el que lo vi, sea una simple margarita o un ramo de flores, siempre dejaba algo, porque me podía imaginar su felicidad al saber que su final era como quería.

Me había prometido a mí mismo no volver a llorar por él y había roto esa promesa cientos de veces, pero quería sonreír pensando que si sonreía él estaría feliz en algún lugar, debía esforzarme para ser feliz, se lo había prometido.

Pero ¿puedo ser realmente feliz sabiendo que él no está a mi lado?

Me senté en el césped a la fresca sombra de aquel nogal, apoyé mi mano en el tronco, fragmentos de recuerdos se encienden en mi mente, aquel día cuando me dejó... sólo el hecho de recordarlo hacia que mis ojos comenzaran a ponerse vidriosos, pero no lloraría, él quería que fuera feliz y lo intentaría, aunque cada vez que sonreía doliera un poco.

Podía escuchar su voz en el susurro del viento, pero, aunque lo llamara sabía que él nunca respondería, cada día algo me lo recordaba, aunque fuese un detalle pequeño y no había pasado ni un solo día en estos 4 años que el recuerdo del ángel no me robara un pensamiento.

Suspiré un par de veces tratando de calmarme, volví a meter mi mano a mi bolsillo para ver aquel irregular cristal, lo presioné fuerte dentro de mi mano y lo puse cerca de mi corazón.

¿Estará bien?

Por alguna algo siempre me decía que él no había desaparecido, porque sé que nada puede desaparecer del todo, me puse a pensar que si Orión hubiese desaparecido, si su existencia se extinguió quiere decir que su recuerdo también haría lo mismo, pero sin embargo aquel recuerdo sigue permanente en la mente y los corazones de todos, aunque sea una simple sonrisa o su nombre que siempre olvido y llego a casa a leer en esas notas que con tanto cariño me dejaba.

Seguía pensando que él aún existía y con una vaga esperanza soñaba que volvería de una forma tan ridícula como la primera vez, recuerdos amargos de unos años atrás no dejan de venir, como cuando intenté suicidarme nuevamente para ver si venía en mi ayuda, y por cosas como esas es que pierdo la esperanza, sin embargo, si no existiera no sería capaz de verlo en mis sueños, de sentir su aroma y su calidez.

Soñaba aún con el día en que podría volver a mirar esos cristalinos ojos color del cielo, tenía la esperanza de que ese día llegara, que me regalara esa transparente sonrisa que hacía que todos mis problemas se alejaran, tenía la esperanza en que nuevamente toda mi vida pareciera ser vista bajo un transparente y luminoso manto donde todo era hermoso, cálido y lleno de paz.

―No se puede vivir de esperanza... ― solté mientras suspiraba y volvía a observar aquel cristal color cielo.

Aunque me negaba a abandonar su recuerdo tal vez era tiempo de desligarme un poco de él, tal vez sólo si lo dejaba entonces podría seguir adelante. Volví a mirar aquel cristal dejándolo junto a ese árbol, acomodando aquellas flores que había cortado del jardín de mi vecina.

Sin poder detenerlo un par de lágrimas se resbalaron por mis mejillas.

―Buenas noches... ― dije a la nada mientras limpiaba mis ojos y le sonreía a aquel roble.

Comencé a caminar con el potente sol de verano quemando mi piel y haciéndome sentir mareado, debía haberme puesto protector solar.

Sin saber por qué sentí una presión en el pecho, quería llorar, esto estaba mal. Por un momento me sentí vacío, ese cristal, lo necesitaba, no podía abandonarlo.

Corriendo lo más rápido que podía, haciendo que mis pulmones ardieran por el esfuerzo, y que el calor invadiera mi cuerpo, volví al parque, Sam definitivamente me mataría por tardar tanto.

Llegué frente al roble y sintiendo como esa presión se hacía mucho más grande, vi aquellas flores ordenadas reposando en el césped, sin embargo, aquel cristal ya había desaparecido.

Desesperado, sintiendo como mis ojos comenzaban a escocer y las lágrimas comenzaban a caer comencé a buscarlo ¿Y si un niño se lo había llevado?, ¿y si una ardilla pensó que era comida?

Sin importarme si mi ropa se ensuciaba me agaché y comencé a buscar en el césped aquel cristal, desesperado, sintiendo como si junto con este el recuerdo de él desaparecía.

―¿Dónde está? ― solté con desesperación.

Y ahí fue cuando lo vi, mi corazón se aceleró tanto que pensé que moría, un poco alejado del árbol el cristal se encontraba iluminado por un pequeño rayo de luz que se colaba por el forraje del nogal.

Rápidamente lo sujete fuerte entre mis manos, acercándolo a mi corazón sintiendo como la calma volvía a reinar en mi cuerpo, las lágrimas ya dejaban de caer y mis ojos ardían por no haber llorado en un tiempo.

Me sentía como un tonto, nuca debí haber dejado algo tan importante atrás. Debía llamar a Sam para decirle que había tenido un pequeño problema, que me esperara un poco más.

Aún sentado frente al nogal y sosteniendo fuertemente aquel cristal en mi mano izquierda le marque, escuchando el tono de espera, no contestaba...

Volví a suspirar observando como la brisa veraniega hacia las hojas de aquel nogal bailaran y dejando en aquel balanceo entrar pequeños rayos de luz, era un buen día, la brisa se sentía fría sobre el camino de mis lágrimas en mis mejillas.

―¿Es un lindo día no?

Sentí mi corazón doler, no podía respirar, podía ver unos zapatos frente a mí, no quería levantar la vista, no quería darme cuenta de que todo era un sueño, de que esa suave voz era un producto de mi imaginación.

―Perdón por haber tomado eso, me pareció bonito, pero no recordaba el lugar exacto donde lo habías dejado.

No quería mirar, no quería sufrir luego de descubrir que no era él.

―¿Orión? ― solté con mi voz temblando mientras su nombre salía de mis labios como por arte de magia.

Levanté mi mirada encontrándome con esos cristalinos ojos que habían vuelto a observarme con dulzura, esa cálida sonrisa había vuelto a hacer que mi corazón latiera rápido, ese rubio cabello que caía sobre aquel rostro que no había cambiado nada, siempre pensé que Orión era hermoso, pero nunca más que hoy, porque nunca había extrañado a alguien tanto en mi vida nunca me había quedado tan embobado observando a alguien.

¿Esto era un sueño? Si lo es por favor ruego que nadie me despierte.

Los sentimientos se habían acumulado en mi pecho, todo mi cuerpo temblaba, todo mi ser anhelaba abrazar al rubio que me sonreía y me observaba con esos vidriosos y cristalinos ojos del color del despejado cielo de primavera. Sentía mis manos adormiladas y mi estómago repleto de esas mariposas que ya había olvidado que existían, la sensación de estar enamorado volvía a mi cuerpo, esa sonrisa me había dejado sin fuerzas, sin pensamientos, sentía que podía quedarme todo el día contemplándolo.

―Ha pasado un tiempo, Max ― soltó con esa sonrisa que me encandilaba.

Y en un segundo supe que realmente era él, que no era una simple persona que se le parecía, era Orión, con sus sentimientos, sus recuerdos, simplemente él en toda su perfección y como si fuera magia, sólo con mirar sus ojos recordé todos esos fragmentos perdidos queriendo llorar por todo lo que habíamos pasado.

No lo pensé dos veces y me lancé a abrazarlo, sintiendo ese dulce aroma parecido a la vainilla y como el rápido sonido de su corazón se acompasaba con el del mío. Sus cálidas manos me rodearon y sentí como al mismo tiempo que yo pequeños sollozos se comenzaban a escapar de sus labios.

―Te extrañé mucho Max, realmente quería volver a estar contigo ― soltó mientras me apretaba tanto que sentía que me iba a dejar sin respiración, metiendo su cabeza en el espacio de mi cuello como queriendo recordar mi olor.

Ahora que yo era casi un adulto no se notaba mucho la diferencia de estatura, por lo que al igual que él podía reposar mi cabeza sobre su hombro.

―Orión... ¿realmente eres tú? ― pregunté sin querer soltarlo, teniendo miedo de que si lo hacia volvería a alejarse de mi lado ― ¿no te irás nuevamente?

―Yo dije que estaría siempre contigo ― escuché su voz temblar en mi oído.

Me separé un poco de él para observar el celeste color de sus ojos, su rubio cabello y como los rayos de sol que entraban hacían que se viera de color dorado, sujete su rostro con ambas manos, sintiendo el suave tacto de su piel, todo era real, toque sus ojos, su nariz, sus labios, asegurándome de que no era un sueño, de que era real.

―¿Max estás triste por mi culpa? – me observó con tristeza ― ¿Max estás llorando por mi culpa? ― Volvió a preguntar ― mi corazón duele si veo a Max llorar.

―Tonto... ― solté sonriendo, con mi voz temblando por las lágrimas que no dejaban de caer ― son lágrimas de felicidad – le dije al momento que veía las mismas lagrimas caer por el rostro de la persona que más amo y amaré en toda mi vida-

Me acerque a él y tratando de que aquellos nervios desaparecieran de mi estómago acerque nuestros labios, sellando este momento con un beso que ambos ansiábamos, un beso con todos los sentimientos que cada uno le podía trasmitir al otro, un beso que hacía que aquel hermoso y brillante sentimiento se volviera a encender en mi corazón, porque él había vuelto y ahora todo volvía a ser más bello y rodeado de esa emoción que simplemente te hacer perder la cordura.

Comprendí que aunque todos decían que no se podía luchar contra el destino y que Orión había desparecido, sólo el amor puede vencer a aquella fuerza, que nuestros recuerdos y sentimientos fueron muchos más fuerte que ese hilo rojo, porque no importa si estas destinado o no a una persona, porque nuestros sentimientos son tan grandes y auténticos que incluso pueden encandilar al destino y posiblemente hacer que este no pueda romper aquel lazo que une a dos personas.


********

Bueno ahora si es el final, creo que los que leyeron el antiguo epilogo lo encontrarán algo diferente, pero ahora me ayuda a ordenar mucho más las ideas para la historia paralela que iré subiendo yo creo que mañana o la otra semana. 

De verdad muchas gracias por todas las lindas palabras que me han dejado, los re adoro a todos son un amor de amores.

Pues no sé que más decir, voy a intentar editar el extra y mañana los agradecimientos y posiblemente la historia paralela (Recuperando mis alas) 

De verdad muchas gracias por todo lo que me han dado <3. 

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